A sus textos me remito

Cuando saltó el ya conocido como “caso Larrión” esperé a una comunicación de la propia concejala o de su entorno político. Me creí su sufrimiento personal y pedí desde estas líneas que hasta los suyos la dejaran de poner como ejemplo ético (después de haber confesado posibles delitos) y, en definitiva, en paz. Pero no es posible pasar por alto el comunicado de Bildu, que por supuesto tiene que aclarar hasta el último extremo que una de sus representantes haya cometido delitos en el ejercicio de su cargo y, además, implicando a otra trabajadora y afiliada: tomar por tonta a la ciudadanía en política no es una opción.

Sí, es un problema político

Lo que ha llevado a Miren Larrion a cometer esos posibles delitos que ella misma describía en su nota puede quedar en el ámbito personal. Y su sufrimiento, hasta llegar a esos extremos, puede y debe ser comprendido por todos. Empezando por los suyos, insisto. Pero hay un plano político evidente en este asunto porque se trata de una política que sustrae la cartera a una compañera de partido y en otra institución, usa su DNI, abre una cuenta, ingresa dinero sin que nadie sepa para qué, la afectada retira después la denuncia y Bildu intenta echar tierra encima. Si alguien lo ha convertido en un caso político y han sido los de Bildu.

Y no, no vale la callada por respuesta

Con esos mimbres el cesto hay que mostrarlo para ver si está cerrado o lleno de agujeros. Bildu no puede dar la callada por respuesta y menos puede sacar el dedo a pasear y señalar a Ertzaintza (esa en la que ya había gente de Bildu y votantes de Bildu, según Otegi), otros partidos políticos o medios de comunicación. La responsabilidad sobre el caso es suya como partido de las afectadas. La responsabilidad sobre el vuelo que está cogiendo por su propia torpeza también es suya. La omertá puede funcionarles de puertas para adentro, pero eso no significa que puedan imponerla a todo un país.

Delincuencia organizada

A veces solo hace falta un tuit para definir todo lo que está mal. Este de El Confidencial es un ejemplo perfecto: “Gobierno y Casa del Rey han trasladado al letrado de Juan Carlos I que es preciso que el emérito realice todos ‘los esfuerzos posibles’ para reparar las infracciones tributarias que ha cometido”. Es decir: el poder ejecutivo y la jefatura de Estado conocen los delitos del anterior jefe de Estado en el ejercicio de su cargo pero no promueven su investigación ni juicio (al contrario, de hecho), y puede que ni repare por completo sus “infracciones” y que eso tampoco tenga consecuencias. Es alucinante.

La de toda la vida

La denuncia de Javier Ollo en Twitter no es una anécdota ni podemos tomarla como tal: el alcalde de Altsadu por Geroa Bai ha recibido “este mensaje privado a través de las redes sociales: ‘La Falange te vigila. Tenemos infiltrados en servicios antiterroristas de la Guardia Civil en Navarra y son camaradas de Falange. Te tenemos vigilado’”. Su respuesta ha sido la más digna: “Frente a ellos y contra ellos, convivencia”. Su nacionalismo vasco en Nafarroa y su integridad a la hora de defender a su pueblo incluso en los peores momentos de los últimos años pueden ser los motivos de la amenaza. Sus enemigos son los de todos.

La responsabilidad de cada cual

No tengo más que añadir al caso de Miren Larrion que lo que ella ya ha dicho. Elucubrar no es emitir opinión, y el proceso personal y judicial que tendrá que pasar la de Bildu, si lo hay, le atañe a ella que, como política, ya está fuera. Precisamente por eso, porque creo que dejarla al margen de la batalla es necesario, no me parece justo que la utilicen quienes siempre han sido expertos en instrumentalizar el dolor y el daño, aunque sean sus compañeros. Larrion en su nota aclaratoria sobre sus propios actos define, por lo menos, dos posibles delitos, por lo que no puede ser puesta como ejemplo de ética o moral ni de práctica política.

La ley que sí aplican

En Bildu ya han demostrado que son expertos en usar una doble vara de medir a lo criticable en lo ajeno y en lo propio. Una persona mucho más sabia que yo me lo explicó hace tiempo: si algo no soportan en la izquierda abertzale es que les pongas delante de un espejo. Hoy, el espejo es este tuit de Julen Bollain sustituyendo “Ciudadanos” por “Bildu”: “No parece muy democrático crear una autoridad independiente al gobierno -democráticamente elegido – para gestionar los fondos públicos. Sería algo así como privatizar la democracia porque a Ciudadanos no le interesa que el gobierno se encargue de las cosas del gobierno”.

Otra de la justicia española

Oviedo volverá a lucir su callejero más rancio: “La Justicia exige devolver los nombres de las 17 calles con denominaciones del franquismo y comenzar los trámites para reponer las placas antes del próximo 5 de marzo”, leemos en la web La Nueva España. La noticia sigue: “El magistrado consideró que el grupo de expertos constituido el pasado mandato carecía ‘de objetividad y pluralismo’”, no como el juez de turno, que está claro que es una persona objetiva y con un pensamiento capaz de entender la pluralidad, como demuestra este mismo 23-F, que es cuando está fechada la noticia.

El detergente monárquico

No tengo ningún recuerdo de golpe de Estado: no había cumplido ni un año aquel 23-F. Pero sí sé porque salta a la vista que aquella transición y la democracia que parió formaron una España fallida en la que la extrema derecha ha eclosionado con fuerza (y con líderes de barro) 40 años después, con muertos en las cunetas, con todas las promesas políticas incumplidas y una justicia, ejército y parte de la policía clara e intolerablemente nostálgicas. A esta colección solo le faltaba el intento de blanqueo que regalaron en el Congreso a Felipe VI y Juan Carlos I para “celebrar” el 40 aniversario de un golpe, como todo, fallido.

En su justa medida

He hecho el experimento de ver en diferentes cadenas de televisión las noticias sobre las manifestaciones pacíficas y las manifestaciones violentas de estos días, y he acabado muy desesperanzado: el escándalo, la búsqueda de la fogata y la pedrada, el amarillismo, en definitiva, era la norma en los informativos españoles. La imagen de Emilio Morenatti en la que se ve a un montón de fotógrafos capturando el momento del lanzamiento de una piedra es bastante ilustrativa. Al mismo tiempo, creo que en otros espacios se están regalando excusas a los vándalos que están ahí (y por eso van las cámaras) y son injustificables.