Estoy seguro de que Marimar Blanco tiene mucho que aportar como Diputada por su trayectoria en Euskadi y, actualmente, como asistente de la mesa en el Senado. Por lo que el planteamiento de que su candidatura por Madrid al Congreso para hacer un “guiño” (‘Estrella Digital’) a las víctimas del terrorismo me parece, casi, insultante. Para empezar, a la propia Blanco, que no solo es una víctima. Para seguir, a las víctimas, que no necesitan guiños sino pasos para cerrar heridas y rehacer sus vidas.
¿El Estado Islámico nació en una cárcel estadounidense?
En la ‘BBC’ hemos encontrado una historia tan negra como perfectamente plausible. Y ahí es donde empieza el terror: el germen del Estado Islámico podría encontrarse en la cárcel estadounidense de Camp Bucca, en el desierto de Irak. Allí fueron enviados hasta 24.000 reclusos, entre ellos varios de sus principales líderes que, además, habrían coincidido. Los detenidos podían salían radicalizados y organizados en un asentamiento de muchos metros y en el que disponían de mucho tiempo libre.
Se buscan programadores
Sorprendentemente, en los tiempos que vivimos, no es la primera noticia similar que me encuentro: hacen falta más trabajadores cualificados. Vean el ejemplo que hemos encontrado en ‘Economía Digital’: “32 empresas tecnológicas multinacionales participaron en la Feria Europea del Empleo Digital, celebrada en la sede de Telefónica este viernes en Madrid, para conseguir empleados pero ninguna ha tenido éxito en fichar a todo el personal que necesitan”.
Sobran jetas
El buen momento de forma de Neymar sirve también a su padre, representante y urdidor de tramas millonarias, para reclamar al FC Barcelona que asuma la deuda que han generado con la Hacienda brasileña si quieren que su hijo renueve con el club. Estaríamos hablando de 42 millones de euros, que es el importe por el que la justicia brasileña ha incautado bienes a los Neymar por impago de impuestos.
Yo también soy un “leísta”. O eso creo
Hay alguna regla que he memorizado y me esfuerzo en poner en práctica antes de hablar: si hay complemento directo no hace falta poner un “lo” o un “la”. El problema lo tengo con el “le”, lo reconozco. Y me consuela parcialmente dar por hecho que muchos de los que leen esta columna comparten mi problema… Aunque algunos seguramente ni lo sepan. Los reincidentes en este error tenemos una nueva oportunidad: en ‘Yorokobu’ se apiadan y nos dan un par de recomendaciones para que nos resulte más fácil aprender la norma.