No me lo creo

A estas alturas del siglo XX no soy nada optimista, y por eso no me creo que estemos cerca de un cese de la invasión rusa sobre Ucrania: Vladímir Putin es capaz de asumir con normalidad el bombardeo sobre un teatro en Mariúpol en el que se escondía población civil y junto al que habían pintado la palabra “niños” para que lo leyesen quienes lanzan las bombardeos, así que también lo es de engañarnos con una paz próxima mientras avanza sobre Kiev, que ha sido un objetivo prioritario desde el primer día. Ya no me creo nada, estoy desesperanzado, resignado y cabreado. La de hoy es una columna pesimista, aviso.

Tenemos que guardar bien todo esto

Lo que está haciendo Putin, pero también lo que están haciendo quienes se aprovechan de la invasión para subir sus precios por el morro (y luego los bajan, cuando las amenazas apuntan como misiles), tenemos que grabarlo bien en la memoria o, por lo menos, en las hemerotecas. Por muy difícil que nos lo pongan. Del mismo modo, tenemos que guardar muy bien el relato de los pasos que está dando el primer gobierno con ultradrechistas en España: “Vox anuncia un acuerdo con Mañueco para eliminar en Castilla y León el reconocimiento de la violencia machista” (Público). Una victoria para el fascismo es una derrota para las democracias.

La diferencia es muy sencilla

Javier Durán clavó ayer su tuit sobre el paso atrás en consensos fundamentales que PP y Vox han dado en Castilla y León: “Es violencia de género, ‘violencia intrafamiliar’ es otra cosa”. Y bajo estas pocas palabras incluía una foto de Teodoro García Egea, Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. Más claro no puede quedar lo que es violencia intrafamiliar porque la hemos visto en el PP, en directo, con todos los detalles. Y más clara no puede ser la maniobra de la extrema derecha, anulando la violencia de género, que ha posibilitado el partido de Núñez Feijóo y Carlos Iturgaiz.

“Efectivamente”

¿Andrea Ropero lanzó la pregunta para pillar a Isabel Díaz Ayuso? Puede ser. ¿La respuesta de la presidenta de la Comunidad de Madrid, en cualquier caso, muestra cómo es, cómo piensa y lo que le importa todo lo que no sea ella misma? Sin ninguna duda. Josué Coello transcribe en su tuit el momento: “Las ayudas a la maternidad, paternidad y para niños con enfermedades graves incluidas en los famosos 21.000 millones de euros, ¿son un derroche? ‘Efectivamente’”. Esa fue la escueta pero contundente respuesta de la del PP. “Efectivamente”. La populista, cazada a lazo por una pregunta sibilina pero acertada.

Ya sabemos lo que hace

Sigo en Madrid porque, después de meses viendo chistes en Internet sobre la actividad (más bien, inactividad) de Toni Cantó al frente de la Oficina del Español, por fin podemos compartir una noticia sobre un hecho concreto protagonizado por él: “Toni Cantó, profesor del centro formativo para la ultraderecha de Maréchal Le Pen. Cantó ha sido el encargado de impartir una clase de oratoria en el instituto de la ultraderechista francesa, uno de los puntos de encuentro actuales de los estrategas y militantes del neofascismo en España” (La Marea). Allí se encontrará con Juan Carlos Girauta y Carina Mejías, ambos, ex de Ciudadanos.

Un folio en blanco

La respuesta a la ya famosa “Z” con la que los rusos marcan sus vehículos militares y los terrenos masacrados a su paso va a ser una hoja en blanco. Por portarlo, por mostrarlo, las y los manifestantes rusos son encarcelados y se enfrentan a multas e incluso penas de prisión. No piden nada, no reivindican nada, no denuncian nada: solo portan una plana sin mensaje porque todo el mundo, también quienes ejercen la represión en Rusia, sabe lo que significa. Antonio Cartier lo tuiteaba con pleno acierto: “Un folio en blanco puede ser cualquier cosa. Y nada hay más peligroso para una dictadura que fomentar la imaginación”.

