Sí hay futuro

Soy periodista, vivo de ello y sé lo afortunado que soy. También sé que tengo un trabajo siempre discutible en un momento de cambio, y eso me parece apasionante. Por eso cuando caigo en piezas como “Papel y digital en un oficio del siglo XXI” solo puedo leerlas y recomendarlas. Yo tengo mi teoría (como que hemos despreciado la diagramación on-line y estamos pagando las consecuencias) y mi visión de futuro (que el papel será otro producto, exclusivo, y el de masas será el medio on-line), pero es mucho más interesante leer a las y los responsables de grandes diarios que entrevistan en El Periódico de España.

Igual más que en YouTube

Antonio Ortiz en Retina cree que YouTube puede ser la plataforma con mejor presente y futuro porque su sistema de pago a las y los generadores de contenido es de las más claras. Pero lo que sí está bastante diáfano es que esas y esos generadores, a los que antes llamábamos “youtubers”, quieren que el modelo de negocio de las plataformas cambie. Ortiz llama “feudalismo digital” al que ejercen las webs, repartiendo beneficios de modo arbitrario y poco transparente. Y quienes las alimentan quieren que esto evolucione, y que también los canales pequeños y medianos tengan su trozo del pastel.

Todas se copian

La guerra en Internet es en todos los frentes: las y los creadores contra las plataformas y estas, entre ellas. Es evidente que Instagram está copiando a TikTok (y lo está haciendo bien porque tiktokers están incorporándose a la red de Meta), pero TikTok también ha emulado a la que antes fue la reina de la foto, para alivio de muchas y muchos generadores de contenido que estaban muy a gusto con sus fotos y tuvieron que empezar a hacer vídeos. Pues bien, según Trecebits, la red china va a permitir ahora fotos en su timeline. No todo serán imágenes en movimiento. A mí que nadie me mire, yo sigo siendo de Flickr.

Y la tecnología cambia

Que en Xataka recomienden una Sony para grabar vídeos para TikTok me parece lo de menos. De hecho, me extraña poco que de las grandes marcas de foto y vídeo haya sido la japonesa la que se marque el tanto hasta con accesorios casi específicos. Y tampoco sé de qué me extraño cuando veo que las empresas ya empiezan a sacar cámaras adecuadas para que la chavalada se grabe bien para sus redes. El artefacto, con micro y pie especial, cuesta casi mil euros, pero permite grabar en vertical y la pantalla de extrae y gira para que puedan verse mientras se graban. ¿Nuevas necesidades? De nuevas tienen poco.

La verdadera brecha digital

La verdadera brecha digital no es la que separa a quienes no se manejan en entornos de Internet y quienes sí lo hacemos, más bien es esta otra que encontramos en el ya añojo Yahoo Finanzas: “La disparidad creciente entre el valor de mercado y la actividad real en el mundo de la Web3 durante los últimos años”. Se refieren al “proyecto Metaverse Decentraland”, que ha costado más de mil millones de dólares y cuyos creadores “entraban en pánico por la bajísima cantidad de usuarios activos registrados en un periodo de 24 horas”. Nada más que “apenas 38 clientes”. Por cierto, el proyecto es de compra-venta de espacios virtuales en el Metaverso.

Ni mentiras ni hostias

Empiezo fuerte y lo hago porque sé que Ramón Salaverría no tiene que recurrir a palabras gruesas para que le demos la razón: “El demócrata respeta siempre la opinión discrepante, pero no admite la mentira. Por eso las redes sociales no me parecen democráticas: propician el vapuleo de los discrepantes mientras ensalzan a los mentirosos”. El profesor lo escribe así de bien y yo que soy de Ezkerraldea intento zanjar el tema con contundencia. Es cuestión de estilos, pero es innegable que el tuit Salaverría no puede ser más cierto ni más concreto: describe lo que sucede. El problema es que sucede a diario.

No quieren entender

Fernando Arancón también ha empezado el año reflexionando sobre la utilidad del debate en Internet: “Nunca he sido partidario de usar la opción de Twitter de no permitir respuestas, pero de verdad que es desesperante esa relación inversamente proporcional entre comprensión lectora y ganas de comentar con cualquier estupidez”. No obstante, yo también iría más allá en este caso: no se trata de falta de comprensión lectora, el asunto es aún más grave, pues se trata de no querer entender nada. Los más tontos de su pueblo, esos son los que responden mayoritariamente en Twitter y arropados por el anonimato.

¿Existe el debate público?

El director del Círculo de Bellas Artes de Madrid denunciaba en Twitter que no había aparecido la reserva para 30 comensales que tenían en Año Nuevo y que, además, la persona que la cerró no respondía al teléfono. Cómo serían las respuestas para que cerrase su hilo así: “Estoy perplejo por la falta de empatía de algunos comentarios, pero supongo que es un reflejo de la calidad de nuestro debate público”. Me temo que no hay debate público y que han intentado engañarnos quienes nos vendían como tal los replies en Twitter. En eso es en lo que debemos afanarnos: en desempoderar a quienes los interesados empoderaron.

