Cinco conspiraciones de verdad

En Climaterra describen estupendamente esas conspiraciones reales y reconocibles, sin magufadas ni tonterías, que nos azotan: “La conspiración para convertir el mundo en un mercado gigante para el beneficio de la élite rica”, “de las empresas transnacionales para convertir a miles de millones de personas en adictos”, “para saquear el Sur Global en beneficio del Norte Global”, “para ocultar los efectos del colapso climático para el beneficio de las empresas” y “para hacer crecer la economía mundial indefinidamente, mientras se mata la mayor parte de la vida en la Tierra y se arriesga el colapso de la civilización”.

Estoy preocupado

Me preocupa el evidente deterioro de nuestro planeta. Pero sobre todo me preocupa que antes esta realidad algunos sigan haciendo lo que les da la gana, incluso con aplausos: un restaurante que ofrece helicópteros desde la península hasta Baleares, millonarios de viaje fuera de la atmósfera y gobiernos que dejan contaminar a sus industrias. Pero también a pequeña escala: esos “liberales” de los que hablan en Territorio Ibiza, que solo quieren bajar el aire acondicionado, son también un peligro. Como lo es (por irreal) el discurso ecologista que no tiene en cuenta la necesidad de su existencia con el turismo actual (no el de hace 50 años).

Deberían de estarlo

Ante la noticia de que en julio el IMV alcanzó a un millón de personas cuando el objetivo era de 2,3, Jordi Sevilla no se resistió a tuitear: “Este dato (la mitad de los previstos) indica que algo se diseñó mal en la aplicación de una buena medida. ¡Cambiar las cosas es mucho más que publicar una norma en el BOE! Para pensar”. No tengo mucho más que añadir, en realidad. Salvo una cosa: cuando pinchas en el enlace a El Diario que proponía el exministro, aparecía otra noticia relacionada, la de que “la ayuda por hijo entre 50 y 100 euros no despega”. Para seguir pensando.

Lo que gusta en Internet

El post de Antonio Ortiz sobre la polémica de la semana (el vídeo de Borja Escalona comiéndose una empanadilla que no quería pagar, su salida de YouTube y sus excusas idiotas) es de esos que hay que leer. Explica muy bien cómo usamos Internet y cómo reaccionamos. Yo me quedo con una reflexión especialmente interesante: el de Escalona es un tema que provoca movimientos en los usuarios activos de redes sociales y foros, y los medios digitales, en su búsqueda permanente del clic, lo han ido cebando y han acabado elevando a noticia general un tema con un perfil de lector (digital) concreto.

Barra libre

Es domingo, día de fútbol (a menos que la televisión diga otra cosa), y me apetece hablar de ello: “Ni con siete fichajes basta, Xavi aún pide más. El técnico del FC Barcelona busca laterales para reforzar la defensa y Bernardo Silva” (EPE). No voy a preguntar al aire otra vez cómo un club que no tenía dinero ni para las nóminas puede pagar parte de su deuda y fichar como si no costara. Lo que llama mi atención es cómo el entrenador que iba a asumir época de apreturas da por hecho que habrá más refuerzos. El aficionado, también. Y la sociedad acaba interiorizando así que no pasa nada y siempre hay dinero para lo que es de todos.

Un post extraordinario

El post de Juan Ignacio Pérez, “Vidas fútiles”, es extraordinario. El exrector de la UPV/EHU recuerda que estar de acuerdo con las medidas de ahorro y cumplirlas es algo lógico y correcto, pero que el sistema perverso en el que vivimos, al mismo tiempo, nos obliga a consumir para que la rueda económica (y con ella, la de los impuestos y los servicios sociales) no se detenga. “Estamos atrapados en una noria en la que somos el ratón” es una realidad incontestable. Tanto como esta otra: “Se trata de vivir”, pero la tensión entre lo económico, lo solidario y lo que necesitamos (dejar de despilfarrar) nos impide hacerlo.

No, no es “la derecha”

Me da igual que el PP suba. Me da igual que el PSOE y Podemos se la peguen. Me da igual que Ciudadanos desaparezca. Me da igual que PNV y Bildu puedan sumar 11 escaños en el Congreso si las elecciones se celebrasen hoy, según Vozpópuli. Lo que más me preocupa de la noticia es el titular que han usado en el digital: “El efecto Feijóo y el aguante de Vox disparan a la derecha a los 188 escaños”. Vox no es “la derecha”, y naturalizar y cepillar la suma de ambas opciones beneficia especialmente a la fascistada y, a corto plazo, al PP. Quien escribe, quien valida, quien publica y quien tuitea este titular deja claro qué es.

Sí son terroristas

Del mismo modo, quien se presenta armado y organizado para atemorizar deja claro lo que es: “Simpatizantes de Trump armados se reunieron afuera de la oficina del FBI en Phoenix, Arizona, después de lo que llamaron la búsqueda ‘ilegal’ en Mar-a-Lago, residencia del exmandatario” (CNN). Son terroristas que pretenden infundir miedo con sus armas de asalto compradas legalmente junto a munición como para empezar una guerra contra cualquier muestra de inteligencia. Es evidente que EE.UU. tiene un grave problema, y nuestra dependencia hacia el gigante del Oeste hace que también lo tengamos.

Esto también es lo que parece

Podíamos esperarlo y ha sucedido: después de que en Podemos hayan señalado desde su origen a periodistas con nombres y apellidos, en redes sociales pero también en otros formatos (una práctica, por cierto, muy bien replicada por Bildu y Vox), ahora sabemos que el primer gobierno en el que están las y los de Belarra “podrá multar a periodistas por publicar secretos salvo que los jueces los protejan. La nueva ley de secretos oficiales fija sanciones de hasta tres millones de euros por difundir documentos clasificados” (El Confidencial). La puerta que se ha abierto es de esas que te llevan a un pasillo negrísimo y terrorífico.

Es excesivo

No voy a hacer leña del árbol caído esta semana: bastante tiene Borja Escalona con aguantarse a sí mismo y cargar con su propio victimismo. El youtuber ha tenido que abrir otro canal porque la plataforma le ha cerrado aquel en el que se pitorreaba de una camarera en un vídeo con el que provocaba una serie de críticas virtuales tan negativas como falsas a un local de hostelería. Todo por no pagar una empanadilla. Ahora, sin canal y con una denuncia del bar (después de que publicase otro video asegurando que “que todo estaba pactado”, según Faro de Vigo), Escalona cree que el bullying que sufre es excesivo. Y estoy de acuerdo.