«Merece la pena recordar»

Dedicar un logro propio a un colaborador necesario en un asesinato cometido en nombre de toda Euskadi es moralmente reprobable. No voy a entrar a discutirlo. Hacerlo público, además, muestra una falta de sensibilidad turbadora. Celebrarlo, como hace Arnaldo Otegi, no tiene nombre reproducible en este periódico. Así que creo que hace bien el lehendakari, que lo señala y lo denuncia: “Merece la pena recordar que en el reducido colectivo de remeros y remeras de las 16 plantillas presentes en La Concha el pasado domingo había dos personas huérfanas porque ETA asesinó a su padre”. Sobre todo, merece la pena recordar.

2023

Algo está mal en Euskadi en 2023 cuando hay quien celebra el homenaje público a una persona condenada a 44 años de cárcel por colaborar en un asesinato y, lo que es peor, muchas otras lo defienden. Algo está mal en Euskadi en 2023 cuando “dos hombres están siendo investigados por sendos delitos de enaltecimiento del terrorismo por portar una ikurriña que había sido rotulada a mano con el lema ‘Gora ETA Militarra’” (Gipuzkoagaur). ¿Quién enaltece el terrorismo de ETA hoy? ¿Por qué lo hace? ¿A quién debe algo? ¿Y por qué todavía hay quien justifica lo injustificable?

“Un periodista vasco”

Por lo general, no me gusta el trabajo de Jordi Évole porque creo que siempre tiene escritas las conclusiones antes de empezar a grabar y edita las entrevistas de tal manera que sean fieles a su visión previa. Pero no voy a juzgar su película sobre Josu Ternera hasta que la vea, y menos cuando compruebo quién sí lo hace. Personas como Carlos Martínez Gorriarán, Fernando Savater, Rosa Díez o Miguel Ángel Idigoras, al que en El Plural reducen a “un periodista vasco”, y al que aquí conocemos bien. Su discusión en Twitter con el propio Évole le retrata como lo que fue (y por eso llegó a director de ETB con Patxi López en Lehendakaritza) y lo que es hoy.

¿Botifler?

“Aragonès responde a la ANC: ‘Ahora mismo una DUI no serviría para nada’”. Este titular en El Nacional, tan sucinto, me parece inmenso porque explica muchos años de Procés. Pero del Procés de verdad, no del que nos han querido contar, empalagosamente edulcorado. Porque si hubo un partido que no creyó nunca en la independencia fue ERC. Si hubo un partido que dejó pasar y hacer a Puigdemont, que también tiene su parte de culpa por lo irrealizable de sus promesas, fue ERC. Si hay un partido que solo busca el poder para profundizar en el autonomismo es ERC. Y ahora, por fin, podemos verlo claramente.

Algo hicieron mal

Pocas dudas tengo de que detrás de este titular: “Un miembro de La Manada se beneficia del ‘solo sí es sí’ y logra una rebaja de condena” (The Objective), hay unas y unos jueces dispuestos a hacer una interpretación excesivamente favorable al condenado (conozco la base de las condenas: siempre la más favorable). Y si existe esa posibilidad es porque algo hicieron mal quienes armaron y redactaron aquella ley del “solo sí es sí”. Eso es innegable. Tanto como que esa ley ha permitido que podamos ver qué tipo de juezas y jueces hay en España. Y aunque esto último parezca impagable lo cierto es que nos está saliendo demasiado caro.

El pactazo

Lo que hicieron EH Bildu y PP en el último día de campaña no es un pacto, es un pactazo, porque el golpe sobre la mesa para mandar a la porra el tablero y las piezas, fue duro. Unos, con el “que te vote Txapote”, otros, con que PNV, PP y Vox tenían un pacto… Y al final los de Otegi y los de Núñez Feijóo se reparten todas las comisiones, todas, en el Ayuntamiento de Gasteiz: esta para ti, esta para mí, ojo, con el plácet de Podemos. Fotaza, pactazo y zascazo. Más bien, autozasca de unos y de otros. Y ahora, ¿qué? Pues el PP se ha apresurado a rectificar, pero Bildu ni se ha molestado en negar lo que toda Euskadi ha visto.

