No al cierre, no a la reapertura

En el asunto de Corrugados Azpeitia hay varias evidencias: que existía la intención de reabrir la empresa y también un plan (a estas alturas, discutirlo sin sonrojarse es un mérito en sí mismo), y que Bildu ha intentado convertir un conflicto de industria y empleo en un conflicto político para justificar una decisión muy difícil de explicar (de hecho, no han sido capaces de hacerlo). Y desde ayer, una más: el papel de los sindicatos vascos ha quedado en entredicho. Mientras se manifestaban contra los despidos actuaban justificando una decisión de partido (de Bildu) en contra de centenares de oportunidades de trabajo para una comarca.

No a la ficción

Euskadi es un país muy pequeño en el que al final acabas conociendo a todo el mundo. Por eso, cuando intentan convencernos de imposibles (y algunos llevan 40 años en ello), las cogemos al vuelo y hasta nos reímos de ello. Del asunto de corrugados, pocas cosas tan acertadas he leído como este tuit con forma de sinopsis: “‘Corrugados, la película’, según Bildu: un malvado grupo empresarial extremeño viaja al corazón del Urola, alegando querer reabrir un negocio rentable, con el fin de tramar junto al Gobierno Vasco y la Diputación una oscura conspiración mediática contra la alcaldesa local”.

Un nivel más

El entorno de la izquierda abertzale está en una evidente escalada de agresividad. Los ataques a batzokis o Ertzaintza que factura Ernai no son casos aislados: un grupo que se autoproclama de republicanos vascos ha cortado, rotaflex en mano, los hitos que hay en los montes y que delimitan la separación entre territorios desde hace más 150 años. Bueno, para mí es eso, una marca territorial. Para ellos es una frontera. ¿Qué será lo próximo, hundir el barco que une Hondarribia con Hendaia porque nos recuerda que hay dos orillas en el Bidasoa y eso también es una frontera en sus mentes, igualmente cortadas con rotaflex?

He aquí el fascismo

Llevamos varios días advirtiendo que algunos en Euskadi no son capaces de reconocer a un fascista aunque lo tenga delante… Ni aunque lo tenga delante, al lado o detrás todo el día. Tampoco lo son en España, donde Vox lleva años marcando las agendas informativas y, cada vez más, el paso político: lo de la rojigualda, la foto del jefe de Estado y el himno español en los colegios de Murcia cada mañana es otro pasito más en su particular escalada. Pero una profesora de aquellos centros aclara: la bandera ya está, un ayuntamiento no puede obligar a nadie a poner retratos de Felipe VI y el himno se limitará a actos solemnes.

Ongi etorri, Alkate

En una semana en la que las políticas española y vasca han estado marcadas por conflictos evitables, yo no voy a dejar pasar la oportunidad de dar una buena noticia: la de la reincorporación a la actividad del alcalde de Bilbao. Tenemos que celebrar cada regreso después de una convalecencia, sea por la enfermedad física o mental que sea. Me conformo con sacar ese saldo positivo de la pandemia que todavía nos rodea y amenaza: celebrar la vida, la buena salud, la vuelta a la normalidad, el reencuentro con los que damos por hecho que van a estar ahí y, por desgracia, a veces dejan de hacerlo. Buen regreso, Alkate. Y ahora, a la pelea.

Qué desfachatez

No sabía si realmente titular este párrafo con una de estas palabras: “Desvergüenza”, “desmemoria” o “desastre”. Al final, que Felipe González dijera en El Hormiguero que “la deslealtad a las reglas de juego se paga” creo que es una desfachatez. Porque quien proyecta una sombra en forma de “x” no puede hablar en esos términos de nada y menos de indultos cuando dos miembros de su propio gobierno, Barrionuevo y Vera, fueron indultados por Aznar después de haber sido condenados por una acción del GAL. Ya sé que González, si algo ha mostrado siempre, es que no es de los que se sonrojan cuando hablan.

Balones, fuera

O Arkaitz Rodríguez no distingue entre un fascista y una castaña o sabe muy bien que con su tuit, en el que compara al PNV y a Vox porque la Ertzaintza se ha hartado de ser el pimpampún de Ernai, intenta desviar la atención hacia un enemigo común todavía mayor. Ojo, que el tema no es menor, porque de un señalamiento pasa a otro más amplio, porque evidencia que la violencia para las filas que lidera es un método de resolución de conflictos propis y un modo de aliviar tensiones internas, y porque habla del supuesto fascismo de otros para tapar prácticas fascistas tan evidentes como ese tuit y todo lo que lleva implícito.

Por ejemplo

Igual me he excedido en mi anterior párrafo y Arkaitz Rodríguez desconoce por completo lo que es un fascista. Voy a darle una pista, esto también lo es: “Vox pide que el himno de España suene todas las mañanas en los colegios de Murcia. El grupo municipal del Ayuntamiento de Murcia reclama en una moción que cada centro educativo tenga una bandera nacional en la entrada y una foto de Felipe VI en cada clase” (La Opinión de Murcia). No tengo nada en contra del himno español, pero que el partido que recibe los votos de quienes añoran el anterior régimen proponga adoraciones patrióticas tan parecidas a aquel no es una casualidad.

