¿Y después, qué?

Ha llegado el momento que durante años temíamos: ¿qué pasará cuando Facebook primero y Twitter después caigan? ¿Qué red social vendrá a sustituirlas? ¿O no lo hará ninguna? Pues bien, la juventud tiene TikTok (lo que resulta aterrador) y las y los mayores, Instagram, además de WhastApp (que no es una red social abierta, precisamente), pero nada parece que esté preparado para ocupar el hueco de Facebook, que hemos abandonado, y Twitter, que Elon Musk está dispuesto a llevar a la quiebra. Marcos Sierra ha reflexionado en Vozpópuli sobre “el fin de Facebook y Twitter (como los conocemos)”, y todos debemos ir haciéndolo.

¿Por qué?

Los despidos en Twitter podían tener cierta lógica: el modelo de negocio no era suficiente. Twitter se ha sostenido durante años perdiendo dinero porque los inversores no dejaban de aportar y confiar en que encontrarían la manera de hacerlo tan rentable como Facebook, y Elon Musk cree que eso es imposible y que hay que recortar. Pero Meta también ha despedido al 13% de su plantilla mundial: 11.000 trabajadoras y trabajadores. ¿Por qué? Porque Facebook ha dejado de ser líder y el metaverso no despega, y en una economía virtual como la que ha enriquecido a Musk y Zuckerberg, la ruina, como el éxito, es meteórica.

Ten tu propio sitio web

He tenido una gran suerte profesional: me han dejado trabajar con confianza en un sector que he visto nacer y desarrollarse. Y como Kike García de la Riva, en este proceso también escuché a quienes recomendaban poner tu identidad digital en manos de un proveedor, en aquel caso, Facebook, ahora TikTok o Instagram. Eso es “un suicidio profesional y, como sociedad, cultural y es preocupante”, como dice el creador de El Mundo Today. Insisto: ahora es además peor porque Facebook era un gigante hambriento, pero TikTok es una plaga que devora ideas, creatividad, recursos y cerebros. Es lo peor que nos ha pasado on-line.

No solo las redes

No solo es Facebook (o Meta) y Twitter: el valor de Amazon o Netflix está cayendo porque una desviación en los consumos supone en la economía virtual actual una bajada al fondo del pozo. No creo, como sugieren en El Independiente, que se haya pinchado la burbuja tecnológica (hay mucha tecnología más allá de las grandes), pero sí espero que la economía sea un poco más razonable: ninguna empresa puede crecer hasta el infinito y las millonadas que se han llevado los Musk, Zuckerberg o Bezos son indecentes e injustificables. Esa es la burbuja que tenemos que pinchar, y cuanto antes lo hagamos, mejor.

Las barbas a remojar

Me temo que después de la caída de las empresas va a ir la de las y los influencers: si no hay plataforma en la que exhibirse, no hay quien pague por la exhibición. Es cierto que, Twitter aparte, Instagram y TikTok son las redes más importantes para estas y estos profesionales (que es lo que son), y son las redes con más presente e incluso futuro. Y también lo es que, después de la pandemia, están viviendo un momento dulce. Pero, ¿cuánto va a durar? ¿No se retrae su mercado como el de Amazon? Lo siento, no soy tan optimista como en Irene Juárez en Activos, pero su texto, con fuentes del sector e influencers, es muy interesante.

A tope con el gas ruso

El primer gobierno español de coalición ha funcionado objetivamente mal. Ha logrado cosas, es indiscutible: la subida del SMI y algunas leyes que nos afectan positivamente como consumidores. Pero también es innegable que ha negociado mal entre los partidos que lo forman, los que lo sustentan y otros gobiernos de dentro y de fuera: “España eleva la compra de gas a Rusia y ve recortado el suministro desde Argelia”, leo atónito en La Información. Atónito porque es difícil hacer peor las cosas que Pedro Sánchez con Argelia, Marruecos y el pueblo saharaui, por mucho que Putin ande enredando por detrás.

Otro

Lo que está haciendo Podemos como parte del gobierno español tiene mérito: es muy difícil estar gobernando, con toda tu fuerza humana ocupada en sacar un país adelante, y abrir a la vez tantos frentes internos tan graves. Después del esperpento en Andalucía llega la tragedia en Canarias: “Alberto Rodríguez busca matar a Podemos en Canarias. El exsecretario de organización morado quiere liderar la integración con Yolanda Díaz de la izquierda en las siete islas”. En la pieza de Vozpópuli plantean que la traición del tinerfeño se gestaba desde antes incluso de que tuviera que abandonar su escaño.

La Andalucía de Macarena Olona

Sin Vox, Macarena Olona no habría tenido ninguna oportunidad de dedicarse a la política. Ni mucho menos, de ser cabeza de cartel. Olona es una persona siniestra que ha demostrado nula empatía y demasiada desvergüenza. Está dispuesta a todo, desde bailar a decir barbaridades, con tal de que las cámaras le enfoquen. Porque le gusta que lo hagan. Y ella se deja con frases y con poses que, en la campaña andaluza, transmiten lo que bien describe Isabel Serrano: “La exotización de nuestras tradiciones como si fuésemos pueblo de charanga y pandereta. Es, simplemente, la visión extranjera y estereotipada de nuestra identidad”.

