Socialismo vasco on-line

Si por algo se caracteriza el socialismo vasco en Internet es por no jugar limpio. A Patxi López hasta le dieron un premio “ad-hoc” para que pareciera algo, después de intentar convencernos de que actualizaba sus propios espacios. Recientemente, todo apunta a que en el entorno del PSE han creado una cuenta falsa para señalar, acusar e insultar a representantes de EAJ-PNV en Bizkaia. Los trabajadores de EITB recordarán a “la mamba negra”, que firmaba ciertos e-mails que recibían en la era Surio. Y ahora, en España descubren, vía Eduardo Madina, que cuentan con robots que multiplican sus mensajes (‘La Marea’). Esos son sus mimbres.

Socialismo español bancario

Les dejo con el párrafo sobre uno de los rivales de Madina, precisamente, al que citan en ‘El Confidencial’: “Pedro Sánchez oculta en su biografía oficial su vinculación pasada con Caja Madrid, entidad de la que formó parte, entre 2004 y 2009, de su Asamblea General como representante socialista del Ayuntamiento de Madrid. Sánchez, que se presenta a estas primarias a la Secretaría General como el militante que hace un año no estaba en política y que ahora es meramente un ‘diputado raso’, no menciona que él también contribuyó, con su presencia y con su voto, a la politización de la entidad que ha dado lugar al mayor coste del rescate financiero”.

A Rajoy pregúntenle sobre fútbol

El vídeo está colgado en el canal que ‘Libertad Digital’ tiene en YouTube. Es decir: un espacio poco sospechoso de hacer crítica constante a Mariano Rajoy. Pero hasta en este medio que se sitúa entre la derecha y la pared se han dado cuenta de lo ridículo que es ver al presidente español hablando con los periodistas sobre la goleada de Alemania a Brasil, y que se despida con un nervioso: “Bueno, venga, hasta ahora” cuando le preguntan por las medidas que van a tomar para que no se repita un fraude como el de Gowex. Rajoy, que dio el premio al emprendedor del año a Jenaro García, bruñidor de esta estafa, intenta evitar el iceberg cuando su Titanic está abierto en canal.

Lo más tweeteado

Rajoy, y continúo con el anterior párrafo, reconocía al principio del vídeo que “estábamos comentándolo” en referencia a los siete goles que Alemania endosó a Brasil. Lo cierto es que comentarios al respecto los han hecho los miembros del gobierno español y, prácticamente, todo el mundo porque “la abultada derrota de Brasil ante Alemania por 1-7 en las semifinales del Mundial desbancó a la final de la Liga de fútbol americano de este año como el evento deportivo de una sola jornada más tuiteado de todos los tiempos, con 35,6 millones de tweets, informó la red social Twitter”, según ‘Vozpópuli’.

Urkullu, txistulari

Muchos se habrán sorprendido, pero no quienes ya conocían al lehendakari Iñigo Urkullu que, el pasado miércoles cogió su txistu y tocó “Ikusi Mendizaleak” durante la recepción a los participantes en el programa ‘Gaztemundu’. Así, quien está acostumbrado al aurresku en las recepciones, cambió el sentido de la música. La foto fue subida a sus redes sociales con éxito, retweeteada 20 veces y compartida por más de 50 usuarios de Facebook, además de cientos de “me gusta” y una ola de comentarios positivos… salvo dos usuarios (cifras reales) que criticaron la muestra de conocimiento de la cultura propia, que hizo el lehendakari.

«Desconfía» y «prudencia»

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El escándalo de Gowex puede que solo sea el primer de una serie de estafas, cuentas hinchadas a sabiendas, y fraudes varios de empresas relacionadas con el sector tecnológico. Con suerte, rasgamos el velo y empezamos a ver a Uber, pero también a Google, Facebook y Twitter como lo que son: empresazas que se aprovechan de la benevolencia de los que van de críticos con el sistema, pero con lo digital se han alienado y alineado con alegría. En el blog ‘Aprendiz de Bolsa’ recomiendan desconfiar de los crecimientos rápidos y prudencia ante las exaltaciones de las bondades de la tecnología. Elementos lógicos que se han hecho audibles gracias a la “estafa”, según esta bitácora, de Gowex.

La burbuja del “emprendizaje”

Precisamente en el post sobre Gowex de ‘Aprendiz de Bolsa’ encontramos el hipervínculo a otra bitácora, ‘Ladrillos de la Discordia’, en la que hacen chanza, con razón, del olfato del presidente del gobierno español: “Mariano Rajoy ha quedado en evidencia. Cuatro meses después de entregar a Jenaro García uno de los premios Startex, poniéndole como ejemplo de empresario emprendedor, nos enteramos que el tal Jenaro había vendido humo”. Lo cierto es que el propio “emprendizaje” y las gilipolleces estas del “emprendedor del año” son humo, humo que hincha su propia burbuja, en particular, y la tecnológica, en general. Lo de Gowex, sencillamente, tenía que pasar.

El malo de la película

Y continúo: lo de Gowex tenía que pasar. Lo describen muy bien en ‘El Blog Salmón’: sus números, antes o después, serían comprobados y descubiertos. Y mejor que la burbuja haya estallado ahora que no en el IBEX35, al que iba encaminada esta falsa “start-up”, sorteando todos los controles hasta que llegó el informe de Gotham City (que también tiene “bemoles”). Fuera de lo particular, insisto en la necesidad de este pinchazo y de este escándalo. De este golpe de realismo que tiene que servir para poner en valor a quien hace bien las cosas, y para desenmascarar a quien solo hace juegos malabares.

