HIMACHAL PRADESH y PUNJAB (India)

Había realizado ya cinco viajes por la India, pero tenía una asignatura pendiente. Se trataba de visitar el Templo Dorado de los shiks, en Amritsar, en cuyo aeropuerto estuve accidentalmente años antes. Tras haber recorrido la India en verano, el quinto viaje lo efectué por el Rajastán un mes de noviembre. Entonces descubrí que ese es el mes ideal para viajar a este país, pues la temperatura resulta muy agradable y los cielos están limpios. Una imprevista intervención quirúrgica hizo que tuviera que aplazar mi sexto viaje del mes de noviembre al de febrero y que viajara solo con mi mujer y un conductor sij, realizando desde Delhi más de 1.000 km en coche por el norte de la India y regresando a la capital en tren.

Una vez en la carretera volví a recordar que ella en sí es un espectáculo, ya que puedes ver infinidad de medios de transporte, como el dromedario, el rickshaw y los trenes. Nuestro primer destino era el estado de Himachal Pradesh, pero el 18 de febrero hicimos una escala técnica para pernoctar en Chandigarh, una ciudad de la India que sirve de capital a dos estados, Punyab y Haryana, aunque no pertenece a ninguno de ellos. Como llegamos bien avanzada la tarde solo nos dio tiempo a visitar el Garden Rock Fantasy, un curioso jardín de esculturas hechas con productos reciclados. En él coincidimos con una fiesta.

El 19 de febrero tuvimos que recorrer 115 km para llegar a nuestro primer destino en Himachal Pradesh, su capital, Shimla, población situada a 2130 metros de altitud, construida en la ladera de una montaña que tiene como telón de fondo las nevadas cumbres del Himalaya. Antes de llegar nos detuvimos en el colorista templo Jakhoo. Shimla fue la capital de verano de la India durante la dominación británica, conservando un cierto aire colonial en su vía principal, la Mall, situada en la parte alta, antiguamente vedada a los ciudadanos indios. En ella está prohibido arrojar basura, escupir e incluso fumar, bajo multa. También nos acercamos a los puestos de comida y vimos cómo elaboraban los tradicionales gorros. El día fue de lo más luminoso y por primera vez pisamos la nieve en la India, pero no todo fue perfecto, pues en ningún alojamiento hemos pasado tanto frío como en el victoriano Hotel Woodville Palace.

20 de febrero. De Shimla a Manali (245 km), nuestro siguiente destino, el viaje no tuvo desperdicio, sobre todo a partir de Mandi, donde entramos en el valle de Kulu, conocido como “el valle de los dioses” y abierto por el río Beas. Viajamos en un moderno Tata, sin tiempo para aburrirnos, ya que las ventanillas del coche parecen una pantalla de televisión en la que estás viendo en directo un documental en el que aparecen hermosos paisajes, la vida en la calle, los puentes colgantes, los monos… Lo malo es que viajamos en vilo por la forma de conducir que tienen los indios, jugándonos la vida en cada adelantamiento.

21 de febrero. Manali se ha convertido en la principal población turística del valle de Kulu. Su nombre original era Kulantapith, que significa “el final del mundo habitable”, ya que aquí concluye el valle y comienzan las montañas que conducen al elevado valle de Ladakh. Cuenta con algunos modernos monasterios budistas tibetanos y un antiguo templo, Hadimba, construido en 1553, que tiene su entrada de madera exquisitamente tallada. También vimos a los yak por la calle, fuimos al mercado y contemplamos las montañas cubiertas de nieve, mucho más después de la nevada que nos cayó.

Como Manali tiene poco que ver, aprovechamos la estancia para visitar dos aldeas cercanas, comenzando por la más próxima, Vashisht, distante tan solo 3 km, que si por algo es conocida y por lo que la gente se acerca a ella, es para darse un baño en sus manantiales termales de agua sulfurosa, también utilizados por las mujeres para hacer la colada y limpiar la vajilla. La segunda, distante 6 km, es la mayor aldea del valle de Kulu. Se trata de Jagatshukh, que cuenta con dos antiguos templos, aunque nos quedamos con la imagen de los niños que nos acompañaron en nuestro recorrido por el pueblo.

22 de febrero. Tras la intensa nevada nocturna, el día siguiente amaneció radiante, así que el paisaje era todavía más espectacular visto desde la atalaya de nuestro hotel Snowcrest Manor. Temíamos no poder bajar la empinada cuesta con el coche, pues todos los campos estaban cubiertos de nieve, pero la carretera estaba limpia. Menos mal, pues no creo que aquí sepan lo que son las cadenas. Por delante teníamos 235 kilómetros de viaje, atravesando numerosos verdes valles antes de llegar a Dharamshala, que fueron una auténtico espectáculo tanto por los paisajes como por la vida de los pueblos por los que pasamos.

23 de febrero. Dharamshala es conocido en todo el mundo por ser el exilio escogido por el Dalai Lama cuando tuvo que abandonar el Tíbet. Por ello la ciudad está llena de refugiados tibetanos y de monjes budistas. Es una población situada entre los 1250 metros de altitud de su parte baja, eminentemente india, y los 1800 metros de la parte alta, budista, rodeada de cumbres nevadas y conocida como McLeod Ganj. En su calle principal existe un pequeño templo budista, con un rodillo de oraciones, y un importante monasterio, en el que presenciamos una vistosa ceremonia. Previamente, como no, acudimos al mercado. Por fin cumplía una asignatura que tenía pendiente, llegar a este lugar que tanto me ha gustado.

Nuestro apresurado viaje continuó y por la tarde nos dispusimos a cubrir los 203 km que nos separaban de Amritsar, la mítica ciudad del estado del Punyab y principal objetivo del viaje. Durante el recorrido seguimos disfrutando del paisaje de montañas nevadas y de la actividad que hay en los pueblos. La carretera sigue siendo un espectáculo, aunque resalto dos detalles, la tranquilidad de una garceta y la de la obra en una carretera, en la que la persona que maneja una pala tiene un ayudante para tirar de ella con una cuerda. Tras instalarnos en el hotel, ya de noche, acudimos a ver el Templo Dorado de los sij. Tenía tantas ganas…

24 de febrero. Deambular en coche por la ciudad antigua de Amritsar es una auténtica locura, así que resulta más práctico utilizar el transporte público popular, el rickshaw (bicicleta), para las distancias cortas y el moto-rickshaw, para las más largas. Toda la parte vieja y principalmente las calles que rodean el templo es un gran bazar, en el que existen comercios en los que se venden las cosas más inverosímiles y numerosos puestos de hortalizas y frutas, con sus productos perfectamente colocados. Aunque hay varios bares e incluso alguna moderna pizzería, la mayoría de la población sigue prefiriendo los puestos callejeros de comidas, como el que ilustra la foto. Nada más ver la cámara, el propietario hace salir a los demás empleados, se atusan el pelo y posan.

Concluyo este relato en el Templo Dorado, aunque su nombre es Templo de Dios o, más bien, su acepción punjabí “Harimandir Sahib”. La construcción se concluyó en 1601, siendo desde entonces considerado por los sikhs como el templo más sagrado, al que acudir en peregrinación al menos una vez en la vida. El poderío de los sikhs se manifiesta según llegas al templo, primero porque no hay que pagar entrada y segundo porque tienen un enorme servicio de guardarropa, también gratuito y perfectamente organizado, en el que puedes dejar la mochila y obligatoriamente los zapatos, ya que al recinto del templo hay que entrar descalzo, atravesar unas pequeñas piscinas de mármol que te cubren de agua hasta el tobillo para lavar los pies y cubrir la cabeza con un pañuelo de algodón. Incluso puedes comer gratis. El Harmandir es el lugar en el que se custodia el original del libro sagrado de los sikhs, bajo la gran cúpula cubierta por 100 kg de láminas de oro. Me ha encantado el Templo Dorado, que por si mismo ha justificado el viaje.

