Memorias de Japón (2): Templos y festivales

Continúo el relato del viaje por Japón que dejaba la pasada semana en Kyoto, ciudad a la que sólo fuimos a dormir, pues al día siguiente tocaba madrugar, ya que a las 07:45 teníamos que coger un Shinkansen hasta Nagoya y luego en un tren convencional al siguiente destino, Takayama, a donde llegamos a las 10:52.

9 de octubre (5º día en Japón). Viajamos con equipaje así que, como hicimos en Hiroshima, nos disponemos a dejarlo en las consignas automáticas de la estación, pero están llenas como sucede con todo en esta población debido al festival. Aprovechando la amabilidad de los japoneses, dejamos las maletas en un hotel cercano. Esta ciudad de casi 100.000 habitantes cuenta con un precioso casco antiguo lleno de alojamientos tradicionales y antiguas casas del periodo Edo. Aunque no lo consideramos adecuado, bastantes visitantes recorren las callejuelas de Takayama en jinrikisha o rickshaw.

Hemos venido a Takayama para asistir al Festival de Otoño o Hachiman Festival, que se celebra los días 9 y 10 de octubre (hay otro en primavera el 14 y 15 de abril). Por este motivo es muy difícil encontrar alojamiento, salvo que hagas las reservas con muchos meses de antelación, lo que ha originado que tengamos que ir a dormir a Toyama (más de hora y media de tren y una hora más si no consigues el directo) y nos perdamos el desfile de carrozas de la tarde. Eso sí, podemos contemplar muchas de la docena de carrozas o yatais, profusamente adornadas, dispersas por la ciudad. Algunas están decoradas con los llamados Karakuri Ningyo, sofisticados muñecos mecánicos que pueden moverse y bailar. Era otro de los puntos fuertes del viaje.

Aunque no pudimos contemplar la procesión de las carrozas de las 6 de la tarde, si tuvimos ocasión de ver a las 13 h la salida de los monjes del templo de Sakurayama Hachimangu, el santuario sintoísta de la ciudad, que guarda durante el resto del año las carrozas. Dicen de este festival que es uno de los tres más hermosos de Japón, motivo por el que planificamos el viaje para coincidir con él. Las vestimentas son espectaculares y, aunque había mucha gente, conseguí infiltrarme para tomar las fotos junto a los monjes.

Se ha echado la hora de comer, así que, para no perder tiempo, lo hacemos en los puestos callejeros, que sirven deliciosa comida. Aprovechamos la tarde para visitar el templo Hida Kokubun-ji, uno de los más antiguos de la ciudad, pues fue construido en el siglo VIII. Es visible desde muchos puntos por su pagoda de tres pisos. También visitamos el Museo Hida Folk Village, creado en 1971 para preservar una treintena de edificios del estilo Gassho-Zukuri. Ha sido una faena no encontrar hotel en Takayama, pues a las 17:50 tuvimos que coger el tren para Toyama, a donde no llegamos hasta las 20:28 por el trasbordo en Inotani. Una cosa buena. En el Comfort Hotel Toyama, situado junto a la estación, pasamos por fin dos noches.

10 de octubre. Hoy toca madrugar. Vamos a pasar tanto tiempo viajando como en el sitio que vamos a visitar. A las 08:00 sale el tren directo a Takayama (poco más de hora y media de viaje), para luego coger a las 09:50 el autobús a Shirakawago (50 minutos de viaje). Allí estaremos poco más de 4 horas y media y, luego, la operación inversa para regresar a Toyama. Shirakawago es un pueblecito situado en los “Alpes Japoneses”, que cuenta con tres aldeas que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, por sus caseríos gassho-zukuri, que pudimos ver en la más accesible, Ogimachi.

