¿Qué van a pedir a Podemos?

El espionaje del Estado a políticos vascos y catalanes, y de algún agente externo (varios dedos señalan a Marruecos) al presidente y varias ministras y ministros españoles, es el desencadenante de varias crisis importantes: con Cataluña, con el Sáhara y Argelia, y dentro del propio gobierno. La dualidad de Podemos habla mal, principalmente, de Podemos. Pero, ¿qué podemos pedir a Belarra y su equipo si las y los ministros socialistas están también echándose los trastos a la cabeza: Robles y Bolaños buscan la culpa en su oponente mientras Sánchez sigue buscando una cabeza que entregar.

Pero Belarra insiste

Yo no lo entiendo: no entiendo que la líder de un partido que cuenta con una vicepresidenta (por muy mal que se lleve con ella) y cuatro ministras o ministros (empezando por ella misma) hable del gobierno español en tercera persona, como si no fuera con ella, como si no fuera ella una de las que se sienta en el consejo que preside Pedro Sánchez los viernes. Pero Ione Belarra insiste en hacerlo, en jugar a ese doble papel de ser ejecutivo y oposición al mismo tiempo para desmarcarse de los hechos noticiosos complicados de gestionar. Y eso, yo también insisto, erosiona a Podemos más que a ningún otro partido.

“Refugio de delincuentes internacionales”

Evidentemente, el tuit de Niporwifi (un tuitero que explica muy bien el crimen organizado internacional, ETA, incluida) iba con toda la intención: “Salta la sorpresa. Emiratos Árabes Unidos es un refugio de delincuentes internacionales”. Porque se trata del país, precisamente, elegido por Juan Carlos I para autoexiliarse. Y aunque el titular y la estancia den pie al chiste fácil, no es una casualidad, evidentemente. El rey emérito sabía el país que escogía para alejarse de los procesos e investigaciones, y el dictador de turno (no sé si es emir o jeque pero, ¿qué más da?) también sabía lo que hacía cuando le acogió.

Ni una pandemia, ni una guerra

Antes de 2020, en esta misma columna, atribuía a la ausencia de una guerra y una pandemia que tuviéramos que sufrir a los negacionistas e idiotas similares. Hoy, con una pandemia y una guerra a las puertas de Europa retransmitida casi al minuto, seguimos aguantándoles: “Sobre los casos de hepatitis de origen desconocido en niños, me señala un colega médico que habría que preguntarse por las edades específicas de los niños que presentan estos cuadros. No están vacunados, nos dicen. Pero ¿están mamando de madres vacunadas? Interesante pregunta”. La autora de semejante memez es la recurrente Bea Talegón.

Fútbol

La temporada de regreso a los estadios nos ha dado mucha intensidad y algunas alegrías a las y los seguidores del fútbol vasco de Primera y Segunda (demasiada intensidad y pocas alegrías, de momento, para Amorebieta y Alavés). Más allá de nuestros campos el fútbol nos está regalando momentos extraordinarios, y cualquiera que disfrute del deporte y no sea solo hooligan de unos colores, puede entenderlo: lo del Real Madrid en esta Copa de Europa está siendo espectacular. El viejo rico sigue dejando en la cuneta a esos clubes agigantados con los millones de los sátrapas y, quién lo iba a pensar, se ha convertido en el faro de los románticos.

No soy capaz

No soy capaz de traer a la columna un pantallazo de las muchas fotos que estamos viendo de Bucha después de ser recuperada por el ejército ucraniano. La masacre que nos muestran las y los periodistas sobre el terreno, que han ido por sus propios medios o, con suerte, enviados por sus empresas, son terribles, tristísimas, devastadoras. Al secretario general de la ONU le han dejado impresionado y, si no te mueven, no sigas leyendo, esta columna no es para ti. Lo menos que podemos hacer es pedir lo mismo que António Guterres, precisamente, una investigación exhaustiva sobre los cómos, los porqués y el quién.

Qué fracaso

Puedes mostrar tu estupefacción por las imágenes que llegan de Bucha y reclamar que una institución internacional lo investigue, o puedes escribir este tuit, como Bea Talegón: “Desde Kiev acusan a los rusos de asesinar a civiles en Bucha. Desde Rusia desmienten la acusación y señalan que esas imágenes son falsas y que no hay tropas rusas desde el 31 de marzo allí. Ni confirmo ni desmiento ninguna versión. No he estado allí para comprobarlo. ¿Usted?”. Talegón es una periodista que desprecia a las y los compañeros en Ucrania y que necesita ponerse a sí misma en el centro de la acción para que los demás podamos valorarla. Qué fracaso.