Teruel existe: El Maestrazgo

Los insultos y amenazas recibidos por Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, durante el proceso de investidura de Pedro Sánchez, así como la campaña de boicot contra Teruel, me han animado a escribir sobre esta provincia, rememorando un viaje realizado del 31 de marzo al 3 de abril de 2011 por uno de los lugares más representativos de la España vaciada, la comarca turolense del Maestrazgo, pues en 1.204,30 km² (el 54% de Bizkaia) hay censados tan solo 3.177 habitantes, con una densidad de 2,65 hab/km². Las tres noches las pasamos en un confortable alojamiento, el Hotel Spa Balfagón **** (https://hotelspabalfagon.com/es/), ubicado en la capital de la comarca, Cantavieja, localidad situada a 1200 metros de altitud y distante 508 km de Leioa y tan solo 174 de Valencia, ciudad desde la que nosotros nos desplazamos. Os invito a conocer el Maestrazgo.

La Iglesuela del Cid (410 habitantes), declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1982, supuso para nosotros la puerta de entrada en el Maestrazgo turolense. El edificio más importante es la iglesia de la Purificación, construida en el siglo XVII sobre un templo gótico anterior. La iglesia, el Ayuntamiento y el Torreón de los Nublos, forman un notable conjunto monumental, en el que también merecen ser reseñados la Casa Guijarro y el antiguo arco de la muralla, que cuenta con una pequeña hornacina con la imagen del Apóstol y aparece datado en el año 1721.

Con 709 habitantes, Cantavieja es la capital y la localidad más poblada del Maestrazgo turolense. Para nosotros fue nuestro «campamento base», por lo que aprovechamos las tardes para ir descubriendo esta población construida sobre un promontorio rocoso, que forma parte de los pueblos más bonitos de España y desde 1981 está declarado Conjunto Histórico, en el que destaca la Plaza Mayor, porticada en tres de sus lados, dos de ellos ocupados por el Ayuntamiento (siglo XVI) y la iglesia parroquial de la Asunción. En la plaza está la Casa del Bayle. También visitamos la ermita del Calvario y el Museo de las Guerras Carlistas, ubicado en la calle Mayor en una casa del siglo XVII, desde el que se propone un viaje en el tiempo para descubrir la zona en el siglo XIX (http://museovirtualmaestrazgo.com/guerras-carlistas.php).

Al día siguiente nos desplazamos a un pequeño pueblo, de nombre Cañada de Benatanduz (36 habitantes), perdido en la sierra de la Cañada a 1422 metros de altitud. El barrio de Monjuí concentra los restos más antiguos de la población, las ruinas del castillo. A una cota inferior se encuentra el conjunto de la Plaza Mayor, presidido por la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y flanqueado por el antiguo Ayuntamiento, con lonja-trinquete y el hospital de los pobres, que data de 1568.

La siguiente cita la tenemos en Villarluengo (170 habitantes), en el que destaca su espectacular y hermoso emplazamiento en lo alto de un enorme espolón rocoso, al borde de un profundo barranco al que se asoman las casas del pueblo. Una vez en él nos detenemos ante la iglesia parroquial de la Asunción, de estilo neoclásico-mudéjar, y el edificio del Ayuntamiento, obra renacentista del siglo XVI. Luego subimos a la Torre Montesanto, convertida en hostal, desde la que se tiene una espectacular vista.

A continuación nos desplazamos a Pitarque (73 habitantes), pueblo que alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIX, cuando contaba con unos 900 vecinos. Nos detenemos a tomar algo, mientras contemplamos la iglesia de Santa María la Mayor, para luego dirigirnos a nuestro principal objetivo, el precioso nacimiento del río Pitarque, a partir de las aguas que se van filtrando desde las partes más elevadas de la sierra de Gúdar. Hay que caminar por un sendero balizado durante unos 5 km y otros tantos de vuelta. De camino nos detenemos en la ermita de la Virgen de la Peña. y en la antigua central eléctrica.

Viajando por la carretera que va de Pitarque a Ejulve, después de superar innumerables curvas, nos detuvimos para contemplar los Órganos de Montoro, imponente farallón de roca caliza bajo el que discurre encajado el río Guadalope. Previamente nos paramos para fotografiar los cultivos en terraza y el túnel excavado para atravesar la mole rocosa. Más adelante pudimos contemplar en el interior del bosque un grupo de cabras montesas, con una gran cornamenta.

La siguiente cita es en Molinos (239 habitantes), donde llama nuestra atención que el pueblo está partido por el profundo barranco de San Nicolás, donde el río Guadalopillo se desploma dando lugar a un salto de agua de 30 metros. Una vez en el pueblo dos edificios llaman nuestra atención, la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, de finales del siglo XV, y la Casa del Concejo, el Ayuntamiento, con su imponente artesonado. Como siempre hay que dejar algo para volver, nos quedan pendientes de visitar los museos de Molinos y de Eleuterio Blasco Ferrer, la exposición Agu-a-rte y la gran atracción de la población, las espectaculares Grutas de Cristal (http://www.grutasdecristal.com).

Continuamos la ruta hasta Cuevas de Cañart (76 habitantes), pueblo perteneciente al municipio de Castellote, que conserva el trazado urbano de origen medieval, por lo que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Han desaparecido el castillo y la muralla, de la que solo se conserva el portal de Marzo. Entre los edificios civiles destacan el Ayuntamiento y las casas Moliner y Arellano, edificio neoclásico. La arquitectura religiosa está representada por la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y las ermitas de la Virgen de los Pueyos y de San Blas, además de los restos de los conventos de Monjes Servitas y de Concepcionistas Franciscanas.

Aunque no entramos, pasamos junto a Seno (39 habitantes), del que sobresale la esbelta torre mudéjar de la iglesia de Santa Elena (siglo XVIII). Nuestro siguiente destino es Castellote, capital del segundo municipio más poblado (681 habitantes), pueblo ubicado en la ladera de un monte coronado por las ruinas de un castillo templario. Su principal edificio es la iglesia gótica de San Miguel, aunque también llama nuestra atención la fuente gótica. En este intenso día todavía nos quedan casi 50 km para regresar a Cantavieja, pero nos volvemos a detener para fotografiar el embalse de Santolea.

Iniciamos una nueva jornada dirigiéndonos a Tronchón (67 habitantes), pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico y famoso por sus quesos. La plaza de la Iglesia constituye el centro neurálgico de la población, pues a ella se asoman el templo de Santa María Magdalena, la Casa Consistorial, el horno y la antigua cárcel. Cuenta también con notables casas, entre las que destacan las del Santo, del Marqués de Valdeolivo, Rectoral y Monforte. También llama mi atención la existencia de un trinquete. Al abandonar el pueblo vemos a dos pastores cuidando un rebaño de ovejas.

Concluimos este apresurado viaje por el Maestrazgo turolense en uno de los pueblos que más me han gustado, Mirambel (116 habitantes). Por algo está considerado uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de Aragón. Desde 1980 es BIC y en 1981 recibió la medalla de oro de Europa Nostra por las tareas de restauración. Accedemos al recinto amurallado y vamos dando un monumental paseo por sus calles, contemplando construcciones tan notables como el Portal de las Monjas, el convento de las Agustinas, la iglesia de Santa Margarita, la Casa Consistorial y las casas renacentistas de Aliaga y Castellot. Pasamos junto a la ermita y abandonamos el recinto amurallado por el Portal del Estudio.

Nuestro recorrido por el Maestrazgo turolense ha concluido, con la sensación de que, por su emplazamiento, algunos pueblos me recuerdan a los de la Toscana italiana. El viaje continúa ahora hacia el Maestrazgo de Castellón, pero de ello hablaré en otra ocasión.

LANZAROTE: En el centenario de César Manrique

El pasado 19 de enero viajé por cuarta vez a la canaria isla de Lanzarote. En este viaje de 9 días he recorrido 550 km por las excelentes carreteras de la isla, con un objetivo principal, volver a visitar los Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT), muy asociados a la figura de César Manrique, del que se celebra el centenario de su nacimiento. Poco más de dos horas y media de vuelo separan los aeropuertos de Bilbao y Lanzarote, que realicé con Vueling, con impecable puntualidad y un coste que no llegó a 80 € ida y vuelta. Por segunda vez nos hemos alojado en el Hotel Beatriz Playa & Spa, ubicado en la tranquila zona de Matagorda, en Puerto del Carmen, que cuenta con un agradable paseo costero desde el que puedes fotografiar a los aviones como si estuvieras en la caribeña isla de St Maarten.

