Esta es una noticia de ayer titulada con el tono habitual de una agencia, más aséptico de lo normal: “Euskadi supera ya las 200.000 dosis de vacunas anticovid inoculadas a la población”. Y esta, la realidad: en Euskadi, también ayer, después de leer el titular, habría unas cuantas personas, y no pocas, dedicadas a convertir la noticia en una mala noticia. Porque si las cosas van bien a ellos les va mal, por muy grande que sea la tragedia. Cuando acabe todo tendremos que señalar sin dudarlo a quienes han actuado de un modo irresponsable y reprobable por un cálculo político egoísta durante este durísimo año.
Ni una pizca de humanidad
El 11-M se le sigue atragantando al PP. En 2004 Aznar escribió una de las páginas más vergonzosas de la historia política de España por cálculo electoral. Desde entonces, el PP ha preferido dar tumbos antes que reconocer aquel inmenso error, y no le ha importado generar actos paralelos, extender la sombra de la sospecha o intentar apartar a las verdaderas víctimas del atentado de Al Qaeda. Este año, Pablo Casado ha tenido el cuajo de acudir al acto de la AVT y tuitear sobre los 24 muertos del PP a manos de ETA, Pedro Sánchez y Bildu, demostrando con esas líneas de qué pasta está hecho.
Murcia, qué hermoso eres
Lo primero que uno aprende viendo El Ala Oeste es que hay que tener los votos de los representantes bien amarrados. Inés Arrimadas no lo ha hecho y su movimiento en Murcia ha podido ser definitivo para Ciudadanos: “Tres diputados no secundarán la moción de censura y salvan a López Miras” (La Verdad). El partido naranja hoy no sirva para nada: es muleta del PP o del PSOE sin coherencia alguna, y sus integrantes no son de fiar ni para su propio aparato. Con esta descripción, Ciudadanos hoy no tiene crédito ni futuro. Y lo ha dilapidado todo en una comunidad, además, menor. Así que tampoco tiene criterio.
Ningún sentido de la responsabilidad
Entiendo la jugada del PP en Murcia, tentando a políticos de Ciudadanos para mantener el gobierno. Es lo único que entiendo, de hecho, de la tormenta política que se ha desatado esta semana en España. Porque la estabilidad es lo único que me parece comprensible tal y como están las cosas, con la pandemia azotando en lo sanitario, lo económico y lo emocional. “La política española estalla justo cuando tiene que solicitar y ejecutar los fondos europeos”, leo en El Confidencial y asiento desesperanzado: ¡cómo puede alguien ser tan irresponsable de poner en marcha este juego de tronos ahora! ¿No tiene nada mejor que hacer?
No nos despistemos
Es evidente que los actuales líderes españoles no entienden el oficio al que se dedican: la política trata de mejorar la vida de la gente, no de conspirar y atacar continuamente la línea de flotación de aquel con el que tienes que llegar a acuerdos para avanzar. Por desgracia, la oposición vasca ha copiado esta mecánica mucho más sencilla en el corto pero que no trae nada bueno ni en el medio ni en el largo plazo. ¿Nadie se da cuenta de que los bloques se refuerzan? En cualquier caso, la alternativa es peor y no remite: “El 68% de la población mundial vive hoy bajo una autocracia. Diez años antes era el 48%” (Magnet).