Cada país cuenta como le da la gana

Creo que cualquier comparativa de cifras por afectados o fallecidos por el coronavirus con China está invalidada porque la dictadura oriental no ha dicho la verdad. Pero me parece que casi cualquier comparativa entre estados, aunque sean vecinos, lo está porque cada país cuenta a sus enfermos y sus muertos como le da la gana. Francia no contabiliza a los fallecidos en residencias o sus casas. Algunos ofrecen la cifra diaria de los muertos “con” coronavirus y otros solo a los fallecidos “por” el virus. Y las cifras de infectados se disparan en cuanto llegan tests a las manos de los sanitarios. Pero no dejamos de ver curvas.

Si esa es su filosofía, que me dejen la mía

Estos días hemos leído mucho sobre las posiciones enfrentadas dentro de la Unión Europea que, para colmo, emplaza a una nueva reunión de los representantes de los países dentro de dos semanas. Dos semanas, insisto. Pero una de las cosas que más me ha llamado la atención es la posición de Holanda, un país que ocupará una de las últimas posiciones de mi lista cuando pueda volver a viajar. Se quejan los holandeses, con fama mundial de avariciosos antes incluso de esta crisis, de los países como Euskadi que sí prestan atención y cuidados a las personas mayores, y sugieren que les dejemos morir en casa.

Y si hablamos de política…

Esta crisis es sanitaria, es de suministro médico a nivel mundial, es social, va a ser económica… Y algunos pretenden que también se convierta en una crisis política para los partidos en los gobiernos a los que quieren sustituir. Para todos ellos va este mensaje de David en Twitter: “No suelo hablar de mi aquí, porque me cuesta abrirme, pero os voy a contar algo: soy celador en un hospital público, como muchos compañeros, me estoy jugando la salud estos días, así que os diré una cosita a los que usáis esto como arma política: me cago en vuestros putos muertos”. Pero los caraduras no se darán por aludidos.

¿Qué periódico?

Llevo tres años viviendo en un nuevo barrio de Bilbao y he visto cerrar otros tantos quioscos o similares. Carlos Malpartida, un romántico del papel, se queja en su blog amargamente pero con estupenda retranca por la contradicción: entre todos hemos matado el periódico en los quioscos (yo mismo soy suscriptor de este diario pero en su versión digital) y hoy, en medio de una pandemia y un confinamiento, son considerados un servicio público insustituible que Malpartida define así: “Una resistencia que tiene más de Sintrom y superstición que de convencimiento o uso y disfrute”.

¡Bien por El Hoyo!

No pude verla en el cine pero estoy deseando hacerlo desde que supe que un vasco había hecho una buena peli de ciencia ficción. Y durante este confinamiento no podré hacerlo porque no tengo Netflix (soy usuario de Amazon Prime Video y, para lo que veo la tele no lineal o tradicional, me vale), pero “El Hoyo” seguirá en mi lista hasta que lo consiga. Y por lo que leo felizmente no soy el único: la peli de Galder Gaztelu Urrutia número uno en Netflix en EE.UU., y lo es por méritos propios porque no va acompañada de una supercampaña de marketing, como suele suceder.