Cambio de banda

Es probable que mañana debute Leo Messi con el PSG. Con ese tipo de jugadores ningún club puede arriesgarse a un falso anuncio: cuando Pocchetino lo dijo sabía que estaba generando millones de euros de inversión publicitaria pero también tecnológica: todo el mundo quiere ver el primer partido de Messi con otro escudo. Lo llamativo es que en España lo ofrecerá Ibai Llanos en su canal de Twitch. Un cambio de banda (de paradigma televisivo, en este caso) a la altura de los del mejor Xabi Alonso. Ahora, a ver cómo hace el control Llanos.

Juego en equipo

Ibai Llanos no está solo: “Piqué compra los derechos de la Liga francesa con la baza de Messi” (El Nacional). Evidentemente, no estamos ante una casualidad, y menos cuando Piqué ya ha “regalado” a Llanos la emisión de la Copa América después de que su empresa, Kosmos, comprara los derechos de emisión en España. El intento de cambio de banda y paradigma es real: personajes como Piqué quieren protagonizar revoluciones y tienen el dinero para hacerlo, y aunque la televisión siga reinando y el periódico siga siendo la guarda de nuestra memoria, vía crónica, Internet es la referencia de la generación que viene.

El falso nueve

Raúl Díaz ha sabido recuperar de su memoria en el momento adecuado las palabras que importan, en este caso, las de Florentino Pérez cuando presentó en “El Chiringuito” aquel megaproyecto de la Superliga europea: “En 2024 estamos todos muertos. La situación es muy dramática. Este año teníamos que ingresar 900 millones y vamos a ingresar 600”. Estas frases suenan de otra manera (aunque nunca lo hicieron con gravedad) después de saber que el Real Madrid ha ofrecido 160 millones de euros por un jugador que además le va a costar una fortuna cada año. Ver a un millonario llorar esta vez tampoco es triste, sino repugnante.

Piscineros

Llevaba mucho tiempo desencantado con la prensa deportiva y este verano, después de leer “Saber Perder” de David Trueba, sé por fin por qué: por cómo la mayoría de la especializada diferencia entre club y jugadores por interés. No ha acabado agosto y estoy presenciando lo que el escritor madrileño describía en su novela: cómo una parte de los periodistas atacan a Umtiti por aferrarse a su contrato y querer trabajar para ganarse un puesto. Hablamos de acoso, de señalamiento diario, de púlpitos que sirven para destruir en nombre de una institución, e incluso de mobbing, aunque se trate de fútbol.

En mi equipo

El fútbol está lleno de historias y de personajes que nos fascinan, y a veces los partidos son intensos y divertidos (o todo lo contrario). Eso hace que el fútbol nos emocione y que sigamos enganchados a este deporte del que depende una inmensa industria llena de piratas. Pero también con personas como Jürgen Klopp. El periodista Jordi Cardero resumía la crónica de una de las mejores jugadas del entrenador: “Algunos aficionados del Liverpool hicieron un cántico homofóbico en la visita a Norwich. Klopp se ha reunido con Paul Amann, fundador Kop Outs (colectivo LGTBI) para denunciarlo”. Además, lo han grabado y lo han difundido.

«La COVID sigue descontrolada»

Las cifras que ofrecen en El Nacional corresponden a Catalunya, evidentemente, pero su caso es también el nuestro: la pandemia está descontrolada y solo gracias a las vacunas esto no está siendo una masacre. Cuidado, que todavía muchos no estamos con la pauta completa, ni hemos alcanzado el pico de inmunidad, ni somos ya jóvenes, que es lo que más jode, y seguimos siendo vulnerables. Y si todo esto sucede es porque no hemos aprendido nada: la juventud sale si le dejan salir. Es decir: somos las amas y los aitas, esto es, quienes pagamos las juergas, los que tenemos responsabilidad, como quienes las sirven.