Censura siempre fue la suya

Cuando anunciaron la desconexión de Rusia Today para limitar la propaganda rusa no me importó porque no reconozco como medio de comunicación lo que es un aparato de intoxicación que hace juicios sumarísimos: “Desde el canal RT algunos ya han dictaminado sobre Marina Ovsyannikova, la trabajadora que irrumpió con una pancarta en un estudio de televisión estatal de Rusia. ‘Esa zorra debería estar encerrada durante diez años’, ha dicho Anton Krasovsky. Este presentador del canal financiado por el Kremlin ya dijo en enero que Ucrania es territorio ruso y que Moscú debía ‘recuperarlo’ por la fuerza” (Xavier Colás).

Otro propagandista

La altura política de Alberto Núñez Feijóo ya ha quedado al descubierto y es más bien tirando a bajito en lo democrático y lo discursivo. Su primera acción ha sido permitir la entrada de la extrema derecha en un gobierno autonómico, un hecho tan grave que hasta el presidente del PP Europeo se lo afeó expresamente. Y sus primeros discursos están siendo paupérrimos. Pello Salaburu, por su parte, le afeó en Twitter esto otro: “Feijóo: ‘El gobierno se está forrando con el precio de los carburantes y de la electricidad’. Un gran líder, incapaz de distinguir entre ‘gobierno’ y ‘estado’. ‘Se está forrando…’, dice. Sabe de qué habla”.

Pero no juega con videojuegos

Manuel Murillo, que está siendo juzgado por exhibir en WhatsApp su intención de “matar” a Pedro Sánchez, ha decidido marcarse un Infanta Cristina. No es que sea un delincuente, es que no se enteraba de nada, en su caso, por “una ensoñación del vino y el orujo: ‘Mezclé las películas y me sentí un héroe para salvar a España. Como oía mucho a Losantos, que también es un patriota…’”. Esto es lo que destaca en Twitter el periodista Alfonso Pérez Medina. Si se tratara de alguien más joven (Murillo ya pasa de los sesenta) que reconociese jugar a videojuegos, los juicios paralelos ya estarían resueltos.

La revolución del entretenimiento la protagoniza Kiko Rivera

Escribo estas líneas porque soy un boomer, un viejo y un ciego que no entiende por dónde va el futuro del entretenimiento y los medios de comunicación. Todo eso que acabo de describir es lo que me impide valorar en su justa medida que Ibai Llanos (cuyo éxito es indiscutible y no necesita estas aventuras) haya organizado y esté emitiendo en Twitch un concurso de cocina entre personas que no son cocineras, sino streamers en esa plataforma, y Kiko Rivera. El hijo de Isabel Pantoja, sí. Ahí está la revolución, lo novedoso, lo que engancha a la juventud, lo que los viejos medios no somos capaces de ver ni ofrecer. Claro que sí.

Su carta de presentación

La carta de presentación de Alberto Núñez Feijóo como líder del PP (que ya sé que no lo es oficialmente, pero, también hemos visto cómo funciona el partido) la ha resumido en un tuit Ícaro Moyano: “Feijóo venía a parar a la ultraderecha y reconstruir el centro conservador y por eso su primera decisión ha sido darle la presidencia de las Cortes, una vicepresidencia en la Junta y tres consejerías a Vox en su primer ejecutivo autonómico. Un poco más y los frena a besos”. Pero lo grave no es la posición del PP, sino que en España Vox ya está en un gobierno autonómico. Es una victoria de la extrema derecha y una derrota absoluta de la democracia.

“Fake news”

El gobierno ruso dice que el bombardeo sobre un hospital infantil y una maternidad es una noticia falsa. “Fake news”, al más puro estilo Trump que, ahora ya lo ve quien quiera, es uno de sus hijos políticos. Lo dice como si no estuvieran en Mariúpol fotógrafos como Evgeniy Maloletka, de AP, que ha sacado una de las imágenes que pueden quedar para la historia, la de una mujer al final de su embarazo siendo trasladada en una camilla por cuatro personas sobre el desastre. Todos esos bebés fallecidos, las mujeres al borde del parto y el personal sanitario estaban desarmados, como reclama una parte del arco político. Y ahora, ¿qué?