De visita obligada resulta la Fundación César Manrique, que ocupa la vivienda del artista en Tahiche y que hasta el 24 de abril conmemora el centenario del nacimiento de su fundador con numerosas actividades, como la exposición “César Manrique. Es un placer”. Recorriendo el espacio expositivo pudimos contemplar más de 400 fotografías de la esfera pública y privada del artista, además de reproducciones de sus máscaras de Carnaval, cerámicas, cuadros, carteles de sus exposiciones y un largo etcétera. Horario: De 10 a 18 h. Precio entrada: 8 euros.

Al día siguiente a nuestra llegada, por la tarde, como el tiempo estaba nublado y con lluvia, aprovechamos para visitar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, ubicado en el castillo de San José, erigido entre los años 1776 y 1779 por mandato del rey Carlos III. Fue el primer CACT que visitamos y aprovechamos para comprar por 35 € el bono para los 6, con el que te ahorras 12, 50 €. César Manrique fue quien convenció a las autoridades locales para transformar la antigua fortaleza en un museo que reúne una de las mayores colecciones de arte abstracto de la segunda mitad del siglo XX existentes en Canarias. Horario: De 10 a 20 h. Precio: 4 euros.

Dedicamos una jornada a visitar cuatro de los seis Centros de Arte, Cultura y Turismo, que incluye el bono que compramos, comenzando por el que más me gusta, el Jardín de Cactus, última gran intervención de César Manrique en Lanzarote. Rodeado de la mayor plantación de tuneras de la isla, el Jardín de Cactus acoge alrededor de 4.500 ejemplares de 450 especies de cactus, llegados desde los cinco continentes. El paseo por su interior resulta muy agradable, llamando también la atención el molino y los baños. Horario: De 10:00 a 17:45 h. Precio: 6,50 euros.

La siguiente cita la tuvimos en uno de los lugares más emblemáticos de Lanzarote, los Jameos del Agua. Jameo es una palabra de origen aborigen que se refiere a un agujero que se produce como consecuencia del hundimiento del techo de un tubo volcánico. Creado a partir de unos jameos naturales, es el primer Centro de Arte, Cultura y Turismo ideado por César Manrique, además de uno de sus pilares creativos, la armonía entre la naturaleza y la creación artística. Horario: De 10:00 a 18:30 h. Precio: 10 euros.

Muy cerca tenemos nuestro siguiente destino, la Cueva de los Verdes. En este caso la visita es guiada, en castellano e inglés, teniendo que esperar a que se formen grupos de 50 personas, algo que sucede con mucha rapidez. Se trata de una cueva volcánica que se ha acondicionado para su visita, contando en su interior con un auditorio. La visita concluye con una sorpresa, que no voy a revelar para que no pierda su encanto. Horario: De 10 a 17 h. Precio: 10 euros.

Situado a 400 metros de altitud, en el Risco de Famara, el Mirador del Río es una las creaciones arquitectónicas más representativas de César Manrique. Destacan en él sus amplios miradores desde los que contemplar La Graciosa, isla a la que se accede desde Orzola en los barcos que salen cada media hora. La travesía dura 30 minutos y el precio es de 26 € ida y vuelta. En la isla os recomiendo ir a la playa de las Conchas, distante unos 5 km. Se puede ir en taxi todo-terreno y regresar caminando, para luego disfrutar de unas lapas a la plancha en el puerto. Volviendo al Mirador del Río, me parece un abuso que cobren por entrar a un bar, bastante flojo por cierto, cuando las vistas las tienes desde cualquier punto de los alrededores. Horario: De 10:00 a 17:45 h. Precio: 5 euros.

Otro lugar de visita obligada es el parque nacional de Timanfaya, que cuenta con más de 25 volcanes. Aunque las últimas erupciones se produjeron en 1824, sigue teniendo actividad volcánica, como se puede comprobar con la hierba seca que arde a poca profundidad o el geiser que recrean para los visitantes. El precio de la entrada incluye un recorrido de algo más de media hora en autobús por el interior del parque. Horario: De 09:00 a 16:45 h. Precio: 12 €. Previamente hicimos a pie un recorrido de algo más de dos horas de duración, caminando sobre la lava, para subir al cráter del volcán Caldera Blanca, bordeando el volcán La Caldereta. Merece la pena pero hay que llevar calzado adecuado. El sendero parte de una pista a 2 km del Centro de visitantes de Mancha Blanca. No tiene perdida pues el aparcamiento está lleno de coches.

Recorrimos también el centro de la isla, deteniéndonos en La Geria, lugar dedicado a la plantación de vides para la producción de vino, siendo abundante la variedad Malvasía. Las vides se plantan en conos formados en el lapilli, siendo protegidas por pequeños muros de piedra. También visitamos la Casa Museo del Campesino, Situada en en el centro geográfico de Lanzarote, en el municipio de San Bartolomé, que se complementa con el Monumento a la Fecundidad, una obra vanguardista de César Manrique. Es el séptimo CACT, pero la entrada es gratis pues todo es hostelería y tiendas. Horario: De 10:00 a 17:45 h. En Nazaret merece la pena visitar el Museo Lagomar, ubicado en un risco del volcán de Nazaret, construido entre rocas, cuevas y túneles que te llevan a lo que durante menos de 24 horas fue la casa del actor egipcio Omar Sharif. Horario: De 10 a 18 h. Precio: 6 euros.

Al día siguiente a nuestra llegada también nos desplazamos al extremo sur de la isla, al faro de Punta Pechiguera, para conocer la zona turística de Playa Blanca. Cuando estábamos en el paseo costero a la altura de playa Flamingo, la amenaza inminente de lluvia nos hizo escapar, así que volvimos al sur en un mejor día, para detenernos en el coqueto pueblo de Yaiza, donde entramos en la iglesia de Ntra Sra de los Remedios, frente a la que luego comimos. Es un buen punto de partida para visitar las salinas de Janubio, los Hervideros y, finalmente, El Golfo, punto de partida para llegar a pie hasta las proximidades del hermoso lago Verde.

En esta ocasión dejamos para el final del viaje el probablemente más coqueto pueblo de Lanzarote, Teguise. Lo hicimos así porque el 26 de enero era domingo, día en que tiene lugar el mercadillo popular más importante de Canarias, donde se puede adquirir artesanía de todo tipo, productos naturales, quesos, vinos y productos elaborados a base de cactus y aloe. Todo el pueblo se convierte en un gran mercado, que se articula en torno a la iglesia de Ntra Sra de Guadalupe, que data del siglo XVI. Hay varios bares en esta población, pero este día están todos abarrotados.

De crucero por el Caribe (y 2): Grenada, St Kitts & Nevis y Martinica

Dejaba la pasada semana el relato de este viaje en Port of Spain, la capital de Trinidad y Tobago, desde donde por la noche navegamos hasta Saint George’s, la capital del estado insular de Grenada, el segundo más pequeño del hemisferio occidental, pese a incluir la isla del mismo nombre y las Granadinas del Sur. Grenada se dio a conocer al mundo el 25 de octubre de 1983, cuando Estados Unidos y otros estados caribeños invadieron la isla y derrocaron el gobierno de Hudson Austin. Llegamos a las 9 de la mañana y teníamos nueve horas por delante para visitar la isla. La terminal de cruceros Melville Street está en pleno centro de la ciudad, así que nada más bajar del barco nos dirigimos a la zona del puerto pesquero, donde se encuentra el Fish Market, el mercado del pescado, en el que pudimos comprobar lo amable que es esta gente.

Saint George’s es una pequeña ciudad rodeada de colinas, así que, tras recorrer el centro, cruzamos a pie los 105 metros del Sendall Tunnel, construido en 1894, que da acceso a una zona muy agradable, el Carenage. Dimos un agradable paseo por esta bahía capitalina frecuentada por pescadores, yates y embarcaciones de recreo, bajo la atenta mirada del Christ of the Deep (Cristo de las profundidades).

