Bélgica 1 – 0 España

No sé cómo acabará el partido ni el pulso diplomático, pero de momento es evidente que la justicia belga va ganando a la española manteniendo en libertad vigilada a la parte del govern que no se quedó en Catalunya. En Twitter los de un lado y los de otro han esgrimido estadísticas que ponen peor al sistema judicial español o belga en función de los intereses del tuitero, pero incluso aceptando que son de una fiabilidad similar, parece que en Bruselas miden mejor que en Madrid.

Todos nazis

Ayer también se recrudeció en las redes sociales la batalla por ver quién es más más nazi. Por supuesto, después de conocer la decisión de la justicia belga, en España señalaban a las diferentes instituciones y partidos flamencos, a los que relacionaban, sin tapujos, con el nacismo. ¡Quién va a ponerse ahora a estudiar historia de aquellos partidos! Lo que no deja de resultar curioso es que parte de las acusaciones vengan de un partido fundado por un ministro franquista.

Sensibilidad, la que tiene ahí colgada

María Antonia Trujillo está siendo uno de los descubrimientos tuiteros de esta etapa del procés. La exministra socialista, después de quejarse airadamente de que le sirvieran en Madrid agua Font Vella, ahora defiende a los policías que bromeaban sobre una supuesta violación a Oriol Junqueras: “Osito tampoco es un insulto. Insultos los q nos escupen en las redes” (sic), afirma quien va de sensible feminista con sus fotos sacadas una cámara de 7.000 euros.

Fachin abandona

El secretario general de Podemos en Catalunya ha anunciado que deja de serlo después de que Pablo Iglesias le criticase abiertamente y de que el propio Albano-Dante Fachín denunciara la activación de una campaña de descrédito en su contra, al uso habitual que ya hemos observado en Podemos contra su disidencia interna. ¿Los motivos? Yo lo tengo claro: la desavenencia viene por la ausencia de ideología y la seguridad de que sobran golpes de efecto.

Bego, ¡qué grande eres!

Nuestra compañera de Onda Vasca, Begoña Beristain mostraba en Facebook su medalla después de haber terminado la maratón de Nueva York. En el vídeo, aún sobre el asfalto, deja ver sin filtros su cansancio y su emoción por haber cumplido un sueño, y anima con la energía que solo ella es capaz de transmitir (y por eso la admiramos) a que todos persigamos los nuestros con insistencia, hasta materializarlos. Ese es el verdadero mérito, más incluso que el de terminar la maratón.

Blanqueo, no, gracias

Son ya varios los intentos de la izquierda abertzale de aprovechar lo que pasa en Catalunya para blanquear su pasado. Laura Mintegi lanzó un tuit con casi cuatro mil retuits en el que hablaba de “listas independentistas” inhabilitadas en Euskadi, como puede pasar en Catalunya. Pero no es comparable: la mayoría de inhabilitaciones fueron por relación con ETA, ratificadas incluso por Estrasburgo. Y sí hubo listas independentistas legales como en la que ella fue candidata, o todas las de EA y del PNV.

Las cosas por su nombre, sí, por favor

Jesús Cintora conseguía más de seis mil retuits denunciando el acoso al que fueron sometidos los consellers catalanes por fachas españoles. Por lo menos de fachas eran las convocatorias que vimos en Twitter: Hogar Social Madrid y partidos de la “alt right” llamaron a los suyos a avasallar a los políticos catalanes que llegaban a Madrid el miércoles para declarar ayer en la Audiencia Nacional, sin protección policial. Y el blanqueo aquí tampoco cabe: no son defensores de España.

Bulos, tampoco

El dibujante Eneko de las Heras no publicará más en el 20 Minutos porque el medio así lo ha decidido, unilateralmente. El propio humorista gráfico lo hizo público en Twitter poco antes de que empezara a correr como la pólvora por Twitter una viñeta de él en la que denunciaba la violencia policial en España, como motivo del fin de esa relación. De hecho, esa viñeta corrió más que la propia realidad: De las Heras explica que ese dibujo salió en Interviú, donde sigue publicando.

