Del mundo a Leioa, mi pueblo

En esta entrada, la nº 114, por una vez he alterado el nombre de este blog, dándole la vuelta. He estado ya en 109 países diferentes, en bastantes de ellos varias veces, destacando entre los lejanos la India, con 6, pero este año toca quedarse cerca, así que los proyectos que tenía se han ido al garete. He estado en lugares maravillosos donde casi siempre he sido muy bien tratado y lo he pasado fenomenal, pero todavía no he encontrado ningún lugar del mundo mejor para vivir que Euskal Herria y, más en concreto, que mi pueblo adoptivo (llevo casi 27 años), Leioa. Aquí tengo de todo a un paso, mar, montaña, comercios, lugares de ocio y se come mejor que en ninguna parte. Además, la temperatura suele ser muy agradable. Cuando tras el confinamiento pudimos salir a la calle, empecé a valorar más mi pueblo, pues aunque vivimos unas 32.000 personas en 8,36 km², a 1 km de casa puedo estar en un medio rural que me hace olvidar la gran urbe. Es por ello que he decidido hacer un alto en mis relatos viajeros para daros a conocer lo que más me gusta de Leioa, sin ánimo de ser una guía turística ni de sentar ningún dogma. Insisto, es lo que más me gusta.

Si algo me gusta de Leioa es la cantidad de parques, bidegorris, zonas peatonales y aceras anchas que hay por todo el pueblo y la tranquilidad que se respira en cuanto te alejas unos pasos del centro. Es algo que valoré mucho más tras el confinamiento, pues mi casa no tiene balcón. El pueblo está adornado con muchas flores, incluso en las rotondas, y puedes ver árboles frutales. También disponemos de dos zonas sombreadas con mesas, junto a las ermitas de San Bartolomé y Ondiz, variedad de comercios, hipermercados y hasta un centro comercial. Estamos conectados a través de Metro y Bizkaibus, incluso con una línea en la que puedes regresar desde la plaza de Moyúa de Bilbao en menos de 10 minutos. El autobús urbano también ha mejorado mucho.

Amante de la naturaleza, disfruto sobremanera con esa gran mancha verde que forman sucesivamente los parques de Pinosolo, accediendo por el skate-park, Magnolios y Artatza, que cuentan con una gran variedad de plantas y árboles de gran porte. Un lujo para un pueblo de nuestro tamaño. Hasta el confinamiento, mi recorrido matutino de unos 5 km lo realizaba por el entorno de Ereaga-Puerto Viejo (Getxo). Desde entonces solo he ido tres veces, pues ahora, por seguridad y tranquilidad, el recorrido lo efectúo por Leioa, donde puedo disfrutar de amplias zonas sombreadas y del piar de los pájaros. Y todos los días veo el mar y la ría.

Hay otros parques en el municipio, pero quiero destacar, por su tranquilidad, uno de ellos, el de Zarragabarrena, limítrofe con Getxo, al que casi se une el de Joaquín Achúcarro. Mucho más céntrico y pequeño, es el de Aldapa, un oasis en una zona muy poblada. Concluyo con otro hermoso parque, el de Mendibile, donde se encuentra Mendibile Jauregia, monumental caserío de finales del siglo XVII, que alberga el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Bizkaiko Txakolina. Cuenta también con mi restaurante favorito, Txoko Mendibile, con una excelente relación calidad-precio. No es necesario salir de Leioa para comer muy bien.

En Leioa no tenemos un casco antiguo como en otras poblaciones, pero contamos con un edificio singular, el Palacio Artaza, diseñado en 1914 por Manuel María Smith para el industrial Víctor Chavarri. Fue una gozada verlo por dentro a finales del pasado año en las visitas teatralizadas. Otros edificios de interés son la iglesia de San Juan Bautista, el Ayuntamiento, construido en 1891 y la Torre de Ondiz, casona rural del siglo XVI. Contamos con tres ermitas, Andra Mari de Ondiz (siglo XVI), San Bartolomé, de la misma época, y Santimaami, que realmente se encuentra en el municipio de Erandio.

