Menorca en primavera (1): Talayots, Ciutadella y Punta Nati

Del 2 al 10 de mayo hemos realizado la tercera escapada del año, eligiendo para esta ocasión la isla de Menorca, que no visitaba desde hace 21 años. Ahora resulta muy cómodo el desplazamiento, gracias al vuelo diario que tiene la compañía Vueling desde el aeropuerto de Bilbao. Además el precio fue muy asequible, 105 € por persona con equipaje de mano y maleta facturada. De esta forma, en hora y cuarto, con excelente puntualidad por cierto, estábamos en el aeropuerto de Menorca, donde habíamos reservado un Citroen C3 para desplazarnos por sus 695,7 km² de extensión. En coche recorrimos más de 850 km y a pie casi 85.

La elección del hotel también fue un acierto, optando por el Grupotel Playa Club, un confortable alojamiento de 4 estrellas, no muy grande y repartido en varios edificios que se distribuyen en torno a una hermosa piscina y un precioso jardín. Se trata de un resort de apartamentos situado a un paso la playa de Son Xoriguer. Cada uno de ellos tiene 50 m² y cuenta con cocina equipada, un gran salón y una amplia terraza, todo ello preparado para 4 personas. La ventaja de viajar fuera de temporada es que por 8 noches en media pensión pagamos 766 €, a los que hay que añadir otros 52,80 (3,30 € por persona) de la cara tasa turística de Baleares.

Son Xoriguer se encuentra en el extremo suroeste de la isla de Menorca, al sur de Ciutadella. Es una zona llena de hoteles con amplios jardines y poca altura. El lugar más curioso es en un entrante del mar con forma de concha próximo a Cala´n Bosch, que muchos conocen como el lago, en el que se ubica el puerto deportivo. Nada más llegar recorrimos a pie la zona, llegando hasta el faro de Artrutx (2,5 km), construido a mediados del siglo XIX. Otra tarde fuimos caminando por el Camí de Cavalls hasta Sa Cova des Pardals, situada a menos de 2 km del hotel. Se desciende a su interior por unas escaleras talladas en esta oquedad situada bajo el acantilado marino, que fue utilizada por los pescadores y para el contrabando.

Hay tres cosas que me han sorprendido especialmente en este viaje por Menorca. La primera fue de gozar de poder viajar en mayo, pues la naturaleza explota en la isla, estando muy verde y repleta de flores. La segunda es la cantidad de muros de piedra seca que hay en la isla que, por cierto forman parte del patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO. Se trata de muros formados por dos filas de grandes piedras apiladas, rellenas con otras piedras más pequeñas. La tercera sorpresa fue la cantidad de vacas que vimos, incluso desde la terraza del apartamento, así como de queserías. Aunque en mucha menor cantidad, también contemplamos algunos rebaños de ovejas.

Como al principio las previsiones meteorológicas no eran buenas, fuimos amoldando nuestro programa a ellas, comenzando por la cultura talayótica, que se originó a finales del segundo milenio aC y aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Seleccionamos los cuatro lugares que me parecían más interesantes, siendo el primero la Naveta des Tudons (entrada: 2 €), considerado el monumento prehistórico más famoso de las islas Baleares, pues se dice que es el edificio más antiguo de Europa. De allí fuimos a Torre d’en Galmés (3 €), donde primero visitamos el centro de interpretación, situado a 700 metros de la entrada. Se trata del poblado prehistórico más importante de Baleares, pues en él pudieron llegar a vivir 900 personas. La lluvia nos hizo salir por patas, pero cesó cuando visitamos el tercer lugar, Torralba d’en Salort (4 €), el mejor ejemplo de la cultura talayótica de Menorca y el que cuenta con la taula más conocida, pues tiene casi 5 metros de altura.

