No son pocos los que tiran piedras sobre el tejado de nuestras haciendas territoriales como si los vascos viviéramos con una fiscalidad más relajada. Pero la realidad es que en Madrid, por ejemplo, están encantados con que se hable de nuestros supuestos beneficios mientras el PP con Ciudadanos “ha decidido poner tipo cero condonando al 0,2% de madrileños más ricos unos 600 millones de euros” (José Carlos Díez), y por supuesto, atrayendo fortunas. A ver si, al final, el paraíso fiscal español no va a ser Andorra.
La noticia que no lo es
¿Por qué, porque ya se repite tanto que no interesa, porque no hay que empañar un proceso de paz que se vende como modélico? Todo lo que tiene que ver con la guerra que se vivió en Irlanda del Norte está enterrado por paladas de tierra. ¿Por qué? Aquello fue una guerra cruel, sí, en Europa y en la segunda mitad del siglo XX. Y sus consecuencias continúan: esta semana han disparado a un hombre en las piernas en el Oeste de Belfast, que es el típico ataque que se repite varias veces al año.
El futuro era esto
El futuro era usar tu propio coche para repartir comida a domicilio a desconocidos que preparan otros, y todo ello sin tributar en tu correspondiente hacienda. Eso, sí, gracias a una App, que se trata del “futuro”. ¿A qué hemos llegado? ¿Dónde vamos? No son preguntas por elevación, son cuestiones concretas: en serio, ¿qué moto nos están vendiendo los que se fascinan por la tecnología con noticias como que Uber va a pelear ahora por el reparto a domicilio con su flota de conductores?
Y en una economía virtual
Esperen, que hay más. Porque no se trata solo de modelos de negocio cuestionables cuyas empresas (no son aplicaciones “molonas”, no, son empresas) tributan en EE.UU. o paraísos más lejanos. Se trata de que, además, este tipo de compañías no son rentables: Uber no gana dinero, y su competencia, como Cabify, tampoco, según leemos en Hipertextual: 1,3 millones de euros en pérdidas solo en España, lejos de sus objetivos, sigue haciendo rondas de financiación exitosas. ¿No es esto una burbuja?
El nuevo logo de la Juventus
Más allá de la vistosidad del juego y de lo que son capaces de hacer algunos jugadores, el fútbol, como fenómeno mundial, me fascina. Y al mismo tiempo me horripila por culpa de la cantidad de mediadores mediocres que se enriquecen cobrando comisiones que pagamos los aficionados en escandalosos sobreprecios de camisetas o entradas. Pero hay un punto medio que me interesa profesionalmente: el camino del marketing deportivo que explican bien en Brandemia esta semana, por ejemplo, con el caso del nuevo logo de la Juve.