Como si no costara

Esta semana tenemos Copa en San Mamés. El rival, un viejo conocido: el FC Barcelona que nos ha ganado las últimas finales junto a la Real Sociedad. El equipo que ya no cuenta con Messi ni con Negreira pero que se sobrepone: “Se prepara para fichar”, anuncian en Sport, como si pudieran hacerlo. Para lograrlo va a volver a vender Barça Studios, después de que no ejecutaran la anterior compra. Eso supone que retienen el activo que les sirve para crear otra palanca con él. No es la primera vez que les funciona la mecánica de anunciar una venta para poder gastar y luego asegurar que les dejaron tirados. La culpa es de quien lo permite.

Algo sí va a costarles

Mientras que en la liga y copa en la que juegan nuestros equipos el FC Barcelona puede seguir activando palancas después de justificar las mismas ventas dos veces, “la Premier League acusa a Everton FC y Nottingham Forest FC de irregularidades financieras” (Palco 23). Como recuerdan en el mismo digital: al Everton ya le descontaron puntos en noviembre por algo similar, y en Italia le pasó a la todopoderosa Juventus de Turín. Mientras tanto, el FC Barcelona se rearmará todas las veces que necesite, birlando jugadores a equipos que sí cumplen con las limitaciones y los cuadrantes.

A Dubái, sí

En esta misma columna había aplaudido la valentía de Toni Kroos, que había repudiado públicamente la liga saudí de fútbol, su lavado de imagen con dinero, y el modelo de compra de jugadores que iban a rebajar su capacidad competitiva a cambio de muchos millones. Kroos me reconciliaba con los jugadores que se han hecho ricos en Europa pero se mantienen fieles a sus principios, hasta que he leído en EPE que, a su regreso de Arabia, en sus redes sociales “ha publicado un vídeo promocionando Dubái, ciudad de Emiratos Árabes Unidos que a su vez patrocina al Real Madrid”. Inserte emoticono de decepción.

¿Necesitamos una regulación?

La noticia de la “regulación del uso de teléfonos móviles en centros educativos” por parte del Gobierno Vasco ha hecho que, como aita, me pregunte si no estamos dejando en manos de las instituciones y los centros algo que nos corresponde. Porque todas y todos tenemos teléfonos móviles y pagamos el Internet con el que nos conectamos y se conectan las y los más jóvenes de la casa. Es decir: no podemos alegar desconocimiento o falta de recursos esta vez. Pero, ¿son los centros los que tienen que regular su uso y es el gobierno el que tiene que dedicar nuestros recursos a cumplir con los objetivos? En plata: ¿preferimos pagar a tomar decisiones?

¡Claro que lo son!

En Microsiervos también lo notan: “De un tiempo a esta parte los resultados de Google han empeorado”. Y ahora que han afirmado sus sospechas, como siempre, lo publican: “Las universidades de Leipzig, Bauhaus y ScaDS.AI han dado a conocer un trabajo que viene a confirmar esto: la calidad de Google ha empeorado notablemente. Para obtener los datos controlaron 7.392 consultas durante un año, no solo en Google sino también en Bing y DuckDuckGo”. Los motivos: el uso y abuso por parte del marketing y las empresas de engaños y spam, que comparten técnicas que funcionan, por lo menos, en Google.

El PP ha hecho publicidad en Twitter aunque lo prohíbe la plataforma

Lo malo de hacer publicidad es que la vemos. Por eso vi el tuit promocionado del PP de Bizkaia en mi timeline. Un tuit que no podía ser porque Twitter no permite hacer publicidad política (y lo sabemos todos desde hace años) y por eso el anuncio está retirado (por el soporte, que no por el PP). Lo que sucede es que los primeros filtros son automatizados y, a veces, como en esta ocasión, los anuncios cuelan y están unas horas funcionando. Pero su selfie tiene un coste: el PP ha pagado por un anuncio que no estaba permitido, ha querido colocar su spot en un espacio que no le corresponde y con todo esto se autorretrata.