Los salvadores de Sánchez

Bildu empezó la legislatura en Congreso y Senado disolviéndose en la izquierda española. Apenas se diferenciaba su discurso del de Podemos. Pasó a abrazar al PSOE mientras daba una patada de espuela a las competencias. Y ha acabado pactando con el PP en Gasteiz con luz y taquígrafos. Su deriva hacia el “Espainaren morroi” es pasmosa. Pero no está solo en su periplo por tierras españolas: “Junts arremete contra ERC porque ‘salvando’ a Pedro Sánchez acabará ‘no salvando a Catalunya’”, leemos en El Nacional. La rendición del “independentismo”, como se autodenominaron y su camino hacia la nada es indiscutible.

En manos de las y los indecisos

No creo que estemos ya en manos de las y los indecisos, sinceramente. La victoria del bloque del PP con Vox o la repetición electoral están ya escritas, pero esa crónica la conoceremos mañana por la noche. No obstante, sobre el primer colectivo, esto es, las y los indecisos, en Economía Digital han publicado una columna interesantísima. La firma César Calderón, quien explica que quienes no tienen decidido su voto no están haciendo comparativas de los programas y los discursos, precisamente, sino que se mueven por impulsos muchísimo más mundanos y primarios y que, realmente, no tienen capacidad para volcar un resultado.

El atolladero

Una pieza en EPE de esta semana contenía dos grandes verdades: “El atolladero” en el que podemos meternos a partir del lunes, con un PP en manos de Vox, o con un bloqueo parlamentario que impida formar gobierno. Qué lince, Pedro Sánchez con su 23-J. Pero más importante me parece el subtítulo: “Darle todo el protagonismo a Vox es, ha sido y será una irresponsabilidad, lo haga el PP o lo haga el PSOE”. Y lo han hecho los dos. Primero, el PSOE jugando en corto, como siempre, intentando ningunear la oposición del PP haciendo más caso a Abascal. Y después, claramente, los de Casado y Feijóo dándoles las llaves de los gobiernos.

La reflexión de las y los profesionales

En esta misma columna ya ha aparecido un profesional de la comunicación política: César Calderón. Y cierro la misma mencionando a otro del que ya hablamos al principio de la campaña: Pedro Ruiz es el fotógrafo que fichó el equipo de Sumar cuando se deshizo el de Ciudadanos. Este artista (porque hace arte, no es un modo de hablar de barra de bar) ha cambiado de partido sin problemas. Eso en España y en Euskadi es bastante extraño porque las siglas tienden a contar con gente de confianza. No es nada malo: es así. De hecho, creo que es bueno porque les obliga a detectar o atraer talentos a sus filas.

Ah, vale, que va de esto…

Uno de los últimos tuits de “Ertzainas en lucha” no puede ser más significativo: sin poner la cara nadie, van pasando hojas en las que anuncian que promueven un voto para el 23-J que no sea a las y los actuales dirigentes del Gobierno Vasco. ¿Votarán a Bildu? ¿Tal vez a Sumar? ¿Se echarán en los brazos del PP ¿O es a Vox a quien ponen ojitos en este movimiento evidenetemente jupolizado? Si parecía que toda la movida era por esto, por mover el tablero tanto de la institución policial como del Gobierno Vasco, como no pocos sospechaban, lo han dejado claro definitivamente. Ahora ya solo convencen a quien quiere dejarse convencer.

La oportunidad, para los sindicatos

Ante lo que ha dejado claro el movimiento “asindical” (que no “apartidista”, como han dejado claro, ni mucho menos “sin intenciones”) lo tengo claro: gobierno vasco y sindicatos de la Ertzaintza tienen que negociar con generosidad. Un acuerdo satisfactorio para ambas partes solo sería bueno: dejaría sin efecto a quienes buscan desestabilizar y aseguraría como interlocutores futuros a quienes representan al cuerpo legal y legítimamente. Pero la pelota no está solo en el tejado del gobierno, de hecho, hay dos balones: los sindicatos tienen que apostar claramente por el posibilismo, también para marcar la diferencia dentro del cuerpo.

