¿Estamos seguros?

Ni quito ni pongo comas. Tampoco rey. Solo pongo contexto. Primero, Javier Durán tuiteaba sobre el periodismo cortesano: “Los Reyes de España se gastaron en su luna de miel 500.000 dólares pagados por el Rey Emérito y un empresario. Ni una portada. Los Reyes de España se van a Canarias a hacerse fotos”, y después mostraba las agradables portadas de El País, La Razón y el 20 Minutos. Sobre este tuit, Rule se preguntaba: “¿Estamos seguros de que los medios de comunicación están guardando la distancia de seguridad cuando le lamen el culo al Preparao?”. Así las cosas, que disfruten del viaje. Alguno será el último como reyes.

La culpa será del Gobierno, claro

Mucho más prudente se muestra Fernando de Córdoba en Twitter: “Si tenemos que volver a medidas duras (restricciones de movilidad o incluso confinamientos), ¿creéis que habrá una reflexión sobre cómo ha fallado la responsabilidad colectiva o se echará la culpa a algún grupo/conspiración?”. Yo lo tengo claro: la culpa será de los gobiernos. Del vasco y del español, claro. Y no dudarán en hacer campaña con ese posible rebrote quienes basan su política en el cuanto peor, mejor. Nadie ha dudado en señalar el descontrol de quienes toman decisiones para todos, algunos, sin ser capaces antes de autoprotegerse.

Quien alimenta a las fieras que no mire a otro lado

Lo que tengo clarísimo es que la culpa de que aparezcan exaltados que en Galapagar acosan a Pablo Iglesias e Irene Montero y, en Euskadi, pintan batzokis, casas del pueblo, sedes de Podemos y hasta el domicilio de Idoia Mendia, es de quien los alimenta. Así que el expediente que Vox va a abrir a la concejala ultra que acude cada día al domicilio del vicepresidente y la ministra, es el mismo papel mojado que las declaraciones de unos y otros que, en plena vorágine de las pintadas, decían que quienes las perpetraban no eran de los suyos. ¡Vaya si lo son! No solo son de los suyos, sino que les dan de comer puntualmente.

Más claro, agua

El vídeo de un grupo de jóvenes dispuestos a marchar por España (y sobre España, diría yo), como bien decía Eider Hurtado, “resultaría cómico, si no dieran miedito”. A su tuit, Marcelino Madrigal respondía directamente: “No lo paran porque no quieren”, y mostraba un hilo en el que se vislumbra una cabeza visible con cierta proximidad a los legionarios de cristo. “Un apellido ilustre”, en palabras de Madrigal que, una vez más, en España aparece relacionado con un movimiento con reminiscencias fascistas que se mezcla en ese marasmo entre el franquismo tradicional y la nueva ola ultra y parlamentaria.

¿Y si lo dejamos todo?

Soy bastante pesimista respecto al teletrabajo: a lo que se lo estamos llamando no lo es, porque si una o un trabajador coincide con sus hijas e hijos sanos en casa, no puede trabajar, directamente. Hacemos lo que podemos, pero no teletrabajamos. Veremos si al final hay una ley, que es a lo que esperan muchas empresas, y veremos a qué obliga. Y si todo sale de la mejor manera posible (cosa que dudo) podremos responder a lo que plantean en Bolsamanía: abandonar las ciudades si no es necesario acudir al puesto de trabajo, con todos sus beneficios. Pero me temo que yo seguiré siendo pesimista.

Celebrar derrotas

“Hay que celebrar” es una frase a la que recurro habitualmente. Cuando aparece una razón hay que celebrarla, porque motivos para pasar otro día cansado y corriendo de un lado para otro siempre hay. Pero una cosa es celebrar con facilidad y otra hacerte trampas al solitario como está haciendo Bildu: festejar, como Otegi, que su formación ha sacado “en las europeas 1.250.000 votos y 3 eurodiputados. Son unos resultados históricos” es engañarte a ti mismo y a tus votantes para darles un motivo que les permita abrir una cerveza. Pero también es ridículo, se ponga como se ponga la clac.