“Ahí lo lleva”

No me gusta pero le reconozco el mérito: hay que ser arrojada para hacer la campaña de las elecciones madrileñas en Euskadi. Hay que tener pocos escrúpulos (por lo que se ve, conservo unos cuantos y creo que es una suerte) para instrumentalizar a una sociedad (la vasca) y el sufrimiento de quienes te precedieron por un objetivo electoral. Hay que estar hecho de la madera de la que están hechos Miguel Ángel Rodríguez, que lo diseña; Isabel Díaz Ayuso, que lo ejecuta; Núñez Feijóo, que da el visto bueno; Carlos Iturgaiz, que no pone la dignidad por delante; y Borja Sémper, que lo justifica, para hacer y decir a lo que estamos asistiendo.

Nunca seré rico

Nunca seré rico porque si llegase a tener el éxito empresarial de Ana Rosa Quintana (no hablo esta vez ni de su línea editorial, ni de su altura moral) seguramente me dedicaría a disfrutarlo. No entiendo que con el lío que tiene que ser sacar su producción adelante monte, además, una empresa que “gestiona 44 apartamentos entre Madrid y Sevilla” (La Marea). Porque creo la de periodista se puede compaginar con otras ocupaciones (y en ocasiones se debe, porque esta profesión se paga muy mal), pero no con la de gran empresario: no hay manera de hacer compatible un relato honesto con intereses legales y legítimos pero tirando a feos.

No como Rusia

Una de las cosas que más me sorprende de las y los defensores de Rusia incluso pese a su invasión cruel sobre Ucrania, es que no se den cuenta de que el país del Kremlin no tiene nada que ver con su pasado socialista. Al contrario: los oligarcas han partido la sociedad para enriquecerse y los beneficios de las empresas públicas, es evidente, sirven para financiar la guerra. “España ha comprado gas y petróleo rusos por 1.000 millones de euros desde el inicio de 2023. Nuestro país es el cuarto territorio de la Unión Europea que más combustibles fósiles rusos ha importado, solo por detrás de Eslovaquia, Bélgica y Hungría”, (The Objective).

¿Es suficiente?

Hasta que sepamos más, en Italia han sancionado a la Juventus por haber hecho arquitectura contable. Es cierto que gracias a ella tenía más margen de fair-play financiero para fichar, pero ese delito les ha valido una suspensión a sus responsables y al equipo una sanción de 10 puntos, suficientes para dejarles fuera de la Champions League, de la que dependen económicamente. En la Liga, un equipo al que se le ha permitido activar “palancas” mágicas y que ha fichado como si no costara está implicado en un caso de pagos al estamento arbitral. Solo espero que la sanción sea proporcional, por lo menos, para enjuagarnos la cara de tontos.

¿Quién tiene que sobrevivir?

He leído en varios digitales titulares similares a este de República: “La Superliga se reinventa para sobrevivir”, y ninguno me ha animado realmente a leer el resto de la noticia. Lo que me preocupa es el modelo de negocio que pone de manifiesto esta alternativa de ricachones: ¿quién necesita sobrevivir? ¿El fútbol? Ese está muy vivo. ¿Los clubes que no tienen estados o a ultrarricos detrás? Solo necesitamos observar cómo están Barça y Juve, dos de los principales impulsores por necesidad de esta competición. ¿Los equipos que sufrirán si por fin alguien se pone en serio con el cumplimiento de las normas financieras? Eso sí que me gustaría verlo.

Pagan en criptomonedas

Lo malo de las empresas de criptomonedas es que pagan en criptomonedas, y después del megacrash del sector es posible que esa sea precisamente su mayor debilidad cuando las firmas se propongan conseguir patrocinios que les den visibilidad y cierta credibilidad. ¿Qué club deportivo, como hicieron los Miami Heat, va a cambiar el nombre de su estadio a cambio de una inversión volátil? La crisis de confianza es enorme en el mundo cripto, y pese a que algunos veníamos advirtiendo de la probable estafa piramidal, realmente la prensa ha tenido más que ver en el alza de un valor virtual que en la caída de esta industria de la especulación.

Lo nuevo es el liberalismo

Con su habitual claridad, Ibai Llanos ha explicado el funcionamiento económico de la Kings League, la liga de futbito (como la bautizó Jota, el cantante de Los Planetas) que ha creado Gerard Piqué. Pues bien, lo nuevo es el viejo liberalismo: los “presidentes” como el propio Llanos tienen que conseguir sponsors para sus equipos (él, que es el más conocido, ha conseguido a Cola-Cao) y pagar a entrenadores, campos de entrenamiento y a jugadores extra: “Puede haber gente que gane 100 euros por partido y gente que gane 1.500” (Huffington Post). En un espectáculo en el que, además, las chicas no pasan de floreros. Todo nuevísimo.

