El relato

Lo bueno que tiene Twitter si eres un poco vago es que solo necesitas escribir 240 caracteres. También ayuda si lo tuyo es el populismo. Y es muy útil para quienes son hábiles con el mensaje-gancho pero no son capaces de desarrollar una idea. Así, el relato se nos ha reducido a su título y parece una verdad absoluta que Australia ha dominado el coronavirus con “millones de test y miles de rastreadores”, sin mencionar que es una isla aislada, que geográficamente convive con gobiernos muy férreos o que le basta con cerrar puertos y aeropuertos a países en los que la gente se manifiesta contra las restricciones.

¿La verdad? ¡Qué más da!

Una pandemia es una forma de guerra, solo que contra un enemigo minúsculo que diezma a la población. Y como en toda guerra, la verdad es una de las más tiroteadas. Sobre todo, en Twitter. Pero hay quien se desenvuelve con verdades a medias y mentiras a tres cuartos también delante de un micrófono: “Madrid anuncia su desescalada el mismo día que Sanidad pide a las comunidades que sean más duras” (La Voz de Galicia). En efecto, Isabel Díaz Ayuso está exhibiéndose como una política muy hábil para ser responsable solo de las buenas noticias. ¿Eso es ser una buena política? Yo no he dicho eso. Ni lo pienso.

Hasta las mejores sufren

Todos los sistemas sanitarios, también los mejores, están sufriendo durante la pandemia. Del mismo modo, todos los gobiernos sufren el desgaste de una gestión complejísima en una situación de gran sensibilidad social y personal. Incluso la primerísima clase bruselense se ve impotente para frenar los contagios o, lo más básico, hacer cumplir los contratos a proveedores farmacéuticos a los que ha inyectado dinero. “Crecen en la UE las críticas a Von der Leyen por la mala gestión de la crisis de las vacunas”, lo que “empuja a varios Estados a exigir la entrega rápida de los fondos europeos”, leemos en República.com.

Sobre la libertad de expresión

El tiempo y lo que he visto y leído me refuerzan en la idea de que la libertad de expresión está mal explicada: no se trata de que puedas decir lo que te da la gana, sino de que puedas decir lo que es legal que digas (también puedes forzar esa legalidad, ahí está el nudo gordiano). Y como es debemos defenderla: nadie nos puede coartar si queremos decir lo que podemos decir. Víctor Lenore tuiteaba lo que pretendo expresar de un modo muy gráfico: “La libertad de expresión es un principio irrenunciable, que debemos defender incluso para artistas tan mediocres y políticamente tóxicos como Pablo Hasel”.

Más sobre el contrato de Messi

Sigo pensando que ese mantra de “genera más de lo que gana” que ha vuelto a hacerse oír después de que conozcamos al detalle el contrato de Leo Messi solo busca que el torrente de dinero que genera el fútbol no deje de correr. No niego que Messi atraiga más contratos publicitarios a corto, pero sí creo que a medio plazo su salario hace que el sistema se vuelva insostenible. Al respecto, Borja Barba tuiteaba con acierto: “A la gente le parece normal que sus clubes firmen contratos que después no pueden pagar. Y todo es por un único motivo: nunca hay consecuencias. Tampoco me sorprende”.

Primero, lo grave

Los nazis avanzan en Europa: en Suecia no han retrocedido y en Italia, según recogen en Electomanía, ganarían hoy las elecciones con diez puntos de ventaja sobre la segunda fuerza. Su líder, Salvini, además, aprueba como ministro de Interior y el 59% de los encuestados también da su aprobado al gobierno de coalición entre el Movimiento 5 Estrellas, que algunos quisieron ponernos como modelo, y la ultraderecha. Ese es el escenario real que está aderezado, para mal, con pequeños y preocupantes incrementos de los partidos xenófobos en otros países de Europa. Hay que pararlo.

También en España

En Euskadi, los fascistas no han sido de ultraderecha pero sí han andado con pistolas hasta antes de ayer para aterrorizar o matar a quien no pensaba como ellos, y con otros fascistas que les justificaban (algunos siguen haciéndolo). En España, hemos visto fascistas en el Valle de los Caídos y en las manifestaciones por la unidad de España que se celebran en Catalunya. Están ahí, con sus banderas con el aguilucho y sus esvásticas tatuadas y, como denuncia PabloMM en Twitter (que no me gusta nada pero en esto tiene razón), con los medios españoles dispuestos a legitimarlos.

Ahora, una ministra socialista

El nombre de Carmen Montón, la ministra española de Sanidad, no era muy conocido hasta ayer, cuando el diario digital de Ignacio Escolar la llevaba a portada por las irregularidades de su máster, obtenido, como otros cuestionados, en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. La situación es interesante: Montón ha defendido la legalidad de su máster con algunas lagunas (como que no sabe dónde lo cursó porque iba en taxi) y Pablo Casado, que está en la misma situación, con un máster en entredicho, ha anunciado que no usará el tema para atacarla. ¿Y los profesores de la URJC, qué opinan?

Carmena se presenta pero, ¿en qué condiciones?

Manuela Carmena ha cambiado de opinión y volverá a presentarse como candidata a la alcaldía de Madrid. Hasta ahí, todo me parece muy bien, pero, ¿en qué condiciones? Y sobre todo: ¿cómo las ha negociado? ¿En un cuarto cerrado con Pablo Iglesias, como el propio Iglesias denunciaba que hacía la casta… Antes de ser casta? El periodista madrileño Ángel Calleja ha recopilado una serie de noticias y situaciones que Carmena ha tenido que soportar durante la legislatura por las particularidades de su gobierno y que, seguro, no quiere que se repitan.

Twitter no representa nada

No quiero cargar las tintas contra la cuenta de Adurizpedia en Twitter, al contrario: quien la lleva nos ilustra con un montón de estadísticas sobre nuestro Athletic y solo puedo darle las gracias y animarle a que siga haciendo su trabajazo. El otro día lanzó un dato: que el Athletic estaba en el puesto 12 del ranking de interacciones en Twitter de los clubes españoles. ¿Y qué? ¿Y eso qué significa? ¿Interacciones para bien o para mal? Twitter no es la medida de nada, al contrario, el perfil del tuitero activo se parece al de un hooligan de sus propias convicciones y, en general, poco tiene que aportar.