Un domingo en Atenas (Grecia)

El pasado año por estas fechas, en concreto del 10 al 20 de marzo, pensaba haber viajado a Grecia. Tal día como hoy teníamos previsto visitar el templo de Apolo. Había pagado los vuelos y el coche de alquiler y reservado los hoteles pero, tal como se estaban poniendo las cosas, el día 9 al mediodía decidí cancelar todo y, como casi tenía hasta la maleta hecha, salir al día siguiente hacia Portugal, pero en coche, para pasar las mismas fechas. Por cierto, en julio Lufthansa me devolvió hasta el último céntimo pagado. En ese momento, en el país vecino sólo había un brote de coronavirus perfectamente controlado. Solo pude disfrutar cuatro días del viaje, pues el 14 de marzo emprendimos el regreso a casa para confinarnos. Mi primer viaje a Grecia lo realicé en agosto de 1976, efectuándolo en coche desde Bilbao, estrenando el Ford Fiesta. Íbamos la cuadrilla del monte, pues entre los objetivos estaba subir al Triglav, el monte más alto de los Alpes Julianos y de la antigua Yugoslavia (ahora de Eslovenia) y al Mitikas, techo del monte Olympo y de Grecia.

Habíamos planificado el viaje para el mes de marzo debido a la agradable temperatura de la que disfrutamos tres años antes, incluso pasando calor en Atenas, ya que mi segundo viaje a Grecia tuvo que esperar hasta marzo de 2017 cuando, en el curso de un crucero por el Mediterráneo, visitamos las islas de Rodas y Creta, Atenas y Katakolon, población situada cerca de la antigua Olympia, de donde llegamos al puerto de El Pireo poco después de amanecer. Era el 19 de marzo, pasadas las 7 de la mañana.

Una vez amarrado el barco en el puerto de El Pireo y desayunados, descendemos del MSC Magnifica dispuestos a “comernos” Atenas, ciudad a la que se puede llegar en Metro. Como íbamos a andar muy apurados de tiempo para esta visita, mi segunda a la ciudad, optamos por contratar los servicios de Katakolon Express, agencia de la que teníamos muy buenas referencias y que oferta servicios paralelos a los de los cruceros, pero cobrando la tercera parte, en este caso 30 €. De camino a Atenas hicimos una breve parada para fotografiar el pequeño puerto de Kastella.

Visitamos Atenas en un día complicado, pues muchas calles se van cortando o abriendo según pasa la prueba de Maratón que hoy se celebra, así que hay que trastocar el orden de las visitas. En primer lugar nos dirigimos, como no, a la Acrópolis, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1987. Como es nuestra costumbre le preguntamos al guía a qué hora tenemos que volver, pues realizaremos la visita por nuestra cuenta, comenzando por el Templo de Atenea Niké, de estilo jónico, levantado en el siglo V aC. Casi al lado tenemos el Odeón de Herodes Ático, del siglo II, reservado a espectáculos teatrales. Una vez en lo alto contemplamos otros notables lugares, como el Hefestión o el Teatro de Dionisos, que tenia capacidad para 16.000 espectadores.

La Acrópolis constituye el conjunto arqueológico más importante de Atenas y de Grecia en general. “Akrópoli” significa ciudad en lo alto, haciendo honor a su nombre pues estamos a 156 metros sobre el nivel del mar. En esta parte alta lo primero que encontramos son los Propileos, que hacían la función de pórtico. Posteriormente vemos el Altar de Atenea, pero antes nos detenemos con tranquilidad en el Erecteion, construido entre los años 421 y 395 aC. Se trata de un elegante templo, que cuenta con la famosa tribuna de las Cariátides, que mira al Partenón, nuestra última visita, el templo más bello del arte dórico que se conserva. Construido entre los años 477 y 432 aC, tiene ocho columnas dóricas de mármol en cada fachada principal y otras 16 en los laterales. En el friso figuraban las 92 metopas que describían la guerra de Troya. Parte de él lo hemos visto en el British Museum de Londres. Hemos andado listos y visitado la Acrópolis sin casi gente antes de que llegaran los grupos de los cruceros. Incluso he podido tomar fotos sin nadie y nos ha sobrado tiempo para tomar un vino en la terraza del lujoso Dionysos Zonar’s, contemplando la Acrópolis. Es la ventaja de no ir con el grupo.

