Comunicación y política

Pocas veces tengo la oportunidad de escribir sobre lo que realmente es lo mío: hace bien la ministra española de Igualdad en aprovechar el maltrato que Rocío Carrasco denunciaba en Telecinco para explicar la importancia de arropar a la víctima y de alejar al maltratador. Pero un hilo en Twitter no era el medio: Irene Montero (y otros en Podemos) tiene que hacerse mayor y alejarse de la comunicación on-line que se hace con el móvil. Su reflexión, como ministra que es, hubiera tenido encaje en un artículo de opinión bien escrito. Su hilo en Twitter solo es carnaza y no centra la atención en lo que dice.

Qué asco

El PP se ha creado un problema: solo era cuestión de tiempo que viéramos el muestrario de políticos de bajísimo nivel que ha incorporado Pablo Casado. La semana pasada Carmelo Romero demostró lo poco que le importa la ciudadanía que, tras un año de pandemia y encierros, ve afectada su salud mental. Y esta semana el diputado cántabro Diego Movellán ha escrito y leído una supuesta gracieta a la ministra Yolanda Díaz sobre que en Podemos todas las mujeres medran agarradas a una coleta. Aplico para Movellán el mismo criterio que para Romero hace solo unos días: no deberían de dimitir, es el PP el que debería cesarles.

No se libra ni uno

Si lo de la derecha española repugna lo de la izquierda española huele fatal: “Gabilondo rechaza pactar con Podemos tras las elecciones y tiende la mano a Más Madrid y Cs: ‘Con este Iglesias, no’”, leemos en Público para preguntarnos de inmediato si lo que no vale para Madrid sí vale para España. ¿Cuándo nos miente el PSOE, cuando Sánchez nos asegura que le unen muchísimas cosas a Iglesias o cuando su candidato en Madrid lo veta porque se ha echado al monte? El Iglesias al que Gabilondo repudia sigue siendo vicepresidente del gobierno español y tratar a la ciudadanía como si fuera idiota sigue siendo muy mala idea.

¡Pero qué cara más dura!

Si la aseveración de Gabilondo sorprende, la respuesta de Iglesias hace que nos preguntemos si cuando no les vemos se ríen de nosotros: “A la derecha le interesa que estemos con pullas” (El Independiente). Esta ha sido la contestación nada menos que del vicepresidente español que el mismo domingo aseguraba que iba a ganar al ala socialista de su gobierno en el tema de vivienda y que lleva meses exhibiendo sin pudor ni inteligencia cada pulso dentro del ejecutivo que, insisto, hoy vicepreside. La campaña madrileña se basa sin duda en la desvergüenza, el morro, las grandes palabras y las más grandes miserias políticas.

Por cierto

La actual movida madrileña (protagonizada por pijos que van de modernos, como la primera) eclipsa cualquier otra noticia política en España, como el fracaso de la moción de censura del PSOE en Castilla y León. Al final, ni socialistas ni Ciudadanos han conseguido los gobiernos por los que pugnaban, pero no creo que los de Sánchez hayan perdido demasiado: han dejado algún pelo en las gateras parlamentarias de Murcia y Valladolid, vale, pero han abierto en canal a Ciudadanos para repartirse las vísceras con PP y Vox, y han provocado el terremoto de Madrid al que no ha podido resistirse Iglesias.

Tercer día, tercer traspié

Primero fue la negativa de Más Madrid a presentar una única candidatura, después, la negativa de Pedro Sánchez a nombrar a Yolanda Díaz vicepresidenta segunda de modo automático (parece que será vicepresidenta tercera, finalmente). Y en el tercer día desde que Iglesias hizo su gran anuncio (sí, solo han pasado tres jornadas), nos enteramos de que la negativa se la da la ciudadanía: “Activa el voto para Ayuso y deja en manos de Cs el resultado en Madrid” (La Información), según los primeros sondeos que ya cuentan con el candidato Iglesias que dejaría a Podemos como quinta fuerza en la Asamblea.

La gran juerga madrileña

No me refiero a la de los franceses en Madrid, sino a la que va a haber en todas las casas de la capital en las que haya hijas e hijos en edad escolar el próximo 4 de mayo. Ese día, martes y jornada de votación según designó la presidenta de la comunidad, los centros escolares no impartirán clases y se convertirán en colegios electorales. Lo que deja a las y los niños en sus casas y a sus madres y padres, con un problema añadido. Por si el curso no estuviera siendo bastante difícil ya. El guionista portugalujo afincado en Madrid, Raúl Díaz, ironizaba en Twitter: “Currar y votar mientras cuidamos de los hijos. Suena a plan sin flecos”.