Repetir las ideas

En esta misma columna les traje ejemplos imaginativos y estupendos de páginas web que sortearon la prohibición española para informar de los detalles del referéndum del 1 de octubre. Momento en el que, a los hechos me remito, a los diseñadores del procés se les agotaron las ideas. La deriva les lleva ahora a repetir esquemas sin gracia (ni éxito), para ver si repiten también acierto, por ejemplo, con la web president.exili.eu, anunciada por Pilar Rahola en Twitter.

Lo dicen hasta los suyos

No exagerábamos cuando comparábamos la intervención de Pablo Iglesias en Podemos en Catalunya con el 155 en el Govern: el secretario general del partido morado allí, al que quieren cargarse en Madrid, también lo hace: se siente intervenido y rechaza la convocatoria de unas elecciones (internas) para mover la silla a quien ahora gobierna el partido. Lo que sucede en Podem es el síntoma de lo que pasa en los partidos sin ideología y con líderes promovidos a golpe de popularidad.

¿Cómo les explico esto?

Creo que Puigdemont y los suyos han perdido el horizonte de la realidad que siempre, pase lo que pase, tiene que tener a la vista un líder político. Incluso el alcalde del pueblo más pequeño. Voy a dar por buena la explicación del President de que está en Bruselas para internacionalizar el conflicto. Pero ni aún así: su puesta en escena, la de un gobierno exiliado que habla al mundo, no ha salido como esperaba, y desde el 2 de octubre no consigue capitalizar los errores de España.

Pues miren, sí

“Cuando uno declara la independencia debe quedarse con su gente”. No lo digo yo, lo dice Kris Peeters, el vicepresidente belga. Y estoy de acuerdo con él, básicamente, porque estoy deseando tomarme también esta fase del procés en serio. Pero nos lo ponen bastante difícil, la verdad. Por mucho que nos lo expliquen desde Bruselas, Barcelona y la sede de Bildu, me cuesta despegarme de la sensación de que estamos pringados y nadie sabe cerrar este grifo.

Merecemos la verdad

La independencia de Catalunya ha pasado ya de ser un motor para el proceso vasco y ha empezado a convertirse en un freno. ¿Qué tenemos ahora? Un españolismo que ha perdido la vergüenza, un gobierno español que esgrime con soltura el 155, y una república catalana que solo se creen los que tienen algo invertido en ella, como Gabriel Rufián, incapaz de justificar que su partido y todos los nacionalistas acudan al 21-D o su permanencia en el Congreso.

La España que da asco

Y en este momento en el que la vía catalana resulta cada día menos atractiva, la permanencia en España parece cada vez más una condena y salir, una necesidad. Ejemplos como el que citan el diario Ara y el propio Puigdemont desde Bruselas resultan nauseabundos: un fiscal no puede titular el documento que contiene la querella contra el President con un “más dura será la caída” sin que queramos dar una patada a España y alejarnos.

Ongi etorri

La periodista mexicana Verónica Calderón ironizaba en Twitter cuando daba la bienvenida a la ciudadanía de España a esa sensación de que los de fuera no dejan de contarte qué te pasa y por qué. Ella lo vivía como latinoamericana, según cuenta, y nosotros lo hemos hecho siempre como vascos. Así, la España mediática, política, contertulia y la del codo apoyado en la barra del bar ahora prueba su propia medicina con la prensa y los opinadores de todo rango en el mundo.

Se es o no se es

Miren, esto no va de tener o no tener razón. Esto va de que se tomen en serio a un pueblo quien no le deja votar y quien le lleva a votar… Para nada. Lo del viernes pasado tenía poco de declaración de independencia y mucho de intentar quedar bien: el fin de semana la CUP reconoce que lo mejor es ir a elecciones y ayer PeCat y ERC anuncian que lo harán con total seguridad. Mientras tanto, la bandera española ondea en el Palau de la Generalitat… ¿Y Puigdemont, en Bruselas?

La independencia no es una foto

Lo que no puede hacer un independentista es tomarse la independencia para la foto. Josep Rull se apresuró a sacarse una en el despacho, con el periódico del día, antes de que los Mossos le advirtiesen y lo abandonara, según él, para seguir con su agenda. Mientras tanto, Carme Forcadell desconvocaba la mesa del Parlament. Si esto se disuelve ahora, así, con la declaración lanzada para nada, el daño al nacionalismo (sí, al también al vasco) puede ser irreparable.

