El proyecto tiene que ser sólido

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No voy a criticar a la CUP por haberse tomado en serio, por fin, a sí misma y a su propio método, y haber votado “no” a lo que anunciaron que votarían “no”. Sí me parece criticable hoy el arrepentimiento de la Asamblea Nacional Catalana (El Confidencial), ese actor aparecido de no-sé-dónde, y que pidió el voto para cualquier partido independentista porque, oigan, a algunos les da igual sistemas que antisistema. También me parece ampliamente criticable la mamarrachada de Pilar Rahola, que sugiere que detrás de la decisión de la CUP está el CNI (Libertad Digital). Igual es mejor empezar haciendo autocrítica.

Pues eso, autocrítica

En OK Diario enfocan bien el desaguisado de la no-invesidura de Artur Mas: la CUP le ha prejubilado. Salvo que medie un acuerdo oculto con algún partido (pongamos, por ejemplo, con el PSOE, que también necesita a lo que queda de Convergència en Madrid), Artur Mas se tiene que ir. En sus pecados encontrará su propia penitencia: en Mil21 entresacan con retranca que una de las últimas cosas que ha hecho Artur Mas como “president” en funciones es inaugurar la cárcel que podría alojar a los hijos de Jordi Pujol.

ERC sale ganando… merecidamente

En Público recuerdan acertadamente que la CUP ha dicho que “no” a Artur Mas pero no a otro candidato de la lista de Junts Pel Sí. De hecho, en el caso de que fuera uno de ERC, los 10 parlamentarios de los asamblearios votarían a favor. Lo de ERC es un win-win: si logran plantear un candidato alternativo ahora, ganan. Pero si se presentan a las elecciones repetidas en solitario, estoy seguro de que también las ganarían como opción de nacionalista de menos riesgo (frente a una CiU centrifugada) y más centrada, gracias a la radicalidad mostrada por la CUP.

¿Por qué seguimos hablando de Ciudadanos?

Creo que Ciudadanos es un partido amortizado por su propio líder único, Albert Rivera. Su abrazo a Rajoy, antes incluso del domingo electoral de 20-D, y su actual insistencia en hacerle presidente, le ponen en la rampa de salida hacia el ostracismo político. Y creo que de ese desgaste buscado por sí mismo no va a librarse, tampoco, Arrimadas, con quien tocó su techo en las pasadas elecciones catalanas. En las siguientes me temo que empezará la curva de Ciudadanos hacia abajo.

Un adelanto electoral que condiciona a otro

No estoy de acuerdo con Vozópuli: el adelanto electoral catalán, a menos que Artur Mas renuncie a ser investido, sí puede condicionar el adelanto electoral español. ¿Cómo? Rajoy sabe (como lo sabe Pablo Iglesias, que empieza a padecer una insinceridad galopante) que el adelanto le beneficiaría recuperando voto que se fue a Ciudadanos, pero si logra repetir ahora como presidente en España mostraría la capacidad articuladora que le ha faltado a Artur Mas. Un tanto de Rajoy que aplaudirían “los mercados”, Europa y las grandes empresas españolas.