La otra pandemia

Me alivia compartir esta impresión con Kike García de la Riva, el creador de El Mundo Today: “Es interesante (y también da miedo) estar al otro lado de una cuenta tan enorme como la de EMT y ver el tipo de replies que se reciben. Es un mirador privilegiado. El fascismo en Twitter ha crecido muchísimo. Llegan todos juntos, a oleadas, y dicen lo mismo. Están organizados”. Su diagnóstico es correcto: en la red social el fascismo se ha aglutinado y organizado, y está librando una batalla que, de momento, no vence porque básicamente, las y los gestores de cuentas relevantes que forman parte de sus blancos no les dejamos pasar.

Tonto, no sé, pero útil sí es

¿Cómo logra organizarse ese montón de gente tan corta de mente que es capaz de abrazar las ideas fascistas? El mecanismo es muy sencillo, pero hacerlo funcionar tiene su mérito: siguiendo a sus líderes. De hecho, la práctica es exactamente la misma que en el fascismo local. Para lograrlo son importantes personajes como Alvise Pérez, engordado al calor de Toni Cantó en Ciudadanos y capaz de decir barbaridades como “que Maldito Bulo y Newtral ‘te ponen un sello en la frente, como los nazis’” (El Plural). Esa es justo la base de su praxis: señalar a quien no lo es para ocultar a quien sí lo es.

No son solo homófobos

El “cuarto ataque racista en Murcia en menos de un mes” (Eldiario.es) no es un hecho aislado, evidentemente. Tampoco lo es el señalamiento de Vox a un editor. Ni lo es que a grito de “maricón” te puedan quitar la vida en A Coruña o dejarte inconsciente en Basauri si tienes “suerte”. La xenofobia, la homofobia y la violencia directa están conectadas y tienen que ver con el ascenso de Vox y, sobre todo, con el blanqueo que ejercen otros partidos (PP y Ciudadanos), medios de comunicación y judicatura. No es que todo esté interconectado, es que los ataques son la consecuencia del colaboracionismo.

Si la hacen la pagan

Hablar de fútbol hoy, que veremos la final de la Eurocopa, es obligatorio aunque parezca trivial en una columna tan dura. Pero no me parece un tema menor que en Inglaterra los clubes que entraron en la Superliga tengan que abonar 22 millones de dólares por entidad como castigo. “El dinero recaudado por parte de la competición doméstica británica se destinará al fútbol base del país para mejorar las infraestructuras” (Palco 23). Quien todavía se pregunte por qué nos fascina el fútbol británico tiene que recordar noticias como esta que consisten en dejar claro a quién hay que castigar y a quién hay que recompensar.

Es la p… chufla

Después de decenas de hilos en Twitter, columnas en digitales, tertulias televisivas y entrevistas en papel a científicos o simples opinadores que se vinieron arriba, asegurando que el foco de los contagios eran los puestos de trabajo, ahora se escucha el silencio, como diría el hortera de Albert Rivera. ¿Por qué? Porque vía Mallorca hemos confirmado lo que venían avisando quienes tienen que lidiar con la pandemia en primera fila: que los contagios se dan en las chuflas y por el entorno cercano de los que se van a esas chuflas. Es así. Y no tiene nada de malo a menos que lo neguemos como han hecho algunos durante un año.

Y quienes la promueven

El sector de la chufla siempre ha sido rentable solo para unos pocos: The Coca-Cola Company (que da trabajo a mucha gente, vale) y los empresarios de la noche o de empresas de turismo a los que les da igual todo mientras facturen. ¿Ellos son los responsables de esta movida? Yo tiraría más arriba, pero no más abajo: los menores son menores y hay que tutelarlos, y las amas y aitas hacen lo que pueden. Son los gobiernos (español y balear, en este caso), la presión de asociaciones de empresarios y sindicatos, y la lánguida mirada al atardecer de las instituciones isleñas las que deben responder del desastre.

No pero sí

Solo 48 horas después de que Pedro Sánchez afirmase que “nunca jamás” iba a celebrarse un referéndum en Catalunya, la vicepresidenta primera de su gobierno, Carmen Calvo, “no ha descartado la celebración de un referéndum consultivo” (El Independiente), el ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, “defiende votar en referéndum un acuerdo sobre autogobierno y financiación” (El Periódico) y la ministra de Igualdad, Irene Montero, sugiere: “Un referéndum ahora, no, en un tiempo ya veremos” (El Nacional). La rectificación me parece bien, por supuesto, pero la falta de coherencia en política suele pagarse muy cara.