Por la tarde participamos en una excursión a bordo de un autobús criollo, principal medio de transporte en la isla en los años cincuenta, en el que nos desplazamos al Fort George, construido en el siglo XVIII para proteger con sus cañones el acceso al puerto. La segunda cita fue en lo alto de Richmond Hill, donde se encuentra el Fort Frederick, terminado de construir en 1791. Tras un recorrido por las colinas concluimos la excursión en la preciosa playa Grand Anse, situada a tan solo 3 km del centro. Me ha gustado Grenada, isla que abandonamos coincidiendo con la puesta de sol.

2 de febrero. Tras 17 horas de navegación llegamos a Basseterre, la capital y principal ciudad del estado de St Kitts & Nevis (San Cristóbal y Nieves), el país más pequeño del continente americano, tanto en tamaño como en población. Pese a ello coincidimos tres cruceros. Tenemos 8 horas en esta escala, pero como hace dos años ya estuvimos recorriendo esta isla, nos la tomamos con calma, dedicándonos a pasear por el centro de la ciudad, conocido como The Circus, acercándonos a la zona del mercado, a la Torre del Reloj y a Independence Square, a la que se asoma la Catedral. Por la tarde volvimos a salir a Port Zante, la terminal de cruceros, para tomar una piña colada. Aquí se concentra el ambiente de la ciudad. Contemplamos la puesta de sol entre las nubes y a seguir navegando.

El 3 de febrero concluye el crucero en Fort-de-France, la capital de la francesa isla de Martinica, en la que pasamos cinco días. Prescindimos de la capital que ya “pateamos” dos años atrás y nos dirigimos al aeropuerto, donde tenemos reservado un Opel Corsa para recorrer la isla. Al igual que sucediera en Guadalupe, en febrero los precios son desorbitados en Martinica, pues la mayoría de los hoteles están al completo. Para nuestra estancia hemos elegido el Hotel La Bateliere, situado a solo 100 metros de la playa, que cuenta con una piscina al aire libre y habitaciones con vistas al mar. Se encuentra en Schoelcher, a 5 km de Fort-de-France. Los amaneceres y puestas de sol resultaron espectaculares.

4 de febrero. Comenzamos nuestro recorrido por Martinica por la “Route de la Trace”, una de las carreteras más hermosas de la isla, deteniéndonos en primer lugar en Balata, para visitar una iglesia que se parece bastante al Sacré-Coeur de Monmartre, pero en pequeño. El centro de Martinica está dominado por la Montagne Pelée y los Pitons du Carbet, montañas que superan los 1100 metros de altitud. Muy cerca tenemos el Salto del Gendarme, cascada a la que se accede por un corto sendero en medio de una vegetación exuberante. Como es domingo, mucha gente se acerca a este lugar con su comida ya que hay mesas de pic nic. Nosotros comemos en un restaurante cercano y por la tarde nos dirigimos a la Habitation Depaz, una destilería enclavada en un preciso entorno, cuyo interior no podemos visitar por estar ya cerrada.

Continuamos nuestro recorrido hasta un lugar cercano, el Centre de Decouverte des Sciences de la Terre (Centro de Descubrimiento de las Ciencias de la Tierra), impresionante edificio que alberga exposiciones dedicadas a los riesgos naturales, de las erupciones volcánicas a los ciclones, pasando por los seísmos y los tsunamis. Avanzada la tarde nos detenemos en Sint-Pierre, antigua capital de Martinica antes de ser destruida en 1902 por la erupción del Montagne Pelé. Entre sus edificios destacan la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, la Bolsa y el mercado. De aquí regresamos a nuestro hotel en Schoelcher.

El 5 de febrero lo dedicamos a recorrer la costa sudoeste de la isla, comenzando en Trois-Ilets, donde visitamos un lugar lleno de encanto llamado La Maison de la Canne, que permite descubrir la evolución de la caña de azúcar en los tres últimos siglos. Antes de entrar en el centro de la población, nos detuvimos en una rotonda que cuenta con un vistoso parque de esculturas. Luego nos acercarnos a la iglesia de Notre-Dame-de-la-Bonne-Délivrance, al mercado y a la zona de la playa, donde aprovechamos para comer.

Por la tarde continuamos recorriendo la costa hasta uno de los lugares que más me atraían, para contemplar le Rocher du Diamant (La Roca del Diamante), un pequeño islote deshabitado del mar Caribe. Dimos un corto paseo por el sendero Promenade Aimé Cesare y llegamos al Memorial de l’Anse Caffard, grupo escultórico construido en 1998 con motivo del 150 aniversario de la abolición de la esclavitud, que recuerda que el 8 de abril de 1830, un barco cargado de esclavos, procedente del golfo de Guinea, naufragaba en esta costa. Fallecieron 46 personas. Nuestro siguiente destino es Grand Anse des Salines, una preciosa playa de arena blanca, aguas turquesas y rodeada de cocoteros. Pese a ser lunes, desde 2 km antes las cunetas estaban llenas de coches. Menos mal que nos dejaron aparcar 5 minutos en un chiringuito junto a la playa para tomar unas fotos. La isla está abarrotada de turistas. Al día siguiente nos dirigimos a Le François, donde vimos pequeños veleros en un paraje lleno de encanto, rodeado de islotes y la escultura “La yole ronde”, que recuerda las antiguas embarcaciones de los pescadores. También asistimos al carnaval infantil.

Buena parte de los días 6 y 7 de febrero, dado que el avión no salía hasta las 10 de la noche, los pasamos en un lugar que nos agradó bastante, Sainte-Marie y la reserva natural de la península de Caravelle, parte de la cual recorrimos a pie, caminando al borde de playas casi desiertas y llegando al Faro de la Caravelle, situado a 157 metros de altitud. Uno de los días comimos frente al tómbolo, palabra de origen italiano que designa una lengua de arena que conecta a través de las aguas una isla y la costa. En las bajamares vivas de noviembre a abril se puede ir caminando hasta el islote. Un tómbolo muy conocido es el de Mont Saint-Michel, en Normandía. También vimos pescar a los pelícanos y, en Sainte-Marie, visitamos la iglesia Notre-Dame-de-l’Assomption. El viaje ha llegado a su final. Me gustó más la isla de Guadalupe, pero Martinica no ha estado nada mal. Lo malo es lo lejos que están las dos.

Tras más de 8 horas de vuelo, el Boeing 777 de Air France toma tierra en el aeropuerto Paris.Orly. Hemos tenido suerte pues durante bastantes horas ha estado cerrado por la nieve. Lo malo es que tenemos que cambiar de aeropuerto, al Charles de Gaulle, pues en poco más de 5 horas sale el vuelo para Bilbao, pues vestimos de verano y la temperatura ha caído de 30 a 0 grados, sin tiempo para aclimatarnos. Hemos vuelto a la cruda realidad, al invierno. Las montañas del Duranguesado también están nevadas. En el aeropuerto de Loiu vemos el autobús del club de fútbol Las Palmas. Qué casualidad, pues Gran Canarias fue nuestro siguiente destino de invierno.

De crucero por el Caribe (1): Guadalupe, Santa Lucía, Barbados y Trinidad y Tobago

Del 26 enero al 8 de febrero de 2018 volvimos al Caribe, para seguir visitando algunas islas que me quedaron pendientes en el viaje realizado dos años antes. Si en la anterior ocasión elegimos Guadalupe como punto de partida, en esta ocasión hemos optado por la también francesa isla de Martinica. El viaje resulta largo, pues hay que volar a Paris, cambiar del aeropuerto Charles de Gaulle al de Orly y luego casi 9 horas de vuelo hasta Fort-de-France. Atrás dejamos las nubes y el invierno. En el Karibea Squash Hotel ya es verano. Como la otra vez, primero hicimos una semana de crucero, en esta ocasión en el MSC FANTASIA y luego nos quedamos unos días en Martinica. Antes de subir al barco es normal que te tomen una foto, pero esta vez fui yo quien fotografié a los fotógrfos. Un grupo del Carnaval nos da la bienvenida. Estamos a bordo del barco.