Comimos muy bien en el restaurante Casino de San Clliment y, aprovechando la salida del sol, fuimos a ver un coqueto pueblo de pescadores, de nombre Binibequer Vell, que cuenta con laberínticas calles y casas encaladas, que lo convierten en uno de los pueblos más bonitos de Menorca. Parece artificial, pero es un pueblo real. Hemos dejado para el final el cuarto poblado talayótico, Talatí de Dalt (4 €), que me pareció el más flojo, siendo lo más interesante un gran talayot, la taula, las viviendas con una cubierta de losas y las cuevas, utilizadas como lugar de enterramiento. En todos los lugares hacen descuento a los mayores de 65 años.

A un paso de nuestro hotel teníamos la ciudad más monumental y poblada de la isla, Ciutadella de Menoría, donde para estar como en casa, hicimos algunas compras para los días que comimos de bocata, en uno de los Eroski locales. Hace 21 años tuve ocasión de asistir en esta población a las fiestas de Sant Joan, viendo a los caballos en “Jocs des Pla”, en el lugar en el que en esta ocasión dejé el coche, junto al Port Antic, para subir a la plaza des Born, donde se encuentra el Ayuntamiento y la oficina de turismo, en la que iniciamos el recorrido monumental: casas señoriales, Catedral, convento y claustro de San Agustín, Molí des Comte… Os recomiendo visitar el mercado del pescado, donde podéis hacer la compra y llevar a que os lo preparen en el restaurante anexo.

Una de las tardes, tras la segunda visita a Ciutadella y ver que el tiempo estaba espléndido, nos desplazamos hasta un lugar que nos gustó mucho y que se encuentra a 18 km al norte de la ciudad. Se trata del faro de Punta Nati, de 11,5 metros de altura, construido en 1912. Desde allí fuimos caminando hasta la agreste pero preciosa cala es Pous y contemplamos las barracas, construcciones de piedra en forma escalonada, generalmente de los siglos XVIII y XIX, que servían para guardar el ganado y protegerse de la lluvia y del viento. Completamos la jornada regresando a Ciutadella, en cuyas proximidades, en una zona de acantilados al que se llega en poco más de 5 minutos de marcha desde Cala’n Blanes, tenemos otro lugar lleno de encanto, el Pont d’en Gil, un agujero bajo el acantilado por el que pueden pasar embarcaciones pequeñas. Por ambos lugares pasa el Camí de Cavalls.

Esto ha sido sólo el picoteo del viaje a Menorca. Dejo para la próxima semana el resto. El viaje continúa.

Nº 200: Mercados del mundo

Para conmemorar que es la entrada número 200 de este blog, he querido hacer un alto en los relatos viajeros para mostrar unas cuantas imágenes de algo que procuro visitar siempre que viajo, los mercados, porque considero el lugar en el que mejor se conservan las tradiciones. Es un tema que me atrae sobremanera quizás por el montón de años que he acudido al mercado de Santo Tomás en la Plaza Nueva y Arenal bilbaino o en los últimos, a la feria agrícola y ganadera que se celebra una semana antes en Leioa.

La selección me ha resultado muy difícil pero he querido comenzar por los mercados africanos, correspondiendo la primera fila a los cameruneses de Mokolo y Maroua, en 1990 y el resto, de Senegal 1998, con diapositivas tomadas en Dakar, Tambacounda, Kulda y Ziguinchor, en Casamance.

Viajamos ahora a Asia, un continente en el que he estado un montón de veces, con diapositivas tomadas en los años 1993, 1995 y 1997, correspondiendo la primera fila a los mercados del lago Inle, Bagán y Mandalay, en Myanmar, la segunda a los de Luang Prabang y Pak Beng, en Laos, la tercera a los de Hanoi y Sapa, en Vietnam y la cuarta al vietnamita Delta del Mekong, a Chiang Mai (Tailandia) y, la última, al de Rangamati (Bangladesh).