El jefe infiltrado, versión Juan Palomo

Dara Khosrowshahi, director ejecutivo de Uber Eats, decidió pasar dos días como “rider”. Solo documentó en sus redes sociales uno, el primero, en el que ganó tanta panoja (casi 100 dólares) que los que curran todos los días con los envíos lo pusieron en duda. El segundo día ganó solo la mitad. Pero el resto del año se mete al bolsillo 12 millones de dólares, por lo que jugar a ser rider resulta insultante. ¿De dónde sale tanto dinero? De las expectativas, de una valorización virtual y de las piernas y las espaldas de sus repartidores, que tienen que vivir con esas fluctuaciones, esa inseguridad y, encima, cierto pitorreo.

La intrahistoria

Que una Eurocopa maravillosa no nos impidan insistir en un necesario reajuste en la industria del fútbol. El mejor ejemplo es Leo Messi que, en el momento en el que escribo estas líneas, sigue sin contrato. Messi ha arruinado al Barcelona, que “tiene ya una deuda de más de 1.100 millones de euros (se acerca al doble de lo que factura)” (Vozpópuli) y desmonta la teoría de que “ganan tanto porque lo generan”. Al contrario, y ese agujero empuja a Laporta a abrazar la Superliga de Florentino Pérez. La familia del jugador, por cierto, quiere seguir en Barcelona pero “su entorno” (quienes viven de él) le invita a cambiar de pagador.

«Un patrón»

“Los fiscales suizos han encontrado un patrón entre los viajes del rey emérito a países como Arabia Saudí, Dubai, Kuwait o Baréin, y los ingresos de dinero que se realizaron durante años en las cuentas que se vinculan al rey emérito en el país”. Esto sucedería nada menos que “desde hace 20 años”, y pese a que debería de ser un escándalo en sí mismo, es la investigación “que menos interesa a los fiscales españoles, ya que al tratarse de viajes oficiales en los que Juan Carlos I era la principal autoridad del estado, sería inviolable a ojos de la Justicia española”. Todos los entrecomillados son de Nius Diario.

84 millones

“Álvaro de Orleans-Borbón, primo del rey Juan Carlos I y presunto testaferro del mismo, esconde en 21 sociedades offshore un total de 84 millones en viviendas, acciones y efectivo”. Además, “es responsables de la Fundación Zagatka, donde presuntamente el rey emérito cobraba comisiones irregulares y utilizaba para pagar vuelos privados por todo el mundo. La mayoría de las firmas se encuentran en Panamá y Liechtenstein”. Según El Nacional, este pariente real, que no puede justificar varios ingresos millonarios, reside en Mónaco desde hace 40 años, así que la creación de sociedades off-shore no le redundan ningún beneficio directo.

Entonces, ¿la familia real representa al rey?

Pese a noticias como las anteriores nos da la risa cada vez que recordamos que Felipe VI aseguró que renunciaba a la herencia de Juan Carlos I (pero ahí sigue de rey, por las gónadas de su padre) o que su familia no formaba parte de la casa real española. Pese a esas afirmaciones, en ocasiones muy categóricas, en República.com nos encontramos con que “la Infanta Elena volverá a presidir un acto en representación del Rey después de dos años”. Entonces, ¿la familia del rey representa a la institución? ¿También lo hace Juan Carlos I? Y la otra hermana, Cristina, ¿esa no representa al rey?

¿Un día colorada?

Supongo que a Rocío Monasterio le disgustará especialmente ese refrán español que dice: “Mas vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo”, por eso de que ella no quiere ser roja, pero, en resumen, es lo que le ha sucedido cuando el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha confirmado que “Monasterio no será investigada su copia del sello del Colegio de Arquitectos, ‘tan burda’ que no podía engañar”. Es decir, se ha marcado un Cristina de Borbón: antes tonta que delincuente. Lo que no dice el tribunal es si usar una fotocopia burda para colar unos planos como arquitecta puede ser una estafa, por ejemplo.