Los sueños de la chavalada

Por supuesto que pongo en duda la cultura del esfuerzo, sobre todo, cuando veo que algunas y algunos a igual esfuerzo consiguen unos beneficios injustificables. Pero de lo que estoy seguro es de que ni el dinero ni las satisfacciones vienen sin que te lo curres, hablando claro. Lo que me sorprende es que la chavalada, o al menos una parte, pique y que “ingresos pasivos” o “millonario” sean hashtags con millones de entradas en TikTok, como nos cuentan en Magnet, o que los tiktokers que explican cómo ganar dinero “mientras duermes” tengan legiones de seguidores con generalidades cuando no falsedades sobre lo que es ganarse la vida.

Más claro, agua

Una industria joven en la que sobra gente y tecnología es la de las criptomonedas. Supongo que algunas y algunos de los que se dedicaron a la minería de bitcoins serán los que consumen ahora esos vídeos en TikTok para enriquecerse cómodamente. Lo que está claro es que la moda pasó y que los equipos necesarios para conseguir esas criptomonedas (del gasto energético tendremos que hablar algún día) ahora se venden por partes, para sacar más rentabilidad: El Chapuzas Informático explica en su blog cómo los criptomineros limpian y hasta repintan componentes quemadísimos para que tengan mejor venta.

La nueva estrella del rock

Hubo un tiempo, nada lejano, en el que Pablo Iglesias podía haber soltado una hostia a alguien en público si hubiera querido: no iba a pasarle nada. Ninguna ni ninguno de quienes estaban entregados a él hubieran dejado de votarle ni de admirarle. Incluso le habrían justificado. Era una estrella del rock’n’roll en su mejor momento. Un momento que ya ha pasado. Ahora es otra la que ocupa su lugar, atrayendo todos los focos: “Yolanda Díaz criticó recientemente a Feijóo por proponer la bajada de IVA a los alimentos”, titulan en El Independiente. ¿Y qué? Es la estrella del rock, las y los suyos lo justificarán todo.

¿Está bien?

Precisamente Yolanda Díaz (que lo está capitalizando todo en “el ala morada” del gobierno) y Pedro Sánchez han decidido empezar 2023 regando de millones a la ciudadanía española y a la vasca en la parte que nos corresponda. Y en el PP, según The Objective, han entrado en “pánico” porque con estos cheques el PSOE “arranca la maquinaria electoral” (el propio Sánchez lo deslizó en la rueda de prensa). ¿Está bien? En el PSOE no es la primera vez: Rodríguez Zapatero cambió unos cuantos votos a cambio de 400 euros vía IRPF. Pero, ¿y en Podemos, guardianes de las esencias políticas, qué piensan?

Sánchez acaba el año como Superman

Lo cierto es que con el cheque para el consumo (con más letra pequeña que un préstamo telefónico) y la rebaja del IVA, por un lado, y la “vía libre para una mayoría progresista en el Tribunal Constitucional después de nueve años y medio”, Pedro Sánchez acaba el año como Superman. Y eso que hace solo una semana estábamos hablando de una serie de encuestas que parecían fortalecer a Núñez Feijóo por la derecha (extrema) y la izquierda (de postal y escaparate). Todo eso ha cambiado: el de Moncloa sigue ganando la partida entre la suerte propia y la resignación ajena porque los grupos que le apoyan saben que no hay alternativa.

Sobre Jaume Roures y Pablo Iglesias

Todas y todos conocíamos, de sobra, la buena relación que mantienen Jaume Roures y Pablo Iglesias. También conocíamos a los personajes por separado: el empresario trotskista involucrado hasta en el Fifagate por el pago de sobornos, y el líder político mesiánico. Pero hay un antes y un después de la columna almibarada del de Podemos al de Mediapro, previa al anuncio (y crowdfundig) del nuevo canal de televisión que lanzarán ambos. El enjabonado, que en Vozpópuli equiparan al de “El Buen Patrón” (película por la que Roures recogió un Goya), fue un exceso hipócrita (¿cuántas veces Iglesias habla de prensa vendida?).

