El ciclo de la violencia

Este fin de semana en el Este de Belfast han detenido a seis paramilitares, según el Belfast Telegraph. Del ciclo de la violencia no se sale fácilmente: cuando en 2006 viajé a Belfast por primera vez, miembros del Observatorio de Conflicto me explicaron con total tranquilidad que en la ciudad daban por hecho a un par de asesinatos al año y que había padres que conocían los sótanos en los que habían torturado a sus hijos hasta la muerte y que, probablemente, acabarían vengándose. La violencia la conocemos bien en Euskadi y sabemos calificarla y hasta clarificarla (quién mató a quién y por qué) pero nadie sabe, porque no puede, disolverla.

Un parlamento secreto

Tal vez sea por desconocimiento (aunque el líder de Vox en Andalucía es juez) o porque se mean en todo sin que no les importe nada, pero ahí está la noticia: Vox pide que sus propuestas al Parlamento sean secretas hasta que se debatan. ¿Qué pretenden con eso? Yo lo tengo claro: que no se les vea el color negro de la pata (y el alma) hasta que pase este doble ciclo electoral. Pero su petición choca con lo que, por definición, es una garantía democrática: la visibilidad de los procesos en un parlamento. En cualquier caso, siempre habría alguien que lo filtraría cumpliendo con su labor de representante de los demás.

El nuevo PP

Desde que Rajoy nombró secretario de Comunicación del PP a Pablo Casado lo vimos venir: el nuevo PP era más cafre y más retrógado que el que personificaba el pontevedrés. Y el ascenso del delfín de Aznar así lo certifica. Pero este paso atrás hacia el cromañón tiene derivadas muy graves: que un tío nacido en 1981 apueste por “un histórico antoabortista” muestra un grave fallo del sistema porque hay debates que, simplemente, no se deberían de reabrir ni derechos que no podemos permitirnos revisar. Pero Casado insiste en virar al espacio de Abascal y ahí solo pueden pelear con palos y piedras de sílex.

Es lógico, pero no es su lógica

Es absolutamente lógico que en Podemos hayan despedido a los colaboradores de Iñigo Errejón que no han tenido la altura suficiente para marcharse por su propio pie, estrecharse la mano y desear un futuro encuentro en el camino y para bien. Así que Podemos ha optado por el despido en los que se aferraban, tal y como contempla la ley (algo, también, comprensible). Pero en el camino en Podemos están perdiendo parte de su legitimidad al usar, precisamente con legitimidad y legalidad aplastantes, una herramienta (20 días por año trabajado) que tanto han criticado. Con esta desintegración pierden todos.

No es lógico, pero es su ilógica

No parece tan lógico que el antiguo principal colaborador y la exnovia de Pablo Iglesias sean los que estén formando un partido alternativo a Podemos precisamente en la plaza más fuerte para todos ellos: Madrid. Es legítimo, pero a cualquiera le chirría que esas vinculaciones personales acaben en maniobras para disputar el mismo espacio político. Se pongan como se pongan los puristas del pensamiento: no es lógico. Pero sí es su ilógica. Tampoco parece fácil de entender que, en una primera lectura, podamos interpretar un control vertical de la nueva cúpula que es, precisamente, lo que sus “ex” criticaban a Iglesias.