Cómo consumimos Internet

Hace años que participo en la encuesta de la AIMC sobre el uso de Internet y que, por lo tanto, recibo el resultado. Son los resultados de España en 2024, pero los datos de Euskadi serán muy similares. Estos son los que han destacado en Microsiervos, donde han hecho un resumen muy sucinto: “Un 92,8 % accede a Internet desde el móvil”, el 88,9 % lo hace a diario, los ciberdelitos crecen (casi el 40% de las personas que han respondido reconocen que los han sufrido) y el 20%, ya en 2024, usaba alguna herramienta de la IA diariamente, con ChatGPT a la cabeza (que recibe además una valoración de 4 sobre 5).

Sí, la desconexión es obligatoria

Algo horroroso que ha traído Internet es la sensación de estar constantemente conectados, bien para perder el tiempo con los reels, bien para trabajar. No hay horarios: cualquier cosa puede suceder a cualquier hora, sin embargo, la desconexión digital, por lo menos la laboral, es un derecho desde 2018, como recuerdan en Pymes y Autónomos: “Todas las personas trabajadoras tienen derecho a no responder correos electrónicos, mensajes o llamadas fuera de su horario laboral. El punto anterior, aplica para contextos de teletrabajo y presenciales”. La desconexión digital por ocio, añado, es una necesidad, y debemos garantizárnosla también.

Los recortes son “preocupantes”

Leo esto en Voz.us, el medio que explica el trumpismo en castellano de España, y me sorprendo, claro: “La cabeza del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Elon Musk, calificó el viernes de ‘preocupantes’ los planes reportados por la Administración Trump para recortar drásticamente la financiación”. Pero luego sigo leyendo y empiezo a entender la contradicción: “De la NASA”. Musk no quiere que Trump cierre el grifo de su mejor cliente: SpaceX es hoy su empresa más rentable gracias a los contratos de la NASA. Pensará Musk que con los recortes que él pega a la ciudadanía bien podría mantener su flujo de dinero público.

Bajó de una nube

¿Elon Musk bajó de una nube para cumplir su misión: hacer más eficiente la administración estadounidense? No, llegó en Tesla y quiere cercenar servicios públicos para mantener sus suculentos contratos con el dinero de todas y todos. Otra que quiere hacernos creer que descendió de los cielos es Manuela Carmena: “A Pablo (Iglesias) le conozco superficialmente, a Yolanda (Díaz) de cinco minutos y con Íñigo (Errejón) no tuve mucho trato” (El Independiente). Vaya, la que fue alcaldesa gracias a los partidos a la izquierda del PSOE no colaboró con ninguna de sus caras más visibles (y líderes más férreos). Y yo me lo creo, claro que sí.

Malo

La universidad tiene que ser un sitio maravilloso: la mayoría de las y los estudiantes acceden alrededor de los 18 años, conocen a personas diferentes y tienen a su acceso conocimiento vinculado a sus intereses (las materias de las carreras que han elegido) y a otros (charlas, bibliotecas, asambleas…). Si no lo es (y no lo está siendo: la valoración que la chavalada da a la universidad no es muy buena en Euskadi) algo estamos haciendo mal. Y noticias como esta en El Blog Salmón tampoco ayudan: “El gap de salarios entre universitarios y no universitarios lleva reduciéndose tiempo. El premium por estudiar cada vez es menos atractivo”.

No es transparencia, es presión

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Una de las plagas que nos ha traído Internet es la de la búsqueda de la transparencia. Pero no como algo real, sino como pose. De hecho, pasan por “transparencia” elementos que no lo son como el patrimonio de los políticos o que se hagan públicas las listas de los defraudadores en Hacienda. En ‘El Blog Salmón’ también creen que el objetivo no es ser más transparentes: “Resulta curioso que queden exentos de esta publicación los defraudadores que satisfagan la totalidad de la cuantía defraudada a Hacienda con anterioridad a que se haga firme la sentencia. Es una forma sutil de decir: ‘Oye, me pagas lo defraudado y no hago públicos tus datos’. No se lo que esto os parecerá a vosotros, pero para mí es chantaje emocional puro y duro”.

¿El mundo va bien?

La riada constante de malas noticias en todo el mundo invita a pensar que el mundo no va bien, que es un lugar en el que los peores sentimientos se imponen a los mejores, y que lejos de avanzar parece que retrocedemos. En ‘Xataka’ sin embargo dan pie a creer lo contrario con hasta 17 gráficos que reflejan la mejora en las condiciones de vida de la humanidad a nivel global: cada vez hay menos pobreza extrema y menos pobres, hay menos muertes por conflictos bélicos, las vacunas están salvando más vidas, la mortalidad infantil y la materna caen de forma constante, cada vez vivimos más y en lugares más seguros, etc.

El hombre de moda

En ‘El Confidencial’ desmontan al personaje que Dídac Sánchez ha construido sobre sí mismo: “Con 22 años, sin estudios y con quince empresas a su cargo, los medios de comunicación han caído rendidos a sus pies: para unos es el mejor empresario joven del año (…) E incluso hay quien ve en él un brillante criptógrafo que este año facturará cincuenta millones de euros gracias a su pericia en los negocios”. Pero ni los negocios parecen tan rentables ni el personaje tan puro. El reportaje, sin duda, merece la pena.

Arzak, dos generaciones de modernidad

Aunque me gusta comer (mis anchuras dan fe de ello) no suelo traer temas gastronómicos a la columna porque creo que tienen suficiente cobertura mediática. Por supuesto, admiro y respeto a quienes hacen de alimentos crudos platos deliciosos. Pero esta vez sí traigo a los Arzak a la columna porque me ha llamado la atención que hayan sido premiados por la revista ‘Saveur’ (más 1,6 millones en la versión en papel y más de 2,1 millones de visitantes en su web) como el mejor restaurante “moderno” del mundo (‘Vozpópuli’).

Internet es móvil

Hasta el punto de que nueve de cada diez internautas lo usan para conectarse. Este es el gran titular para ‘Puro Marketing’ del estudio de la AIMC que suele ser una buena foto de cómo navegamos: el 85% de los internautas dispone de smrtphone, más de la mitad tienen una tablet, y el portátil gana espacio (literalmente) al de sobremesa en los hogares. El consumo de Internet asciende hasta los 231 minutos al día de media.