Dos meses luchando por su vida

Se juegan la vida, literalmente, pero las y los manifestantes en Irán saben que con sus protestas están jugándose la vida que pueden llevar. Después de “dos meses de atroz represión y derramamiento de sangre” (República) nada ha cambiado, y el régimen ahora condena a muerte a algunos manifestantes detenidos. Manifestantes hartos de que en su país una lectura integrista de la religión haga que las mujeres especialmente vivan con miedo porque las pueden matar, como mataron a Mahsa Amini por no usar correctamente su hiyab y por ser kurda. La comunidad internacional no puede mirar a otro lado ni un día más.

Hemos enriquecido y adorado a idiotas

Elon Musk es solo el ejemplo más visible de que algunas fortunas, además de indecentes por su volumen, son intolerables por cómo se han conseguido: el único mérito del de Twitter es haber entendido mejor que nadie (solo Jeff Bezos le hace sombra) cómo funciona esta nueva economía virtual. Pero no son los únicos: Stephen Findeisen recordaba en su cuenta en Twitter que Sam Bankman-Fried y Elizabeth Holmes habían aparecido en la portada de Forbes poco antes de perder sus respectivas fortunas con ventas fraudulentas y evidentes señales de no tener ni idea de cómo funciona un negocio básico. Las y los ricos son el lastre.

Insisto

Amancio Ortega no me parece el peor, comparado con los Musk, los Bezos, los Bankman-Fried y las Holmes, pero es evidente que forma parte del grupo que pone en peligro nuestra civilización: “Ortega más otros 124 multimillonarios contaminan tanto como toda Francia, según Oxfam. Las personas más ricas del mundo producen 393 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2” (El Economista). No podemos permitirnos sus jets privados, su exclusividad asentada en importaciones de lujo hasta sus casas y sus negocios, o sus excentricidades (como poner en marcha empresas de cohetes espaciales).

Cada cosa, a su tiempo, pero…

No podemos pedir a IU, ni a Sumar, ni a Podemos, que haga algo contra las y los ultrarricos. Son las instancias supranacionales las que deben tomar la iniciativa porque son las únicas que pueden hacer palanca. Pero a los partidos de izquierda españoles sí podemos advertirles de que están haciendo un camino que puede acabar en un sitio muy pequeño o en un barranco. Elige tu propia aventura. Ahora IU “pide paso con un macroevento con mensaje a Podemos: ‘Somos la organización con mayor presencia municipalista’” (El Plural), después de saber que la coalición Unidos Podemos no se reedite para las próximas elecciones.

El tiro en el pie se lo dan todas y todos

Por el bien de la democracia solo espero que esta semana no pasemos otro episodio de bochorno en la izquierda española: “El padre de Yolanda Díaz la defiende frente a Pablo Iglesias: ‘No sé por qué tiene esa obsesión’” (El Independiente). ¿Qué hace este hombre, por mucho que sea un padre defendiendo a su hija, por mucho que haya sido un sindicalista conocido en Galiza, representando ese papelón en Cuatro? Las críticas de Iglesias, en cualquier caso, son el desencadenante, y parece que nadie es consciente de que con esta división televisada a la carrera electoral salen todas y todos cojos, aunque finalmente haya coalición.

Un estado fallido

Un estado fallido es aquel que, más allá de la imposición territorial, incrementa el sueldo a sus funcionarios a la vez que sube la cuota de sus trabajadores autónomos. Es así de sencillo en España: las gallinas que entran por las que salen, que las cuentas sean sostenibles durante la legislatura y, sobre todo, que los que más fuerza sindical tienen molesten menos. Así se llega a este juego de suma cero, millón arriba, millón abajo. Y sobre todo, a este juego de ruido cero: porque las y los autónomos nos quejamos menos, hacemos menos huelgas y tenemos menos impacto en los medios y los votantes. Importamos menos. Pero pagamos más.

Ya doy yo una idea

Y que no se te ocurra, pobre autónomo, intentar colar como gasto de empresa o representación el traje que usaste para una boda o una comida que no sea un menú del día para uno, que los funcionarios de Hacienda pueden darte un repasito. Qué pena que no metan tanto miedo a las y los legisladores, por ejemplo, para que puedan echar sus redes sobre AirBnb, que “paga en España sólo 870.000 € de impuesto de sociedades en una década” (EPE). Pero desgravar el gasto eléctrico de mi casa para poner la calefacción, aunque trabaje desde ella, es tal lío que mejor pongo una habitación en alquiler.

O dos

Entre el estado que nos exprime y quienes no paran de darnos lecciones, las y los autónomos de a pie, los que pasamos facturas que hacemos en nuestro ordenador, estamos achicharrados. Así que no me corto y celebro que, aunque sea lejos, la justicia haya puesto en su sitio (la cárcel) a una de esas que venden un modelo de negocio inexistente o basado en un potencial indemostrable pero que levantan (y se levantan) millones en las rondas de financiación. Elizabeth Holmes llegó a comandar una empresa valorada en 9.000 millones de dólares porque había desarrollado un analizador de sangre que resultó ser un fraude.

O tres

El reportaje en El Independiente sobre Evergrande, el gigante inmobiliario chino al que el régimen oriental ha puesto cerco, es la segunda muestra que leemos en poco tiempo de que la dictadura se ha puesto firme con quienes se enriquecen desmesuradamente en aquel país. Y no me parece mal, que conste, aunque por principios me parezcan mal todas las decisiones que tomen los totalitaristas. En este caso, cortar esos beneficios escandalosos y virtuales es una necesidad, sí, pero como sociedad global: no nos lo podemos permitir ni aquí ni en la China Popular, parafraseando a Josep Lluis Carod Rovira.

Nos hacen viejos los hijos… Y Blackberry

La semana pasada nos enteramos de que nuestras BlackBerry se han apagado para siempre. Mi primer smartphone, que me facilitó la vida de verdad con su teclado físico y su agenda de contactos o de citas, no volverá a encenderse jamás: la empresa ha decidido inutilizar todos los terminales que siguen en los cajones y que ya “se convierten en pisapapeles” (Microsiervos). La noticia ha hecho que me dé cuenta de lo mayor que soy y de los años que llevo ya haciendo mi trabajo, y ha devuelto a mi memoria imágenes como los primeros eventos tuiteados. Qué jóvenes éramos. Y qué efímero es nuestro trabajo.