La respuesta

No soy quien para responder a Beatriz Talegón si un tuit de Almudena Ariza, que sí estuvo en Bucha y contó en el Telediario lo que vio, me sirve para hacerlo: “Cuánto duelen los comentarios de los negacionistas desde aquí”. La de RTVE tuiteó esto antes de partir a la ciudad que recordaremos como una de las carnicerías de la invasión rusa. ¿Qué pensará ahora Ariza de colaboradoras en medios de comunicación como Beatriz Talegón? ¿Y de la legión de idiotas (no lo digo yo, lo escribió Umberto Eco) que tuitean cómodamente desde su casa “la verdad” que leen en canales de Telegram?

No es casualidad

No es mala suerte que Ctxt publicara, solo unas horas antes de que viéramos la atrocidad de Bucha, un hilo de declaraciones cogidas al vuelo en una manifestación contra la guerra en Madrid. Bueno, contra la guerra, no: la manifestación jugaba a la equidistancia (“ni Putin, ni OTAN”) y clamaba ese pacifismo que señala a quien se defiende más que a quien agrede. No es casualidad, es inevitable: porque todos esos discursos de antifascistas wanna-be que cuando se encuentran con un fascista de frente no lo reconocen, chocan contra la realidad frontal y dolorosamente. No estamos para permitirnos chorradas. Y en Ucrania, menos.

Así

“Noureddine Zidane, hermano de Zinedine, expulsa de su club de fútbol al político Zemmour, líder de extrema derecha, que este año se postula para las elecciones presidenciales”. No tengo nada más que añadir al tuit de Fútbol y Política salvo un: “Así se hace”. Así se trata al fascismo, se esconda bajo la piel que se esconda, en Francia, en Rusia o en Euskadi (me hago viejo y cada vez tolero peor el gluten y a quienes blanquean a fascistas vascos a cambio de perpetuarse de escaño en escaño). Así. Sin más. Ni menos, por supuesto. Al fascismo y al colaboracionismo, puerta, calle y, mira, si cae un empujón, qué caiga.

Los civilizados

Borja Ventura capturó con acierto un tuit que Luis Garicano decidió borrar: el de Ciudadanos llamaba “provincianos y paletos” a quienes han decidido votar mayoritariamente en Catalunya a la candidata de Podemos o a candidatos nacionalistas. Porque los civilizados, según Garicano, son los que votan a Ciudadanos y los que votarán a Valls. El resto son (somos) personas subdesarrolladas incapaces de observar la valía de las apuestas de Rivera, el propio Garicano y, ahora, Valls. No es el único, ni el primero, ni el último, que piensa que la civilización empieza en su intención de voto.

El Nacional te explica los buenos tuits

Algún día me cansaré de advertir de las malas compañías que el independentismo catalán está frecuentando: personajes que intentan lavar su pasado con el futuro de Catalunya, o que no se han comido un colín como portavoces o simples opinadores que ahora les están regalando la oreja. Algún día, insisto, acabaré diciendo: “Allá ellos” cuando vea cómo El Nacional dedica parte de su espacio y el tiempo de los lectores señalando los tuits de Bea Talegón. A esta española iluminada por la causa catalana le reconozco una virtud: saber decir lo que la mayoría quiere oír.

Epílogo (o eso espero)

Después de una semana en la que tienen la vergüenza de pedir dimisiones quienes nunca se las han planteado por motivos similares o mayores, me gustaría cerrar este capítulo con el tuit de la periodista Rakel Markos a modo de epílogo: “Sin entrar en el asunto, ‘la opinión pública la ha condenado; es culpable’ es una de las mayores barbaridades que puede decir alguien con responsabilidad política”. Pero hoy la responsabilidad política en España es un bien muy escaso, curiosamente, entre los políticos que tienen más responsabilidades porque son los líderes de sus partidos.

¿Quién es Villarejo?

Su nombre ha salido esta semana de nuevo en los periódicos porque una grabación suya de hace años ha puesto en jaque a una ministra hoy. Pero, ¿quién es Villarejo? Un policía jubilado que, después de formar parte de la división anti ETA en Donostia en pleno franquismo, en los 80 puso en marcha una red de empresas hasta que, en los 90, le piden que se incorpore a Interior en forma de agente encubierto. Un angelito que, como empresario, facturó siete millones de euros al armador Ángel Pérez-Maura para librarle de una extradición a Guatemala, acusado de sobornos.

El castellano desaparecido en Galiza

Una pena no saber quién es el autor de esta especie de editorial en la publicación Tempos Galegos, donde, con toda la intención del mundo, intentan ridiculizar el arrinconamiento del castellano en Galiza que denunciaba Toni Cantó en el Congreso recientemente: “El castellano que ha desaparecido de Galicia encontrado borracho en un puticlub”. El relato está lleno de pequeños dardos a ese castellano que nadie maltrata, si no es él a sí mismo, que frecuenta sitios poco recomendables y que vive en A Coruña, “donde recuperará el status que se merece” ayudado sin dudarlo por la Policía española.