11 de octubre. Nuestro principal objetivo de hoy es la capital de la prefectura de Ishikawa, Kanazawa, que cuenta con una espectacular estación de tren a la que llegamos poco antes de las 9 de la mañana, tras 37 minutos de viaje desde Toyama. Dejamos los equipajes en las consignas automáticas y cogemos un autobús hasta nuestro objetivo, que no es la ciudad sino Kenrokuen, para mucha gente el jardín más hermoso de Japón, que cuenta con varios estanques, arroyos, cascadas, puentes, casas de te e impresionantes árboles.

Comemos temprano un bocadillo a la entrada de la estación antes de coger el tren Kanazawa-Osaka (12:53-15:37). Nos instalamos en el Chisun Hotel Shinsaibashi Osaka **** y nos disponemos a “patear” la ciudad, deteniéndome a fotografiar al perro que viaja con casco en una moto. Nuestro destino es el Umeda Sky, el edificio más emblemático de Osaka. Subimos al mirador del piso 40 para contemplar la puesta de sol, teniendo como telón de fondo los rascacielos y a nuestros pies el río Umeda. Hoy toca cenar bien y lo hacemos en un restaurante español, aunque gestionado por japoneses.

Domingo 12 de octubre, Tenemos sólo 26 minutos de tren para volver a Kyoto, donde por fin conseguimos dos noches seguidas de hotel. A las 09:08 salgo del tren pero me dejo una pequeña mochila con la cámara de fotos. Aunque me doy cuenta al momento, el tren ha cerrado sus puertas y continúa su viaje hasta Toyama. Con ayuda de una amiga japonesa que habla castellano, hago la reclamación y me dicen que no me preocupe, que cuando llegue el tren a su destino (faltan 3 horas), la recogen y me la envían al hotel. Al día siguiente, festivo en Japón, la mochila con la cámara está en el Hotel. Así de honrados son los japoneses. En esta ocasión visitamos en Kyoto el templo Sanjusangendo, famoso por las 1001 imágenes casi idénticas de la diosa Kannon, que no dejan fotografiar. Cenamos en un restaurante tradicional con la amiga de Osaka y su marido español. Ningún camarero te atenderá si no dice “Sumimasen”, que realmente significa “lo siento”. De camino vemos un par de geishas.

13 de octubre. Estamos amortizando bien el JR Pass, pues nos movemos más que una peonza. El viaje de hoy es corto, así que no toca madrugar. Tras 45 minutos de tren, a las 10 de la mañana estamos en Nara, que fue la primera capital permanente de Japón, por lo que cuenta con un importante conjunto de templos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El primero que visitamos fue el de Kofukuji, con su interesante pagoda. De allí nos dirigimos al de Todaiji, uno de los más interesantes de Japón y considerado el edificio de madera más grande del mundo, que alberga una enorme estatua de bronce del Buda Vairocana de 15 metros de altura.

Seguimos en Nara. Caminando por un precioso bosque lleno de ciervos que acuden en busca de comida, llegamos a Kasuga Taisha, uno de los santuarios sintoístas más antiguos de Japón. Es conocido por sus más de 2.000 lámparas de piedra en el camino de subida al salón principal, que a su vez cuanta con más de 1.000 lámparas de bronce. Concluimos nuestro recorrido en el templo Gangoji, muy reformado porque la mayor parte de la arquitectura original se perdió en los incendios de los siglos XV y XIX.

Regresamos a Kyoto y volvimos a coger otro tren rumbo a nuestro destino vespertino, Fushimiri Inari, situado a sólo 5 minutos de viaje. En este santuario se rodaron varias escenas de “Memorias de una Geisha”. Lo más llamativo de este lugar es la gran cantidad de caminos de toris con que cuenta en varios de sus caminos. Hay tantos toris superpuestos, que parecen túneles rojos. A la entrada de alguno de ellos hay estatuas de zorros. Es un lugar muy curioso y lleno de encanto, desde el que regresamos a Kyoto.

14 de octubre (10º día en Japón). A las 08:29 cogemos el Shinkansen a Tokyo (2h 41 minutos de viaje). Seguiremos moviéndonos bastante, pero en la capital japonesa pasaremos las cinco últimas noches del viaje. Es una gozada no tener que volver a hacer la maleta hasta que marchemos. El viaje continúa.