28 de enero. Primera escala de 11 horas en Pointe-à-Pitre, la ciudad más poblada de la isla de Guadeloupe, a la que llegamos poco después de amanecer. Es domingo y, como buenos franceses, casi todos los comercios están cerrados. Como conocemos bastante bien esta isla, pues estuvimos en ella 8 días dos años atrás, nos dedicamos a callejear, contemplando la arquitectura colonial, la Catedral de Saint Pierre Saint Paul, conocida como la Catedral de hierro, la plaza de la Victoria y las pinturas murales.

Al ser domingo, el animado puerto pesquero está también «muerto», así que entramos en uno de los pocos comercios abiertos, donde venden trajes para el carnaval que tendrá lugar dentro de unos días. Es impresionante, así que os invito a ver la entrada que publiqué sobre él en https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2019/03/02/el-carnaval-de-guadalupe/. El que si que está abierto es el Mercado Central, aunque no hay compradores. Ubicado en un edificio metálico declarado Monumento Histórico, este mercado alberga numerosos y coloridos puestos repletos de especias, mermeladas exóticas o ponches. Frente a él hay un par de bares de guardia con terraza, en los que tomamos unos vinos rosados fresquitos antes de regresar al barco.

29 de enero. Segunda escala del viaje, de 9 horas, en Castries, la capital del pequeño estado soberano de Santa Lucía, independiente del reino Unido desde el 22 de febrero de 1979. Los cruceros amarran en Pointe Seraphine, un centro comercial de estilo español. Nos apuntamos a una excursión y comenzamos a recorrer la pequeña isla de 616 km², empezando por Morne Fortune, que cuenta con buenas vistas sobre la zona del puerto, siendo la siguiente parada en Cul-de-Sac Valley, con sus plantaciones de bananos y vistas sobre la bahía de Marigot. En Soufrière disponemos de tiempo para dar un paseo por la playa, ocupada por los pescadores, aunque tenemos que ponernos a cubierto al caer un fuerte chaparrón.

En nuestro recorrido por la isla de Santa Lucía a continuación nos dirigimos a un lugar que nos ha gustado mucho, los jardines Maranatha o Prayer Park. Lástima que el tiempo no acompañe. Llega ahora una de las visitas fuertes de la excursión, Sulphur Springs, un lugar de manantiales de barro caliente y lagunas de lava sulfúrica en ebullición. También hay una pequeña cascada. La siguiente cita es en el mirador de Beacon, desde donde contemplamos entre nubes el paisaje más conocido de la isla, los pitones, formados por el Gros y el Petit Piton, que desde 2004 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

De regreso al barco, le pedimos al guía que nos deje en el centro de Castries, la capital del país, para así poder recorrer con tranquilidad el mercado, tanto la zona de frutas y verduras como la de pescados. De allí regresamos caminando por la fachada costera hasta la terminal de cruceros, donde se encuentra nuestro barco.

30 de enero. A las 8 de la mañana llegamos a Bridgetown, la capital de Barbados, estado insular independiente del Reino Unido desde 1966, con una extensión de tan solo 430 km² y una población de casi 300.000 habitantes. Tenemos aquí 12 horas, así que desde la terminal de cruceros nos desplazamos al centro histórico, que desde 2011 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su sobresaliente arquitectura colonial británica de los siglos XVII, XVIII y XIX, destacando el edificio neogótico del Parlamento. Por supuesto nos acercamos al mercado de pescado y, en autobús, a uno de los fenómenos naturales más espectaculares de Barbados, la cueva de Harrison, que se recorre en un pequeño tranvía eléctrico. El acceso a la cueva está en un precioso jardín botánico.

31 de enero. Tenemos 9 horas para visitar la isla de Trinidad, la mayor de las dos que forman el estado insular de Trinidad y Tobago, el quinto más poblado del Caribe y distante tan solo 11 km de las costas de Venezuela. Desembarcamos en la zona de rascacielos de la capital del país, Port of Spain (Puerto España), siendo recibidos por un colorista grupo del Carnaval.

Tardamos en salir del barco pues no para de llover, pero entre chaparrón y chaparrón nos decidimos a recorrer la capital, en la que destacan algunos edificios como la Casa Roja, sede del Parlamento y la catedral anglicana de Holy Trinity, situada junto a la plaza Woodford Square. Como llueve con mucha frecuencia, nos refugiamos en la National Library (Biblioteca), donde contemplamos una exposición de trajes de carnaval. En la calle Maraval Road están las Siete Casas Magníficas, lujosas mansiones de principios del siglo XX. Entre las modernas construcciones destaca el imponente edificio de la Academia Nacional de Artes Escénicas (NAPA). Finalmente regresamos al barco.

Como el tiempo tiende a mejorar, nos apuntamos a una excursión que nos lleva en primer lugar a los Royal Botanic Gardens, precioso jardín botánico creado en 1818, que ocupa 25 hectáreas. Breve parada en el mirador Lady Young, desde donde tenemos una excelente vista panorámica de la ciudad, para continuar el viaje por la carretera costera con parada en el mirador Maracas, situado sobre los acantilados, para concluir la ruta en la playa más hermosa y famosa de Trinidad, Maracas Beach, donde, aunque bastante tarde, aprovechamos para comer. Al fin dejó de llover. Tenemos una hora de autobús para regresar al puerto. El viaje continúa.

FUERTEVENTURA: Un paraíso para el turismo

Copio este titular de www.diariodefuerteventura.com pues me parece acertado, sobre todo dado el mes en el que nos encontramos. He estado en numerosas ocasiones en las islas Canarias, principalmente en los meses de enero y febrero, para escapar por unos días del invierno, recorriendo las siete islas, la Graciosa y el islote de Lobos, repitiendo cuatro de ellas en diferentes ocasiones. Este relato corresponde al viaje realizado del 28 de enero al 4 de febrero de 2017, en mi segundo viaje a Fuerteventura, isla situada a 3 hora de vuelo directo desde Bilbao, con Vueling. Como en nuestro anterior viaje nos alojamos en Corralejo, en el norte, para esta ocasión escogimos Caleta de Fuste, en el centro, y más en concreto el Barcelo Castillo Beach Resort, del que volvimos encantados.

Me gusta repetir destinos, pues así no tienes obligación de ir a ver las cosas “obligatorias”, sino a disfrutar de lo que te apetece realmente. Eso son para mí las auténticas vacaciones. En la docena de viajes que he realizado a Canarias no he estado tomado el sol en ninguna de sus playas, así que si buscas consejo de alguna de ellas, puedes dejar de seguir leyendo este artículo. Eso si, en Caleta de Fuste dimos buenos paseos costeros y disfrutamos de las puestas de sol y del castillo del siglo XVIII.

Caleta de Fuste pertenece al municipio de Antigua y está ubicado en la parte central de la costa este de la isla, lo que la convierte en un punto de partida inmejorable para hacer excursiones de un día por ella. En uno de los paseos costeros nos acercamos hasta los hornos de cal de la Guirra, declarados Bien de Interés Cultural y situados en la desembocadura del barranco de Miraflor, a un paso del Centro Comercial Atlántico, que cuenta con hermosos estanques.

Una de las tardes, nos desplazamos hasta un lugar muy cercano, el Museo de la Sal, para visitar las Salinas del Carmen, las únicas existentes en funcionamiento en Fuerteventura. En la playa del Muelito, sobre la que hay un bar, vimos un buen grupo de gaviotas y unas ardillas correteando por las piedras.

Otro de los días nos desplazamos al extremo norte de la isla, donde se encuentra el Parque Natural de las Dunas de Corralejo y la población del mismo nombre, de donde zarpan los barcos que se dirigen a la isla de Lobos, un pequeño islote de unos 4,5 km², separado de Fuerteventura por el estrecho de la Bocaina, cuya travesía dura 15 minutos. El Parque Natural del Islote de Lobos es un magnífico lugar para disfrutar de la naturaleza. En nuestro anterior viaje le dimos la vuelta caminando, pero esta vez no lo tomamos con más tranquilidad para poder tomar algo en un chiringuito. He visto que poco a poco este lugar se está masificando, siendo ahora posible comer en el islote.

