No soy capaz

No soy capaz de traer a la columna un pantallazo de las muchas fotos que estamos viendo de Bucha después de ser recuperada por el ejército ucraniano. La masacre que nos muestran las y los periodistas sobre el terreno, que han ido por sus propios medios o, con suerte, enviados por sus empresas, son terribles, tristísimas, devastadoras. Al secretario general de la ONU le han dejado impresionado y, si no te mueven, no sigas leyendo, esta columna no es para ti. Lo menos que podemos hacer es pedir lo mismo que António Guterres, precisamente, una investigación exhaustiva sobre los cómos, los porqués y el quién.

Qué fracaso

Puedes mostrar tu estupefacción por las imágenes que llegan de Bucha y reclamar que una institución internacional lo investigue, o puedes escribir este tuit, como Bea Talegón: “Desde Kiev acusan a los rusos de asesinar a civiles en Bucha. Desde Rusia desmienten la acusación y señalan que esas imágenes son falsas y que no hay tropas rusas desde el 31 de marzo allí. Ni confirmo ni desmiento ninguna versión. No he estado allí para comprobarlo. ¿Usted?”. Talegón es una periodista que desprecia a las y los compañeros en Ucrania y que necesita ponerse a sí misma en el centro de la acción para que los demás podamos valorarla. Qué fracaso.

La respuesta

No soy quien para responder a Beatriz Talegón si un tuit de Almudena Ariza, que sí estuvo en Bucha y contó en el Telediario lo que vio, me sirve para hacerlo: “Cuánto duelen los comentarios de los negacionistas desde aquí”. La de RTVE tuiteó esto antes de partir a la ciudad que recordaremos como una de las carnicerías de la invasión rusa. ¿Qué pensará ahora Ariza de colaboradoras en medios de comunicación como Beatriz Talegón? ¿Y de la legión de idiotas (no lo digo yo, lo escribió Umberto Eco) que tuitean cómodamente desde su casa “la verdad” que leen en canales de Telegram?

No es casualidad

No es mala suerte que Ctxt publicara, solo unas horas antes de que viéramos la atrocidad de Bucha, un hilo de declaraciones cogidas al vuelo en una manifestación contra la guerra en Madrid. Bueno, contra la guerra, no: la manifestación jugaba a la equidistancia (“ni Putin, ni OTAN”) y clamaba ese pacifismo que señala a quien se defiende más que a quien agrede. No es casualidad, es inevitable: porque todos esos discursos de antifascistas wanna-be que cuando se encuentran con un fascista de frente no lo reconocen, chocan contra la realidad frontal y dolorosamente. No estamos para permitirnos chorradas. Y en Ucrania, menos.

Así

“Noureddine Zidane, hermano de Zinedine, expulsa de su club de fútbol al político Zemmour, líder de extrema derecha, que este año se postula para las elecciones presidenciales”. No tengo nada más que añadir al tuit de Fútbol y Política salvo un: “Así se hace”. Así se trata al fascismo, se esconda bajo la piel que se esconda, en Francia, en Rusia o en Euskadi (me hago viejo y cada vez tolero peor el gluten y a quienes blanquean a fascistas vascos a cambio de perpetuarse de escaño en escaño). Así. Sin más. Ni menos, por supuesto. Al fascismo y al colaboracionismo, puerta, calle y, mira, si cae un empujón, qué caiga.

Son nazis

La sociedad de EE.UU. tiene una relación compleja con los nazis: los combatieron y, después de la guerra, pudieron introducirlos en el país para trabajar en programas militares y espaciales. Aprendieron a odiarlos y el presidente saliente ha convivido con ellos sin rubor: el periodista Max Maxwell recopila en Twitter varios momentos en los que personas próximas a Trump arengaban a la masa que se introdujo después en el Capitolio, y lo hacían con referencias expresas a los nazis, y no en forma de críticas, precisamente. Y en las prendas de algunos asaltantes también se vieron proclamas fascistas.

Y odian a la prensa

Almudena Ariza, también en Twitter, compartía las imágenes de “los trumpistas destrozando material de periodistas a las puertas del Capitolio”. Odian la democracia y la atacaron, del mismo modo que lo hacen siempre con la prensa: porque con unos profesionales responsables (y no todos lo son) ni Trump sería presidentes ni los fascistas se sentirían hoy tan empoderados allí, en España… Y aquí. 2021 será un año mucho mejor que 2020 si, simplemente, llamamos a las cosas por su nombre cuando las presentamos, y si los periodistas no entramos al juego de usar eufemismos o eludir un pasado oscuro.