Seguimos en Asia y más en concreto en la India, país en el que he estado en seis ocasiones, cuatro de ellas, entre otros lugares, en el Rajastán, el estado que en mi opinión mejor representa al país. En 1995 hice coincidir mi viaje con la Feria del Camello de Pushkar, uno de los mayores mercados ganaderos del continente, que se celebra coincidiendo con la luna llena de noviembre. Estuve allí dos días viviendo un auténtico espectáculo. La última fila es de mi último viaje a la India, en febrero de 2007, correspondiendo a la zona de mercado de Amritsar, la ciudad sagrada de los sij, en la que se encuentra el Templo Dorado.

En Indonesia estuve en 1996 y 1998, recorriendo en el primer viaje las islas de Sumatra, Java, Sulawesi y Bali, comenzando en el segundo el viaje en esta isla para recorrer las islas menores de la Sonda y en concreto Lombok, Sumbawa, Rinca (Komodo) y Flores. La primera fila corresponde a mercados del lago Toba (Sumatra) y Sulawesi. La segunda es para los mercados de Gunungsari (Lomok) y Sumbawa Besar. La tercera, para el colorista mercado de Bima (Sumbawa), compartiendo la cuarta fila los mercados de Lembor y Bajawa, en la isla de Flores.

Nos quedamos ahora en la zona del Báltico, en un viaje realizado en 2004 recorriendo Helsinki (Finlandia), Tallin (Estonia), Riga (Letonia), Vilnius (Lituania) y San Petesburgo (Rusia). Volamos a Helsinki vía Bruselas, donde estuvimos unas cuantas horas aprovechando para acercarnos a la Grande Place y ver su mercado de las flores y cuadros. Las otras dos fotos de la primera fila corresponden al mercado medieval de Tallin. La segunda fila es del enorme mercado de Riga, siendo la tercera de los mercados que se ubican junto al puerto de Helsinki en el que se venden las cerezas por litros y el pescado desde las pequeñas embarcaciones de los pescadores.

He estado en tres ocasiones en Argentina y, en viajes diferentes, en sus dos extremos, la ciudad de Ushuaia, en Patagonia, y La Quiaca, en el norte, en la provincia de Jujuy. En esta población, en el año 2005 tuve ocasión de asistir a la Manka Fiesta o Fiesta de la olla de barro cocido, un espectacular mercado que comienza el tercer sábado de octubre y se alarga hasta el último día de mes, utilizándose el sistema de trueque con sus vecinos bolivianos. Es el mercado más impresionante que he visto en América, donde he estado en importantes mercados  indígenas en Guatemala, Ecuador y Perú. De hecho la última imagen está tomada en Cusco (1985). El resto de la última fila corresponde al mercado de Hanga Roa, en Rapa Nui (isla de Pascua) y Santiago de Chile, tomadas en  2019.

Volvemos a Asia y más en concreto a Camboya, país que recorrí en 2007. La primera fila corresponde al mercado central de su capital, Phnom Penh y la segunda al de Banlung, capital de la provincia de Ratanak Kirí, situada a 636 km, en la que las motocicletas eran su principal medio de transporte tanto privado como público. La tercera fila corresponde a mi segundo viaje a China, en 2010, siendo tomadas en el barrio musulmán de Xian y a los escorpiones que se venden en Beijing. Concluyo con el impresionante mercado Tsukiji de Tokyo, en el que estuvimos en 2008 para asistir a la subasta de los enormes atunes.

En 2011 estuvimos recorriendo Turquía, país situado en dos continentes, pasando al final cuatro días en Estambul, una ciudad que me encanta y que visitaba por segunda vez. Toda la ciudad es un auténtico mercado, comenzando y concluyendo esta selección fotográfica con los puestos callejeros que tanto abundan. La segunda fila corresponde a uno de los mercados más antiguos de la ciudad y el que más me gusta, el Bazar de las Especias, también llamado Bazar Egipcio (Mısır Çarşısı). En la tercera fila no puede faltar el más conocido de la ciudad y uno de los mayores del mundo, el Gran Bazar (Kapalıçarşı en turco).

