Presos, política y pandemia

El hecho de que Arnaldo Otegi se haya saltado las recomendaciones y normas para detener la pandemia acompañando a los presos políticos catalanes a su regreso a la cárcel es lo de menos en su vídeo, en el que exhibe abrazos y una clara vulneración del límite perimetral. Lo de más es su utilización de esos presos para blanquear a los suyos propios. Porque los catalanes están en la cárcel por sus ideas, y a los que Otegi se refiere como “presos políticos” vascos, no. Hay que tener la cara muy dura para intentar ese blanqueo… Y en la orilla catalana, sinceramente, me sorprende que se dejen manipular para esos fines.

A quien sí iguala Otegi

A quien sí se iguala Otegi y no tiene que esforzarse mucho es a estos otros: “Vox se salta el cierre entre provincias (…) Una veintena de políticos, entre ellos ocho diputados nacionales, acompañan a Fatima Pinacho en su ingreso en la institución castellana y leonesa” (El Norte de Castilla). Desde Málaga, Valencia, Ávila, Segovia, Salamanca y Palencia se desplazaron los de Vox para acompañar en Valladolid a Pinacho. Según el cronista, el evento fue de los de pantalón largo para Vox: además de política regional con el manual nacional (chiringuitos e impuestos), Pinacho habló de Catalunya a los medios y a su parroquia.

Venga, vamos con los jueces

En esta columna se habla de fútbol, no se critica a los gobiernos por su gestión de la pandemia y se apoya a la hostelería vasca. Sí, es posible juntar todo eso y darse cuenta de que estos locales facilitan la expansión del virus. Eso lo sabe cualquiera que se haya acercado a un bar estos meses incluso para llevarse un café. Así que la decisión del TSJPV me parece errónea, sí, y más cuando nos hemos enterado de que “el juez que ha reabierto los bares en Euskadi luce en WhatsApp: ‘No más confinamiento’” (Huffpost). Cada detalle de Luis Garrido y el auto, y cada defensa corporativista de ambos, son más difíciles de entender.

Euskadi sí ayuda a su hostelería

El apoyo a la hostelería vasca tampoco está reñido con la crítica a los que se erigen en sus representantes. Euskadi es un país muy pequeño y cuando escuchamos ciertos soniquetes ya conocemos a qué nos recuerdan, deducimos de qué sindicato es cada portavoz cuando empieza a hablar delante del micro, y también sabemos que algunos no necesitan mascarilla para que no se les note que mienten: la vasca es una de las seis comunidades que “han inyectado ya el dinero a los bares y restaurantes”, según Vozpópuli. En concreto, “País Vasco ya pagó los entre 3.000 y 4.000 euros de la primera parte de su plan de rescate”.

“En esas seguimos hoy, supongo”

Hace un año ya que David Gistau nos dejó un vacío enorme en el lado derecho del columnismo. Manuel Jabois, otro grande del oficio, le recordaba en Twitter rescatando la columna que escribió el primero para Abc cuando el ébola llegó a España. Gistau se dio cuenta de cómo sería todo a partir de entonces… Y hasta nuestros días: los expertos fueron rápidamente sustituidos por los tertulianos (hoy, por quien pasea por la calle y le ponen un micro, y por la justicia) y un caso sanitario se politizó en el primer minuto convirtiendo posiciones en defensas cerradas. Suponía bien: así seguimos hoy.

«Controvertida», dicen…

Cuando Pablo Iglesias era un contertulio habitual, dijo que quienes trabajaban en los gobiernos con carné de su partido eran unos “pesebreros”. Ahora que Pablo Iglesias es vicepresidente del gobierno español, el medio digital que han promocionado desde las cuentas oficiales de Podemos lanza un editorial sobre la necesidad de los “asesores” (¡cómo cambian las palabras cuando cambian los momentos!), después de que muchos otros medios hayan criticado el alto número de personas que han sido contratadas en los ministerios de Podemos. Quien hizo por convertirla en “una cuestión controvertida” fue aquel contertulio.