Tras comer en Corralejo, decidimos pasar la tarde en la La Oliva, yendo directamente a la Casa de los Coroneles, edificio señorial construido en el siglo XVIII, que sirve en la actualidad para realizar exposiciones. Pronto nos vimos rodeados por un grupo de ardillas en busca de comida. Visitamos también la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, en la que destaca el políptico del retablo mayor, obra de uno de los mejores pintores barrocos de Canarias, Juan de Miranda Cejas. Nos enteramos que al día siguiente había mercado y allí nos presentamos de nuevo.

El día siguiente resultó bastante intenso. Primero nos dirigimos a El Cotillo y más en concreto al Faro del Tostón, que protege una bravía costa. De allí fuimos a La Asomada para fotografiar la curiosa molina, continuando el viaje por el Parque Rural de Betancuria y los miradores de Morro Velosa (excelente vista) y Guise y Ayose, que cuenta con dos enormes estatuas de bronce, de casi 4 metros de altura, que representan a los antiguos reyes de Fuerteventura. Fuimos a comer a Betancuria, coqueto pueblo presidido por la iglesia de Santa María, concluyendo la jornada en Antigua, pueblo que cuenta con una interesante arquitectura popular, entre la que destaca la iglesia de Nuestra Señora.

La siguiente jornada nos dirigimos al sur, hacia la península de Jandía. Antes de llegar al Gran Tarajal tomamos un desvío hasta el Faro de la Entallada, monumental edificio que cuenta con excelentes vistas. La siguiente parada fue en Costa Calma, donde de nuevo las ardillas acuden a nuestro encuentro. Una vez en la península de Jandía concluimos nuestro recorrido en Morro Jable, deteniéndonos junto al Faro del Matorral, situado en la playa del mismo nombre, en la que también existe, a modo de escultura, el esqueleto de 15 metros de un cachalote que murió varado en esta costa. Se ha echado la hora de comer y lo hacemos en la zona del puerto, de donde sale el ferry a Gran Canaria.

En esta jornada vamos a cambiar de costa, pasando en primer lugar por Tiscamanita, donde se encuentra el Centro de Interpretación de los Molinos, en el se muestra la importancia que durante siglos tuvo el gofio como base alimenticia de los majoreros. Continuando el viaje, llama nuestra atención que en un paisaje tan árido haya montañas verdes. Finalmente llegamos al pueblo costero de Ajuy, donde podemos contemplar unos pequeños hornos de cal, aunque nos quedamos con la imagen de la fuerza del oleaje en esta zona de la isla, que contemplamos mientras comemos en un bar junto a la playa.

Por la tarde, de regreso a Caleta de Fuste, hacemos un alto en el camino en Pájara, capital de un extenso municipio sureño, que cuenta con un hermoso parque presidido por la iglesia de Nuestra Señora de Regla, construida entre 1687 y 1711, cuyo interior merece la pena visitar. Antes de llegar al hotel nos detenemos en Tuineje, para acercarnos hasta la iglesia de San Miguel. El viaje ha tocado a su final, pues al día siguiente, a media tarde tenemos el vuelo de regreso a Bilbao, que aparece en el panel rodeado de otros destinos europeos. Me gusta Fuerteventura.

En busca de la Gran Mezquita de ABU DHABI

En enero de 2015 realicé mi primer crucero, recorriendo Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Hasta entonces me había opuesto a esta modalidad de viaje, pero me salía más barato el vuelo de ida y vuelta de Madrid a Dubai, con Emirates, los traslados y una semana en pensión completa en camarote exterior con balcón en el barco Costa Serena, que una semana de alojamiento y desayuno en un hotel Ibis de Dubai. La verdad es que resultó muy cómodo, pues cambiamos de país sin utilizar el pasaporte, solo con la tarjeta del barco. Aunque luego me encantó Omán, el objetivo principal de este viaje era visitar la gran mezquita de Abu Dhabi, ciudad en la que permanecimos todo el día, pudiendo contemplar desde el barco la silueta de las torres de la ciudad con las primeras luces del amanecer y, al finalizar la jornada, la puesta de sol sobre el golfo Pérsico.

Todavía no he comentado que solo utilizamos el barco como alojamiento, cena y desayuno y como medio de transporte, realizando todas las visitas por nuestra cuenta, así que ni utilizamos el Big Bus, el autobús turístico de Abu Dhabi. Del barco fuimos al shuttle, el autobús gratuito que proporciona el puerto para salir de sus instalaciones y que nos trasladó al centro de la ciudad, el World Trade Center, una zona anodina plagada de altos edificios entre los que destaca el más alto de la ciudad, el Burj Mohammed Bin Rashid, un rascacielos que mide 381 metros y tiene 88 plantas. Tomamos así el primer contacto con la capital y segunda ciudad más poblada de los Emiratos Árabes Unidos.

Abu Dhabi es una ciudad muy tranquila y segura, así que mi mujer y yo nos dirigimos caminando, durante unos 600 metros, hasta nuestro siguiente destino, la Corniche, el principal paseo costero de la ciudad, en el que vimos a una joven local haciendo ejercicio, completamente tapada, mientras las mujeres occidentales visten normal. También vimos una lancha de las de carreras y los principales rascacielos de la ciudad. Sin embargo no es oro todo lo que reluce, pues los baños públicos estaban repletos de botellas de plástico y latas de bebidas, a modo de una gigantesca papelera.

Aunque tenemos que esperar bastante a que pase uno, desde la Corniche cogemos un taxi para cubrir los 7 km que nos separan de nuestro siguiente destino, el Heritage Village, un interesante museo al aire libre en el que se recrea la forma de vida de los habitantes de los emiratos antes del descubrimiento del petróleo. En él pudimos ver a diferentes artesanos trabajando, jaimas del desierto, una reproducción de un pozo y un pequeño oasis. Desde la playa junto a la que se encuentra, disfrutamos de una de las mejores vistas de la ciudad.

Nos acercamos hasta el coqueto Teatro de Abu Dhabi y, como nuestro siguiente destino está solo a kilómetro y medio, caminamos por la Al’Alam street que discurre frente a un pequeño puerto, mientras contemplamos la actividad de un pescador y disfrutamos de la mejor vista de la ciudad. Al fondo vemos la inconfundible torre-mirador del Marina Mall, un centro comercial y lugar de entretenimiento que se inauguró en 2001. Paseamos por su interior, lleno de comercios entre los que destaca por su concurrencia Zara y, como es mediodía, nos dirigimos al food court, probablemente el lugar más barato para comer de forma rápida en una ciudad que es bastante cara.

Aquí resulta mucho más fácil coger un taxi, así que tomamos uno que nos traslade a la gran mezquita. El conductor es muy amable y le pedimos que primero nos lleve hasta el cercano Hotel Emirates Palace, inaugurado en 2005, del que dicen que es el hotel más caro del mundo. Hace falta estar alojado o tener reserva para el restaurante para que te dejen acceder a su interior, cosa que podíamos haber hecho, pero nos entretuvimos en sus espectaculares jardines, fotografiando las fuentes y las torres más hermosas de Abu Dhabi, que se encuentran frente al hotel. Al final nos llamó el taxista diciendo que le obligaban a mover el coche y tuvimos que continuar el viaje. Otra vez será.

Al fin llegamos a nuestro principal destino en la capital de los Emiratos, la mezquita Sheikh Zayed, conocida como la Gran Mezquita, cuya construcción finalizó en 2007. Para acceder a ella basta con llevar pantalón largo y manga larga y las mujeres un pañuelo en la cabeza. El icono de Abu Dhabi es una joya del arte islámico, perfectamente comparable al Taj Mahal indio. El complejo tiene unas dimensiones de 290 por 420 metros y cuenta con cuatro minaretes de una altura de 107 metros y 82 bóvedas de 7 tamaños diferentes. Tiene también 1048 columnas en el exterior y 96 en el interior. Al lado de la mezquita se encuentra el mausoleo del primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Zayed ibn Sultán Al Nahayan, pero no nos dejaron acercarnos a él, aunque pude obtener la foto de abajo a la derecha.