Una emergencia nacional

Tiene razón Manuel Oliver, cuyo hijo de 17 años fue una de las víctimas mortales del tiroteo masivo en un instituto de Parkland, Florida, en 2018, cuando exclama que: “Si matan a 19 niños en una escuela y les desfiguran el rostro, sería una emergencia en cualquier país” (BBC). Esta víctima de las armas de fuego en EE.UU. se refiere, evidentemente, al tiroteo reciente en Uvalde, Texas. La entrevista es estremecedora: habla de lo que sucedió a su familia y de lo que sucede en el país con una frialdad heladora, y eso que ha hecho del activismo contra las armas, por medio del arte, su causa en la vida: “Es mi obligación como padre”.

Lo peor de Internet

Desde que lo descubrí, durante el confinamiento, como muchas y muchos, he definido a Tiktok como una especie de “lo peor de YouTube, pero concentrado”. Kike García de la Riva va más allá: “Lo que está ocurriendo con TikTok en los últimos meses es lo mismo que está ocurriendo con las redes sociales en los últimos 10 años… solo que muchísimo peor”. Para el consumidor, es una trampa que devora su tiempo. Para el creador, una lotería que no asegura que un contenido exitoso vaya a abrir las puertas a más. Y lo más peligroso: “Ninguna red social había influido tanto creativamente en lo que se generaba fuera de la misma”.

«La COVID sigue descontrolada»

Las cifras que ofrecen en El Nacional corresponden a Catalunya, evidentemente, pero su caso es también el nuestro: la pandemia está descontrolada y solo gracias a las vacunas esto no está siendo una masacre. Cuidado, que todavía muchos no estamos con la pauta completa, ni hemos alcanzado el pico de inmunidad, ni somos ya jóvenes, que es lo que más jode, y seguimos siendo vulnerables. Y si todo esto sucede es porque no hemos aprendido nada: la juventud sale si le dejan salir. Es decir: somos las amas y los aitas, esto es, quienes pagamos las juergas, los que tenemos responsabilidad, como quienes las sirven.

La otra pandemia

Me alivia compartir esta impresión con Kike García de la Riva, el creador de El Mundo Today: “Es interesante (y también da miedo) estar al otro lado de una cuenta tan enorme como la de EMT y ver el tipo de replies que se reciben. Es un mirador privilegiado. El fascismo en Twitter ha crecido muchísimo. Llegan todos juntos, a oleadas, y dicen lo mismo. Están organizados”. Su diagnóstico es correcto: en la red social el fascismo se ha aglutinado y organizado, y está librando una batalla que, de momento, no vence porque básicamente, las y los gestores de cuentas relevantes que forman parte de sus blancos no les dejamos pasar.

Tonto, no sé, pero útil sí es

¿Cómo logra organizarse ese montón de gente tan corta de mente que es capaz de abrazar las ideas fascistas? El mecanismo es muy sencillo, pero hacerlo funcionar tiene su mérito: siguiendo a sus líderes. De hecho, la práctica es exactamente la misma que en el fascismo local. Para lograrlo son importantes personajes como Alvise Pérez, engordado al calor de Toni Cantó en Ciudadanos y capaz de decir barbaridades como “que Maldito Bulo y Newtral ‘te ponen un sello en la frente, como los nazis’” (El Plural). Esa es justo la base de su praxis: señalar a quien no lo es para ocultar a quien sí lo es.

No son solo homófobos

El “cuarto ataque racista en Murcia en menos de un mes” (Eldiario.es) no es un hecho aislado, evidentemente. Tampoco lo es el señalamiento de Vox a un editor. Ni lo es que a grito de “maricón” te puedan quitar la vida en A Coruña o dejarte inconsciente en Basauri si tienes “suerte”. La xenofobia, la homofobia y la violencia directa están conectadas y tienen que ver con el ascenso de Vox y, sobre todo, con el blanqueo que ejercen otros partidos (PP y Ciudadanos), medios de comunicación y judicatura. No es que todo esté interconectado, es que los ataques son la consecuencia del colaboracionismo.

Si la hacen la pagan

Hablar de fútbol hoy, que veremos la final de la Eurocopa, es obligatorio aunque parezca trivial en una columna tan dura. Pero no me parece un tema menor que en Inglaterra los clubes que entraron en la Superliga tengan que abonar 22 millones de dólares por entidad como castigo. “El dinero recaudado por parte de la competición doméstica británica se destinará al fútbol base del país para mejorar las infraestructuras” (Palco 23). Quien todavía se pregunte por qué nos fascina el fútbol británico tiene que recordar noticias como esta que consisten en dejar claro a quién hay que castigar y a quién hay que recompensar.