Viajamos ahora a la península arábiga, que recorrí en 2015, comenzando en la ciudad de Muscat, la capital de Omán, un país que me sorprendió gratamente. En primer lugar visitamos el mercado de pescado, situado junto al puerto, para luego desplazarnos a un lugar cercano, el Mutrah Souq, el zoco o bazar de la ciudad. La última fila corresponde al Mercado de las especias de Dubai, una de las pocas cosas auténticas que se conservan en la ciudad, aunque la primera foto la he querido dedicar a un país que está sufriendo mucho ahora y que también me acogió en dos ocasiones, Yemen. En concreto es de un vendedor ambulante en Manakha, tomada en 1997.

En 2017 estuvimos recorriendo Uzbekistán y Kazajistán, siendo el primer país el que me fascinó, por sus impresionantes monumentos islámicos y por sus enormes y coloristas mercados, visitando en primer lugar el Bazar de Siyob, en la histórica Samarcanda, donde descubrimos los riquísimos tomates y la simpatía de las mujeres, algo sorprendente en un país mayoritariamente musulmán. Cerca de esta ciudad, a 40 km, acudimos al que para mí es el mayor mercado en el que jamás haya estado, situado en Urgut. A él corresponden las fotos de las filas centrales. Concluyo en el mercado de una pequeña población de la Ruta de la Seda, perdida en el desierto, de nombre Xiva.

Concluyo en el continente que me faltaba, Oceanía. En 2018 durante 32 días recorrimos Australia y Nueva Zelanda, llamándome la atención los mercados australianos, visitando los de tres ciudades, siendo la primera la sureña Adelaide, donde estuvimos en el Central Market. La siguiente cita fue en el Queen Victoria Market de la ciudad de Melbourne. Concluyo este muestrario de mercados dedicando las dos últimas filas al Fish Market de Sydney, que cuenta con una gran variedad de pescados y mariscos, aunque también tiene una sección de frutas y hortalizas.

Fue una lástima acudir a este mercado poco después de las 10 de la mañana, casi con el desayuno en la boca. Qué envidia pasé al ver a tanta gente obsequiándose con unas buenas mariscadas que puedes comer allí mismo. Eso sí, no me cuadró que a esa hora estuvieran comiendo. En el mes de febrero he estado en dos mercados canarios que me han agradado, el de La Laguna y el de Santa Cruz de Tenerife, pero eso es otra historia.

SANTA MARÍA DE HUERTA y MEDINACELI (Soria)

Como comentaba la pasada semana, después de comer en un bar del Monasterio de Piedra nos dirigimos a otro monasterio, el cisterciense de la localidad soriana de Santa María de Huerta, distante 64 km de Sigüenza, a donde regresamos para pasar la última noche de esta escapada. Unos 8 km antes de llegar nos detuvimos en Barbatona, dejando para el día siguiente, cuando regresábamos a casa, recorrer otra población de la provincia de Soria, Medinaceli.

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En la localidad soriana de Santa María de Huerta, situada a orillas del río Jalón, se encuentra el monasterio cisterciense de Santa María de Huerta, declarado Monumento Nacional en 1882, cuyos orígenes se remontan al siglo XII. Antes de acceder a su interior encontramos la reja del siglo XVIII que protege el acceso a la iglesia, varios retablos y el sepulcro de Ximénez de Rada (siglo XIV). El monasterio abre de 10:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00 h, realizándose la visita por libre previo pago de una entrada de 3 €.

La visita se realiza en la planta baja, pues en la superior viven los monjes, centrándose en el claustro, las antiguas dependencias monacales y la iglesia, cosa que hacemos tras presenciar un interesante audiovisual en la Cilla o almacén del siglo XII, de estilo románico. De allí nos dirigimos al sencillo claustro gótico del siglo XIII, desde donde contemplamos las torres y el superior claustro plateresco del siglo XVI, adornado con medallones y rostros de piedra, al que no permiten acceder.