Por qué debe ser cesado

Creo que Carmelo Romero, el diputado que gritó “vete al médico” desde su escaño después de que Íñigo Errejón hablase en la tribuna del Congreso sobre la salud mental y los suicidios, no debería de dimitir. Es el PP el que debería cesarle. Sin ninguna duda. Ni Romero ni su partido tienen excusa, y los intentos de justificarlo de periodistas y contertulios son vergonzantes. Nada explica lo que hizo: ni que el nivel político haya descendido en España ni que podamos haber oído algo similar en parlamentos extranjeros. Romero se ciscaba en la salud mental de una ciudadanía agotada por la pandemia, y eso le inhabilita para votar por ella.

Esto también es cierto

Sobre el tema, esto que tuitea el periodista José Precedo es absolutamente cierto: “Si a Errejón no le hubiera gritado un energúmeno con escaño, los medios no le hubiéramos hecho mucho caso al problema de la salud mental en medio de esta montaña rusa. Y los lectores tampoco hubieran corrido a leerlo. Dan para reflexionar estos tiempos de dictadura del espectáculo”. Por desgracia, fue Romero y no Errejón quien hizo que nos fijáramos en el tema, y eso habla mal de los periodistas, los primeros. Por eso algunos reclamamos la política como forma de gobierno y no como modelo de negocio para los de las campañas.

Mira, no

Es cierto que el nivel de la política en España ha bajado muchísimo. Es cierto que en Euskadi algunos han importado y otros han copiado esas formas y fórmulas. Es cierto que los periodistas no ayudamos ni con el grano, ni con la paja, ni con el culo, ni con las témporas. Y es cierto, finalmente, que a la ciudadanía no se la damos con queso tan fácilmente: por mucho que algunas como Ruth Goñi ofrezcan explicaciones sobre por qué dejan su partido (Ciudadanos) pero no su escaño, nadie se lo traga. Es una decisión evidentemente egoísta y que descansa sobre los impuestos de todos sin aportar nada.

Miserables de aquí

Quien ha pintado con una plantilla “urteko salto onena” en el lugar en el que un coche de la Ertzaintza cayó al río Urumea y falleció un agente es un miserable. Quien ha diseñado, quien ha impreso, quien ha llevado en el bolsillo y quien ha pegado en un cristal una pegatina en la que se lee “zipaiorik onena errekan dagoena” y se ve cómo una grúa saca el vehículo del río, es un ruin y un canalla. Y como bien apunta Javier Salvador en Twitter, se trate de la misma persona o de varias, también es un cobarde. Tan miserables y cobardes como quienes ahora callan pero han promovido, amparado y justificado a estos mierdas.

Miserables de allí

El de la pintada, el de la pegatina y el del silencio ante la mofa por el fallecimiento de un ertzaina no se ven igual que Carmelo Romero, pero son el mismo tipo de espécimen despreciable. El diputado del PP por Huelva era un desconocido hasta que ayer gritó a Íñigo Errejón “vete al médico” después de que el de Más Madrid preguntara en el Congreso por la asistencia psicológica y recordara que en España hay 10 fallecidos por suicidio cada día. Romero está inhabilitado para la política y el PP debería cesarle sin dudas. También en Madrid hay un mierda visible y quien ha promovido su ánimo guarda silencio.

Segundo día, segundo traspié

Hoy también toca escribir sobre Pablo Iglesias, por supuesto. Si ayer abríamos la columna con el primer traspié del vicepresidente español y futuro candidato de Podemos a la comunidad de Madrid, que Mónica García rechazaba su oferta en los medios de una candidatura unitaria y le acusaba de machismo, hoy toca que hablemos de su segundo traspié consecutivo. Pedro Sánchez acepta a Yolanda Díaz de vicepresidenta, como Iglesias había designado, pero vicepresidenta tercera. Iglesias se ha debilitado mucho en solo dos días y su carrera hacia la Asamblea solo acaba de empezar. No todo es retórica, amigo.

Madridcentrismo

Iba a titular el párrafo con un “catetos de ciudad”, pero me parece injusto para las y los madrileños, pues no todos son tan madridcentristas y reduccionistas (de ahí el catetismo) como Pablo Iglesias, que evidentemente no mide bien en política cuando abandona la vicepresidencia del gobierno (que se forma después de una repetición electoral entre otros motivos porque el líder de Podemos tenía que estar integrado en el ejecutivo) para liderar una candidatura que intenta entrar en un parlamento autonómico. Insisto en que este movimiento muestra los dos fallos: el de mesura y el de centralidad jacobina.

La intrahistoria

Las formas son claramente diferentes y Pablo Iglesias tiene mejores intenciones que Isabel Díaz Ayuso, evidentemente. Pero el mismo punto de partida no es una casualidad: el mesianismo de ambos políticos, su tendencia al populismo, su costumbre de vestir con gravedad lo ligero y sus decisiones, que huelen a irresponsabilidad, son puntos en común en esta lucha que PP y Podemos plantean como un antagonismo atávico. Pero nada hoy es tan dramático como el coronavirus y en Magnet lo recuerdan bien: ambos participaban en el programa La Tuerka y admitían tomar cervezas juntos hace solo unos años.