Lo grave que es esto

Euskadi es un país tan extraño a veces que hablar de ETA parece extemporáneo pero llevamos dos semanas debatiendo sobre si podemos o no prohibir el paso de la Falange de Primo de Rivera por Gasteiz. Pero la izquierda abertzale sigue reivindicando a la banda que mató a más de 850 personas: EH Bai, la marca en Iparralde de EH Bildu, ha agradecido en X (“milesker”) el trabajo a favor del pueblo que hizo Jakes Esnal, que estuvo condenado a cadena perpetua en Francia por el atentado a la Casa Cuartel de Zaragoza (11 víctimas, cinco de ellas, menores). Sortu, por cierto, ha hecho retuit. Sin taparse, ni nada. ¿Quién juega la carta de ETA?

A mí sí me lo parece

Joseba Permach ha vuelto a aprovechar un titular para hacer un repaso en X a lo que él considera escándalos económicos protagonizados por personas que pertenecen al PNV. Sean o no verdad. Andoni Serrano le responde con los trompos que se meten al bolsillo anualmente Oskar Matute o Jon Iñarritu (desaparecido desde que Israel es genocida). Y yo he hecho otra búsqueda: los méritos de Permach para ser profesor de la EHU (con sueldo público). En Dialnet (web de referencia académica) aparece poca cosa: dos artículos, dos colaboraciones en obras colectivas y un libro. Deméritos éticos, todos. A mí esto también me parece grave.

Una respuesta a los bulos

Vuelvo a la mierda de hace dos domingos, en la que unos cuantos aprovecharon la presencia en Gasteiz de la Falange de Primo de Rivera para lanzar adoquines a la Ertzaintza: en esa mandanga ningún ertzaina estrechó la mano a un falangista. Esa imagen es antigua y está descontextualizada, pero da igual: se puede hablar de ella en la radio pública como si no fuera un bulazo. Otro: el alcalde de Sestao, Gorka Álvarez, enseña en Instagram su nómina (y la que cobraba antes de asumir la responsabilidad) para negar el bulo sobre que gana más de 6.000 euros al mes. Álvarez lo desmonta a cara (y nómina) descubierta, como tiene que ser.

Vivimos en The Boys

Lo dicho: en Euskadi vivimos en una distopía en el que el tiempo, los méritos, los sueldos y la realidad se deforman en función de lo que le interesa a Bildu. Y en el mundo vivimos en The Boys: el vídeo de Trump en su red social (llena de publicidad) en el que desprecia las manifestaciones en su contra, y aparece pilotando un avión de guerra, con una corona de rey, desde el que lanza barro o guano a las y los manifestantes, es un insulto. Un insulto a la inteligencia, a la libertad de expresión, al medio ambiente (los vídeos como ese, realizados con IA, necesitan recursos energéticos enormes) y a los principios más básicos de la política.

Israel mata

Trump quiere presentarse como un pacificador, pero lo que ha hecho en Gaza es un reparto de tierras y beneficios futuros, y una advertencia severa a Hamás (que se merece lo peor, como ser maltratada por Trump). Pero la paz no ha llegado: el gobierno y el ejército israelíes han seguido bombardeando y asesinando a personas, niñas y niños, incluidos, en la franja (como señalan en La Voz de Galicia). Sin piedad, sin vergüenza, sin que nadie lo pare (ni Trump que, como siempre, es fuerte con los débiles y débil con los fuertes), disparando la indignación y la mala hostia en el planeta. Netanyahu está sembrando vientos a manos llenas.

Pero no hay cambio climático, qué va…

Las sucesivas olas de calor de los últimos veranos y, especialmente, de este, no son una casualidad. Tampoco lo son los deshielos de los glaciares, ni los récords de altas temperaturas, que se baten uno detrás de otro. Ni los incendios: hablamos todo el tiempo de lo mismo, del cambio climático, del calentamiento global y de que nos estamos abrasando. Y esta no es una llamada a que separemos la basura o bajemos la temperatura de la ducha un grado. Esto es un aviso para que la comunidad internacional declare la guerra a los países más contaminantes y a los ricachones que asaltan el espacio, como a Rusia por su invasión sobre Ucrania.

El modelo de política

Del mismo modo que el comportamiento de las acciones en bolsa define a la banca actual, las acciones del poder judicial español, especialmente de su cúpula, definen una posición entre la derecha y la pared, es decir, Vox. Un poder judicial heredero, muchas veces vía paterna directa, de otro régimen, y que ha demostrado ser el poder que más cómodo se siente con las denuncias y las declaraciones de la extrema derecha. Con las evidencias amontonándose, “el PP rompe las negociaciones con el Gobierno sobre el Poder Judicial” (El Diario) a las puertas del debate sobre el estado de la nación española. Otra acción que define a quien la acomete.

Y de comunicación

He hecho el caso justo a la batalla entre Podemos y Antonio García Ferreras. No es que no me importe la calidad de la democracia o de la información, es que creo que lo sucedido no es excepcional (en Euskadi, ya en la época de Ibarretxe, vimos y leímos manipulaciones sonrojantes) y el periodista no es representativo de la profesión. De todo lo escrito, me quedo con esto de Mr. Insustancial en Twitter: “Lo más importante es no flipar se con series como ‘Borgen’ o ‘House of Cards’ porque luego la realidad te cuenta que las conspiraciones se rematan en sobremesas largas con gente con menos seso y telegenia que ambición”.

También de capacidad de interpretación

La existencia de negacionistas y la capacidad de este grupo para ponerse en ridículo nos tiene que servir como alerta de gravísimo problema que tenemos de comprensión lectora, y del mundo en general. La ausencia de espíritu crítico de quienes se creen “empoderados” vía Internet (para terminar consumiendo compulsivamente vídeos de mierda en Tiktok) es palpable también en la cantidad de gente que se ha quejado en Twitter porque ha necesitado tres temporadas en darse cuenta de que The Boys es una crítica a la extrema derecha estadounidense y sus ramificaciones empresariales.

¿Y quién es ella?

¿Qué ha hecho en la vida Victoria Federica de Marichalar para poder pagarse una habitación de más de 1.000 por noche en un hotel en Ibiza? Se lo pregunté a una investigadora que ha estado estudiando los últimos años a algunas influencers en redes sociales porque sospechaba que por ahí iba a venir la respuesta. La nieta de Juan Carlos I es hoy una prescriptora que puede estar consiguiendo regalos, pagos en especie o directamente en su cuenta corriente por promocionar locales de hostelería, marcas o eventos. Vamos, que curra, que ese hotelazo es fruto de su trabajo y, evidentemente, de su posición de partida.