No tiene ni idea

Ya sé que, para hostia bursátil, la que se pegó ayer el IBEX 35, pero esa no le duele a Trump ni a sus votantes. Aunque sigo pensando que EE.UU. ya no es una democracia, la pérdida de apoyo popular puede complicar las cosas al Risketos. Y ese apoyo puede caer con la economía. Muy malas tienen que ser las previsiones si en Voz.us, la web con que expande el discurso trumpista en castellano, titulan así: “Wall Street sufre su peor jornada desde marzo de 2020 tras los aranceles de Trump, con pérdidas de 3.1 billones de dólares y los inversionistas aterrados” y echen la culpa a “la casi nula predictibilidad de la Administración Trump”.

Hamás no es una fuente fiable

La ausencia de periodistas en Gaza ha permitido a Hamás controlar la información. No dudo de las masacres del ejército israelí, pero soy consciente de que cada noticia desde Gaza viene dirigida por Hamás. No podemos olvidarlo. No les vimos cuando caían las bombas y recogían cadáveres, pero sí dejaron ver sus uniformes negros y sus cintas verdes cuando llegó el alto el fuego. Ahora se filtra, con cuenta gotas, cierta resistencia palestina al grupo terrorista que controla la franja: “Queremos vivir tranquilos” (El Nacional), dice uno de los manifestantes contra Hamás. El grupo responde que esos manifestantes son todos “espías de Israel”.

Hungría sigue siendo Hungría

La historia de Hungría es la de todas las malas decisiones desde finales del siglo XIX hasta hoy. El imperio austrohúngaro se deshizo tras la I Guerra Mundial, como represalia (resumiendo mucho), en la segunda fueron con los nazis, en los últimos años, con la extrema derecha impulsada por Rusia, y ahora, esta misma semana, se ha alineado con el responsable del actual genocidio en Gaza. No solo eso: “Hungría anuncia su salida de la Corte Penal Internacional en medio de la visita de Netanyahu” (Público). El nivel de desafío a la humanidad, al sentido común y a la democracia de Viktor Orbán es histórico, pero también alineado con su historia.

Estos, también

Los del Gaztetxe de Errekalde, como la Hungría de Orbán, también son los mismos de siempre. Yo ya estoy viejo para los cuentos de autogestión, horizontalidad e inclusión. Más lo estoy para que me digan que la culpa es de la Ertzaintza o el ayuntamiento cuando un juez ha obligado al desalojo porque lo ha demandado el propietario del espacio y la justicia le ha dado la razón. Y si para algo estoy viejísimo es para que me hablen de violencia policial quienes se organizan y se visten de negro para defender a pedradas un local que tiene dueño y no son ellos. Son los de siempre haciendo lo de siempre y votando, por cierto, a los mismos de siempre.

¡Claro que somos más idiotas!

“Un 30% de los estadounidenses lee a un nivel que uno esperaría de un niño de diez años” y “un 25% de los adultos en países ricos son incapaces de utilizar el razonamiento matemático al revisar y evaluar la validez de afirmaciones”, son solo dos datos que caza al vuelo Ricardo Dudda en The Objective. “Estamos cada vez más jodidos”, concluye. El secreto de esta idiocia está claro: “Este declive cognitivo coincide con un nuevo ecosistema mediático online y, sobre todo, una transición de lo textual a lo visual”. Y esto me ha resultado muy interesante: “El scroll infinito de Instagram o TikTok es un consumo absolutamente pasivo”.

La izquierda se redefine

El texto de Ricardo Dudda en The Objective está lleno de pequeñas virguerías. Su punto de partida va en el encabezado: “Descartado el giro material, la izquierda seguirá construyendo su identidad ideológica a través de la defensa de causas cada vez más minoritarias”. Pero el mejor retrato de la izquierda española y vasca actuales es este: “La izquierda se ha profesionalizado, se ha vuelto urbana, formada y en cierto modo victoriana: cree que las reformas sociales más importantes son morales. En ese proceso ha perdido a la clase trabajadora, que ha identificado una superioridad moral y arrogancia en las élites progresistas”.

Nos lo pondrán de ejemplo

Me juego un café y un pintxo de tortilla con quien quiera (cuando podamos volver a los bares) a que el gobierno italiano tecnócrata se va a convertir en el ejemplo que nos van a poner muchos de esos que, sobre todo, despotrican de la política… Mientras buscan la manera de saltarse las normas para frenar la pandemia. Pero por mucho que sea un gobierno de tecnócratas, sigue siendo un gobierno italiano consecuencia de pactos y desastres previos. Además, ¿Draghi no tiene ideología o intereses? ¿No los tiene cada técnico o experto que se sume al ejecutivo? Y cuando pase la pandemia, ¿qué?

Aquí, sus primos hermanos

Da la sensación de que el problema no son los últimos acuerdos, sino la cultura política italiana. En cualquier caso, los primos de aquellos herederos del fascismo que gobernaron en Italia con Matteo Salvini como cabeza más visible, para vergüenza de Europa, también intentan contaminar la política española: Vox se presenta a las elecciones catalanas devorando a Ciudadanos y mordiendo al PP todo lo que pueda. Pero su candidato flojea. Preguntado en televisión por el presupuesto de la Generalitat, el candidato a president, Garriga, respondió: “Creo que eran 27 millones, o 70”. La periodista le corrigió: son 30.000.

La banca gana

Como en cualquier otra noticia sobre la bolsa, después de la euforia inicial y gracias a mecanismos correctores, finalmente las acciones de GameStop bajaron. Por el camino, algunos han perdido dinero (esta vez, los que suelen llevárselo) y otros lo han ganado, y la posibilidad de que la hazaña se repita se ha convertido en una amenaza. Pero el sistema corrector funcionó: la app que usaron los traders aficionados para comprar acciones no permitió hacerlo en el volumen necesario. Y el corolario parecía escrito desde el principio: “GameStop se hunde un 80% desde máximos al desinflarse el impulso desde foros de Reddit” (República.com).

De la muerte del PC… Al vaciado de stocks

En estos años que vivo más pegado a la tecnología he visto grandes anuncios y grandes fracasos: ni vamos todos por la calle con las gafas de Google y chamarras que miden nuestro comportamiento corporal, ni las tabletas han sustituido a los PC. Y no, no ha tenido que venir una pandemia mundial para que empiecen a venderse: muchos teníamos ordenadores en casa y, pese a eso, el ritmo de ventas ha sido tan alto que Lenovo, por ejemplo, está quedándose sin stock pese a que no han dejado de fabricarlos. Yo solo pido de esta época que aprendamos a detectar y a señalar las tonterías cuando las oigamos.