Alguien tenía que hacerlo

Conozco a muchos políticos y sé que su agenda es terrible: la mayoría trabajan casi todo el tiempo y el poco que tienen libre lo aprovechan, normalmente, con su familia y preparándose para la siguiente jornada laboral. Por eso no me cuadra que Pablo Iglesias saque horas para hacer entrevistas para su canal en YouTube como antes de ser vicepresidente. Anitta Ruiz se pregunta si “es estético” que lo realice y lo difunda como si alguien tuviese que hacerlo y, vaya, al final es él quien se remanga. Para mí, desde luego, no lo es. Pero igual mi visión está condicionada porque sé de qué va su trabajo y lo que conlleva.

¿Cómo se consigue?

Pablo Iglesias es aficionado a las series en televisión, tiene tres hijos (lo que en sí mismo me parece una heroicidad) y una compañera de vida, tiene una casa con jardín, lidera un partido con mano firme y colabora en la campaña catalana, y es vicepresidente del primer gobierno español de coalición en medio de una pandemia y una crisis económica sin antecedentes. ¿Cómo consigue además hacer vídeos para su canal en YouTube? Con “siete actos oficiales en un mes” (Vozpópui). Evidentemente, a algo tiene que quitarle tiempo. Es humano. Por cierto, “ninguno en lunes”, según el mismo digital.

Tampoco tiene tiempo para explicaciones

Aquel Pablo Iglesias contertulio seguro que hubiera dedicado tiempo a esta noticia en La Política Online: “El Gobierno paga 2,6 millones de euros a Accenture para reforzar la Inspección mientras 86 subinspectores cobran sin trabajar. Una promoción de funcionarios de Inspección cumplirá año y medio cobrando un sueldo público sin acudir a su puesto de trabajo como consecuencia del limbo generado tras la división de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social”. Si eso no es desaprovechamiento de los recursos, privatización de una función pública y contratación a grandes empresas, ¿qué lo es?

Iglesias no se lo ha pedido “todavía”

El lunes leí la noticia de que había alguna posibilidad de que Juan Carlos Monedero fuese el candidato a la alcaldía de Madrid por Podemos. La dejé pasar: la información se basaba en noticias de otros medios que casi especulaban con la posibilidad y el propio Monedero se autodescartaba. Pero cuando llegué a esta pieza de Público lo reconsideré porque aparece en este digital, porque aseguran que su bloguero de cabecera está “abierto” a presentarse, y porque afirman que Iglesias no se lo ha pedido “todavía”. Y ese adverbio lo cambia todo en un partido en el que las caras visibles siempre son las mismas.

Limpia, fija y da esplendor

Arnaldo Otegi se mostró contundente (en Twitter) ante las pintadas aparecidas en Hondarribia. Lo dejó muy claro: “No cuentan ni con la comprensión ni el apoyo de Bildu” expresiones que “siembran en nosotros dudas razonables sobre su autoría” por sus flagrantes faltas gramaticales en euskera. Muchos del entorno de quienes siempre las han hecho son capaces incluso de acusar a Ertzaintza y al PNV de realizarlas para culpabilizarles. ¿Les ven incapaces de usar correctamente el euskera… O sugieren que quien pretenda imitarles sabe que tiene que escribir un mensaje que insulte a la inteligencia?

Hablemos de Cospedal

Esta semana ha estado más justificado que nunca leer La Razón. Si en algún sitio conocen bien al PP, sobre todo a aquel que era coetáneo a Luis Bárcenas, es en el periódico en el que encontrábamos esta noticia: “Rajoy teme que Bárcenas vaya a por Cospedal y le deje sin escudo”. En efecto, Cospedal es una pieza muy importante en el dominó del tesorero: ella fue la que quiso acabar con su poder y el riesgo al que exponía al partido con ese manejo del dinero y la situación… Y él ahora querrá acabar con ella porque le culpa de sus desgracias después de haberse beneficiado de sus repartos, supuestamente.

