Pandemia, la que tienen allí colgada

La irresponsabilidad fuera de China ante la pandemia me está resultando inaudita. Empiezo, por supuesto, por la responsabilidad individual. Aquí y en Alemania. Y siguiendo, por supuesto, por la de los políticos y la de los sanitarios que no solo no comparten algunas decisiones, sino que abogan por rebeldías parciales o completas hasta el negacionismo. Y Trump, ya, es capítulo aparte. Como lo es Madrid, desde Ayuso hasta la ciudadanía, se pongan como se pongan los capitalinos: “Los madrileños disparan las búsquedas de viajes para el puente del Pilar tan solo en una hora”, según El País en Twitter.

Sí, es un “zasca”

No salgo de Madrid ni de Twitter pero paso al plano político: José Luis Martínez-Almeida, portavoz del PP y alcalde de la capital española (por lo visto, este es el orden de sus prioridades), tuiteaba con cierta sorna sobre la petición del juez de imputar a Pablo Iglesias. “Le recuerdo su punto G”, escribía en referencia a que puede verse atrapado por su código interno si acaba siendo procesado o investigado por el ya famoso “caso Dina”. Pero que un buen “zasca” no nos tape la realidad: ya hay que tener la cara dura para ser del PP y pedir responsabilidades políticas por causas judiciales a los demás.

Y una verdad dolorosa

Más que “zasca”, Quim Torra tuiteó como respuesta a Pablo Iglesias una verdad tan grande como dolorosa: “El Vicepresident Pablo Iglesias a RAC1: ‘Ni como mera hipótesis concibo que pueda haber una imputación. Es inconcebible. Es una vulneración de derechos sin parangón. En este país todavía no han condenado a nadie por sus ideas’… Sr. Iglesias, en el meu país fa anys que passa”. La falta de sensibilidad de Iglesias, que fue a Catalunya a decir eso, que no había condenados por sus ideas políticas, es descalabrante. Una torpeza injustificable para quien no se ha cortado nunca en dar lecciones.

Mamarracho

“Un senador del PP recibe a Iglesias con una bandera, una corona y un retrato del rey”. Así de escueto y descriptivo es el tuit de EFE que, junto a la foto, nos ayudan a hacernos rápidamente una idea del nivel de mamarrachería que se gastan algunos de traje y corbata. David Muñoz, que es senador por Ceuta, ha sido el que ha tenido la brillante idea que, sí, le ha servido para que le saquen en los digitales y en Twitter, pero solo para que nos preguntemos de dónde demonios ha sacado la corona. Porque la bandera la venden en los chinos y el retrato del Rey te lo imprimes y lo pones en un marco, pero, ¿y la corona?

Cuanto mejor, mejor

Llevo un mes acompañando a mis hijos a la ikastola. En ese tiempo creo que ha habido dos o tres aulas confinadas. Los protocolos me parecen adecuados y reconozco, valoro y agradezco el esfuerzo del equipo. También sé que hay amas y aitas más descontentos o que, en general, protestan más. Pero hasta ellas y ellos se han ido relajando poco a poco: la cosa va bien. Y los agoreros del desastre y los capitanes a posteriori tendrán que seguir esperando. Esa es la mejor noticia. Pero no nos olvidemos de una cosa: como en el fútbol, el “resultadismo” acaba pasando su factura, y vendrán momentos peores.

¿Un chiste o una declaración?

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El futbolista del Lazio, Patric Gabarrón, publicó en Twitter una foto de él y Keita Baldé, también jugador del Lazio (y como el murciano, de la cantera del Barcelona), de espaldas, en bañador y cogidos de la mano, junto a emoticonos que podían inducir a una relación entre ambos. En el universo futbolístico salir del armario puede ser muy difícil, por lo dicho por algunos que lo han hecho ya con las botas colgadas, por lo que si es una broma es de pésimo gusto y, si no lo es, resulta un gesto valiente. Y más en la Lazio.

No, no es una broma

La que no parece que bromeaba es la chica que, tal vez emulando a Wonder Woman, tan de moda estas semanas, encabezó por un rato la manifestación en Iruña en defensa de la bandera navarra y España (declarado así en las redes sociales por participantes que acudieron desde diferentes puntos de la península): máscara, trapo rojo con toda la parafernalia como uniforme y, agárrense, una chistorra para fustigarse. Como muestra del nivel de los manifestantes, preciosa.

Somos de pueblo

Pablo Iglesias, que antes de su eclosión como gran político español para algunos, no dudó en llamar “lumpen” a lo que hoy llama “mayoría social”, se ha descolgado esta semana con este titular (dado, además, por un medio más amigo que enemigo): “Los urbanitas de izquierda tenemos que aprender a respetar esas tradiciones tan arraigadas en el pueblo”. Ese argumento le servía para justificar que el alcalde de Cádiz, de su partido, entregase una medalla a una virgen.

Y no somos modernos

Será porque somos de pueblo (en mi caso, de villa jarrillera), claro, por lo que algunos no somos capaces de entender estas muestras de solidaridad con las víctimas del terrorismo ni esas declaraciones de amor vía redes sociales. David Muñoz (él lo escribe “Dabiz”) mostraba una foto de su restaurante en Londres para declarar su amor a la ciudad (¿y para promocionarlo?) y a Cristina Pedroche. Así, a la vez. Porque así es la vida con “Dabiz”, un “locurón” televisado.

Tampoco entiendo la nueva coherencia

Vaya, en esta columna me estoy descubriendo: no entiendo que se bromee con la orientación sexual ni con una chistorra, como no nací en una ciudad tampoco entiendo eso de la laicidad de las fiestas religiosas ni las muestras de amor global de hoy, pero tampoco entiendo la coherencia como lo hace Bob Dylan que rechazó recoger su premio Nobel pero sí ha mandado su discurso con retraso para que no se le escape el casi millón de euros de la dotación económica.