“Un problema existencial”

Nadie era capaz de prever la salvajada sobre la maternidad de Mariúpol, ni siquiera Pablo Iglesias, que siempre habla como si supiera exactamente qué hay que hacer ante cada problema que surge en el mundo (y cuando tuvo la oportunidad dejó sin resolver los de su propio ministerio por unas elecciones en la Comunidad de Madrid), y que antes del ataque invitaba a leer la entrevista de un militar que asegura que Vladímir Putin tenía “un problema existencial” que no fue resuelto y, prácticamente, por eso estamos como estamos. “Un problema existencial” es el que tienen precisamente quienes ya no existen por la invasión.

Siempre sale algún idiota

Da igual lo que pase que hay uno que nunca falla: el idiota de turno. A veces, además, salen en manada. Da igual que Rusia haya invadido un país en Europa y que, día a día, estemos viendo los horrores de sus consecuencias, que no pueden faltar los idiotas a sus citas con otros idiotas, como los que han quedado para lanzarse sillas de terraza, piedras, y soltar algún puñetazo y navajazo si pueden. Y lo peor: con la excusa del fútbol. Los aficionados del Sevilla y el West Ham que se han buscado para pegarse podrían ir mejor a Ucrania, a parar al ejército ruso, si les sobra la energía y las ganas de violencia, y dejar de hacer el tonto.

En el fondo, da igual

En el fondo, da igual todo: da igual que Vox haya entrado en un gobierno, da igual la tragedia fotografiada en Ucrania, da igual lo que tuiteé Pablo Iglesias, y da igual que hayamos abierto el cajón de los idiotas: vamos a morir casi todos. El ministro de Exteriores ruso ha dicho, tras su reunión en Turquía con la delegación ucraniana, que su país no ha atacado a Ucrania ni lo hará a ningún otro país. Visto lo visto hasta ahora podemos interpretar que, en cualquier momento, Putin va a lanzar varios misiles nucleares y provocará que todos nuestros problemas pasen a ser minucias, como ya sucede a millones de personas.

Fascismo

Al fascismo hay que pararlo en Kiev, en Madrid y en cualquier ciudad o pueblo de Euskadi en el que nos encontremos pintadas recientes que legitimen a ETA o a alguno de sus miembros. Y fascismo es lo que ejerció, con toda la intención, Iván Espinosa de los Monteros ayer en el Congreso cuando volvió a “’legitimar el franquismo” con esta frase, nada casual: “Sánchez es lo peor desde la Guerra Civil” (El Plural). Si el diputado de Vox considera que un gobierno de coalición elegido democráticamente es peor que la dictadura franquista que se impuso tras un golpe de Estado, demuestra una vez más lo que es. Y quien no lo vea es porque no quiere.

“Un demócrata”

Núñez Feijóo empieza su recorrido como líder del PP con estas afirmaciones “sobre la petición de explicaciones de Sánchez al emérito: ‘Un demócrata lo daría por zanjado’” (Nius Diario). No solo eso, el gallego considera que Juan Carlos I queda “sin tacha ni enmienda” después de que el propio fiscal haya reconocido que si no sigue adelante es porque los delitos pendientes de juicio han prescrito o los cometió siendo inviolable. Como en el caso de Espinosa de los Monteros, alguien puede no querer ver la gravedad de los hechos, pero eso no significa que dejen de ser graves ni que los demás tengamos que dejar de darnos cuenta.

Pero, ¿qué van a decir?

Me sorprende la candidez de algunos líderes políticos españoles después de la invasión de Rusia sobre Ucrania. Me sorprende aún más esa candidez en líderes que han utilizado expresiones bélicas alegremente. Y me sorprende todavía más porque algunos de ellos no solo tienen experiencia en varios parlamentos, sino que además han teorizado, escrito libros y sido profesores de Ciencias Políticas. Y aun así los generales de plató se la meten doblada: ¿qué van a decir los militares sobre enviar armas a Ucrania? ¡Pues que les dejen a ellos el monopolio de la guerra, como siempre! ¿De verdad no se han dado cuenta de lo que defienden?