Os presento una muestra de las esculturas que podemos encontrar en diferentes rincones del municipio. Iremos descubriendo obras de afamados artistas como Jorge Oteiza, Néstor Basterretxea (“Leioako indarra”), Rob Krier, Vicente Larrea y Remigio Mendiburu. Particularmente hay tres que me gustan más, “El soplador de vidrio”, de Lourdes Umerez, “Esférica”, de Jesús Lizaso, que representa a un un harrijasotzaile y “Hostoa”, de Juanjo Novella, que simula una hoja de parra en acero al carbono y que luce sobre todo los días soleados en Mendibile.

Comentaba al principio que tenemos la ventaja de que, en cuanto te alejas un poco del centro, te encuentras en un medio rural, en el que puedes ver caseríos, vacas, ovejas y caballos, principalmente en los barrios de Peruri y Santsoena. También son fácilmente visibles los viñedos de txakoli. En este medio rural, en el límite con Erandio, tenemos la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), rodeada de otro pulmón verde, en el que se encuentran el Arboretum y el Bosque de la Vida. El municipio cuenta también con gran cantidad de centros de enseñanza: institutos, escuelas, ikastolas y colegios privados.

Aunque no puedo presumir del polideportivo, que se ha quedado bastante obsoleto, si que lo hago del equipo femenino de waterpolo, que nos representará en la división de honor, mientras que el equipo de fútbol está en 2ªB. Como lo mío es el caminar, quiero destacar dos actividades, la primera algo más dura, la Marcha de las tres ermitas, con un recorrido de 15 km. Más veterana (XV ediciones) y sencilla es la Marcha a paso de peatón, que tiene como objetivo conocer el municipio y denunciar las deficiencias que se observen.

Contamos con una moderna Kultur Etxea, con biblioteca y variadas actividades: cine, teatro, talleres y sala de exposiciones, en la que particularmente me gustó la dedicada a los Samurais. En mayo se celebra la actividad cultural más importante del municipio, la Umore Azoka o Feria de artistas callejeros, que para este año había recibido 540 propuestas diferentes. Tenía que haber sido la XXI edición. Lástima que, como todo lo que voy a comentar a continuación ha tenido que ser suspendido debido a la pandemia. No todo va a ser cultura, pues junio es el mes de las fiestas patronales de San Juan, a las que hay que añadir las de cada barrio.

También nos hemos perdido la actividad que más me gusta, la Lamiako Maskarada, que se celebra a finales de mayo desde 1978. En la Maskarada se integran los personajes más representativos de la mitología vasca, destacando, como no, las lamias. Se celebra siempre en viernes por ser el día en que las sorginak se reunían en los Akelarres. Es una gozada disfrutar contemplando la variedad de personajes que toman parte en ella, rodeados de un nutrido grupo de espectadores que participan en las cadenetas.

Otra de las actividades que no me pierdo es la feria Agrícola y Ganadera, que el pasado mes de diciembre alcanzó la XXXII edición, en la que puedes encontrar de todo, siendo en mi opinión lo más colorista los puestos de frutas y hortalizas. Muy concurrida es siempre la exposición de ganado bovino, que concluye con el pesaje. Por supuesto hay puestos de todo tipo, deporte rural y animación a base de txistularis y los gigantes de Lamiako. No puede faltar el talo con chorizo y el txakolí.

Tras haber vivido hasta entonces en Santutxu, cuando en 1993 me instalé en Leioa se me cayó el alma al suelo. Mi calle la estaban haciendo y los fines de semana me parecía un pueblo fantasma, pero con los años me he ido enamorando de mi pueblo. ¡Leioa me gusta!

Un comentario en «Del mundo a Leioa, mi pueblo»

  1. No lo conozco personalmente , aunque debo de reconocer el entusiasmo y amor que tienes hacia él,aparte del conocimiento y participación en todas sus fiesta.Siempre honra valorar lo propio,un bonito y tranquilo lugar para vivir.Cuando la pandemia nos lo permita iré a conocerlo.Un abrazo.

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