Estados Unidos y Canadá (y 2): La Rocosas canadienses

Este viaje no tiene tregua. Tras recorrer el parque de Yellowstone, nuestra siguiente cita son los de las Rocosas canadienses, así que devolvemos el coche en el aeropuerto de Salt Lake City para coger el vuelo de las 11:00 a Calgary (2 h). Cogemos otro coche dispuestos a recorrer los 431 km que nos separan de Jasper, donde pasaremos las dos próximas noches. La carretera es todo un espectáculo, pues atraviesa las Rocosas cubiertas de nieve. Como vamos bien de tiempo y el día está espectacular, en el Banff National Park hacemos la primera parada en un sitio de ensueño, el Bow lake, situado a 1920 metros de altitud, rodeado de montañas nevadas y con bloques de hielo en su aguas. Más adelante, en el Jasper National Park, nos detenemos ante el Glaciar Athabasca y en el Campo de Hielo. Poco después, aunque fuera entre matojos, tuvimos ocasión de ver un grizly y, al llegar a Jasper, un wapití o ciervo canadiense. No está mal para ser el primer día.

Dedicamos el segundo día en las Rocosas a recorrer el Jasper National Park que, como los otros de la zona, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es el parque más septentrional de las Montañas Rocosas y está conformado por glaciares, lagos, cascadas y montañas. Pronto tenemos que detenernos porque un enorme muflón camina por el centro de la carretera. Visitamos luego el Maligne Canyon, uno de los desfiladeros más espectaculares de las Rocosas, con escarpadas paredes y pequeñas cascadas. También nos acercamos a tres lagos, Pyramid lake, Medicine lake y Maligne lake, de 22 km de longitud, magnífico ejemplo alpino, navegable en pequeñas barcas. También vemos osos negros. La cosa no puede ir mejor, pues en Yellowstone no vimos ni uno.

Hoy toca desplazarnos a Banff, donde pasaremos tres noches, pero nos equivocamos y circulamos en dirección contraria. Nos damos cuenta al ver que dejábamos el estado de Alberta y entramos en el de British Columbia. Antes de darnos la vuelta aprovechamos para echar un vistazo al Mount Robson Park que, curiosamente, lleva el nombre de nuestro hotel en Jasper. Regresamos a este parque y nos dirigimos a Athabasca Falls, una impresionante cascada de 23 metros de caída con aguas muy turbulentas. La fauna de hoy corresponde a sendas cabras de montaña con sus crías.

Como disponemos de dos días completos, recorreremos el Banff National Park, el más antiguo de Canadá, que tiene una extensión de 6.641 kilómetros cuadrados. También pasaremos a la vecina Bristish Columbia, para visitar dos parques más pequeños, Kootenay y Yoho. En el primero de ellos veremos algo muy difícil de contemplar, las cabras blancas, que se encuentran en escarpadas montañas. Lo que si vimos en abundancia fue osos negros. Esta época es muy buena para ello porque, como todavía hay nieve, acuden a las cunetas de la carretera para comer flores amarillas. También fuimos al Marble Canyon, excavado por el río Vermillion. De regreso al Parque Nacional de Banff vimos un enorme oso grizly, tan cerca del coche, que no nos atrevimos a abrir la ventanilla. La foto está sacada sacando el cuerpo por el lado opuesto del coche. ¡Estaba temblando!

En Yoho National Park vimos un gran wapití, que estaba tan inmóvil que parecía una escultura. También nos dirigimos a Spiral Tunnels, mirador de la vía férrea de la Canadian Pacific Railway, que atraviesa las Rocosas. Finalmente nos dirigimos a Takkakaw Falls, una impresionante cascada de 384 metros de caída. De regreso al parque de Banff fuimos a uno de los lugares más impresionantes de las Rocosas, Moraine lake, lago ubicado en el Valle de los Diez Picos. Estamos a 1884 metros de altitud. Es una lástima que el tiempo no acompañe, algo que parece habitual a mediados de junio, pues suele amanecer un día radiante, pero luego se va torciendo y acaba lloviendo. Concluimos la jornada en el Lake Louise, rodeado de montañas y glaciares, pero mucho menos salvaje y turístico.

Seguimos recorriendo el Banff Nacional Park, pasando por lugares con mucha nieve, mientras disfrutamos de la presencia de varios wapitís o enormes ciervos, a los que uno puede acercarse con precaución. De nuevo en Yoho NP, nos acercamos a Emerald lake, el más grande de los 61 lagos y lagunas existentes en este parque. También visitamos Natural Bridge, creado por las corrientes del río Kicking Horse para abrirse paso a través de la roca. El área que rodea el puente natural tiene hermosas vistas del río y de las montañas.

Nuestro viaje por las Rocosas canadienses está a punto de concluir, pero todavía vimos cabras salvajes y enormes wapitís. Siguiendo en el Banff NP nos dirigimos al Banff Springs Hotel, muy cerca del cual se encuentra Bow Falls, cascada en el río del mismo nombre, con solo 9 metros de caída pero 30 de anchura. De aquí nos dirigimos al Johnston Canyon, hermoso cañón que se recorre por una pasarela voladiza, desde la que se contempla un par de cascadas. Ya solo nos queda por ver Minnewanka lake, lago glaciar de 28 km de largo. Los cuatro parques nacionales visitados, Jasper, Banff, Kootenay y Yoho, forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Nos han encantado las Rocosas. El viaje está llegando a su final. Tenemos 129 km hasta nuestro próximo destino, la ciudad de Calgary.

Por fin un día de tranquilidad, pues tenemos toda la jornada para visitar Calgary, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1988 y ciudad más poblada de Alberta, aunque no su capital. Es también la tercera de Canadá, tras Toronto y Vancouver. Lo primero que hacemos es subir a la Calgary Tower, de 191 metros, para contemplar desde las alturas la ciudad. Callejeamos un poco contemplando varias esculturas urbanas y, como las ciudades no nos dicen gran cosa, nos dirigimos a pasar el resto del día al Heritage Park Historical Village, que nos permite conocer cómo fue antiguamente la vida en el oeste, con ferrocarril incluido. Aquí está también el Museo Gasoline Alley, que cuenta con una buena colección de vehículos de época y objetos relacionados con el petróleo y el gas. Mañana iniciamos el regreso a casa. A las 10:15 sale nuestro avión que, tras casi 4 horas de vuelo, nos dejará en Toronto.

Como la legislación canadiense permite demorar la escala 24 h, aprovechamos la parada en Toronto para coger un coche de alquiler y desplazarnos a Niagara Falls, distante 126 km. Además nos damos el capricho del viaje, alojarnos en el Oakes Hotel Overlooking the Falls, desde el que tenemos una espectacular vista de las cataratas, que tienen una altura de unos 56 metros y una anchura máxima de 671. Por la tarde vemos las situadas cerca del hotel y la iluminación nocturna del gran salto. Al día siguiente pasamos también al lado norteamericano. Una gozada el espectáculo de agua que son las cataratas pese a que, para no perder la costumbre, tenemos que recorrer con rapidez, pues por la tarde tenemos que regresar al aeropuerto de Toronto para coger el vuelo de las 18:50 a París (7 horas de vuelo) y, tras dos horas de escala, el de regreso a Bilbao. Ha sido un viaje espectacular.

INFO: Por poco más de los que cuesta un billete de ida y vuelta, sacamos todos los vuelos con Delta. Fueron los siguientes: Bilbao – París (Air France) – Salt Lake City (Delta) – Calgary (Delta Skywest) – Toronto (Westjet) – París (Air France) – Bilbao (Air France).

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