El fantasma de las navidades pasadas

La solidaridad que Bildu, no solo de Sortu, ha querido hacer pública con Mikel “Antza” Albisu, dirigente de ETA entre 1993 y 2004, es una muestra relevante de que en la gran coalición no conocen el país que pisan o de que, si lo conocen, les damos igual quienes lo pisamos junto a ellas y ellos. Porque Bildu no es solo el partido de Arkaitz Rodríguez, que posó junto a Otegi en Aiete, muy afectados ambos. Bildu es también Jon Inarritu, Oskar Matute, Eba Blanco y Carlos Garaikoetxea, que asiste a sus actos. Y Bildu estuvo con quien aplaudió a un jefe político de ETA en su paseíllo hasta el juzgado. Allá a quien se la cuelen.

El fantasma de las navidades presentes

La fantasmada, más que el fantasma, de las navidades presentes es la que ha hecho el PP, devolviendo al Congreso los PGE después de apoyar una enmienda que va contra su naturaleza en el Senado. Primero, ya es triste que vaya contra lo que defiendes la protección a lenguas y culturas de lo que ellos entienden que es su país. Lo segundo, han dejado claro quién es el tramposo en la partida y que van a intentar reventar la legislatura. Tercero, con la que está cayendo no es responsable, más bien al contrario, maniobrar para retrasar la aprobación de unos presupuestos que contienen los millones de Europa para la recuperación.

Los fantasmas de las navidades futuras

Las y los fantasmas de las navidades venideras serán los de Ciudadanos: algunas y algunos se integrarán en el PP; otras y otros, en alguna tertulia; y la mayoría tendrá que buscarse la vida fuera de la política porque de su partido solo quedará el recuerdo. Y este, únicamente durante un tiempo. Dice Arrimadas, a la que siempre señalamos como la que cerraría esa persiana, que “fue un error que Rivera regalara todo el poder al PP en 2019”. Lo cierto es que ni Rivera ni Arrimadas han tomado una sola decisión acertada desde que han tenido que hacerlo como abanderados, junto a Podemos, de una nueva política bastante estéril.

El fantasma de siempre

Me limito a copiar y pegar lo que comenta César Calderón sobre la noticia en El Mundo de los abucheos que ha recibido Donald Trump por ser un antivacunas de boquilla y jeringuilla: “Hasta Trump se ha vacunado, amiguitos. Primero dijo que no se iba a vacunar, se vacunó. Después dijo que no iba a ponerse la dosis de refuerzo, se la puso. Eso es el nacionalpopulismo”. Así de fácil: las y los antivacunas (y ahora los negacionistas de las medidas) han sido y son unos engañados. Y se la han colado los más histriónicos, los menos recomendables y a los que desde más lejos se veía venir buscando un beneficio propio.

Tenía que decirlo

Definitivamente hoy se acaban las clases en las ikastolas por este año y quienes tenemos hijas o hijos entramos en “modo vacaciones” incluso aunque tengamos que seguir trabajando o teletrabajando. Todas y todos sabemos lo difícil que es conciliar, por eso me he sorprendido esta semana con el absentismo escolar que C-5 ha descrito mucho mejor de lo que yo seré capaz de hacer: “Padres: ‘Uy, han confinado a la clase de mi hijo. A ver qué hacemos ahora con él en casa’. Mismos padres: ‘Uy, pues esta semana dejó al niño en casa no vaya a ser que los confinen y nos jodan las navidades’”. Pues eso.

«De la misma manera»

Bildu se ha enredado en su propia tela de araña: su negativa a “condenar” la agresión a un miembro del PP en Gasteiz y el argumento de que esta palabra sirve para “desgastar al adversario político” son dos elementos anacrónicos. A estas alturas, una agresión por motivos políticos es condenada o es justificada. Y donde se ubique cada uno es su responsabilidad. Por ejemplo, el papelón de Eba Blanco, de EA, defendiendo el argumentario tradicional de la izquierda abertzale, ha sido de los de recordar y deja muy claro cuál es el precio de pisar moqueta en Bildu, por si quedaba todavía alguna duda.

Parte del problema o parte de la solución

La negativa a “condenar” una agresión por motivos ideológicos, esto es, claramente fascista, ha neutralizado el trabajo de blanqueo que Bildu ha llevado a cabo durante años, ayudado por líderes políticos de partidos menores y la parte amnésica o ideologizada del periodismo. La izquierda abertzale ha demostrado que, cuando ha vuelto la violencia directa, ellos no se habían movido nunca de su sitio. Y social y políticamente esto tiene un coste. Hace bien Iñaki García Calvo, el agredido, la víctima de lo sucedido, en plantar cara: “Claro que volveré allí a tomar cervezas, no puedo permitir que la calle sea suya” (El Independiente).

¿Quién genera el conflicto “semántico”?

Paul Ríos está en lo cierto cuando tuitea: “Que una persona militante del PP no pueda pasear con libertad y seguridad me parece terrible. Y que la semántica impida que todos los partidos, a una, se posicionen en contra juntos, anacrónico”. Pero lo que tiene que quedar claro es que el conflicto “semántico” solo lo genera y lo sostiene Bildu. No podemos ser templados contra quien agrede ni contra quien justifica. Ya, no. Si algunos no han evolucionado es su problema (aunque lo suframos todos los demás). Identificar meridianamente a la víctima, al victimario y a quien le ampara es la única manera de avanzar. Ahora, sí.

Distinto partido, mismo avance

Cuando Casado “se rodea de aznaristas” (Vozpópuli) no decide regresar al pasado: decide airear que nunca se movió del cuarto más rancio de la sede del PP. Pues lo mismo en Gasteiz o en Euskadi: no hay un rancio-fact mayor vasco que el que protagoniza el viejo de la izquierda abertzale que justifica al joven agresor porque pegar un bofetón a un pepero tiene mucha gracia y que no exagere, que no le han limpiado el forro, como pasaba antes. Todos podemos visualizar la escena, el aspecto de ese nostálgico y hasta el olor, y todos nos damos cuenta de que estamos hablando del mundo viejuno, del pasado, del ayer.

Si hay que ir a Colón, se va

Si hablamos del pasado, de los nostálgicos y de lazos que deberían ser imposibles pero son jodidamente reales, tenemos que hablar también de este titular de República.com: “Casado asistirá a la plaza de Colón porque el impacto de los indultos será mayor que la foto con Abascal”. Por cierto, Arrimadas también se plantea repetir, se ve que no ha escarbado suficiente en su propio suelo. Esta es la España de hoy, la de la indiferencia al sufrimiento, la de la persecución política, la de los representantes que justifican lo indignante. Esta es, también, la Euskadi de hoy, que es la de ayer, por desgracia.