Y por cierto

La intervención de Miguel Ángel Leal, el responsable de la empresa que quería abrir Corrugados Azpeitia, no solo era esperada: cambia el papel del ayuntamiento en un asunto que trata de centenares de personas que podrían encontrar o mejorar su empleo. Bildu sigue adelante intentando desviar la atención (otra vez) hacia la política de partidos cuando esto va de gestión y voluntad: si el proyecto es correcto, ¿por qué no se lleva a término? Si no lo es, ¿por qué (o por quién) la alcaldesa se ve obligada a mentir? Bildu ha convertido este tema en una vía de agua en su propio casco, y en vez de taponarla, ahonda en ella.

Era una campaña… Y también me sorprende

El supuesto equipo de eSports que había presentado Celia Villalobos, prestándose además a ser su imagen, al final, ha resultado ser parte de una campaña para una cadena de ópticas. Los que nos pasamos el día mirando pantallas sabemos muy bien cuál es el vínculo. Y el atrevimiento de Villalobos para poner en marcha un equipo de gamers o para ponerse en manos de una agencia de publicidad y una empresa, en este caso, de gafas, me sigue sorprendiendo y desconcertando. Ya sé que los políticos son personas, con curiosidad y necesidad de ganarse la vida, pero si me dan a elegir, me quedo con los videojuegos.

Arantxa Tapia

Es una de las políticas de la semana en Euskadi. A su habitual labor de generación de riqueza en la CAV esta semana ha tenido que añadir la de defenderse de los ataques de Bildu porque el ayuntamiento de Azpeitia no ha querido modificar su plan y, en vez de explicar por qué no se abre Corrugados, que es lo que nos interesa a todos, ha jugado la carta del señalamiento. La intervención de representantes de Bildu de todos los niveles ha convertido un tema de empleo e industria en uno político y algunos medios, sorprendentemente, se lo han comprado. Si algo caracteriza a la autocrítica es que ni la hacen otros ni se hace sola.

José Luis Escrivá

Sigo con el tándem al que se suben periodistas y políticos: si algunos elevan la anécdota a exclusiva de un gran periódico, creo que es justo que lo que “se trata de un dato meramente simbólico” pueda tener, por lo menos, un párrafo en esta humilde columna, y más cuando se trata de algo positivo para variar: “Ayer se superó el nivel de afiliados a la Seguridad Social que había antes de la crisis de la COVID-19”. Los entrecomillados forman, junto a una gráfica, el tuit de ministro Escrivá y lo que es, a todas luces, una buena noticia. Una de esas que necesitamos porque estamos todos agotados con los contagiados, los muertos y los ERTE.

Íñigo Errejón

Desde que Más Madrid superó al PSOE en las elecciones que ganó Díaz Ayuso, Íñigo Errejón se ha prodigado en los medios con bastante buena acogida, para desgracia de sus máximos enemigos, que no son de derechas, sino de Podemos. Y habla de todo: uno de sus cortes más valiosos de esta semana puede ser ese en el que apela a una vida tranquila, a que dejemos de estresarnos no ya con el coronavirus o el empleo, sino con el ocio. Que no todo es aprovechar el tiempo libre a muerte para las stories de Instagram, como él mismo sugiere, y descansar y estar simplemente tranquilos no está suficientemente valorado.

Pablo Iglesias

Precisamente Pablo Iglesias, que pagó los platos rotos de la victoria del PP después de impulsar la polarización que tan bien vino a Ayuso, ha decidido tomarse la vida con más calma: ni siquiera tuitea, según Vozpópuli. Y hace bien. Twitter es una red social sobrevalorada y sobrerrepresentada en los medios (empezando por todas las líneas que preceden a estas) que no sirve para comunicarse con nadie, sino para lanzar mensajes. Y la prueba es, precisamente, este abandono (al que se han precedido los de Ada Colau y González-Pons): Iglesias ya no pide que le recomienden series ni opina sobre el gobierno. Todo aquello era teatro.

Celia Villalobos

Esto sí que no lo esperaba: “La exministra y política Celia Villalobos anuncia su equipo de eSports: Candy Crush solo fue el comienzo”. Más allá del sorprendente titular, en 3D Juegos se hacen la misma pregunta que yo me formulo (más o menos): “¿Campaña de marketing o la puerta giratoria más sorprendente? De momento hay pocos detalles sobre el proyecto”. Si algo no es esto es una “puerta giratoria”, concepto que, como el de “fondos buitre” muchos aplican a todo y la mayoría no lo son. Pero volvamos a la exministra, que se ha prestado incluso a participar en el spot promocional de un equipo de gamers. Veremos cómo acaba.