Visitamos a continuación tres dependencias, comenzando por la monumental cocina, que cuenta con una gran chimenea central del siglo XIII, de donde pasamos a la sala de los Conversos, en la que destacan las columnas románico-mudéjares características del arte cisterciense. Concluimos en la dependencia más espectacular de todas, el Refectorio de los monjes (siglo XIII), luminoso espacio único en la arquitectura de la Orden, en el que destaca la escalera de subida al púlpito del lector, que está embutida en la pared. Desde lo alto, un monje leía a sus compañeros algún libro piadoso mientras comían.

Concluimos la visita al monasterio de Santa María de Huerta en la iglesia, cuya construcción comenzó en 1179 siguiendo el modelo cisterciense de cruz latina, tres naves y un gran crucero. El retablo mayor es obra de Félix Malo (1766). Los muros laterales de la capilla mayor están adornados con frescos de Bartolomé Matarana (1580), que representan escenas de la batalla de las Navas de Tolosa. Particularmente me encantó el órgano, del siglo XVII, que cuenta con ornamentación neoclásica. Aunque sea pequeño, nos ha gustado el monasterio.

Todos los días hemos realizado la ruta entre Alcolea del Pinar y Sigüenza, que en agosto de 2008 la hicimos a pie por el Camino del Cid. En esta ocasión, todos los días hemos visto grupos de corzos que nos miraban desde los campos. Aunque en su día no nos detuvimos en Barbatona, pedanía de Sigüenza, ya que se lo habían recomendado a nuestros amigos madrileños, esta vez lo hicimos para visitar el santuario de Ntra Sra de la Salud, del siglo XVIII, que sustituyó a otro templo del siglo XII de cierta fama entre los peregrinos, que siguen acudiendo desde Sigüenza en romería el segundo domingo de mayo.

El día 31 de marzo, de regreso a casa decidimos despedirnos de los amigos madrileños en una localidad soriana en la que he estado varias veces, Medinaceli, distante poco más de 40 km de Sigüenza. Poco antes de llegar nos detuvimos para fotografiar una panorámica en la que aparecen tres edificios significativos, el castillo, la colegiata y la construcción más emblemática, el arco romano, único en España de triple arcada, construido a finales del siglo I. También echamos un vistazo a la ermita del Humilladero, situada en el cruce de la carretera que sube al centro histórico.

Aparcamos el coche en la Plaza Mayor, de estilo castellano y porticada en parte, que alberga los dos edificios civiles más notables, el Palacio Ducal, al que luego entraremos, y la Alhóndiga, del siglo XVII, que cuenta con una doble galería de cuatro arcadas. Ambos fueron mandados construir por el Duque de Medinaceli. La siguiente cita la tenemos en la plaza del Carmen, donde se encuentra la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico tardío, que guarda entre otras joyas el Cristo de Medinaceli, que no podemos ver por estar cerrada.

El otro notable edificio situado en la Plaza Mayor es el Palacio Ducal, cuya construcción comenzó en 1625 como sede de la Casa de Medinaceli, cuyos escudos lucen en la fachada de estilo renacentista. En su interior contemplamos un amplio patio, desde el que se accede a varias dependencias que albergan diferentes exposiciones. En una sala se encuentra el mosaico romano de San Gil, que data del siglo II. El acceso al interior del palacio es gratuito, pero recomiendan dejar 5 € por persona en una caja.

Seguimos callejeando por el centro histórico de Medinaceli, deteniéndonos en primer lugar en la coqueta fábrica de pan y bollería, donde aprovechamos para comprar mantequilla de Soria. Pasamos luego junto a la iglesia del Beato Julián de San Agustín, del siglo XVII, cerca de la cual se encuentra la Puerta Árabe o de la Villa, probablemente originaria del siglo XII. El convento de Santa Isabel, fundado en el siglo XVI por las Clarisas que aún lo habitan, puso fin a nuestra visita, antes de sentarnos en una terraza y despedirnos de nuestros amigos de Rivas Vaciamadrid.

Pese a que las previsiones no eran buenas, al final hemos tenido bastante suerte con el tiempo. La escapada a Sigüenza ha concluido, aunque todavía tenemos por delante 316 km para llegar a Leioa, pasando por Soria y Logroño.