Un idiota

Me refiero a lo que encontramos en Euronews, entre otros muchos medios: la presentación que hacen de Jake Angeli, el tipo que asaltó el Capitolio con pieles y cuernos, está incompleta porque falta calificarlo como lo que es, un idiota. También me vale imbécil o gilipollas. Es cierto que en el digital le presentan por medio de sus actos: “Es miembro del movimiento conspiracionista radical Q-Anon, que cree que el Partido Demócrata está dirigido por una banda de pedófilos caníbales y que solo Donald Trump les planta cara”, pero estoy completamente convencido de que ya es insuficiente.

El Partido Republicano contra sí mismo

Posiblemente, la del Partido Republicano de EE.UU. es una de las historias políticas más fascinantes del continente americano: hoy, con Trump, está claramente dividido, pero no creo que por la mitad. Son mayoría (siempre lo fueron, de hecho) los que no toleran las estridencias del todavía presidente, los que no están de acuerdo con su proximidad a la extrema derecha y los que, aunque sea por prejuicios de clase, no lo soportan. Trump ha torpeado su propio partido (seguramente porque nunca lo tomo como algo propio, sino una estructura con la que cargar) muy importante y recomponerlo va a ser muy difícil.

Más motivos

Empiezo a resignarme ante la idea de que hay mucha gente que recela de la vacuna contra el coronavirus. Creo que es mejor ser didáctico que frentista y recordar que las vacunas ya aprobadas puede que no sean tan eficaces como las venideras, pero son igual de seguras. Si no, no las habrían aprobado. Si los argumentos lógicos o los científicos no son suficientes, espero que el avance de la vacunación sin consecuencias sea definitivo, y también que ayuden noticias como esta de El Blog Salmón: “Ya hay aerolíneas que no dejarán volar a los que no se hayan vacunado, y puede ser sólo el principio”.

Pero esto, ¿de qué va?

Cuando te has presentado ante el mundo como el paladín de la pureza lo que espera la ciudadanía es que cumplas, así que si pedimos más explicaciones a Podemos no es porque les exijamos más, sino porque prometieron más. Por eso resulta extraño que, en plena negociación del nuevo gobierno, hablen de partir ministerios (que más que partirse se duplicarán) quienes hicieron de “la casta” el gran argumento de su primera campaña. Porque no se trata de encontrar encaje a Garzón como ministro o Secretario de Estado, se trata de un montón de puestos de trabajo de los que antes calificaban como “pesebreros”.

Pues no lo entiendo

Almudena Ariza ha renunciado a ser directora de los Servicios Informativos de TVE porque en la votación no vinculante entre trabajadores no ha sacado una amplia victoria (308 votos a favor contra 117 en contra de un total de 3.200 personas que podían participar en esta votación que no conllevaba nada inicialmente). Personalmente, creo que con la confianza de quien te propone el cargo debería de ser suficiente. Y me sorprende, como me sorprende siempre, que un compañero rechace asumir responsabilidades cuando los periodistas siempre tenemos tan claro lo que deberían de hacer nuestros jefes.

Si es malo, es malo

Del último libro de poemas de Alfred García solo he leído las páginas que se han movido en Twitter con poesías que se acercaban más a la broma que a la literatura. Así que no criticaré la obra pero sí sus consecuencias: ¿cómo que no se puede señalar una castaña literaria? ¿Cómo que el linchamiento público después de escribir, firmar y publicar obviedades se aproxima al bullying? ¿Cómo que estamos desanimando a un creador de veintipocos años a seguir escribiendo? Vamos a ver, un pestiño es un pestiño, en la era de Twitter y cuando publicar resultaba carísimo. Y quien se presta al negocio ya lo sabe.

Y si es otra cosa, pues lo es

Marcos Pereda firma en “A la Contra” uno de los mejores textos que hemos leído sobre la suspensión del partido en el que llamaban a Roman Zozulya “nazi” y “puto nazi” desde la grada rayista. “No es lo mismo hacer el ruidito del mono aullando cuando coge el balón Dembelé o llamar a tal jugador ‘gitano de mierda’ que gritar ‘nazi’ a un nazi”, escribe, y recuerda otros momentos del fútbol español deleznables por los que no se suspendieron partidos antes de sugerir que, una vez puesto el listón, habrá que mantenerlo. Preparémonos entonces para la riada de partidos suspendidos… O no.

El fútbol de la mayoría

Como portugalujo me he alegrado muchísimo por la victoria del equipo de la Villa sobre el Extremadura en Copa. ¡Cómo no! “El Portu” lleva ya varios años demostrando que está más que preparado para subir un peldaño, y su mezcla justa de ambición y humildad es la mejor muestra de ese otro fútbol, el de la mayoría de futbolistas, técnicos y directivos: aunque los aficionados nos fijemos en los grandes equipos, los profesionales y voluntarios desarrollan su labor mayoritariamente en otros más pequeños mientras sueñan con llegar un poquito más arriba. Pero disfrutar sí lo hacen como campeones. Zorionak!