En resumen

Xabier Lapitz tuiteó sobre la marcha un estupendo resumen de las elecciones del pasado domingo: “En porcentaje de voto, el tiro en el pie del PP es aún más evidente. Engorda a Vox, sube ‘solo’ punto y medio, 31,7% a esta hora, florece el voto protesta en León o Soria. Y llega la hora de la verdad: si pacta con la extrema derecha, Casado es un cadáver. Si no, también”. Es así de sencillo: ha sido Vox el partido que se ha comido a Ciudadanos, y no el PP, que ha ligado su presente en Castilla y León y su futuro en España a la extrema derecha, alentando un frente antifascista permanente que tendrá que superar si quiere gobernar.

Han venido para quedarse

Ni Ciudadanos, ni Podemos: el nuevo partido que va a cambiar la política en España, que articula mayorías diferentes y que ha venido para quedarse es Vox. Y evidentemente, esta no es una buena noticia. Todo empezó con UPYD, que fue fagocitado por los naranjas cuando se resistió a ser absorbido en pleno declive, Rivera mostró a los que estaban más a la derecha en el PP que podían votar a otro partido y Vox les satisfizo ideológicamente. El problema en Castilla y León y en España es que alguien patrocinó a tres formaciones y mantuvo a dos generaciones de fachas bien alimentadas hasta llegar a su mejor momento.

Sánchez, la hostia es tuya

Pedro Sánchez ha tirado por lo institucional para no tirarse por las escaleras de la entrada principal en Moncloa: su candidato en Castilla y León se la ha pegado, y eso que el CIS le daba como ganador (de eso también habrá que hablar). Los partidos del gobierno español de coalición han sufrido y perdido representación pese a la subida del salario mínimo y de que el presidente español ha sublimado su capacidad de ponerse de perfil mientras el coronavirus sigue sumando muertos. Si después de la evidencia no apreciamos una autocrítica pública será porque el PSOE ya fía todo al frente contra PP y Vox. ¿Será suficiente?

Ni Belarra, ni Díaz

La victoria tiene muchos progenitores, pero la derrota suele ser huérfana: ni Ione Belarra (que despacha los pobrísimos resultados de Podemos en Castilla y León con un tuit en el que se centra en el PP y se refugia en su perfil institucional), ni Yolanda Díaz y su tirón han servido para que los morados resistan. Tampoco han arropado a su candidatura en la derrota porque ambas saben que les basta con mover desde Madrid los focos al pacto obligado del PP con Vox. Así desviarán la atención de su acción y el barrunto de que, después de tanto ruido, Podemos se quedará en poco más que lo que fue IU.

¿“Resiste”?

Inés Arrimadas nunca se ha fijado en Euskadi, pero haría bien en repasar la actualidad política vasca para evitar que su partido acabe como EA. Ambas formaciones enfilan su final (después de recorridos diferentes, es cierto) y en ambos casos la degradación de lo que fueron ronda la humillación. En el caso de Ciudadanos, lo sucedido en Castilla y León es solo un capítulo más en su lenta agonía. La caída de careta de Rivera, por supuesto, no ayuda, pero aferrarse al último tablón es, simplemente, innecesario. ¿Cómo salvarse en ese naufragio? No tengo ni idea, pero sí que estamos viendo a otros hundirse sin remedio.