MONASTERIO DE PIEDRA (Zaragoza), la magia del agua

Durante nuestra estancia en Sigüenza decidimos dedicar una jornada a visitar el Monasterio de Piedra, situado en el municipio de Nuévalos (Zaragoza). Es un lugar en el que he estado varias veces, pero que hacía casi dieciséis años que no visitaba. No quedaba cerca, 109 km, pero buena parte de ellos, entre Alcolea del Pinar y las proximidades de Alhama de Aragón, se realizan por la autovía A-2. El parque abre de 09:00 a 19:00 h y el monasterio de 10:00 a 18:00 h. La entrada para ambos lugares cuesta 16,50 €, con un descuento de 5 € para los mayores de 65 años.

El parque del Monasterio de Piedra fue creado por Juan Federico Muntadas, contando con senderos perfectamente señalizados a lo largo de unos 5 km, pasando junto a varias cascadas. Comenzamos el recorrido junto a un lateral del hotel del monasterio, siguiendo las flechas azules que nos van guiando hacia la primera atracción, el Baño de Diana, que tiene por detrás una de las dos cascadas más espectaculares, La Caprichosa, que también podemos contemplar desde el mirador situado en su parte superior. Casi al lado tenemos otra hermosa cascada de nombre Trinidad.

Sin casi darnos cuenta nos hemos plantado en la parte superior del recorrido del río Piedra, que forma una serie de rápidos en una zona conocida como Los Vadillos. El sendero comienza ahora el descenso en zig-zag, para ir pasando por un par de escalones naturales que dan lugar a sendas cascadas conocidas como los Fresnos Altos y los Fresnos Bajos. Todavía nos queda otro escalón para descender hasta un pequeño puente que bordea la cascada Iris.

Cambiamos totalmente de ambiente, pues accedemos al interior de la gruta Iris, por la que iremos descendiendo mediante una escalera con aberturas para poder contemplar la mayor cascada de todas, la Cola de Caballo, que supera los 50 metros de caída. En la parte inferior de la cueva nos situamos tras la cascada, mojándonos un poco. Es un lugar de gran belleza. De aquí parte un túnel iluminado que nos conduce, al punto 19, “Las Pesqueras”, donde se encuentra la Piscifactoría.

Continuamos el recorrido por el fondo del parque. Al lado de la Piscifactoría, pese a no haber cascadas, tenemos uno de los lugares con mayor encanto, el Lago del Espejo, que está rodeado por imponentes paredes de roca caliza entre las que destaca la Peña del Diablo. Este lago toma su nombre debido al perfecto reflejo en el agua de las moles rocosas. Aquí comienza el regreso. Siguiendo las marcas rojas, vamos bordeando la cascada del Chorreadero que, incomprensiblemente, lleva muy poco agua. Un túnel nos conduce a las proximidades de la cascada Iris, volviendo por la misma ruta hasta el punto de partida.

Tomamos un vino en el bar situado junto a la entrada y comenzamos la segunda parte de la visita, la cultural, accediendo directamente al sencillo claustro del monasterio, desde el que podemos contemplar la torre de ladrillo de estilo mudéjar. Al claustro dan todas las dependencias, destacando la hermosa sala capitular, de comienzos del siglo XII, que era el centro neurálgico de la vida monástica. Aunque sencilla, la decoración es abundante, proporcionando una gran belleza al lugar.

La construcción del monasterio se efectuó entre los años 1195 y 1218. Resulta curioso comentar que fue en este monasterio donde por primera vez en Europa se elaboró el chocolate en su cocina, en el año 1534. Hoy ha sido convertido en un hotel y la iglesia se encuentra en estado ruinoso. Pese a que su bóveda central está completamente desaparecida, merece la pena recorrer su interior y contemplar los detalles que se conservan.

