¿Y qué?

Es año electoral, pero estamos en enero y las elecciones generales, las que parece que son las únicas que interesan a prensa y política españolas, serán en diciembre. Así que el bajón en las encuestas que sufre ahora Pedro Sánchez no parece muy importante. Y más cuando lleva aparejado que el PP sumará con la ultraderecha. De lo que sucede esto es lo más importante y para lo que el tiempo sí corre: no podemos permitir que durante estos meses, prensa y política, otra vez, vayan naturalizando que Vox es un partido que puede entrar en la gobernabilidad de España. Y esta, solo esta, es la baza de Núñez Feijóo.

Estos. Son estos

El candidato de Vox a la Generalitat Valenciana, Carlos Flores Juberías, ha sido condenado por “violencia psíquica” hacia su exmujer: “Secuestradora de niños, más que ladrona, te voy a estar jodiendo toda la vida hasta que te mueras y acabe contigo”, le dijo a las puertas del colegio al que van los hijos en común, según Levante. La sentencia también recoge la “nefasta situación emocional de los menores” y agresiones a su exsuegro: “Vete con las putas que es lo que tienes que hacer”. Flores Juberías estaba en el Consell de Transparència a propuesta del PP y este partido quiere sacarlo de él ahora por su candidatura con Vox, y no por su moral.

Sí, eres incapaz

Si eres el alcalde de Madrid y tuiteas que “seré incapaz, pero lo que no haré nunca será pactar presupuestos con filoetarras e independentistas como el gobierno del que es usted ministra”, en respuesta a Reyes Maroto, pareces un incapaz. Porque es evidente, a todas luces, que en el ayuntamiento de la capital de España no hay partidos como el PNV, Bildu o ERC. Así que, lógicamente, José Luis Martínez-Almeida nunca pactará con ellos en esa institución. Lo que sí hace es pactar con la extrema derecha española, y eso quedará para su historia política, incluidos los peajes que le imponía Vox con deleite.

Dar trigo

“Alimentación, automóviles, transporte aéreo, autopistas, taxis, hipotecas, telefonía, plataformas de streaming, tabaco… incluso los ya casi olvidados sellos de correos suben este año”, leemos en El Periódico de España con resignación. “El resumen es que todo, o casi todo, va a subir en 2023, aunque sea en menor medida o a menor ritmo que en 2022”. Ya sé que las razones son globales (la cara dura de algunos es mundial) y que el gobierno español sigue inyectando dinero para salvar el corto plazo, pero pocas veces fue tan claro eso de que no es lo mismo predicar (desde la oposición, las tertulias o los atriles) que dar trigo.

También en 2023

Aunque no esperábamos otra cosa no podemos dejarlo pasar: Kiev ha sido durante bombardeada durante las primeras horas de 2023, al parecer, “con drones de presunta fabricación israelí”. Así que, sí, la invasión rusa sobre Ucrania continúa, y no solo eso: en un especial de Nochevieja, entre actuación y actuación y con militares condecorados en primera fila del show, el presentador aseguró que Rusia seguía expandiéndose, le guste a Occidente o no. Cambiamos de año, cambiamos el calendario en la cocina pero no perdemos de vista, por desgracia, a quienes justifican una agresión por el morro.

Mis dos minutos de odio

Escribo esta columna profundamente enfadado, conmigo mismo y con todo lo que veo. Somos imbéciles, no hay otra explicación: la pandemia avanza porque se lo ponemos fácil y no cumplimos las normas. Y quien me venga con que los gobiernos criminalizan a la ciudadanía se puede ir a la mierda: si todos hiciéremos caso a las obligaciones y recomendaciones estaríamos mejor. No es menos cierto que hay normas que nadie comprende: “La ministra Maroto considera que la llegada de turistas de la Unión Europea ‘no es un elemento de riesgo’”, tuitean en El País. Pues ya me lo puede explicar con dibujos sencillos.

La asquerosa pelea política

A Bildu se le apaga el foco y no deja de agitar la farola para que siga alumbrando: su doble estrategia de acoso y derribo al gobierno vasco durante la pandemia y de facilidad absoluta al español está más que agotada. Pero siguen intentado rascar el fondo: Maddalen Iriarte habla ahora de colocar a una alcaldesa de Bildu en el LABI. Ahí están los de la pureza, preocupados por las cuotas y por meter un caballo de Troya nada menos que en el espacio en el que se toman las decisiones para frenar la pandemia. Porque todo vale si le vale a la izquierda abertzale, lo sabemos bien en este pequeño país.

Somos unos irresponsables

Mi profundo cabreo lo provoca el cansancio, la incoherencia, el oportunismo y, sobre todo, la irresponsabilidad. La de la ciudadanía, la del periodismo y la de la política ante la pandemia. Empiezo por incluirme en todas las categorías en las que encajo: como ciudadano tomo malas decisiones. Y como periodista me enfada saber que nos colaron el riesgo de AstraZeneca, y que eso influyó en las decisiones de los políticos, a su vez, agotados del acoso de oposición o sindicatos y las críticas públicas. Ahora nos toca remontar y recuperar la confianza en la vacuna de la que llegarán millones de dosis hasta verano.

Como para no ciscarse en algo

Insisto en que lo que más me enfada es la irresponsabilidad en medio de toda esta mierda. Porque ya no se trata de un cúmulo de errores, del desconocimiento o de que ha tocado un o una incapaz para gestionar algo tan grave. La irresponsabilidad hoy es una opción, es un modo plenamente consciente de enfrentarse a la pandemia, y ante ella tenemos que revelarnos con saña: “Las elecciones en Madrid vuelven a parar la renovación del CGPJ y se congelan las negociaciones de todas las instituciones”. Si este titular en Público no es para ciscarse en la política española, sus protagonistas y sus asesores, ¿qué lo es?

¡Lo que nos faltaba!

Los que trabajamos desde casa lo hacemos muchas más horas que antes de la pandemia. Es un mal global. Las pocas opciones de salir a la calle y las distracciones cotidianas del hogar nos empujan a estar más accesibles, a pasar más horas delante del ordenador, a cabrearnos (en mi caso) y a engordar (también, en mi caso). Lo que nos faltaba era esto de Pymes y Autónomos (por lo general, un blog recomendable): “Aprender a trabajar desde casa y en un entorno siempre conectados es imprescindible”. No. Lo que es imprescindible es aprender a desconectar aunque estemos en casa o con cobertura.