Memorias de Japón (1): El viaje prefecto

Los Juegos Olímpicos de Tokyo han traído a mi memoria un viaje que no olvidaré fácilmente, el que realizamos a Japón del 4 al 19 de octubre de 2008. No era un país que estaba entre mis favoritos, por la dificultad de su idioma, por la creencia de que resultaba carísimo y por desconocer que tenía tantos atractivos. Sin embargo pude comprobar lo equivocado que estaba, pues las dos parejas nos movimos con total libertad, utilizando siempre el transporte público. De hecho, desde el aeropuerto de Tokyo nos desplazamos hasta el Hotel Edoya utilizando el tren, el metro y finalmente a pie. Resulta muy fácil, porque toda la información está también en inglés y, en el metro de Tokyo, las estaciones tienen números y las líneas funcionan por colores, que encuentras pintados en el suelo y en el vagón. Eso sí, hay que ir provisto del JR Pass (www.japanrailpass.net), una especie de Interrail. El vuelo lo hicimos con Air France, que tenía una buena conexión con Bilbao y que gestionó muy bien a la vuelta el retraso que tenía, viniendo a buscarnos a la puerta del avión, en París, con un cartel que ponía Bilbao.

El 5 de octubre, a las 06:55 de la mañana nuestro avión tomaba tierra en el aeropuerto de Narita. Para nuestro cuerpo eran casi las 12 de la noche. Amaneció un día tristón pero, tras instalarnos en el hotel, decidimos empezar a tomar el pulso a la ciudad, para lo que optamos por desplazarnos en un tren sin conductor a la zona de Odaiba, una isla a la que se accede por el Rainbow Bridge. Allí vemos el edificio de Fuji TV, la  noria Daikanransha y varias esculturas, entre las que destaca la réplica de la estatua de la Libertad neoyorquina a escala 1:7. También fotografiamos a los invitados a una boda. En este primer día ya hemos aprendido el funcionamiento de los WC que tienen calefacción, un chorrito de agua para limpiarte y aire caliente para secarte. También hemos conocido una excelente idea japonesa, que los paraguas son comunitarios, así que coges uno cuando llueve y lo abandonas cuando para.

6 de octubre. Aprovechando el jet lag nos levantamos a las 4 de la madrugada, que para nuestro cuerpo son las 9 de la noche. Una ducha rápida y a la estación de Okachimachi, pues a las 04:44 tomamos un tren hasta la estación de Shimbashi, situada a un cuarto de hora a pie de la Lonja de Pescado Tsukiji. A las 05:30 tiene lugar la subasta del pescado en la que el rey es el atún, con ejemplares que pueden alcanzar el millón de yenes (7.700 €). Aprovechamos para ver el resto del mercado con rapidez, pues tenemos que volver a hotel, coger el equipaje y regresar a la estación, pues a las 09:33 sale nuestro tren para Kyoto. Ya hemos realizado una de las visitas que considerábamos imprescindible.

2 horas 43 minutos separan Tokyo de Kyoto en Shinkansen Hikari, aquí conocido como tren bala. Otra lección japonesa: el transporte público es muy puntual. He preparado una guía de trenes personalizada para no perder tiempo en las estaciones y en una ocasión hemos hecho un trasbordo de tren con cambio de andén en un minuto. En Kyoto hemos dado más vueltas que una peonza para encontrar nuestro hotel, el APA Horikawadori Hotel, en el que sólo estaremos una noche, pues estaban completos por la celebración de una prueba de Fórmula 1, así que regresaremos más adelante. Dedicamos la tarde a visitar el principal monumento, Kinkaku-ji Temple, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, en el que destaca The Golden Pavilion. En Kyoto comprobamos lo simpáticas que son las jovencitas y que la fruta se vende por unidades, como artículo de regalo debido a su elevado precio.