Seguimos recorriendo las dependencias que se asoman al claustro, comenzando con la cocina, con su bóveda negra por la cantidad de humo que ha soportado. Adosado a ella tenemos el refectorio, antiguo comedor de los monjes, que hoy es utilizado para banquetes. Pasamos por el calefactorium, que cuenta con una reproducción de los monjes y, poco más adelante, nos detenemos a contemplar una reproducción fotográfica del tríptico-relicario de Cimballa, obra gótico-mudéjar del XIV, que se guarda en el salón de sesiones de la Real Academia de la Historia.

Concluimos la visita al Monasterio de Piedra en las antiguas dependencias del ala oeste del monasterio, que han sido restauradas y habilitadas para acoger las exposiciones. Comenzamos con la visita al espacio más amplio de todos, el Museo del Vino de la Denominación de Origen Calatayud, para concluir en la que más me ha gustado, la Sala de Carruajes, que acoge una colección de cuatro carruajes del siglo XIX: tiburí, broughan (estilo inglés), diligencia y tartana.

La visita al Monasterio de Piedra ha concluido, pero no así nuestra jornada, pues antes de regresar a Sigüenza queremos visitar otro monasterio, el de Santa María de Huerta, distante 50 km. Como andamos mal de tiempo y solo tenemos abierto el restaurante del monasterio, abarrotado por cierto, para comer nos conformamos con lo único que hay en la barra, una tortilla de patatas para los cuatro. La escapada continúa.

Municipios de Bizkaia (9)

Continúo el recorrido por otros nueve municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 28 de diciembre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega con Maruri-Jatabe, el primero de una serie de municipios poco poblados. Se encuentra en la ladera del monte Jata, comarca de Uribe. Ronda el millar de habitantes y tiene una extensión de 15,80 km². Su edificio más relevante es la iglesia de San Lorenzo Mártir, totalmente reconstruida tras la guerra civil. También nos acercamos hasta la Herrería Zubiaurre.

Cambiamos de comarca. Nos desplazamos ahora a la de Busturialdea-Urdaibai, a la que volveremos más adelante, para recorrer el municipio de Mendata, muy extenso (22,39 km²) pero muy poco poblado (379 habitantes). En Elexalde se encuentra su principal construcción, la iglesia de San Miguel Arcángel, edificada en el siglo X y ampliada en el XVI. Muy cerca tenemos el frontón y el Ayuntamiento. Nos desplazamos luego al barrio de Albiz, donde tenemos el barroco palacio de Albiz y la iglesia de Santa María Magdalena, del siglo XVI. Concluimos nuestro recorrido en el barrio de Olabe, para contemplar la coqueta ermita de San Pedro y San Cristóbal, situada en la ruta jacobea.

En nuestro recorrido por municipios poco poblados, por orden alfabético le toca el turno a Mendexa, que cuenta con 422 habitantes que viven en 6,91 km² de extensión, en la comarca de Lea-Artibai. El lugar más visitado es la playa de Karraspio, vecina de Lekeitio. Continuamos nuestro recorrido hasta la Torre de Leagi, edificio barroco del siglo XVIII situado en el barrio del mismo nombre, al igual que la ermita de Santa Luzia. En Zelaia nos detenemos ante el Ayuntamiento y la iglesia de San Pedro.

Volvemos a la comarca de Uribe para recorrer el municipio de Meñaka, de 12,70 km² de extensión y 753 habitantes. Está formado por tres barrios, siendo el principal el de de Mesterika, donde se encuentra la ermita de San Lorenzo, el Ayuntamiento, el Udal Pilotua Tokia Miguel Angel Lotina y la Udal Liburutegia. También se encuentra el edificio más notable del municipio, la iglesia de Andra Mari, renacentista del siglo XVII. Nos desplazamos luego a Meñakabarrena, para contemplar la coqueta ermita de Andra Mari.