Ada Colau me representa

Antes de contemplar atónito cómo se iban rilando desde la moqueta quienes han asegurado que ciudadanía y funcionarios iban que resistir, tenía claro que iba a abrir esta columna con Ada Colau: “No lo sé, estoy perpleja” es la respuesta que yo también hubiera dado si me preguntan si el Parlament declaró la independencia el viernes. No es tibieza, como no lo ha sido nunca cuando reclamábamos garantías para este procés y evitar lo que está pasando, precisamente.

Hablando de Podemos…

Ícaro Moyano lleva una temporada especialmente atinado analizando las políticas española y catalana a golpe de tuit con casi tantas preguntas como respuestas. Su última punzada iba dirigida a Teresa Rodríguez y José María “Kichi” González, que lanzaban un comunicado (¡de dos personas!) para desmarcarse de los anticapitalistas que, dentro de Podemos, reconocían la independencia de Catalunya que, por lo visto, no reconocen ni los que votaron a favor el viernes.

El 155 de Pablo Iglesias

El caos en las instituciones catalanas ya solo lo salva Soraya Sáenz de Santamaría. Y que esto lo hayan provocado los que han lanzado la independencia es trágico (sin cómico). Del mismo modo, el caos en Podemos solo lo salva el gran líder Pablo Iglesias que, según El Español entre otros, ha decidido intervenir en la delegación catalana de su partido ante la diferencia de criterios en la que se ha convertido su política actual. Una pena, porque ese Podemos libre me gustaba.

De la épica al «porsiaca»

El silencio de Carles Puigdemont en el Parlament ayer fue lo de menos. El President se ha quedado fuera de foco por decisión propia: ni diálogo en el Senado, ni anuncio de elecciones, ni DUI sin 155 y todo con retrasos constantes que, se pongan como se pongan, afecta negativamente a la imagen de seriedad de este procés. Su futuro ahora es incierto: lo mismo puede ir a la cárcel y ser alzado a la categoría de mártir que ser arrinconado en las próximas elecciones.

Rajoy sí tiene un plan

Pese a la DUI, Mariano Rajoy casi siempre va a ganar la mano a Carles Puigdemont porque tiene un plan. Lo ha anunciado, se ha ratificado en él en público y en privado (su enroque dinamitó la convocatoria de elecciones) y lo ha consumado entre aplausos. Y ahí es donde me detengo: en esas ovaciones que recibía Rajoy y que han criticado Jorge Bustos o Àngels Barceló. La bancada del PP convertía una decisión políticamente trágica en una imperdonable fiesta.

Pero, ¿qué aplaudían?

La bancada del PP aplaudía que Mariano Rajoy estaba ganando en el Senado las próximas elecciones generales. Y que lo estaba haciendo en la semana en la que una fiscal ha concluido que el tesorero del PP repartía entre altos cargos el mucho dinero que donaban sin declarar las empresas receptoras de obra pública. Javier Arenas, uno de los que más habría recibido según los papeles de Bárcenas, tuiteaba ayer que Rajoy era “garantía de legalidad”. Ver para creer.

Los que persisten en su error

Una de las cosas que está acabando con Podemos es la soberbia de sus líderes. No conocía a Nicolás Sartorius, pero es evidente que Miguel Urbán tampoco cuando le llamó “zombie del 78” por su artículo en El País. Sartorius pasó seis años en la cárcel durante el franquismo por su activismo político, pero el de Podemos en vez de corregir su error empezó a hablar de “modernidad líquida” para justificarlo. En Twitter le respondieron: “Modernidad líquida, gilipollas sólido”.

Esas fotos que tienen que ver la luz

Una de las cosas que me fascinó de Internet desde el primer contacto con el canal fue la posibilidad de tener acceso a fotos icónicas y a otras maravillosas de fotógrafos que empezábamos a descubrir. Hoy las redes sociales nos permiten acceder a álbumes personales o profesionales absolutamente fascinantes como los de David Herranz, que ayer subió a Instagram una imagen estupenda que sacó su padre, también fotógrafo, del Guggenheim en obras.