Si fuiste Charlie, hoy, Mayte

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La agresión a, Mayte Quílez, la directora de El Jueves, es absolutamente injustificable. Y celebro que así lo vea la inmensa mayoría. Pero me temo que en este caso la comunión viene provocada porque nadie quiere sacarse la foto con los agresores: neonazis molestos por la última portada de la publicación. No me hace gracia que nadie desee sufrir cáncer a nadie, pero quien bordea los límites del humor, casi siempre con acierto, debe ser defendido. El de cerca, y el de más cerca.

Si le duelen a él…

Leo en Público que “Juan Rosell, ha destacado el buen comportamiento de la economía española pese a la situación política del país, pero ha incidido en que es ‘absolutamente necesario’ que España y Europa lleven a cabo reformas ‘de las que duelen, pero de las que curan’”, y no me hace falta leer nada más porque no quiero acabar ciscándome a “los empresarios” u otros colectivos potencialmente “marroneros”. Si las reformas le duelen a Rosell, me parecen bien. Si pretenden apretarnos a los de siempre, como diría Fernando Fernán Gómez: ¡a la mierda!

Ya no soy “mourinhista”

Sí, me gustaba Mourinho por su estilo, tan propio de nuestro Javi Clemente, de echarse la responsabilidad y el equipo a las espaldas, de sacar chispas de jugadores y situaciones. Pero ya no me gusta porque creo que con quien defraude a Hacienda hay que tener tolerancia “cero”: el exentrenador del Real Madrid ha pagado dos millones entre multa, intereses y declaración paralela después de evadir 700.000 €. ¡Qué curioso es el verbo “evadir”, cuando significa: “Robarnos a la cara”!

Todo queda en (su) casa

Yo el titular hasta lo he encontrado poético en PR Noticias: “Javier Algarra, (Intereconomía) imputado por pagar 44.000 euros a Martínez Pujalte del PP”. Más adelante leemos que el importe y las conexiones entre empresas unipersonales de cada uno de los protagonistas es lo que “ha llevado a la Fiscalía a sospechar sobre quiénes están detrás del pago y sobre cuál es el concepto real del mismo”. El melón está abierto y los dos que lo sujetan merecen nuestra “atención”.

No solo es el logo

No me gusta el nuevo logo de Instagram. De hecho, me gustaba el viejo. Ese toque antiguo en el botón de una App, de una de las primeras que se lanzaron a este mercado y consiguieron una venta milmillonaria, era el icono, también, de una época que vi nacer. Con el cambio apenas quedan rastros de aquello, pero las novedades solo van a ir a más: nuevo diseño de la aplicación (una de las mejores del mercado hoy), nuevas utilidades y, por fin, modelo de negocio que le permitirá a Facebook, la empresa propietaria, rentabilizar aquella operación.