Escapada lucense (1): Mondoñedo

Este año se me han amontonado las escapadas, así que la que ahora relato es la sexta del año, realizada del 9 al 13 del pasado mes de julio a un lugar que me gusta mucho, la localidad lucense de Viveiro, situada a 453 km de Leioa, que se realizan cómodamente en cuatro horas y media fundamentalmente por la autovía A8, concluyendo por la carretera N-642. En el viaje de ida solemos parar a comer el bocadillo, cuando llevamos recorridos 388 km, en el área recreativa del Puente de los Santos, muy deteriorada por cierto, situada en la muga entre Asturias y Galicia, desde donde contemplamos una magnífica panorámica de la desembocadura del río Eo, teniendo como telón de fondo el Faro de Illa Pancha, perteneciente al concello de Ribadeo. Luego paramos a tomar el café en O Lar de Carmiña.

No suelo extenderme mucho hablando de los lugares en los que nos alojamos pero, aunque parezca que hago publicidad de él pese a que pago religiosamente como cualquier cliente, quiero comentar que en este hotel es la tercera vez que nos alojamos, la última el pasado año, pues me encanta por su emplazamiento con vistas a la ría de Viveiro. Se trata del Hotel Thalasso Cantábrico Las Sirenas ****, situado sobre la cerrada playa de Sacido. https://www.thalassocantabricolassirenas.es/. Teléfono: 982 56 02 00.

Además de por su emplazamiento, el hotel citado nos encanta por su Restaurante Panorámico, probablemente el de mejor relación calidad-precio de cuantos conozco. Las cuatro noches cenamos allí, mostrando a continuación, de arriba abajo y de izquierda a derecha, los platos que degustamos, repitiendo algunos de ellos: Brocheta de rape y langostinos, Ensalada de queso de cabra, panceta crujiente, gambones y setas, Ensalada de gulas y langostinos, Zamburiñas a la plancha, Pulpo a la brasa sobre patata panadera, Revuelto de erizos y algas, Croquetas artesanas y, de postre, Filloa rellena de crema pastelera, helado y baño de chocolate.

Otra cosa que nos gusta del citado hotel es el paseo que sale desde él, uniendo la playa de Sacido con la playa de Covas, pasando por la de Seiramar. Todas las tardes antes de cenar acostumbramos a bajar a tomar un Albariño al Mesón K2, situado al comienzo de la playa, donde siempre hay pintxo-pote. Es un recorrido de 1,2 km y otros tantos de subida a la vuelta, que bordea un lugar lleno de encanto, de nombre Os Castelos, unas curiosas formaciones rocosas junto a las que se levanta el monumento dedicado a las 500 víctimas del naufragio de la fragata Santa María Magdalena y del bergantín Palomo.

El 10 de julio nos desplazamos 64 km hasta una población que hacía muchos años que no visitábamos, Mondoñedo, “uno de los pueblos más bonitos de España”, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1985, aunque no me dijo mucho. Dejamos el coche aparcado junto al mayo edificio de la localidad, el Seminario Santa Catalina y nos dirigimos a la Praza da Catedral, en parte porticada, a la que se asoman la Oficina de Turismo, el Palacio Episcopal y el monumento al poeta local Álvaro Cunqueiro. En la misma plaza está el restaurante O Rei das Tartas, en el que luego comimos.

El principal monumento de Mondoñedo es la Catedral, mandada construir por el obispo Martiño entre 1230 y 1248, que conserva la puerta románica primitiva. Destacan en ella su rosetón ojival, las vidrieras barrocas y las torres, que datan del siglo XVIII. Como salimos empachados de ver iglesias en el reciente viaje por Francia y Bélgica, no visitamos su interior, perdiéndonos las pinturas murales del siglo XIV. Desde el año 2015 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, como parte integrante del Camino de Santiago.

No era la parte monumental lo que hizo que nos desplazáramos a Mondoñedo, sino realizar una ruta de circular de senderismo, de 8 km de recorrido y de nombre “Ruta da Auga”. Para recabar más información nos dirigimos a la Oficina de Turismo, sita en Praza da Catedral, 34, que abre de 10 a 14 y de 16 a 19 h. Así supimos que la ruta comienza en la Fuente Vieja (siglo XVI) y está muy bien señalizada, teniendo una buena subida al comienzo por un estrecho sendero, que luego se transforma en pista, disfrutando desde lo alto de una magnífica vista de Mondoñedo.

Tras varias subidas y bajadas, la pista desciende decididamente en busca del río Valiñadares, atravesando brevemente una explotación minera. Enseguida llegamos a un lugar accesible en coche, por lo que luego será nuestro camino de vuelta, para introducirnos en el lugar más hermoso de la ruta, un sombreado sendero que en tan sólo 300 metros nos lleva al Salto do Coro, una cascada de 15 metros de caída, a la que se llega tras subir un tramo de escaleras. Es un lugar muy fresco y lleno de encanto, máxime porque hacía bastante calor. El regreso a Mondoñedo es mucho más soso, caminando en buena parte por la carretera, accediendo por el barrio de Os Muiños.

Todavía tenemos por delante dos jornadas completas, pero de ello espero hablar la próxima semana. La escapada lucense continúa.

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