7 de octubre. Continuamos en otro tren bala, el Shinkansen Hikari Kyoto-Hiroshima (08:22-10:25). Es parte de los 4.000 kilómetros que nos esperan por la isla de Honshu utilizando todo tipo de transportes: trenes, metros, tranvías, funiculares, taxis, autobuses, teleféricos y barcos, además de varios ascensores. En tranvía nos acercamos al Memorial de la Paz (Cúpula de Genbaku), que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es el único edificio que permanece en pie desde la explosión de la bomba atómica. Muchos escolares se acercan a este lugar.

El viaje continúa sin tregua, pues a las 13:35 tenemos que coger un tren con destino a Miyajimaguchi (25 minutos), de donde sale el barco al tercer destino turístico de Japón, la isla de Miyajima, otro de los puntos fuertes del viaje. Por la calle principal notamos un fuerte olor desconocido. Luego vemos que procede de puestos de ostras a la plancha. Lástima que acabamos de comer. Por primera vez vemos a ciervos que deambulan a sus anchas por las calles. Nos alojamos en el Miyajima Seaside Hotel, tradicional ryokan japonés, con suelo de tatami y cama en el suelo tipo futón. Hay que descalzarse antes de entrar, pero te proporcionan varios juegos de zapatillas. La cena y el desayuno fueron espectaculares. Fue el capricho del viaje. Para los enchufes hay que llevar un adaptador a clavija plana.

Aprovechamos la tarde para recorrer Miyajima, centrándonos sobre todo en el Santuario sintoísta de Itsukushima, que data del siglo XII y cuenta con preciosos edificios de color rojo. Forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El emblema de la isla y motivo de muchas fotografías es el enorme tori flotante, que realmente está construido sobre la arena y marca el acceso al santuario. A él acudimos también por la noche, para obtener la imagen del tori iluminado. También vemos una preciosa pagoda de cinco plantas.

8 de octubre.- Abandonamos temprano la isla en el ferry JR, pues a las 08:13 tenemos que coger el tren Miyajimaguchi-Himeji, con trasbordo en Hiroshima a un tren bala. Nuestro objetivo consiste en visitar una de las estructuras más antiguas del Japón medieval, que ha llegado hasta nuestros días tal como fue construido a comienzos del siglo XVII, con su estructura de madera, motivo por el que la UNESCO lo incluyó en la lista del Patrimonio de la Humanidad. Nos ha encantado el castillo de Himeji.

Seguimos a la carrera, pues cuando vamos llegando al mediodía tenemos que coger un autobús, luego un teleférico que nos lleve al monte Shosha y, finalmente, caminar un cuarto de hora para llegar al templo Engyoji, uno de los lugares en los que se rodó “El último Samurai”, protagonizada por Tom Cruise y Ken Watanabe. Este templo cuenta con varios edificios y Budas esparcidos por la montaña, siendo la terraza del Maniden el sitio más impactante de un lugar poco frecuentado por los extranjeros. Previamente, nada más llegar al templo, hemos degustado una comida tradicional.

Tenemos que amoldarnos a las horas de sol, pues amanece sobre las 6 de la mañana y se pone el sol a las 17:30, así que hay que madrugar para que el día cunda. Nuestra jornada todavía no ha concluido, hemos decidido ir a cenar carne de Kobe a Kobe, de donde nos separan 36 minutos en tren bala. Cuando llegamos es ya de noche, así que miramos las cartas de varios restaurantes y a cenar. Las mesas de 4 personas tienen una especie de plancha circular en el centro, donde cada uno se prepara la carne a su gusto, acompañada por algunas verduras. No es nada barata, pero está exquisita. Merece la pena el gasto, pues nunca he comido una carne tan buena. Desde el restaurante vemos iluminados el Oriental Hotel, la Kobe Tower, el Kobe Maritime Museum y la noria.