Nos ha sentado bien el tomar el vino en la terraza del bar. Hemos podido ir a baño y hacer una pausa antes de continuar la visita a la ciudad. A las 11:00 h teníamos que haber estado en la plaza Syntagma para ver el espectacular cambio de la guardia, pero el Maratón nos lo ha impedido. A donde si podemos llegar es al Estadio Panathinaikó, también conocido como el Kallimármaro («mármol hermoso»), construido a partir de los restos de un antiguo estadio griego, para acoger la primera edición de los Juegos Olímpicos Modernos, en 1896. Tiene capacidad para 45.000 espectadores.

Desde el interior del autobús fotografío el Záppeion, edificio situado en el Jardín Nacional de Atenas, que se usó en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896 para las competiciones de esgrima. En la actualidad se utiliza para diferentes eventos y ceremonias, como la firma de la adhesión de Grecia a la Unión Europea en mayo de 1979. De nuevo salimos del autobús, caminando junto a la escultura del siglo XIX de Henri-Michel Chapu y Alexandre Falguière, que representa a Grecia en forma de una figura femenina que corona a Lord Byron. También contemplamos el Arco de Adriano, construido en mármol del Monte Pentélico.

El Arco de Adriano nos da acceso al Templo de Zeus Olímpico, que ya fotografié desde la Acrópolis en una visión casi aérea. También conocido como el Olimpeion, se trata de un templo construido entre los siglos VI y II aC en honor al dios Zeus Olímpico. Era una construcción de 96 metros de largo y 40 metros de ancho, que constaba de 104 columnas corintias de 15 metros de altura, de las que hoy sólo se conservan 15, situadas sobre una gran explanada de hierba.

Se ha echado la hora de comer, así que nos dejan una hora libre a la entrada del popular barrio de Plaka, zona muy turística de estrechas calles, situada a los pies de la Acrópolis, llena de restaurantes y de comercios de ventas de recuerdos. Me habría gustado degustar el tradicional mousakka, pero optamos por sepia a la plancha con ensalada y patatas fritas. Así disponemos de algo de tiempo para curiosear y tomar algunas fotos. Antes de regresar al autobús nos detenemos ante el monumento a Melina Mercouri, actriz y activista contra la dictadura, que fue nombrada Ministra de Cultura en 1981.

Como ya ha concluido el Maratón, antes de regresar al barco nos dirigimos a la plaza Syntagma para ver la versión reducida del cambio de la guardia, el que se celebra cada hora ante la Tumba del Soldado Desconocido, situada junto al Parlamento Griego. Como por la tarde casi no hay gente, pude estar en primerísima fila, pudiendo obtener este reportaje fotográfico en el que se ve todo el proceso. En él participan los evzones, el equivalente a la guardia real, que lucen una camisola blanca, una falda plisada, un chaleco bordado, un gorro de color rojo con una coleta en uno de los lados y un vistoso calzado con una gran borla en la punta.

De nuevo a bordo del MSC Magnifica, un último vistazo a El Pireo, a los ferrys que van a las islas y a la iglesia ortodoxa de San Nicolás, construida a finales del siglo XIX, que tenemos al lado. A las 18:30 el barco zarpa con rumbo a Limassol (Chipre), nuestro siguiente destino. El sol se pone a las 18:36 así que, como de costumbre, subo a la cubierta exterior para contemplar la puesta de sol. Navegando, he visto ya unos cuantos amaneceres y atardeceres, en el Báltico, los fiordos noruegos, el Mediterráneo, en el Golfo Pérsico y, no digamos nada, en el Caribe, pero el espectáculo vivido en Atenas, con sus tonos rojizos, no será fácil de olvidar.

Un comentario en «Un domingo en Atenas (Grecia)»

  1. Al empezar a leer se me han saltado las lágrimas,al recordar hace ya un año lo que nos ha caído encima.
    A medida que he ido leyendo,me he animado mucho recordando estos lugares tan llenos de vida ,para volver siempre. Gracias.

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