¿El motivo? El business

En la truculenta historia de dinero y mujeres que protagoniza Juan Carlos I hay una actriz secundaria de la que se habla menos de lo debido: Sofía de Grecia, cuya dignidad está siendo vapuleada. Por supuesto, ella decidió aguantar los desprecios y el escarnio, y evidentemente lo hizo por el business: ¿qué hubiera sido de la familia real griega sin ella como reina de España? En Vozpópuli ponen el precio: “Si la princesa se separaba debía devolver su dote de nueve millones de dracmas al pueblo griego”, que pagó sin saberlo por sostener el último reducto de su monarquía. Un negocio entre familias pagado por los estados y los impuestos.

Semanas de mierda

Ana es ilustradora, autónoma y una tuitera muy conocida por sus reflexiones sencillas que nos representan: “Iba a decir que ojalá se acabara ya esta semana de mierda pero es que la siguiente va a ser igual. Y la siguiente”. Así es, nos está tocando vivir semanas de mierda autoconfinados, teletrabajando quien pueda y pendientes de que no llegue por WhatsApp alguna mala noticia en forma de contagio de un familiar, amigo o en el aula de alguno de nuestros hijos. Además, llueve. Un momento de la historia de cada una y uno que nos está poniendo a prueba… Pero que vamos a superar.

Una época para la historia

Antes del coronavirus ya estábamos viviendo tiempos intensos, inimaginables solo unos años antes: el Brexit o Trump agitaron nuestro mundo “macro”. Los partidos que se autoproclamaban de la nueva política irrumpieron tan cerca que empezamos a notar sus ecos con una sucesión de elecciones inusitada. Y el virus hizo saltar por los aires nuestro círculo más próximo. Vuelvo al principio: para no olvidar lo que supuso Trump, en Flickr han creado una gran galería con las fotos de su mandato. Un mandato para la historia pero no por bueno. Para la suya y para la nuestra. Y que no debemos olvidar.

Tenemos que mirar hacia delante

Estamos mal: las cifras de contagios y de decesos son terribles. Y las consecuencias económicas de la covid19 van a ser desastrosas, sin duda. Pero todo esto a lo que ya nos hemos acostumbrado no es nada comparado con lo que nos viene: antes de que podamos vacunarnos nos sacudirán las mutaciones del virus que esperábamos pero que nos van a desgarrar. Así que necesitamos buenas noticias, y más si vienen de fuera: “País Vasco se ‘salva’ de la destrucción masiva de empleo en la hostelería. Euskadi es, junto a Ceuta y Melilla, la comunidad donde menos puestos de trabajo se ha cobrado la pandemia” (Vozpópuli).

Sin populismos ni alarmismos

Soy perfectamente consciente de que una comparativa favorable no significa que los datos sean buenos, sino que son mejores. Soy perfectamente consciente de que todos los sectores van a necesitar de todos los clientes para recuperarse e incluso salvarse. Del mismo modo, soy plenamente consciente del populismo fascista, como Marcelino Madrigal: “Calentar el ambiente y tensar todo lo posible con temas como hosteleros e inmigración”. Para él, esos son los temas de Vox. Y son los mismos que los del fascismo de proximidad: hostelería y dilemas identitarios nada realistas pero que suenan bien a los suyos.

La distancia académica

En la democracia española se da un fenómeno muy curioso: con gobiernos progresistas muchos profesores de universidad piden excedencias para incorporarse a ellos. Con gobiernos del PP, son las empresas privadas las que necesitan cubrir vacantes de altos cargos durante cuatro años. La experiencia nos ha demostrado que solo hay alguien más alejado de la realidad que un ministro millonario: un gran académico metido a ministro. Castells lo ha vuelto a confirmar dejando con el culo al aire a los rectores y apostando por exámenes no presenciales, sin importarle el trabajo hecho durante el curso.

Un cuadro para olvidar… O todo lo contrario

Salvo por algún resbalón difícil de justificar, la mano del ministro de Universidades se está notando muy poco en el gobierno español. Así que parece lógico el tuit de César Calderón sobre la valoración de ministros y vicepresidentes del gobierno español: “Quedar por detrás de Castells en valoración tiene muchísimo mérito”. Pero el cuadro tiene mucha miga, porque por detrás de Castells solo están, y en este orden, Pablo Iglesias e Irene Montero, la ministra peor valorada. Garzón y Celaá también están en la parte final. Los mejor valorados: Robles, Calviño e Illa. La nota de Sánchez no aparece en el cuadro.