De izquierdas, pero menos

Marcelino Madrigal no puede ser más lapidario con su tuit: “No. Madrid no es de derechas. Madrid es de izquierdas menos los domingos si hace solecito”. Y Madrid es de derechas: la ciudadanía ha elegido votar a las opciones que posibilitan una mayoría de izquierdas menos y que a las opciones que posibilitan una mayoría de derecha y extrema derecha. El problema es de los que han ejercido su sufragio pasivo: los que han partido la izquierda en demasiados cachitos y los que no tienen pudor en contar con Vox para la suma. Pero a la ciudadanía no se le puede culpar por lo que elige. De primero de democracia.

Errejón y los “balones fuera”

Juan Carlos Monedero se apresuró a decir que la culpa no era de los suyos, sino de los que se fueron. Pero quien puso la excusa más peregrina a su derrota es Iñigo Errejón, que pidió a Podemos que analice los resultados y que no eche “balones fuera”… ¡El mismo que acaba de echar balones fuera pidiendo a otros que se responsabilicen de sus malos resultados derivados de sus malas decisiones! Lo de la izquierda española en general (también en Euskadi) y, en concreto, lo de la izquierda madrileña, parece de chiste. Siempre lo ha parecido, pero Podemos ha logrado que pongamos el foco sobre sus autoparodias.

No solo Madrid

Pero el desastre de Podemos supera las barreras de Madrid. Ícaro Moyano destacaba en Twitter que las opciones de Pablo Iglesias para la capital y la comunidad habían quedado en el sexto puesto electoral, pero en general el descenso es notorio. Empezando por la CAV donde la pérdida de apoyos y capacidad de influencia es indiscutible (y que maquillarán regalando algunas alcaldías de Bildu), siguiendo por Navarra, donde han hecho perder a GeroaBai sus opciones de gobierno, y terminando en España, donde han perdido muchísimos diputados en las autonomías que estaban en liza.

Deporte femenino en EITB

La televisión pública vasca hoy es “causus belli” especialmente para Bildu, Podemos y PP. A veces, con cuestiones peregrinas y, en otras ocasiones, con noticias generadas a partir de la nada con la colaboración de medios privados. Pero hay méritos que hay que reconocer a los profesionales y la dirección del ente: Sara Gándara y Janire Fragua han hecho una sección de deportes de la que presumir en cuestión de género. ¿Se puede mejorar? Seguro que sí y es labor de todos y todas, pero la cobertura y la información (porque las deportistas no son tan conocidas como los chicos) me parecen las mejores del panorama actual.

Cuando la sigla estorba

Si el partido al que perteneces tiene una pésima reputación tienes un problema, está claro. Y forma parte del juego tomar la decisión de esconder el logotipo. Pero lo que no puedes jugar es a ser lo que no eres, por eso del viejo dicho de que podrás engañar a poca gente mucho tiempo o a mucha, poco tiempo, pero no podrás engañar a todo el mundo todo el tiempo. Y en Euskadi tenemos uno de esos casos que enumeran en El Español sobre los políticos del PP que han ocultado su sigla. ¿También ocultan su ideología? ¿O están a disgusto? Entonces, ¿por qué siguen con esas siglas aunque las oculten? No me gusta que me tomen por tonto.

¿Y tú?

No me gusta Gabriel Rufián aunque nunca negaré que la primera vez que le vi en el Congreso me sorprendió para bien. Una compañera, mucho mejor periodista y analista que yo me advirtió de que no tardaría en ver lo que era realmente. Cuando vi una segunda intervención y una tercera y comprobé que era más de lo mismo, supe a qué se refería. Ahora, Rufián se queja de que Ortega Smith represente a cualquiera con un pensamiento anclado que podemos encontrar acodado en un bar. Lo dice él, que parece el típico progre de postal acodado en la barra de un bar dando lecciones a quien no le pregunta.