No debe de ser muy tarde, pero hace ya mucho que ha anochecido cuando terminamos de cenar. Hoy volvemos a dormir en Kyoto, pero antes tenemos casi una hora de tren. Nos llama la atención que muchos japoneses viajan dormidos, pero se despiertan al llegar a su estación. El viaje continúa

Municipios de Bizkaia (7)

Continúo el recorrido por otros ocho municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 27 de abril. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega con Iurreta, municipio desanexionado de Durango en 1990, más extenso que él (18,84 km²) y mucho menos poblado (3.665 habitantes). La parte más monumental se sitúa en Aita San Migel plaza, a la que se asoman la iglesia de San Miguel Arcángel, con su torre barroca, y el palacio Goikolea, construido en 1670, actual sede del Ayuntamiento, frente al que vemos la escultura de un dantzari. En la zona rural del municipio hay que citar el barrio de Goiuria, que cuenta con excelentes vistas sobre las crestas del Duranguesado, elegantes caseríos, un hórreo y la ermita de Santa Catalina.

Muy cerca también de Durango tenemos el siguiente municipio, Izurtza, mucho menos extenso (4,28 km²) y poblado que el anterior (252 habitantes). Cuenta con notables casas-torre, como la de Etxaburu y la de Izurtza o Bekotorre. Otro edificio civil destacado es el palacio Arana, edificado en 1852. Bajo la atenta mirada del Mugarra hay hermosos caseríos y un coqueto edificio sede del Ayuntamiento. De los edificios religiosos me quedo con la iglesia parroquial de San Nicolás Obispo (siglo XVI) y la ermita de Erdoitza, ubicada en Bitaño.

Cambiamos de zona y nos dirigimos al extremo occidental de Bizkaia, donde se encuentra el municipio más extenso, 137,87 km², que cuenta con tan sólo 2.803 habitantes. Se trata de Karrantza Harana/Valle de Carranza, precioso territorio eminentemente rural, que cuenta con lugares tan interesantes como las cuevas de Pozalagua y el Centro de Interpretación del Parque Natural de Armañón. Recorriendo sus numerosos barrios mientras contemplamos el monte Ranero, nos vamos deteniendo en preciosos lugares como El Suceso, conjunto formado por el coso taurino, el monumento a la Virgen y el Santuario, de donde nos desplazamos al museo de la iglesia de San Andrés de Biáñez y el núcleo de Concha, que cuenta con monumentales casas de Indianos y un coqueto Ayuntamiento. Para la tarde dejamos la iglesia de San Miguel de Ahedo, el Colegio-Seminario y el Palacio de Villapaterna. Nos ha faltado tiempo para ver todo.

Nos desplazamos ahora al municipio de Kortezubi, desanexionado del de Gernika en 1987. Tiene una extensión de 12,03 km² y una población de 442 habitantes. Se hizo famoso por su peculiar alcalde durante casi 28 años, José Antonio Bastegieta “Marko”, propietario de la conocida cervecera, que sigue atrayendo a numerosas personas tras visitar la cueva de Santimamiñe y el bosque de Oma, ahora cerrado. El núcleo principal es Enderika, donde están el Ayuntamiento y la iglesia gótica de Santiago (siglo XV). Nos acercamos también a al barrio de Basando y a las ermitas de San Pedro y de San Mamés, situada junto a la entrada a las cuevas.

Kortezubi cuenta o mejor dicho contaba con otro precioso lugar, el Bosque de Oma, realizado a mediados de la década de 1980 por el artista basauritarra Agustín Ibarrola y formado por 47 figuras de vivos colores, pintadas sobre unos pinos que alcanzan una altura de hasta 30 metros. Sin embargo, lleva ya tiempo cerrado porque los pinos sufren la llamada banda marrón, una enfermedad que ha afectado al 80% de ellos. Parece que se quiere volver a crear un espacio similar en un lugar cercano pero, para el recuerdo, lo dejo tal como lo vi cuando, por cierto, lo estaban repintando.