Esto debería de ser ilegal

Me adelanto a las críticas: la liberta de expresión no significa que puedas decir lo que quieras. Significa que puedes decir todo lo que es legal que digas. Y en plena pandemia, con miles de infectados que requieren hospitalización o personas que se pasan semanas y meses en las UCI de los hospitales públicos, con ERTE que impiden despidos y ayudas directas a un montón de sectores, debería de ser ilegal que un fulano aparezca en la tele para lanzar su discurso contra los impuestos y a favor de pirarse a Andorra para que tributemos los demás. Iker Jiménez ha sido el que regala minutos a este discurso. Las cartas, boca arriba.

Todos estamos hartos

Soy consciente de que llevo varias semanas escribiendo cabreado. Y sé que eso no es bueno. Como me dijo en una entrevista Gari, el músico: “Si cantas a cara de perro se te queda cara de perro”. Pero si todos estamos hartos, creo que los que nos vemos obligados a leer lo que pasa y lo que dicen, podemos declararnos en rebeldía. Con tanta presión personal y profesional, entiendo que la televisión pública de Bélgica haya decidido limitar el tiempo que dedican al coronavirus en los informativos: un 50% del total. Así no pasarán desapercibidas otras noticias graves y los informadores u opinadores descansaremos.

Por ejemplo, las pensiones

Me temo que detrás de la cortina del coronavirus este gobierno español, el superprogre, va a seguir apañando las pensiones como todos los anteriores: en El Blog Salmón explican cómo los recortes a las más altas, supuestamente para subir las más bajas, están acabando en un sistema de pensiones mínimas pero, eso sí, más parecidas entre ellas. Solo quien pueda completarlas con planes privados podrá disfrutar de una jubilación más holgada. Este sistema es más barato para el Estado y, sobre el papel, es muy fácil de justificar desde posiciones progresistas, pero a los futuros pensionistas nos tritura.

La derecha muy derecha

Sigo sin entender las peleas en las que se mete el PP contra Vox por el votante de extrema derecha. Ya sé que no es así de sencillo pero, básicamente, el voto del PP que se fue a Ciudadanos ahora se divide, gracias al populismo de Rivera y una agenda mediática vergonzante, entre los extremados y los que regresan a la casa pepera. Pero en vez de estar cada uno en una orilla, los dos se meten en la derecha y río arriba: “El PP elige jefe de campaña en Cataluña al concejal que se negó a casar a homosexuales” (Vozpópuli). La declaración de intenciones de los de Casado es bastante elocuente. De esa base, su castillo.

Hablando de “los medios”

Es cierto: “Los medios” tenemos mucha parte de culpa del ascenso de la extrema derecha en todo el mundo porque les hemos regalado la agenda con temas escandalosos y enfoques populistas. Internet y los sueldos bajos nos han vuelto cómodos y acríticos, y por eso nos la cuelan más fácilmente. Por ejemplo: dejamos que empresas cuyas audiencias no son auditadas, como Netflix, nos vayan colocando sus “series más vistas” sin que sepamos realmente si lo son. Y de audiencias, datos de difusión y usuarios únicos a la web, sabemos lo suficiente como para que Netflix nos venda publicidad sin pagar.

¡Y hablemos del Athletic!

Si hemos hablado en esta columna del Athletic cuando el equipo jugaba mal y no lograba resultados es justo que lo hagamos ahora que compite, gana, pasa eliminatorias y levanta títulos, ¿no? Durante la última victoria liguera, Roger Álvarez tuiteaba: “No recuerdo haber tenido tantos datos positivos para tuitear desde hace tiempo. No sé ni por dónde empezar”. Entre aquella goleada y el partido de hoy contra el Barça, hemos pasado a cuartos de final de la Copa. Las derrotas llegarán, lo sé, pero como me decía una buena amiga: preocúpate solo de lo bueno, que lo malo viene sin que lo llames.