Objetivo, Esperanza Aguirre

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Esperanza Aguirre se lo ha buscado, y lo que ha hecho, incluso en la mejor de las versiones (la suya, que la veremos a continuación), es absolutamente injustificable. Si a eso le sumamos que ha ido de espíritu puro, y no se ha cortado a la hora de repartir lecciones con una soberbia moral que causaba risa, su error, grave, le está pasando factura. En las redes sociales digitales nadie la defendía (hecho más relevante de lo que parece) y muchos, muchísimos la atacaban. El ejemplo de los clics de Playmobil que difundió Millán Berzosa (más de 18.000 seguidores en Twitter) es solo uno de los más “soft” que hemos encontrado.

Injustificable

Incluso la mejor versión de los hechos, la que ofrece Esperanza Aguirre en su Facebook bajo una fotografía en la que recuerda que es una tigresa con capacidad de influencia en el PP, resulta injustificable. Es injustificable que una ex presidenta de la Comunidad de Madrid deje su coche en el carril bus de la Gran Vía de la capital, por mucho que ponga las luces de emergencia y fuera solo un minuto, según ella. Y es injustificable que ella decida, unilateralmente, marcharse si los agentes requerían su presencia, porque todo el mundo espera a la multa y a lo que necesite/quiera un agente de la autoridad. Y esto solo siguiendo su relato.

Un mal día para el PP

Pero el jarro de Aguirre caía sobre otro, el de Ana Mato: la ministra de Sanidad “indigna a los internautas por achacar la malnutrición infantil a dietas poco equilibradas y no a la pobreza”, según ‘El Boletín’. Con este argumento pretendía desmontar las acusaciones de varias asociaciones de ayuda al necesitado que denunciaban las situaciones que observan e intentan paliar cada día. Pero entre el despropósito político hay otro que llama mi atención: ¿los internautas? Digo yo que los internautas se manifestarán en Twitter pero la indignación será mayor. En este caso, la limitación la pone quien mira. Quien mira solo a Twitter, quiero decir.

La crisis es para los pobres

Aunque los datos macroeconómicos sean tan positivos como nos aseguran, el fin de la crisis tardará en llegarnos, y no veremos una mejora sustancial de las condiciones de vida, empleo y fiscales draconianas que nos imponen. A menos que jueguen en bolsa, especulen, compran y vendan y, en definitiva, hagan todo eso que nos ha llevado a la crisis, curiosamente: la bolsa española “se mantiene en niveles de 2011” (‘Te Interesa’), y aún así “era la plaza europea que peor comportamiento mostraba en comparación con Londres (+0,42%), Francfort (+0,38%) y París (+0,21%)”.

Todo es mentira

Así se defiende la Zarzuela ante lo que desliza Pilar Urbano en su último libro: una “pura ficción imposible de creer” (‘Diario Crítico’). Y a partir de aquí, los cortesanos son los que tienen que defender este axioma. Algunos, como podemos ver los últimos días, ya se han puesto manos a la obra. No podía ser de otra manera. Y tampoco me parece criticable, si les digo la verdad. Eso sí, si uno decide sacarse esa foto (como todos los que decidimos sacarnos alguna en algún momento), luego tiene que saber cargar con ella. No vale defender a la monarquía, pese a todas las sospechas y velos rasgados últimamente, y luego querer pasar por neutral, templado o republicano.