Lo que no quiere nadie

Lo que nadie quiere es una policía que se pierde el respeto y se lo pierde a las instituciones por conveniencia electoral. Lo que nadie quiere es policías jusapolizados en nuestras calles. Y lo que nadie quiere es un Grupo Wagner rojigualdo, que es lo que sugiere Daniel Esteve, conocido como “Dani Desokupa”: “Espero que las urnas echen a estos tíos de por vida (Pedro Sánchez y el Gobierno de coalición), le demos armas a nuestro ejército y a nuestra policía y se cierren las fronteras de una puta vez, que es lo que tiene que pasar aquí”. “Si no, nos veremos en la calle, pero yo no pondré una velita. Si vienes a por mí, yo iré a por ti” (El Plural).

Lo que vemos

Lo que cualquiera puede hacer es reconocer un nazi cuando lo ve. No hay que irse muy lejos. Pero si nos vamos podemos encontrarlos porque los fascistas siempre actúan como fascistas y hablan como fascistas: la periodista rusa Yelena Miláshina ha sido atacada en Chechenia, le han golpeado, le han roto varios dedos, le han rapado la cabeza, le han echado pintura verde y han destrozado sus equipos. Miláshina había ido a aquel país “para asistir a un juicio” (República). El Kremlin ha corrido a situarse junto a la periodista, que tuvo que abandonar Rusia pero seguía trabajando para el diario Nóvaya Gazeta, crítico con el régimen de Putin.

Y lo que no quieren que veamos

Hablando de fascistas que atacan como fascistas, Mikel Ayestarán denuncian con claridad esto en Twitter: “Las cámaras molestan al ejército de Israel en Jenin. Ahora dirán que se abre una investigación para aclarar lo ocurrido. La imagen es clara”. Y tan clara: un blindado israelí se detiene en un cruce en una calle destrozada por los ataques, y comienza a disparar contra una cámara de televisión colocada allí para grabar la destrucción. Otra cámara capta el momento claramente: se ve que los disparos proceden del vehículo y que impactan en la cámara repetidamente. Les molestan los periodistas que cuentan lo que ven.

El posible escenario de la doble vuelta

Cuando el 29 de mayo pasado recibimos el jarro de agua fría de Pedro Sánchez convocando unas elecciones en pleno verano pensé, rápidamente, que además no iba a librarnos con su anuncio de las que tocarían en invierno: Sánchez ha pensado en la repetición electoral como ya hiciera anteriormente y, antes que él, Mariano Rajoy. Mi temor se ha acrecentado al leer esto en The Objective: “El PP no tiene miedo al choque con Vox: cree que repetir unas elecciones le beneficiaría”. O lo que es lo mismo: los dos candidatos con más opciones de ser presidentes creen que mejorarían su resultado a doble vuelta. Qué miedo.

¿Quién dijo “miedo”?

Una persona mucho más inteligente que yo me explicó una vez que en política puedes ser lo que quieras pero es importante que sepas lo que eres. Eso es justo lo que no está haciendo Macarena Olona, que viene de la extrema derecha y ahora pretende asaltar el centro y, para lograrlo, se dedica a fichar a ex de Vox, de Ciudadanos y personajes de eso que llaman “la sociedad civil” porque queda mejor que decir “el arribista que pasaba por ahí y que se cree demasiado íntegro para afiliarse a un partido político”. Ese es el cóctel de la que fue diputada y candidata en Andalucía de los ultraderechistas. Allá quien se lo trague.

El “giro a la derecha como aval”

Nunca habría pensado que dar voz a la derecha más freak pudiera convertirse en una oportunidad laboral: “COPE negocia el fichaje de Iker Jiménez con su giro a la derecha como aval” (El Plural). De los fenómenos paranormales pasó a liderar un enfoque cuasinegacionista del covid 19. De ahí avanzó hacia el negacionismo hasta del cambio climático, profundizó en el populismo, y ahora se ha convertido en una de las pocas alegrías de Cuatro, concentrando a frikis delante del televisor, y en una tentación para COPE. Pues vale. ¿Así se regenera una radio? ¿El futuro de los medios de comunicación para por este tipo de personajes?

Levantaos y andad

He descubierto tarde pero me ha gustado mucho el BBK Live. Este año faltaré porque la campaña nos absorberá a muchos periodistas, pero espero estar ahí el año que viene también para conocer grupos y disfrutar de los que ya había oído. Soy un viejo rockero y, como tal, no entiendo la actitud de parte de la chavalada, como denuncian varios autores en un reportaje en la web de la Cadena SER: cuadrillas que cogen sitio durante horas esperando ver a las cabezas de cartel, que muestran desprecio por las bandas que tocan antes y que incluso molestan con láseres a quienes actúan para que abandonen el escenario.