Deciden por nosotros

Marcelino Madrigal lanzaba el pasado fin de semana una reflexión al vuelo especialmente relevante: “Nos han colonizado. Es así. Sin pegar un tiro. Y no han sido los Estados Unidos, no. Han sido multinacionales de Estados Unidos que han impuesto sus criterios sobre la libertad de expresión y las ‘buenas’ costumbres que ha decidido un Consejo de Dirección”. Efectivamente: son empresas como Facebook y Google las que están diciéndonos cómo deben comportarse los partidos políticos, los gobiernos, los generadores de información y contenidos culturales, etc., lo deciden unas pocas personas millonarias y estamos acatando.

Hay esperanza

Noticias como la que daba la periodista Analía Plaza casi sin querer, por medio de un escueto tuit, sin embargo, nos reconcilian un poco con el ser humano y hasta con la profesión, en este tiempo de información que se devora a sí misma y de gigantes virtuales que se han tomado muy en serio lo del empoderamiento. Plaza no da detalles, solo escribe que: “¿Os acordáis de esto? Bueno, pues pusieron una demanda y han perdido”. Se refería a la denuncia de Jesús Encinar por la información de Plaza de que el propietario de un portal inmobiliario que recomendaba alquilar invertía en inmuebles para que otros lo hicieran.

El otro fútbol

Con la liga finiquitada es el momento del otro fútbol, el que se juega en los despachos, con representantes a los que el fútbol les importa muy poco y jugadores que besan el escudo el domingo después de firmar la renovación y cuando termina la temporada graban un vídeo para despedirse de la afición. Ya sé que igual estoy siendo un poco pesado con lo de Griezmann, pero uno ya está mayor para llevarse decepciones y prefiere llamar a las cosas por su nombre. El fútbol de los mercenarios existe, incluso es el mayoritario, pero no es el que más espectáculo ni pasión levanta. Y eso es lo que alimenta el fútbol.

Sí, lo son

Linus Torvalds, creador del sistema operativo Linux, ha sido muy claro: “Detesto absolutamente las redes sociales modernas. Twitter, Facebook, Instagram. Son una plaga. Parecen fomentar el mal comportamiento” (Trecebits). Y solo puedo darle la razón. Insisto últimamente mucho en que el Internet comercial, el que conocemos vía Google o estas redes, no nos ha traído ningún beneficio como sociedad. Ninguno. Lejos de extenderse el conocimiento ha prosperado la desinformación, y no nos ha mantenido más conectados, sino de un modo diferente (porque el tiempo es limitado) y no siempre mejor.

No nos toman en serio

Ninguna marca en Internet nos toma en serio como sociedad ni como individuos. Para todas, sin excepción, somos consumidores que pueden decantarse por su oferta, así que somos objetivos con los que usar cualquier artimaña digital para atraer nuestra atención, nuestro dinero o nuestro voto. Marcelino Madrigal lo ha escrito en Twitter mucho mejor que yo: “¿Se imagina que usted va a una manifestación por la causa que quiera y se encuentra allí rodeado por maniquís? ¿Qué pensaría? Pues amigo, en la red con los bots es lo mismo: le faltan el respeto a usted y a su causa”.

¡Ni siquiera conocen el sistema!

Los políticos que aprueban el uso de artimañas digitales desprecian a los votantes, precisamente a quienes hay que tomar como el elemento más valioso de las elecciones. Pero, ¿qué podemos esperar si los líderes ni siquiera conocen los rudimentos de la democracia española? Albert Rivera asegura que, cuando sea presidente del gobierno, cambiará la ley electoral… Como si eso no fuera potestad de Congreso y Senado y con amplias mayorías que, por supuesto, requieren negociaciones con quienes querría laminar, precisamente. ¿O Rivera se toma el poder al modo “tradicional” y caudillista español?