La bolsa sube si suben los beneficios

No sé quién escribió que “la guerra es un negocio para militares y contrabandistas”, pero no se me ocurre mejor descripción para unir el párrafo anterior con este: los precios suben por una teórica escasez de fuentes energéticas y, al mismo tiempo, las bolsas se recuperan. Alguien está mintiendo vilmente y se merece una respuesta contundente de las instituciones: porque las bolsas solo suben cuando hay beneficios y, evidentemente, los hay. Algunos incrementos de precio no tienen justificación, se disfrazan de simple “precaución” y son, en realidad, jetadas a las que hay que hacer tanto boicot como al gas ruso.

La guerra en Tiktok

Llevo varios días esperando un tuit como los que ha colgado Niporwifi en los que se ven varios vídeos en Tiktok de jóvenes ucranianos que muestran a la juventud de todo el mundo qué está pasando. Hacen lo que han hecho hasta ahora en un país como el nuestro, pero lo hacen mostrando la devastación con la que conviven estos días. Y hacen bien, por supuesto. Las y los mayores seguimos en Twitter a los periodistas que preparan las crónicas que luego vemos o leemos. Las y los jóvenes se informan a su manera, pero también reciben el mensaje de que la guerra es un drama real (y este, además, cercano) que hay que afrontar.

Alguien tenía que decirlo

En la cuenta en Twitter de Pantomima Full comparten cada viernes un vídeo parodiando a algún colectivo. Este fin de semana ha tocado el de los niños rata que juegan a ser brokers invirtiendo en criptomonedas. Cada chiste de la pareja de humoristas se queda corto, cada rasgo caricaturesco resulta insuficiente para mostrar cómo vemos a los niñatos que confunden la energía con beberse un Monster, la inversión con la estafa de lo cripto, y a un asesor financiero con un youtuber gritón y ostentoso que no ha ganado ni la mitad del dinero que promete. Y de quienes les siguen todavía nos reímos más.

La realidad

La burbuja de las criptomonedas, por lo menos, nos ha regalado un buen vídeo de Pantomima Full, pero las consecuencias de que un montón de chavales estén expuestos a canales de Tiktok y YouTube, y cuentas en Instagram donde les prometen enriquecerse si entregan el dinero rápidamente al vendepeines de turno, pueden ser graves. “Las criptomonedas están arruinando la educación financiera de una generación de adolescentes”, alertan en El Blog Salmón. Un fenómeno, el de los niños inversionistas, alarmantemente extendido en el mundo anglosajón y que se acerca al nuestro, como cualquier otro.

Y aún hay más

Rompo mi propia norma de no repetir medio en la misma columna porque esto otro que también publican en El Blog Salmón va en la línea de los párrafos anteriores: “Donde realmente ganan los brokers es cuando sus usuarios están haciendo trading de forma constante. La publicidad de estas plataformas sumado a las ganas de destacar de algunas personas indican un camino a los inversores, pero es un camino erróneo”. Por eso los influencers animan a mover el dinero constantemente, porque el largo plazo, aunque es más rentable para el inversor, no lo es para ellos y sus apps. Así de fácil.

Dinero y esfuerzo de verdad

No podía faltar la guerra en Ucrania en esta columna, aunque parezca que vaya de inversiones y vendedores de humo. Si un gremio es valioso ahora mismo en la frontera ruso-ucraniana es el de los periodistas. Sin embargo, nosotros mismos nos maltratamos: Israel Merino publicaba un tristísimo hilo en Twitter en el que contaba cómo una revista le pedía contenido en exclusiva de la guerra a cambio de 320 € netos menos gastos sobre el terreno. Quien hace la llamada (y no hay publicación que se libre) ya sabe lo que ofrece y, sin embargo, sigue adelante, despreciando lo que deberíamos poner en valor, precisamente.

Apoyo virtual

Termino esta columna sobre inversiones digitales hablando del más virtual de los valores españoles: el apoyo de las y los políticos del PP. Gordo Cincuentón lo tuiteba así: “Los barones del PP mostrando su apoyo incondicional a Feijóo de la misma manera que la semana pasada lo hacían con Casado”. De esta manera empieza la semana en Génova 13, donde trabajan de momento los únicos que dan gracias a Putin por atraer toda la atención mediática. La guerra en Ucrania es una desgracia que debemos seguir de cerca (porque la tenemos a dos pasos, además), pero la guerra en el PP tampoco se nos puede olvidar.