¿Qué es Kick?

Ayer mismo contábamos en esta misma columna cómo xQc, nombre artístico de Félix Lengyel, un canadiense de 27 años, firmaba un contrato de 100 millones de dólares para abandonar Twitch y “stremear” en Kick. ¿Cómo se reúne todo ese dinero? Pues gracias a la publicidad de las casas de apuestas y las mordidas de los canales con contenido erótico, que es justo los dos elementos que tanto Twitch como YouTube han desterrado. Kick, además, asegura ser más atractivo para los streamers: se lleva una comisión menor y los requisitos para ganar dinero con tu audiencia son mucho más laxos. ¿Funcionará el modelo de negocio?

El viaje y las alforjas

Para acabar como IU, disuelto en un partido más grande y con deudas, no hacía falta que Podemos fuese tan lejos ni llenara tanto las alforjas para vaciarlas tras la primera fiesta. Ahora que parece que IU, precisamente, ha resuelto su deuda con los bancos, Podemos las tiene con sus famosos microcréditos: tiene que devolver el dinero a quien se lo dejó porque los partidos políticos tienen las donaciones muy, muy tasadas. Y precisamente ese “agujerico” es el que quiere aprovechar Sumar para doblegar a las y los morados, según El Plural. Lo de esta izquierda castuza, al final, va de tela y asientos. ¡Vivir para ver!

“El pueblo” son cinco personas

No veo Canal Red por un motivo muy sencillo: no me interesa. No por los contenidos: sino por los enfoques y los argumentos. Me parecen sobadísimos, aburridísimos. Y sobre todo, me parecen tendenciosos y maniqueos. Quienes iban a darnos lecciones de periodismo tienen a un montón de gente haciendo lo mismo: contarnos lo que tenemos que pensar. El vídeo de Álex Cantón sobre “¿qué opina el pueblo de una coalición de izquierdas para las elecciones generales?” me parece tan “burdo”, como él mismo dice, como representativo: el pueblo son cinco personas que él ha elegido en la calle. Con un par.

No es el momento, es la ley

Evidentemente, el momento en el que hemos sabido que “el Supremo abre la puerta a que se produzcan otras 1.000 rebajas a violadores por el ‘solo sí es sí’” (El Independiente) es el peor para Irene Montero y Podemos. Pero el problema no es el momento, es la ley, es el empeño de la ministra y su partido, y es la intervención de la fiscalía a favor del crédito del gobierno, volteada por el Tribunal Supremo. Lo que ha sucedido ahora es terrible, primero, para las víctimas. Pero también es terrible en lo político para las y los morados, con todos sus argumentos para la próxima campaña pisoteados por el enemigo y las amigas.

“El sanchismo”, a examen

Después de algunos desaires de lo que llaman “barones” del PSOE, Pedro Sánchez ha optado por presentar unas listas para el Congreso en la que se puede apreciar a toda su guardia pretoriana. Mala señal: o se ve en la oposición o, si libra y vuelve a gobernar, se ve en una posición muy debilitada en el parlamento. Lastra, Ábalos, Hernando, Patxi López, por supuesto (puede pasar lo que sea que él seguirá flotando), Batet, Robles, Ribera, Montero, Grande-Marlaska… ministras, ministros y mujeres y hombres fuertes del PSOE de Sánchez. “El sanchismo”, como dicen en el PP, a selectividad. Solo falta ver la nota.

A favor del posibilismo, siempre

La vuelta de Junts al posibilismo en Catalunya, reflejada en “un giro estratégico” tras el que “se abre a pactar con el PSC en municipios y diputaciones” (The Objective) siempre es algo que hay que celebrar. Igual que cuando lo hizo ERC, culminando una campaña larguísima para comerse el espacio de Convergencia, y que cuando lo hizo Bildu, al que la sociedad vasca ha premiado siempre generosamente, como siempre que la izquierda abertzale apuesta solo y de modo nítido por la política. En Catalunya, por lo tanto, se abre una nueva dinámica, veremos si liderada por Puigdemont o a pesar de él. Una dinámica necesaria.