¡Y vaya lemas!

Espero que a todos los partidos esta campaña les haya pillado con el paso cambiado y, por eso, han tenido que tirar de “plan B” después de haber elegido ya el cartel electoral de mayo. Porque si los lemas que presentan todos son sus mejores opciones… O las agencias están en crisis de creatividad o las cabezas pensantes de los partidos están agotadas. Pero el que se lleva el premio a claim peor elegido es el PSOE, que es el único que sabía cuándo iba a haber elecciones generales: “Haz que pase” (supongo que para no poner palabra por palabra el “haz que suceda” de Patxi López) es una mala idea que puede girarse fácilmente.

Barro, para la foto

Y vaya ideas, así, en general que estamos viendo esta campaña. No solo los discursos de los líderes, que sorprenden sobre todo en los partidos españoles y catalanes por su falta de solidez y medidas. Cuando uno sigue un poco a esas estrellas emergentes que marcan los partidos que han querido renovar sus listas a golpe de fichaje con efecto, se topa con chorradas como la de María Muñoz, en Ciudadanos, que se ha sacado una foto a su bota con un poco de barro en un Cercanías. ¡Ay que ver lo que se esfuerza esta chica, que se ve obligada a hacer cosas de pobres por un puñado de votos!

No es corrupción, es impunidad

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Ya no se trata de unos empresarios que pagan ostentosamente favores a unos intermediarios avariciosos que se encargan de montar el entramado y de tocar a los políticos necesarios. Desde los sobres que llevaban la “B” de Bárcenas a lo de ayer, una red de empresas para facturar actos de campaña y saltarse las normas, hablamos de algo diferente a la corrupción: hablamos de impunidad, de soberbia desmedida, de atracos a cara descubierta y hasta con risas.

Estado de excepción y emergencia económica

En medio de esta lluvia incesante de casos vergonzosos en la sede del PP también tenemos que hablar de Nicolás Maduro. No es una cortina de humo, es una dictadura de facto ante la que no podemos quedar impasibles. Tampoco podemos encubrirlo como hacían quienes aseguraban que era mentira que en Venezuela se hubiese decretado estado de excepción. Pero es así según la Gaceta Oficial del país: estado de excepción y de emergencia económica.

Eso no es conciliación, es una foto

Miguel Urban me cae mal, como lo hacen todos los que viven de darnos lecciones, de enseñarnos lo poco listos que somos nosotros y lo instruidos que son ellos para, al final, tomar decisiones tan fácilmente desmontables como la última: Urban aparece en el Parlamento Europeo con su bebé y dice que es conciliación. Pero, no: la conciliación no es llevar a un niño al trabajo, y menos a un hemiciclo. Eso es buscar la foto e intentar colarnos una heroicidad que no toca.

Un comentario desde dentro

Marcelino Madrigal lleva desde 1986 en primera línea de la informática y, claro, en el ciberataque mundial le ha tocado ponerse el mono de trabajo. “No es nada extraordinario comparado con el día a día en una TI, ni estamos ante un apocalipsis zombi. Es más, estoy absolutamente convencido que han sido varios los componentes mediáticos que han alentado esta alarma. (…) Wannacry según las stats propias que manejo (y son miles de equipos), tiene un modesto puesto 20 en la detección, bloqueo y limpieza de este tipo de amenaza la semana pasada”.

No lo permitamos

Juan Carlos Latxaga reflexiona acertadamente con lo que pasó en San Mamés, con el campo medio vacío en los minutos finales del partido en el que nos jugábamos Europa y durante la despedida a un capitán y portero durante 10 años: “Un día, ya muy lejano, fuimos aficionados; después, nos convirtieron en espectadores y ahora estamos a punto de ser simples clientes o algo peor, figurantes, secundarios sin papel, mero atrezzo para que las gradas luzcan repletas de gente en la televisión”.