Así

Uno siente cierto orgullo por que Xabier Lapitz haya demostrado con hechos más que con palabras (como las de Julia Otero a Cristina Pardo) cómo hay que reaccionar ante los bulos desde los medios de comunicación: parándolos. En su caso, lo ha hecho con el del patrimonio de Irene Montero: “No es verdad, es un bulo, y aquí no se habla de bulos”. Y el recadito para quienes sí lo hacen tampoco está de más: “De periodistas tienen lo que yo de bombero torero”. Si queremos un debate público de verdad, y este solo es posible en los medios, los periodistas tenemos la obligación de implicarnos y remangarnos.

Y llega el metaverso

Tenemos claro que populistas y descerebrados han empobrecido hasta hacer inútiles las conversaciones que pueden darse en Internet y, sin embargo, alguien ha decidido darles una nueva oportunidad con el metaverso, esa especie de mundo paralelo virtual (como Second Life pero actualizado) en el que algunos ya compran hasta parcelas. ¿De verdad nadie ve que van a colonizarlo rápidamente los más tramposos para esperar, desde dentro, a los más incautos? Muchos de quienes sí ven esa maldad no tendrán reparos en montar su business, y ahí es donde el riesgo se multiplica. ¿No tenemos remedio?

Ilusión, sí. Trampas, no

El tuit de Juan Carlos Cruz solo es uno más buscando el reconocimiento (o el desprecio, lo importante es el ruido) del resto de usuarios de la red social: “Un Gobierno de izquierdas consigue en plena crisis pandémica la mayor caída del paro de todo el siglo XXI y la mayor creación de empleo desde 2005”. Asegurar esto es tan tramposo como afirmar que ese mismo gobierno es responsable de la crisis que generó el coronavirus. A los gobiernos hay que reconocerles la capacidad de reacción en lo sanitario y en lo económico si la han tenido. Pero las alabanzas por el retuit no benefician a nadie.

Deseos, también

La mañana de Reyes desborda ilusión y satisface (o no) deseos. Por ejemplo: me encantaría que los medios de comunicación diesen las cifras de positivos por COVID recordando el número de test y el esfuerzo sanitario de personal y gestores. Pero sé que la realidad se parece más a lo que tuitea Enrique Clemente: “Una comunidad, pongamos que hablo de Madrid, no da datos de contagiados. ¿Qué hacen las televisiones? ¿Lo destacan? ¿Lo critican? Error: no dicen ni pío y hablan (mal) de las que sí dan los datos. Así funciona la estrategia de Ayuso en connivencia con los medios, incluida la televisión pública”.

Y magia. Mucha magia

Si hay un país de fantasía ese es Cuba: la dictadura es justificada por la izquierda mundial que desprecia el sufrimiento de una ciudadanía empobrecida, empujada a ser chivata de sí misma, sin aspiraciones ni recursos y a que tiene vetado el acceso a hoteles en su propio país. La crisis económica ha azotado a la isla más que la sanitaria, y los remedios del régimen solo han servido para exhibir su incapacidad: el caos económico, las monedas convertibles en la calle y en Internet, la devaluación del dólar en la isla que ha empobrecido a sus habitantes y el refuerzo del mercado negro paralelo dibujan una situación indefendible.

El nuevo El Dorado

Cuanto más leo sobre el “metaverso” más inviable me parece. ¿Por qué ahora sí iba a triunfar Second Life? Pues bien, son muchos los convencidos y, sobre todo, no son pocos quienes (sobre todo, en EE.UU., según EPE) quieren subirse a un tren que acaba de arrancar. Parece que quienes no pudieron invertir en bitcoins al principio ahora están comprando parcelas digitales en ese mundo paralelo que Zuckerberg está impulsando, con la aspiración de que se revaloricen y con la intención de especular. Los bitcoins siempre me han parecido una estafa piramidal y este metaverso, hoy, un detector de vendepeines y de incautos.

Ojalá la fantasía continúe

Tengo una hija y un hijo pequeños, lo suficiente para que hayan empezado el día abriendo los paquetes que les han dejado unos señores que aparcan a sus camellos en el portal. Sé que esta magia tiene fecha de caducidad y ando algo melancólico, como cualquiera después de casi dos años de pandemia. Por eso me ha encantado el post en Magnet sobre cómo “Tolkien pasó 23 años fingiendo ser Papá Noel en cartas navideñas a sus hijos. Y eran fascinantes”. El autor de El Señor de los Anillos inventó para su familia cuentos sobre “las luchas de Papá Noel contra duendes montados en murciélagos que robaban los regalos”, entre otros.