La siguiente cita la tenemos de nuevo en el extremo occidental de Bizkaia, limítrofe con Cantabria y vecino del Valle de Carranza. Mientras que ese municipio es el más extenso del territorio, Lanestosa es el más pequeño, pues cuenta con una extensión de 1,31 km², con una población de 253 habitantes. Pese a ello, recibió el título de villa el 6 de junio de 1287, en Burgos, dado por el Señor de Vizcaya, el Conde Don Lope Díaz de Haro, por lo que cuenta con señoriales edificios, como el palacio Colina, el Ayuntamiento, las antiguas escuelas y lavadero y la iglesia de San Pedro. También os recomiendo visitar Kobenkoba, Centro de interpretación del arte rupestre.

Cambiamos de zona. Ahora toca el valle del Txorierri, donde se encuentra el municipio de Larrabetzu, que tiene una extensión de 21,39 km² y una población de 2.037 habitantes. El centro urbano resulta muy interesante, sobre todo el entorno de Askatasuna plaza, donde se encuentran el Ayuntamiento, el original palacio Ikaza (siglo XVI) y, a un paso, el palacio Anguleri y la iglesia de Andra Mari. También resulta interesante acercarse al barrio de Goikolexea, distante 1,4 km y accesible en Bizkaibus, donde destaca la iglesia de los Mártires San Emeterio y San Celedonio, que posee uno de los retablos hispano flamencos más notables de Bizkaia.

Entre Erandio y Mungia tenemos el municipio de Laukiz, que cuenta con una extensión de 8,15 km² y una población de 1.227 habitantes. Es una zona eminentemente rural que cuenta con cinco barrios, estando su núcleo principal en Elizalde, donde se encuentran la iglesia de San Martín, fundada en 1748, y el Ayuntamiento, edificio en el que nació el poeta Esteban Urkiaga Basaras “Lauaxeta”. También resulta interesante el restaurante Ganene. Fuera del centro urbano tenemos la Casa de Virgen de Unbe, lugar peregrinación mariana.

Concluyo este rápido recorrido por ocho municipios de Bizkaia, en el que resido desde hace casi 28 años, Leioa, que cuenta con una extensión de 8,36 km² y una población de 32.013 habitantes. Es la sede del campus principal de la Universidad del País Vasco. Como necesitaría mucho espacio para hablar de mi pueblo, de sus parques y zonas rurales, me voy a ceñir a la arquitectura, comenzando con la religiosa, pues tenemos la iglesia parroquial de San Juan Bautista y tres ermitas, Ondiz, San Bartolomé y Santimami, aunque esta pertenece por poco a Erandio. De la arquitectura civil destaca el palacio de Artatza, aunque también son dignos de mención el Ayuntamiento, la Torre de Ondiz y el palacio Mendibile, sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Si deseas más información te remito a otra entrada que publiqué el 8 de septiembre de 2020: https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2020/09/08/del-mundo-a-leioa-mi-pueblo/

Me gusta incluir siempre alguna ruta a pie, pero al no ser posible realizar la del bosque de Oma, os relato la que realicé el pasado 21 de agosto. Consiste en subir a San Pedro de Atxarre (312 m), desde Akorda (170 m), barrio perteneciente al municipio de Ibarrangelua. El sendero parte de una cruz situada poco antes de entrar al barrio, presidido por  la iglesia de Santa María Engracia. Al principio es muy estrecho y cerrado pero, en cuanto se alcanza el barrio de Allika, se convierte en un amplio camino casi siempre empedrado, que nos lleva hasta la ermita del siglo XV ubicada en la cima, con una excelente vista sobre Urdaibai, la playa de Laida, la ría de Gernika y Mundka. En poco más de 30 minutos se llega a la cumbre. El camino es muy frecuentado en verano y está muy bien señalizado. También se puede subir desde Kanala. En Akorda está el monolito en homenaje a Juan Telletxea, los marinos del Bou Nabarra y del Eusko Itsas Gudarostea. Luego nos dirigimos al barrio de Gametxo, para fotografiar  la isla de Izaro.

Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas entre el 10 de abril y el 12 de septiembre de 2014, salvo la ruta de San Pedro de Atxerre, que corresponden al 21 de agosto de 2021.

Dublín, la guinda del viaje

Concluyo el relato del viaje a Irlanda realizado del 6 al 20 de junio de 2016, que os contaba en tres entradas el pasado mes de junio. Intencionadamente dejé a parte el relato de nuestra estancia en Dublín, ciudad en la que pasamos las tres últimas noches, por dos motivos. El primero, porque la capital irlandesa tiene personalidad propia como para justificar una escapada con destino a esta ciudad. El segundo, porque esperaba que la compañía irlandesa volviera a enlazar los aeropuertos de Bilbao y Dublín, cosa que ya ha sucedido, pudiendo realizar cómodamente el viaje en poco más de dos horas.

La primera jornada en la capital irlandesa la dedicamos en primer lugar a comprar el Dublin Pass, que ahora cuesta 86 € y permite el uso ilimitado del autobús turístico y la entrada a un montón de lugares, los que os cito a continuación y algunos más. Os recuerdo que en Irlanda nada es barato, pero sólo las entradas a los lugares que cito cuestan 92 €, así que merece la pena. A continuación nos acercamos a O´Connell Street, la principal arteria de Dublín, donde se encuentra The Spire (La Espiral), una gran aguja que se eleva 120 metros desde el año 2003. Contemplamos algunos monumentales edificios, como el de Correos y paseamos por el St Stephen’s Green Park.

Nuestro recorrido continúa por el barrio más carismático de Dublín, de nombre Temple Bar, conocido sobre todo por su vida nocturna, pues sus estrechas callejuelas están llenas de pubs y restaurantes, muchos de ellos adornados con globos y banderas de Irlanda, pues su selección disputaba en Francia la Eurocopa de fútbol. La siguiente visita la tenemos muy cerca. Se trata del Dublín castle (castillo de Dublín), edificio del siglo XVIII, sede del Gobierno británico en Irlanda hasta 1922.

Nos dirigimos ahora a la notable Catedral de la Santísima Trinidad (Cathedral of the Most Holy Trinity), popularmente conocida como Christ Church, perteneciente a la anglicana iglesia de Irlanda. Es la más antigua de las dos catedrales medievales de la ciudad, pues su construcción comenzó en 1172. En ella vimos el ensayo de un grupo coral, para luego visitar la exposición que se realiza en su enorme cripta, del siglo XII, la estructura más antigua de Dublín que aún se mantiene en pie.

Justo al lado tenemos uno de los lugares que más nos han gustado de la capital irlandesa, Dublinia, una exposición que invita a realizar un viaje al pasado, para conocer la historia de Dublín durante la época vikinga y la Edad Media. Este museo se ubica en el Synod Hall, un edificio neogótico construido en 1875 sobre la iglesia medieval de S. Michael. Está organizado en tres partes bien diferenciadas: Dublín vikingo, Dublín medieval, y una zona denominada «History hunters» (Cazadores de historias). Merece la pena.

Y de aquí a la otra Catedral, la dedicada al patrón de Irlanda, San Patricio (St. Patrick’s Cathedral), también perteneciente a la iglesia de Irlanda. Erigida junto a un pozo en el que San Patricio bautizó a los conversos en torno al año 450, constituye la mayor iglesia del país. Su interior parece un museo, por la cantidad de bustos, estatuas, placas, sepulcros y banderas que guarda, que reflejan diferentes momentos históricos ocurridos durante su existencia. Su construcción se realizó entre los años 1200 y 1270.

Dejamos los lugares culturales para visitar ahora algo más lúdico, la conocida como Fábrica de Guinness, que no es otra cosa que su antiguo almacén (Guinness Storehouse), construido en 1904 para ser utilizado como lugar de fermentación de la cerveza Guinness, que tiene como marca registrada el símbolo de Irlanda, el arpa. El edificio cumplió con su cometido hasta 1988, volviendo a abrir sus puertas en el año 2000 para mostrar sus exposiciones. Este lugar es como un museo cuya visita merece realmente la pena, pues estuvimos aquí casi hora y media. Si no dispones del Dublín Pass, la entrada cuesta 18,50 €, que incluye la pinta que uno mismo se escancia tras superar el cursillo de aprendizaje.