Mucho listo para poco negocio

Gracias al periodista Miguel Ángel Uriondo descubro en Twitter a Nacho Royo, un personaje como muchos: un exhibicionista que quiere recrear los golpes que en EE.UU. dieron varios hombres de negocios invirtiendo en empresas tecnológicas. Pero la España de hoy no es la “gringolandia” de entonces, por mucho que se empeñen quienes no quieren ver la virtualidad, la futilidad y el engaño de negocios como Gowex, que cotizan en mercados alternativos que ahora se sacuden. El propio Royo, que se define a sí mismo como “hombre de negocios” y tiene un máster en ESADE, reconoce en Twitter: “Hoy es el día en el que todo se derrumba y tengo que volver a empezar. No sé si podre porque he perdido casi todo mi dinero con Gowex”.

Ahora, Telexfree

No aprendemos: la avaricia de algunos es más fuerte que su razón, y la base tecnológica de algunos timos es excusa suficiente para perder el raciocinio más rápidamente. No nos hemos levantado del golpe de Gowex cuando asoma en el frente otro escándalo: una estafa piramidal de las clásicas basada en obtener más de un 200% de beneficio con una pequeña inversión y haciendo un copia y pega digital, que ofrecía Telexfree, según ‘Estrategia y Negocios’ y ‘Excite’. Y como en Internet atan a los perros con longanizas, y el más tonto tiene un blog con el que gana miles de euros, cuela.

Los fichajes de Telefónica

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El o la cónyuge de un político o una política sigue siendo una persona perfectamente válida, y profesional. Pero no deja de resultar sospechoso que Telefónica haya fichado casi al mismo tiempo al marido de Soraya Sáenz de Santamaría y a la mujer de Eduardo Madina. Contrataciones que han sentado fatal en el PSOE, según leemos en ‘Público’: dicen los socialistas que ambos casos no son comparables porque el que está en el poder es el PP y porque no han hecho ninguna maniobra para el fichaje de la compañera de Madina. ¿Es que a veces lo hacen? ¿Es que las contrataciones cuando hay un socialista en Moncloa son por conveniencia?

Vivir en una burbuja

Gowex era pura burbuja: un wifi gratis y sin límite alrededor del mundo. Una de esas utopías que tanto gustan a los visionarios de Internet. Pero no. Primero, un informe demoledor que apuntaba a que Gowex no tenía clientes ni valor. Después, la agitación. Finalmente, la dimisión de su máximo responsable después de reconocer que, oigan, vivían en una utopía pero declaraban un valor de 1.400 millones de euros (‘El Confidencial’). Pero ni es una utopía ni una estafa: es una burbuja. Es inflación pura y dura de visionarios, de modelos de negocio imposibles (empezando por el propio Twitter), y de blogs que loaban a Gowex como si fuera un éxito real.

¿De quién es la culpa?

Tengo claro que la culpa no es de Iker Casillas por colgar en una red social una foto de su mujer y su hijo pequeño en la playa (‘Vertele’). Pero tampoco creo que la culpa sea toda del imbécil que le dejó el siguiente comentario: “Tíralo pal agua haber si flota” (sic). La culpa es de quien convenció a uno y a otro de que podían estar libremente en Internet. Al primero, pese a ser un personaje público y muy conocido, no le advirtieron de los peligros de “estar”. Al segundo, al imbécil, le animaron a estar, desde la tele, desde el propio Internet, desde las charlas de “empoderamiento”: ábrete un perfil, no importa que te escondas en el anonimato, opina, gasta megas, engorda a las grandes empresas de telecomunicaciones.

Por suerte…

Por suerte, alguien actúa. Actúa contra las burbujas. Actúa contra los imbéciles y sus consecuencias. Y actúa contra quienes hacen venta fraudulenta en Internet. La Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha pedido que las cuentas en Twitter que publiciten medicamentos tengan la obligación de poner en esa misma red social los efectos secundarios de los mismos (‘FayerWayer’). Y me parece bien. No se trata de intervención, sino de regulación, de prevención y de dar valor a quien lo hace bien, a quien se maneja en las redes sociales digitales con honestidad, a cara descubierta y sin dar lecciones ni hacer chistes de pésimo gusto.

Los medios contra Pablo Iglesias

Pablo Iglesias es una especie de injerto: el resultado de unir el fruto de la indignación y el de la televisión. Mientras haya indignación y mientras las cámaras le enfoquen, crecerá. En cuanto los albañiles puedan volver a un hotel de la Riviera Maya con una pulsera de “todo incluido”, y a los periodistas ya no les haga gracia, desaparecerá. Pero con lo listo que es, lo raro es que no haya medido mejor su ataque a cabeceras y periodistas. Ataque que luego ha intentado corregir: que hablaba de los grandes grupos mediáticos, dice. Pero llega tarde: digitales como ‘La Información’, nada sospechoso de plegarse a la derecha, también se han mostrado beligerantes con reportajes que ilustran los modelos chavistas de intervención mediática que plantea.