La siguiente cita la volvemos a tener en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, a la que pertenece el municipio de Morga, muy extenso (17,60 km²) y también poco poblado (408 habitantes). Empezamos nuestro recorrido en el barrio de Meakaur, donde tenemos la iglesia de San Martín Obispo, reedificada en 1580, y la ermita-humilladero del Santo Cristo Crucificado (1766). De aquí nos trasladamos a Gerekiz para ver la ermita de San Esteban. En Andra Mari, el barrio-capital se encuentra el Ayuntamiento y la iglesia de Ntra Sra de los Remedios. Concluimos nuestro recorrido en el barrio de Oñarte, que cuenta con elegantes caseríos y la sencilla ermita de San Miguel. Morga es conocido por sus alubiadas.

Seguimos en la comarca de Busturialdea-Urdaibai para visitar un encantador municipio costero, Mundaka, muy densamente poblado, pues tiene 1.862 habitantes que viven en 4,01 km². Situada en la península que lleva su nombre, la ermita de Santa Catalina, del siglo XIX, es su monumento más visitado, aunque hay otros interesantes lugares como la iglesia de Santa María, de diferentes épocas y estilos, la Cruz de Kurtzio, del siglo XVII, el Ayuntamiento y el Palacio Simitur (antigua Casa de Postas), además de un par de edificios junto al puerto pesquero, como la Biblioteca (antiguo Hospital de peregrinos del Camino de Santiago) y la Sociedad Fraternidad Mundaquesa (Casino). Coincidimos con la llegada de un pesquero con verdeles.

Volvemos a la comarca de Uribe para recorrer el municipio más extenso (52,12 km²) y poblado (17.701 habitantes) de esta entrega, Mungia, cuya vida se articula en torno a la Foruen emparantza, donde se encuentra la fuente «Alkartasunaren Iturria». A la plaza se asoman el coqueto Ayuntamiento, y las iglesias de San Pedro y Andra Mari, actual sede del mercado semanal. Mungia me gusta, pues cuenta con otros notables edificios, como Agirre Jauregia, Katetxea (Casa de la Cadena), el Molino de los Billela y Torrebillela, Nos desplazamos después a la Rotonda Goggomobil, coche construido en Mungia, y a dos de sus barrios, Larrauri (iglesia de Ntra Sra de la Mereced) y Markaida (San Salvador).

Seguimos en Mungia, pues hay un lugar que merece una reseña aparte. Se trata de Izenaduba Basoa, la Casa del Olentzero. Está ubicada en el barrio Landetxo, en el caserío Landetxo Goikoa, considerado uno de los ejemplares más arcaicos de vivienda rural de Euskal Herria. Esta construcción data posiblemente del siglo XVI y se clasifica dentro de los denominados caseríos gótico-renacentistas. Dado que no lo he visitado desde el 2 de abril de 2015, para actualizar la información os remito a las webs http://www.izenaduba.com/ y https://olentzerok.com/la-casa-del-olentzero/.

Volvemos a la comarca de Lea-Artibai para recorrer el municipio de Munitibar Arbatzegi Gerrikaitz, formado en 1883 por la fusión de la anteiglesia de Arbatzegi y de la villa de Gerrikaitz. Tiene una extensión de 24,50 km² y una población de 484 habitantes. Comenzamos nuestro recorrido en el Balcón de Bizkaia, dirigiéndonos a Gerrikaitz, donde tenemos la iglesia de Andra Mari y Bengola Natur Energia, Centro de Interpretación de Energías Renovables. Sucesivamente nos vamos deteniendo en Aldaka (ermita de Santiago en la ruta jacobea), Totorika (caseríos) y Arbatzegi, donde se encuentran la iglesia de San Vicente y el Ayuntamiento.

Concluyo esta entrega regresando de nuevo a la comarca de Busturialdea-Urdaibai, al municipio de Murueta, de poca extensión (5,45 km²) y población (323 habitantes), donde esta prevista la construcción de una sucursal del Guggenheim Museoa a orillas de la ría de Gernika. Vemos pastar a las ovejas y luego nos detenemos a fotografiar el edificio del nuevo Ayuntamiento y la iglesia de Andra Mari, concluida en 1852 y obra del arquitecto Antonio de Goikoetxea.

Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas entre el 10 de febrero y el 14 de abril de 2015,