La turba ha revivido gracias a Internet. En el caso del supuesto asesinato de Gabriel Cruz, es evidente: mensajes de WhatsApp, tuits y textos o fotos en Facebook absolutamente falsos (como que con un número de “likes” la justicia será más severa), y una agresividad que ha regado la impunidad del anonimato. Hoy cualquiera puede decir lo que le dé la gana, amenazar, insultar y dar por cierto lo que cualquier descerebrado o irresponsable diga. Qué valioso es saber quedarse callado.
Innenarity en estado puro
Siempre es interesante escuchar o leer a Innenarity. En Letras Libres recogen una entrevista al filósofo, que acaba de publicar “Política para Perplejos”, solo con sus reflexiones acompañadas de titulares sencillos. Así apreciamos mejor las dudas y los atisbos de certeza de un hombre informado y que reflexiona. Sobre Internet, por cierto, también tiene una idea apreciable: “Se ha convertido en una cámara de eco capaz de confirmar nuestros prejuicios hasta unos extremos inéditos”.
Todas son empresas
Me gusta el titular de La Información porque creo que empieza excepcionalmente bien: “Esta empresa pretende revolucionar la educación (sin ofrecerte ningún título)”. Udemy ofrece vídeos con formaciones on-line y su modelo de negocio es haber hecho posible que incluyamos en el currículum lo que hemos aprendido viendo tutoriales de YouTube. Pero lo más importante es que se trata de una empresa, como en casi todas las iniciativas disruptivas que van de molonas.
Cristina podría estar deprimida
Cuando Pedro J. Ramírez anunció que su medio digital daría una vuelta al periodismo pensé que, si hay experiencias como la de Ignacio Escolar que han dado pasos interesantes, alguien con mucho dinero y experiencia podía ir más allá. Pero me temo que no va a ser el de El Español, de momento: su digital sigue siendo, entre otras cosas, cortesano, el rasgo del rancio español. Su preocupación por la depresión de Cristina de Borbón si Iñaki Urdangarín entra a la cárcel es muy significativa.
También esto es fútbol inglés
Somos muchos los que admiramos la Premier League porque vemos que han sabido conjugar el gran negocio del fútbol con las mejores tradiciones de este deporte incluso reduciendo la violencia en las gradas (también es cierto de que partían de niveles de violencia muy altos). Pero tiene sus miserias: en La Media Inglesa relatan muy bien las del West Ham, ese club que ha cambiado de barrio (eso en Londres es toda una traición) y de estilo por marketing, y ha hundido a una hinchada.