Comemos bastante tarde en la zona para luego realizar la última visita de la jornada, pasando de la cerveza negra al whiskey irlandés, como aquí se llama a esta bebida espirituosa, así que accedemos a la antigua Destilería de Jameson (The Old Jameson Distillery), fundada por John Jameson en 1780. Como no teníamos tiempo, hemos pasado de largo la Cárcel de Kilmainham. Al final no hemos conseguido entrada hasta el último pase. Acompañados por un guía, durante una hora fuimos pasando por las diferentes zonas en las que se llevaban a cabo la molienda, la maceración, la fermentación, la destilación y la maduración, fases necesarias para la elaboración del whiskey. Si no dispones del Dublín Pass, la entrada es la más cara de todas, pues cuesta 22 €, que incluye la degustación de una copa de este licor. Salimos sobre las 19 horas así que, cansados, optamos por coger el autobús de regreso a nuestro retiro universitario, en el que cenamos, tras tomar una pinta en un pub, a mitad de precio que en el centro.

Hemos acertado en dejar para el 19 de junio la visita más complicada. Digo esto porque llueve y porque para acceder al Trinity Collage hay que hacer interminables colas pese a que la entrada no es barata (16 €). En nuestro caso fueron 45 minutos bajo un paraguas. Luego dedicaríamos más de hora y media a fotografiar los jardines, los diferentes edificios, las esculturas y la visita interior, la Antigua Biblioteca y la exposición sobre el Libro de Kells, un manuscrito ilustrado con motivos ornamentales, realizado por monjes celtas hacia el año 800. Fundada en 1592 por la reina Isabel I, Trinity Collage es la Universidad más antigua de Irlanda. La Biblioteca posee la mayor colección de manuscritos y libros impresos de Irlanda. Desde 1801 recibe un ejemplar de todas las obras publicadas en Irlanda y Gran Bretaña, por lo que en la actualidad posee casi tres millones de libros repartidos en ocho edificios. El edificio de la Antigua Biblioteca fue construido entre 1712 y 1732, por lo que es el más antiguo de los que se conservan.

Sigue lloviendo, así que, después de comer, optamos por visitar otro lugar cerrado, ubicado también en el centro. Se trata de la Galería Nacional de Irlanda (National Gallery of Ireland), que alberga una colección de arte irlandés y europeo desde la Edad Media hasta el siglo XX. Este museo, cuya visita es gratuita, fue inaugurado en 1864, aunque ha tenido que ser ampliado en sucesivas ocasiones. Cuenta con 54 salas en las que se exponen más de 800 obras de arte, algunas de grandes maestros de la talla de Caravaggio, Rembrandt, Monet, Velázquez, Picasso, Goya o Van Gogh.

Al estar el día lluvioso, hemos podido dedicar más tiempo a la comida antes de acceder al Museo. Al final dejó de llover y pudimos ir a despedirnos de la zona más tradicional de Dublín, Temple Bar, con sus pintorescos pubs, para luego callejear un poco antes de retornar al lugar que elegimos para pasar estas tres noches, Dublin City University – Campus Accommodation ***, donde se alojan los estudiantes durante el curso. El centro de Dublín resultaba prohibitivo, aunque este no era nada barato, 100 € la noche en una espartana habitación doble con baño y desayuno incluido. En cada pasillo había una sala con cocina y televisión.

El 20 de junio concluía nuestro viaje de 15 días dando la vuelta a Irlanda. Desayunamos con tranquilidad y nos dirigimos al cercano aeropuerto. El vuelo EI 748 de Aer Lingus, con destino a Bilbao, puso fin a nuestro periplo irlandés.