A MARIÑA LUCENSE bajo la bruma

Mediados de julio. Previsión de ola de calor en Bizkaia, con temperaturas que rondarán e incluso superarán los 40 grados, así que no me lo pienso dos veces y, aunque los precios son caros, por estar en temporada alta y reservar con sólo dos días de antelación, decidimos escapar del 15 al 19 de julio a la localidad lucense de Viveiro, distante 454 km de Leioa, desde donde nos desplazaremos por la costa de Lugo, conocida como A Mariña Lucense. Nos convertimos por 5 días en migrantes climáticos. Al final fue un acierto, pues durante esos días las temperaturas máximas oscilaron entre los 22 y los 24 grados y el sol permaneció muchas veces semioculto por la bruma que entraba por el mar y que ya hemos visto en otras ocasiones. Como salimos casi a mediodía, paramos a comer el bocadillo en un lugar que me encanta, la playa de San Antolín, perteneciente al concello asturiano de Llanes.

Para esta escapada, la quinta de 2022, hemos escogido un alojamiento en el que ya estuvimos hace cuatro años, el Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas ****, situado sobre la playa de Sacido y unido a la de Covas por un agradable paseo de un kilómetro. Por fin hemos podido dormir sin ruido, al hacerlo con las ventanas cerradas. Los amaneceres desde la terraza son preciosos, pero si por algo me gusta sobre todo este hotel es por su restaurante panorámico Las Sirenas, que cuanta con una carta muy variada y una excelente relación calidad/precio. Prueba de ello es que hemos repetido y, en esta ocasión, henos cenado aquí las cuatro noches.

Viveiro no tiene mucho que ver. Además su centro urbano se encuentra a unos 3 km del hotel, así que, como ya lo conocíamos, tan sólo nos acercamos un día a tomar café cerca de la Plaza Mayor, a la que se accede, tras cruzar el ponte da Misericordia, por la Puerta de Carlos V. A un paso se encuentra la iglesia de San Francisco, con el grupo escultórico “Los Heraldos del Encuentro” y una exposición de imágenes religiosas en el claustro. A donde si bajamos tres de las tardes fue a la playa de Covas, para contemplar las rocas Os Castelos y tomar un Alvariño en el Mesón K2, un lugar más que recomendable por las tapas con las que te obsequian.

16 de julio. Pasamos el día muy cerca de Viveiro, yendo en primer lugar al concello de O Vicedo, para realizar una ruta a pie de poco más de una hora de duración (unos 4 km) por “O Fuciño do Porco”, en castellano “El Hocico de Cerdo”, al que llaman aquí el San Juan de Gaztelugatxe gallego. En el acceso a la ruta han habilitado un aparcamiento (2 €), donde se encuentra la cabina de control, pues hay que reservar la entrada gratuita, en https://puntafucinodoporco.gal/es/inicio/. Estamos a sólo 5,2 km del hotel. El aforo diario es de más de 1.000 personas, con acceso cada 45 minutos. De septiembre a junio no hace falta obtener el permiso de acceso. Se camina primero por un pista entre eucaliptos, hasta contemplar a nuestra izquierda Punta Lodelas, comenzando aquí la ruta por escaleras y pasarelas de madera, con dos subidas y bajadas, hasta llegar al pequeño faro de Punta Socastro.

Como esta ruta nos ha sabido a poco, regresamos a Viveiro y, sin salir del concello, nos desplazamos ahora 5,8 km hasta el Área recreativa de Portochao, muy abandonada por cierto, en la que luego comeremos el bocadillo. De aquí parte el “Paseo fluvial del río Landro”, un recorrido lineal de 3,3 km, prácticamente llano que nos traslada hasta Viveiro, caminando en buena parte sobre pasarelas de madera que dicen que patinan mucho en invierno y épocas de lluvia. Al final, el suelo es de losas de piedra. En el recorrido hay varios bancos.