Hemos acertado yendo a la Gran Mezquita por la tarde, pues estamos casi solos, ya que por la mañana han acudido todos los grupos de los cruceros. Da gusto caminar descalzo por el mármol y luego sobre la mayor alfombra del mundo, pues tiene una superficie de 5.627 metros cuadrados y pesa 47 toneladas. Fue hecha a mano por 1.200 mujeres iraníes y diseñada por el artista Ali Khaliqi. Tiene un valor estimado de 545 millones de dólares. La sala principal tiene 10 lámparas de araña de 10 metros de longitud y 9 toneladas de peso, hechas a base de cobre y recubiertos de oro. Fueron fabricadas por la empresa Swarovski. Hasta los baños (última imagen) son lujosos. Es una de las obras construidas por el hombre más hermosas de cuantas conozco. Objetivo cumplido.

En el aparcamiento de la mezquita cogemos el tercer y último taxi de la jornada pero, en vez de dirigirnos directamente al barco, le pedimos al taxista nepalí que nos pare en algunos lugares emblemáticos, aunque solo sea para sacar una fotos desde el exterior, caso del circuito de Yas Marina, inaugurado en 2010 para las competiciones de F1 y el parque temático Ferrari World Abu Dhabi, también inaugurado en 2010. Hemos comprobado que los taxis funcionan muy bien en Abu Dhabi, no como en Dubai, que los taxistas son muy amables y siempre ponen el taxímetro y que pese a los elevados precios de la ciudad, los taxis nos resultaron muy económicos, pues hemos recorrido más de 80 km por el precio de una plaza en el bus turístico.

SILIÓ (Cantabria): La Vijanera, el primer carnaval del año

Como cada primer domingo del año, la localidad cántabra de Silió celebra el 5 de enero el primer carnaval de 2020. Con el nombre de La Vijanera, es una fiesta declarada de interés turístico nacional. Este pueblo que ronda los 500 habitantes, se encuentra a 265 metros de altitud y a una distancia de 3 km de Molledo, municipio al que pertenece. De su patrimonio destaca la iglesia románica de San Facundo y San Primitivo y algunas casas de los siglos XVII y XVIII. Llama también la atención el monumento a La Vijanera. Viendo el cartel de este año, nos podemos hacer idea de lo que nos espera. Silió se encuentra a 143 km de Leioa, que podemos recorrer en hora y media, pues casi todo el viaje se realiza por autovía, primero por la A-8 hasta, cerca de Torrelavega, y luego por la A-67, dirección Palencia, hasta la salida 157.

Dado que el día de la fiesta cierran el acceso por carretera a Silió, nosotros fuimos de víspera y nos alojamos en La Posada de los Duendes, en Helguera, pues así el domingo subimos caminando en poco más de media hora. En este barrio está la iglesia de Santa Leocadia. Luego nos desplazamos a Santa Cruz de Iguña, donde se encuentra la casa del inventor Leonardo Torres Quevedo, concluyendo la tarde del sábado en Molledo, acercándonos al Santuario de la Virgen del Camino, que data del siglo XVIII.

De esta forma pudimos conocer mejor el valle de Iguña, por el que discurre el río Besaya en su paso entre la meseta y el mar Cantábrico. Visitando los pueblos anteriormente citados y, sobre todo, en nuestro recorrido a pie entre Helguera y Silió, contemplamos la variedad de ganado que pasta en los verdes pastos del valle.

Aunque la fiesta de La Vijanera comienza al alba del domingo, de cara a los visitantes todo empieza sobre las 11 de la mañana en el centro del pueblo. Para mostraros las mejores imágenes me infiltro entre los participantes, unos 160, todos ellos varones, desde que comienzan el recorrido en la parte alta del pueblo. Empezamos a ver a los vecinos ataviados con máscaras, pieles y coloridas indumentarias.

Los verdaderos protagonistas de la fiesta son los zarramacos, que se cubren con pieles de oveja y sombreros picudos con cascabeles, llevando la cara pintada de negro. Lo normal es que lleven 8 campanos, cuatro delante y otros tantos detrás. Son el grupo más numeroso de La Vijanera. La siguiente cita, de 11:30 a 12:00, es en la plaza de la iglesia, donde se procede a la captura del oso.

Los personajes que más llamaron mi atención fueron los trapajones, nombre con el que denominan a los que llevan los trajes confeccionados con elementos naturales, como musgo, hiedra, paja, helechos, berezo, maíz, alubias, hojas y cortezas de distintos árboles… Curiosos son también los trapajeros, así llamados por estar confeccionada su indumentaria con tiras de trapos. Además llevan máscara. La siguiente cita es a las 12:30 en el límite del pueblo, lugar conocido como la raya, donde realizan un frenético baile.

Seguimos disfrutando de los variados trajes de La Vijanera, como los danzarines, negros y blancos, la madama, el mancebo, el marquesito, el pasiego y la pasiega, el caballero, la Pepa, los viejos, el afilador, la pitonisa, la bruja y un largo etcétera. La siguiente cita la tenemos a las 13 horas en la campa existente junto a las escuelas, donde se recitan las coplas satíricas. Yo sigo acompañando a los participantes.

La Viajenara concluye sobre las 14 horas junto a la iglesia, con la aparición del oso acompañado por el húngaro y los zamarracos. El oso es rodeado y apaleado hasta que cae muerto, simbolizando la victoria sobre el mal. He disfrutado en esta fiesta y sacado muchísimas fotos. Creo que merece la pena. Además hemos tenido suerte para conseguir sitio en un bar en el que comer un bocadillo.

Como se encuentra a tan solo 4 km del hotel, decidimos pasar la tarde en Bárcena de Pie de Concha, pueblo por el que pasa el río Besaya, que cuenta con varias casas con hermosos miradores. Nos acercamos también a la iglesia parroquial de Santa María de Roimbre, edificio muy reformado que data de principios del siglo XVI.

Cuando estamos junto a la iglesia de Santa María de Roimbre nos encontramos con algo con lo que no contábamos, la tradicional cabalgata de Reyes que se celebra cada 5 de enero. Este año comenzará a las 16:30 horas en Bárcena de Pie de Concha y recorrerá Pujayo, Pie de Concha, Bárcena, Cobejo y Santa Olalla, con una representación final en la plaza de Bárcena, chocolatada incluida, a las 21:00 horas. Resulta curioso ver que las pequeñas carrozas van tiradas por tractores. Es un buen final a esta escapada.

Una tarde en Brisbane (Australia)

Esta ciudad no entraba en nuestro plan de viaje de 32 días por Australia y Nueva Zelanda, realizado en otoño del pasado año. Sucedió que tras mirar por Internet precios y rutas en varias compañías aéreas, la opción más rápida, económica y que mejor se acomodaba a nuestras necesidades, la encontramos en la compañía australiana Quantas incluyendo en el mismo billete los vuelos Madrid-Dubai-Adelaide, con Emirates, Brisbane-Auckland y, para el regreso, Queenstown-Sydney  y Sydney-London Heathrow-Madrid. En la oficina de Qantas en Madrid no se creían que hubiera conseguido un precio tan bueno en su web. De esta forma, aunque en versión abreviada, pudimos conocer Brisbane, la capital del estado de Queensland. Tras dos horas de vuelo desde Cairns, a las 12:45 h el Boeing 737-800 de Qantas tomaba tierra en el aeropuerto de Brisbane. Tuvimos que movernos con rapidez. Taxi al Comfort Inn & Suites Northgate Airport Motel, situado cerca del aeropuerto, pues al día siguiente tocaba madrugón, y un tren para desplazarnos al centro.

Estamos en la tercera ciudad más poblada de Australia. El tren nos dejó en la Central Station, situada a un paso de la Queen street, la calle central y más comercial de la ciudad, en la que comimos una hamburguesa para no perder tiempo. Esta calle peatonal es conocida como Queen Street Mall, pues es un centro comercial que se extiende unos 500 metros desde George street hasta Edward street, en el que hay más de 700 comercios. Llama nuestra atención la originalidad de sus fachadas y los rascacielos que observamos por las calles laterales.

Al final la Queen Street se ensancha, dando lugar a la Reddacliff place, a la que se asoma el monumental edificio Former Treasury Building, Hotel y Casino. Es un lugar muy concurrido y animado, sede de improvisados mercadillos comunitarios. También se encuentra en este lugar uno de los puntos de alquiler de bicicletas y dos vistosos grupos escultóricos, de nombre Sphere y Ball sculpture.