La Constitución, los chiringuitos

Entre los mencionados en el reportaje de Eldiario.es hay unos cuantos que, cuando ejercían como representantes de la ciudadanía, se quejaban de la existencia de chiringuitos y, ahora que nadie les hace caso, no dudan en montar uno: Rosa Díez, Gorka Maneiro, María San Gil, Mayor Oreja, Nicolás Redondo, Iñaki Arteta, Fernando Savater (de modo reincidente) y hasta Ainhoa Arteta, pululan por “plataformas en defensa de los valores constitucionales” como “Unión 78”,“ Foro Libertad y Alternativa”, “Movimiento Ciudadano”, “Consenso y Regeneración”, “España Juntos Sumamos” o “Libres e Iguales”.

El desafío es la justicia

El desafío no es “la concordia entre los pueblos de España” después de los indultos, como dijo Pedro Sánchez: el desafío es que España madure, abra los ojos, se dé cuenta de los problemas que tiene, y que estos sean tratados por políticos adultos capaces de gestionar un referéndum si fuera necesario. El reto también es para los medios de comunicación que tienen que explicar los hechos sin la pintura de hooligan en las caras de periodistas y contertulios. Y el verdadero desafío es, sin duda, para la justicia española, heredera de otra época y con ansia por corregir negociaciones políticas o fundamentos democráticos como la participación.

¿Quién mantiene las dos Españas?

Los indultos hay que explicarlos bien: son necesidades humanitarias de unas personas (y sus familias) que intentaron avanzar un mandato ciudadano y lo hicieron con precaución (ni siquiera bajaron la bandera española) pero con intención de llamar la atención sobre un territorio de Europa. Personas que fueron apoyadas, entre otros, en aquel referéndum en el que mucha gente se implicó para tener urnas y censos. Señal de que algo sucede en el seno de una sociedad. Con esta base, provocar una España partida (“más del 50% de los españoles rechazan la concesión de los indultos”, según La Información) es una irresponsabilidad.

El papelón de Felipe VI

El papel de Felipe VI en la aprobación de los indultos no puede pasar desapercibido: el verdadero escándalo que provocó Díaz Ayuso no fue intentar implicar al rey de España, sino poner de manifiesto la inutilidad de este cargo, que solo sirve para ratificar lo que deciden otros. Para estampar una firma la maquinaria monárquica resulta bastante cara, la verdad. Por supuesto, no hubiera sido mejor el enfrentamiento ni que Felipe VI se hubiera opuesto, no soy uno de esos “cuantopeormejoristas”, de los que hablaba Javier Vizcaíno. Pero tampoco estoy ciego ni soy rico: que la jefatura del Estado nos cueste lo justo para lo que sirve.

O que escuche a “su pueblo”

Entre lo que ha podido trincar su padre si se confirma la montaña de indicios de la investigación sobre las distintas millonadas que tiene aquí y allí Juan Carlos I, y la inutilidad de la institución que ha heredado Felipe VI (y eso que renunció a su herencia), yo creo que la monarquía española ya ha salido suficientemente cara. Algún recorte ya ha hecho, es cierto, pero justo el que más le conviene: “6 años desde que el CIS ya no pregunta por la monarquía en sus encuestas. La última vez que preguntaron Felipe suspendió con un 4’34. Y dejaron de preguntar, evidentemente”, según Alán Barroso en Twitter.

Gañanismo, el virus de siempre

La misma España en la que políticos y periodistas se han negado a explicar los indultos, la misma en la que el jefe de Estado puede haber trincado y su sucesor, su hijo, ha quedado como un pelele, algunos se han autoelegido como superhéroes necesarios. Y no hablo de los jueces y llaneros solitarios. Hablo de escritores como Pérez Reverte, capaces de menospreciar a sus compañeros y reivindicar nuevas lecturas (escritas por él y sus amigos, claro) para niños cuyos padres quieran futuros machos alfa en casa. “Es acojonante cómo Pérez-Reverte es cada vez más indistinguible de su parodia de Joaquín Reyes”, tuiteaba Pablo Batalla Cueto.