¿El fin?

Sé que se trata de fútbol, de Italia y que la familia Agnelli no ha dejado de ser la propietaria mayoritaria de la Juventus, pero con todo, cándido como soy aún a finales de 2022, pensaba que iba a haber un cambio en el club más importante del Calcio y sostenedor de la Superliga junto a Real Madrid y Barça. Pero no: aunque hayamos leído varias veces eso de “el fin de era” en los titulares, en el cuerpo de la noticia nos encontramos con que “el club estará presidido por Gianluca Ferrero, un asesor corporativo, auditor y miembro de la junta de numerosas compañías de la familia Agnelli” (2Playbook). Realmente, casi nada cambia con el año.

La guerra sigue

La invasión rusa sobre Ucrania continúa. Ya nos hemos acostumbrado a ella y las noticias que llegan desde el Este, salvo excepción, han pasado al interior del periódico y del Teleberri, en vez de ocupar las portadas. Pero las luchas encarnizadas no han parado y el ejército ucraniano sigue haciendo frente a los mercenarios de Wagner, un batallón creado por un oligarca ruso, de esos que se han hecho multimillonarios gracias a Putin y que “quería convertir Bajmut en ‘una picadora de carne’” (El Independiente). Pero las bajas las sufren ambos bandos: cien al día en cada lado. Y todavía encontraremos a quien defienda esta masacre por el morro.

¿Y por qué no baja más la gasolina?

En El Blog Salmón explican por qué el barril de petróleo ha bajado hasta los 80 dólares: “la economía persistentemente débil de China, la crisis energética de Europa, las crecientes roturas en las cadenas de suministro y la fortaleza del dólar estadounidense están”, y recuerdan que la OPEP ha decidido reducir la producción para que el crudo no baje aún más de precio. Los oligopolios funcionan así. Pero la pregunta que yo me hago es: ¿y por qué no baja más la gasolina si baja el precio, directamente, y si es un producto que salvo intervención de los productores, seguiría depreciándose? ¿A quién tenemos que preguntar?

La política no son los medios

Aunque los medios de comunicación son muy importantes para la labor política, la política es una cosa, y los medios, otra (me acabo de marcar un Rajoy, lo sé). De la misma manera, Twitter no es política. Los púlpitos tampoco son política. Lo están descubriendo de manera dolorosa en Podemos (y no solo en Podemos): “Hartazgo en el PSOE con Podemos por su ‘insolvencia técnica’ y sus exabruptos” (El Periódico de España). Es cierto que se ese hartazgo se personaliza en Irene Montero, pero también lo es que no es una parlamentaria hábil y que sus leyes estrella están generando más enfrentamientos y perjuicio que mejoras.

Twitter solo tiene jefe

Twitter no tiene una estrategia, no tiene un horizonte, no tiene una nueva política, solo tiene un jefe que va disparando como un mono con dos pistolas. Por mucho que sea la persona que más dinero ha ganado en el mundo nada hace pensar que Musk tenga una visión para la herramienta ni que sepa lo que hace. Al contrario. No hemos visto ningún rumbo trazado pese a que, eso es indiscutible, haya agarrado con fuerza el timón, de momento, para dar un volantazo tras otro y lanzar por la borda a gente que ha hecho de Twitter lo que era. Las pelis completas que hay en la plataforma solo son la muestra más inofensiva de lo que puede llegar.

No solo es Il Calcio

La dimisión “en bloque” de la dirección de la Juventus “debido a las recientes investigaciones sobre falsedad contable” (Palco 23) no es una noticia que afecta solo al fútbol italiano, aunque allí el terremoto habrá sido de campeonato. Es imposible no recordar que Andrea Agnelli era el principal aliado de Florentino Pérez y Joan Laporta para la superliga europea. Así, su salida es un duro golpe para el plan exclusivista de Barça y Madrid. Pero nadie mejor que él demuestra el sostenimiento imposible del modelo: “El club está acusado de una supuesta inflación del precio de mercado de sus jugadores, con el objetivo de sacar un mayor beneficio”.