De la Reddacliff place accedemos al Victoria bridge, que cruza el río Brisbane del que la ciudad toma su nombre. La capital del estado de Queensland es atravesada por este río navegable, que la divide dándole forma de una enorme “S”. Hacia el este queda el mar y hacia el oeste el monte Cootha. Al otro lado del río vemos la noria y a nuestra izquierda el skyline de la ciudad.

Nada más cruzar el puente sobre el río Brisbane accedemos a una antigua zona industrial, que fue totalmente renovada para la Expo de 1988. Lo primero que encontramos es una amplia zona cultural, sede del Concert Hall y del Queensland Perfoming Arts Centre, frente al que tenemos el Brisbane Sign, siempre concurrido de gente que acude a sacarse la foto ante el nombre de la ciudad, formado por coloristas letras, con el skyline de fondo. Hay también varios bares y restaurantes.

Estamos en el llamado South Bank, zona muy tranquila por la que dimos un agradable paseo, disfrutando de sus parques, plantas y flores, de los artistas callejeros y de varias esculturas urbanas. También vimos los primeros ibis, que en esta ciudad son como las palomas, pues están en todas partes en busca de desperdicios. La gente acude a pasar la tarde sentados en la hierba a orillas del río.

Caminando por el paseo que recorre la orilla del río Brisbane quise sacar una foto del skyline de la ciudad pero, a pesar del gran angular de la cámara, resultaba imposible fotografiarlo al completo, así que recurrí al modo panorámico del móvil. Al ver la foto, me sorprendió que había cinco parejas que vestían igual. Al verla en el ordenador pude comprobar que era la misma en cinco momentos diferentes. Desde luego no era mi intención obtener esta instantánea, así que fue una casualidad.

Continuamos el paseo ribereño hasta llegar al Goodwill Bridge, pasarela peatonal construida en el año 2001 que, con sus casi 500 metros de longitud, conecta la zona en la que se encuentra el Museo Marítimo de Queensland, en South Bank, con el distrito de negocios a la altura del la Universidad de Tecnología de Queensland. Cruzando este puente iniciamos el regreso al punto de partida.

Nuestro apresurado recorrido por Brisbane concluye en el Jardín Botánico (Brisbane City Botanic Gardens), de 20 hectáreas de extensión, que cuenta con plantas exóticas de todo el mundo. Tras dar un agradable paseo por él, coincidiendo con el anochecer nos dirigimos a la Central Station, para desplazarnos en tren hasta el hotel cercano al aeropuerto, en el que cenamos.

Al día siguiente tocó madrugón, pues nuestro vuelo para Auckland salía a las 07:45 h. El viaje continúa por Nueva Zelanda.

Escapada burgalesa

Salvo que sea a latitudes más cálidas, no acostumbro a realizar escapadas de varios días a partir del último domingo de octubre, cuando cambian la hora, pues nos roban las tardes al ser los días muy cortos. Además es mucho más fácil que llueva y haga frío. Sin embargo, mis amigos de Rivas Vaciamadrid tenían ganas de conocer las lagunas de Neila, en las que he estado en varias ocasiones, así que allí nos fuimos. Fue el pasado año, del 17 al 19 de noviembre. Las previsiones de tiempo no eran nada halagüeñas, pero bueno…

Como habíamos quedado a comer en Neila y el sábado salió un día espectacular, optamos por realizar el viaje por La Rioja, para así poder disfrutar de los colores del otoño en los viñedos, de las peñas que rodean el río Najerilla a su paso por Anguiano, del embalse de Mansilla y del cañón que forma el río Najerilla, en esta zona llamado Neila, camino de la localidad del mismo nombre. El día estuvo radiante.

Había estado en varias ocasiones en Neila, pero nunca había pernoctado en esta localidad burgalesa de tan solo 158 habitantes empadronados aunque, según nos comentaron, en invierno solo viven la mitad. Pasamos las dos noches en el sencillo pero acogedor Hotel Villaneila, en el que nos sentimos como en casa y cenamos muy a gusto. Menos mal que había otro bar abierto, pues en cuanto anochecía hacía un frío que pelaba, ya que estamos a 1163 metros de altitud. De esta forma pudimos ver el nacimiento del río Neila o Najerilla, la iglesia de San Miguel, de estilo románico serrano, las casas blasonadas y la plaza del Ayuntamiento.

El día sigue espectacular, así que decidimos aprovechar la tarde para recorrer en coche otros 21 km. Como el objetivo de esta escapada era disfrutar de la naturaleza, tan generosa en esta tierra de pinares, nos desplazamos en primer lugar hasta Fuente Sanza, lugar situado en la carretera que va a Quintanar de la Sierra, a 6,7 km de Neila, un hermoso paraje en el que nace el río Arlanza.

Como para el día siguiente dan lluvia, aprovechamos lo que queda de tarde para subir hasta las lagunas de Neila (8 km desde Fuente Sanza). Se trata de un lugar lleno de encanto consistente en un conjunto de lagos formados en circos glaciares, rodeados de montañas que alcanzan su punto culminante en el Campiña (2049 metros). Solo nos da tiempo para llegar a la laguna Larga, que contemplamos con los últimos rayos de sol (parte superior). Al día siguiente, lo primero que hicimos fue volver a esta laguna y continuar caminando hasta la laguna Negra, pero la niebla se había adueñado del lugar.

Para el domingo tenemos previstos 50 km de recorrido en coche. Tras abandonar las lagunas nos dirigimos al Comunero de Revenga, lugar compartido por los municipios de Canicosa de la Sierra, Quintanar de la Sierra y Regumiel de la Sierra. Se trata de un paraje rodeado de pinares, en cuyas praderas existe una ermita (Ntra Sra de Revenga) y una casona comunal del siglo XVIII. A escasos metros se encuentra una necrópolis medieval de tumbas excavadas en la roca. Sin embargo, lo que más llama la atención es la llamada Casa de la Madera, cuya visita merece realmente la pena, ya que es muy didáctica. Resulta obligado subir en el ascensor acristalado, pues desde la pasarela situada a 21 metros de altura se tiene una vista excepcional de la zona. La lluvia nos hace regresar a Quintanar de la Sierra, donde aprovechamos para comer mientras cae el chaparrón.

La lluvia nos da tregua, así que decidimos ir a un cercano lugar que me gusta mucho, la necrópolis de Cuyacabras, uno de los testimonios más ilustrativos de la arqueología medieval española. Data de los siglos IX al XIII y cuenta con 166 tumbas y 16 nichos. Además podemos disfrutar de los colores de otoño que proporciona el bosque de robles.

Tercer día de esta escapada. Abandonamos Neila pero mis amigos madrileños insisten en probar suerte de nuevo, por tercera vez, con las lagunas de Neila. Como nos pillan de paso, nos dirigimos a la que está situada en un nivel más bajo, la laguna de la Cascada, así llamada por la cascada que la alimenta procedente de lo alto del circo, donde estuvimos el primer día. Ha habido suerte, pues por un momento ha salido el sol y obtenemos imágenes con buenos reflejos.

De nuevo nos dirigimos a la parte superior de las cascadas, a la zona en la que hemos estado los días precedentes. El cielo se ha cubierto pero no llueve, así que podemos acercarnos a las lagunas de los Patos y Brava. Estamos en el límite de donde llega la nieve. Aunque sin sol, también logramos ver unos reflejos más que decentes.

Iniciamos el regreso a casa. Pasamos de largo Covarrubias y nos dirigimos a un pequeño pero coqueto enclave natural que quiero que conozcan mis amigos, el desfiladero de La Yecla. Es un recorrido muy breve pero atractivo, por una pasarela por el fondo del barranco. Luego tendremos que regresar al punto de partida por la carretera, atravesando los 250 metros de dos túneles con acera. En los peñascos que rodean la garganta hay gran cantidad de buitres.

La escapada ha tocado a su final, aunque volveré a escribir de esta zona con imágenes de buen tiempo. Comemos en Santo Domingo de Silos y cada uno para su casa. Estamos en un punto casi equidistante, pues tenemos por delante 223 km hasta Leioa y 234 km a Rivas Vaciamadrid.