El 17 de julio decidimos pasar la jornada en la zona de Ribadeo, así que nos dirigimos en primer lugar al segundo lugar más visitado en Galicia en la actualidad, la playa de As Catedrais (Las Catedrales), por lo que han tenido que poner un cupo diario cercano a los 5.000 visitantes, teniendo que efectuar la reserva gratuita, obligatoria del 1 de julio al 30 de septiembre, en https://ascatedrais.xunta.gal/monatr/inicio. Hemos estado con ella en pleamar y bajamar, pero nunca la habíamos visto con tanta bruma, así que decidimos caminar durante una hora hasta la Praia da Pasada, pasando por las de Augasantas y Arealonga. Al principio el camino va sobre pasarelas de madera. A nuestro regreso, parte de la bruma ha desaparecido, pero los aparcamientos están repletos de coches.

Por la autovía A8 cruzamos la ría de Ribadeo por el ponte dos Santos, para comer el bocadillo, en el área recreativa del mismo nombre, perteneciente al municipio asturiano de Castropol. De allí nos dirigimos nuevamente al concello de Ribadeo, para visitar un lugar que he visto y fotografiado en varias ocasiones, pero en el que nunca hemos estado, el Faro de Illa Pancha, uno de los tres emblemáticos de la costa lucense, que visitaremos en los próximos días. Esta isla alberga realmente dos faros, siendo transformado el antiguo en dos lujosos apartamentos turísticos (https://faroislapancha.es/).

Lunes, 18 de julio. Sigue la bruma pero nuestra escapada continúa. Nuestro destino es otro de los faros más importantes de A Mrtiña Lucense, el de punta Roncadoira, que tiene 14 metros de altura. Aunque el paisaje está un poco difuminado por la bruma marina, efectuamos un corto recorrido por la Senda Costeria de Xove, concello en el que nos encontramos, cortejando al monte Castelo y deteniéndonos sucesivamente en el banco de Poñente, Peña Sombrireira y el Miradoiro de Nacente, desde donde tenemos una amplia vista costera con nuestro siguiente destino al fondo. Volvemos a la carretera y, pasando junto a Peña Cabaleira, regresamos al faro.

Sin salir del concello de Xove, nos dirigimos a Morás, donde hacemos un alto para tomar un Alvariño antes de dirigirnos a la Praia de O Portiño, donde dejamos aparcado el coche. Pasamos junto al Parque de fabricación de dolos, los bloques de hormigón que protegen los puertos y seguimos los carteles que indican el Cantis de Papel, un sendero que sube a las rocas donde se encuentran los llamados Acantilados de papel, preciosas formaciones de rocas graníticas, siendo la más llamativa la Pedriña de Morás. No podemos abandonar Galicia sin comer un churrasco, así que en nuestro último mediodía en esta tierra optamos por hacerlo en la Parrillada Don Chuletón, en Burela.

Aunque el día sigue triste, decidimos ir a tomar el café al cercano municipio de Cervo y más en concreto a la localidad de San Cebrao, sede de la empresa Alcoa, cuya chimenea hemos visto todos los días. Nuestro principal destino es el Faro de Punta Atalaya, el tercero de los importantes de Lugo. En la playa llama nuestra atención que conservan una mina de la segunda guerra mundial, aunque me interesa mucho más la figura de la Maruxaina, una extraña sirena. También contemplamos el interesante grupo escultórico dedicado A xentes do mar y la escultura de A Modistas.

Por cuarta noche consecutiva cenamos en el restaurante panorámico del Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas, pues tenemos que despedirnos de las zamburiñas. El calor ya ha remitido en Leioa, así que el 19 de julio regresamos a casa, con parada a comer en el concurrido restaurante La Corbata, de Unquera.

Un comentario en «A MARIÑA LUCENSE bajo la bruma»

  1. Bueno,mientras el resto de los mortales, soportabamos un calor infernal,por cierto qué seguimos…algunos se lo montaron muy bien ,y además,con un viaje en zona maravillosa,buen tiempo y excelente comida.
    Un acierto,amigo. Un abrazo.

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