Villa Morada

La columna de Antonio Agredano sobre el chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero me parece lo mejor que he leído: su descripción de una cerveza de marca blanca y un libro de un revolucionario sobre la mesa, delante de la piscina en la que se bañan los gemelos, es el resumen perfecto de la hipocresía. Sobre la consulta, ya resuelta, me quedo con este tuit: “Por lo del chalet no, pero por convertir un asunto personal en una cuestión de partido sí que debería dimitir. Y sin consulta”.

Pasarlas moradas

Empieza una nueva semana después de la resaca de los presupuestos, la sentencia de la Gürtel y el anuncio de la moción de censura. Vamos a ver cómo avanza cada uno de los temas, pero teniendo en cuenta este tuit: “La solidaridad es más sencilla cuando no te juegas nada y el problema no te afecta directamente. La solidaridad, cuando la solución frente a una injusticia sí pueda tener consecuencias para ti, la reviste de integridad”. Uno ya se ha cansado de leer ciertas cosas.

¿Qué guay es Amazon?

No sé ni por dónde empezar: el progreso, al parecer, es recibir en tu casa ropa, comida o gadgets tecnológicos que podrías comprar incluso a menos precio en tu misma ciudad, pero traídos por personas con trabajos en condiciones pésimas. Amazon, como leemos atónitos en El Confidencial, ahorra en envíos contratando a autónomos que reparten en sus propios coches, en condiciones tan precarias que acaban haciéndolos matrimonios sin otra opción laboral.

El Rubius se retira temporalmente

Rubén Doblas, más conocido como El Rubius, es uno de los grandes entre ese nuevo tipo de comunicadores que usan YouTube y Twitter, con su propio código, con audiencias sin límites fronterizos pero bien segmentadas, y con un montón de imitadores que, en su mayoría, son basura. Esta estrella (reconocida merecidamente) ha anunciado que lo deja temporalmente ante el ritmo al que estaba sometido. ¿Estamos conociendo los efectos secundarios de la nueva industria del entretenimiento?

¿Talento o followers?

Más moderna todavía que la comunicación vía YouTube y Twitter es la que hacen algunos y algunas en Instagram. Es incluso más perversa, llena de publicidad que no se anuncia y con unos efectos secundarios que también desconocemos pero que ya se apuntan: Borja Terán expone cómo algunas actrices (especialmente ellas son las estrellas) son más reclamadas para algunos formatos (series juveniles) por su número de seguidores que por su talento interpretativo.

Ojalá el juez te dé en la otra mejilla

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Se llama Sergio Soler, pero se ha rebautizado como “Mr. Gran Bomba”. Dice de sí mismo que es un youtuber que gasta bromas y las cuelga en Internet… Pero le conocemos por la sonora bofetada que recibió de una de sus víctimas, a la que llamó, gratuitamente, “cara anchoa”. ¿Es motivo suficiente para una agresión? No lo sé. Pero sí sé que Soler está intentando beneficiarse: ha denunciado al agresor, ha dicho que espera que tenga represalias de sus jefes (va con el uniforme de una empresa de repartos) y sigue subiendo vídeos.

Ni puta gracia

Soler tiene 34.700 seguidores en Twitter y más de medio millón en YouTube. Su canal es pura basura: bromas con poca gracia en las que, como él mismo reconoce en uno de sus títulos, ridiculiza a sus víctimas. Un guión flojo, una interpretación aun más floja, un micrófono oculto, una cámara a media distancia… Y a facturar lo que se pueda con vídeos como ese en el que acosa a una chica en una parada del autobús o tira huevos a un coche cuando una mujer termina de limpiarlo.

Al final, se equivocó de persona

Juan Manuel Garrido recupera, también en Twitter, otro vídeo de Sergio Soler en el que llama “pringado” y “papanatas” a dos personas, de un modo igualmente gratuito, para grabar sus reacciones. El primero se enfada, el segundo le avisa de que algún día alguien le pegará, que es lo que finalmente le ha sucedido. Solo era cuestión de tiempo que “Mr. Gran Bomba” se equivocara de persona y recibiera un bofetón. Lo que hace Soler también es violencia, aunque él esté convencido de lo contrario.

Es importante por lo que pone de manifiesto

Si no recuerdo mal, la última columna monográfica antes de la de hoy fue también por un youtuber, Rubén Doblas, “El Rubius”, pero porque es un auténtico fenómeno. Nada que ver con Sergio Soler. En cualquier caso, estoy de acuerdo con Marcelino Madrigal: hay que mirar más allá. No podemos desligar que un tipo de 20 años piense que esté bien reírse de la gente a la que acosa, insulta o ridiculiza, de ciertas actitudes de una parte de la juventud, que sacraliza el número de “followers” y banaliza el respeto.

Hay que dar valor a quien lo tiene

No quiero señalar a los miles de seguidores de “Mr. Gran Bomba” o Dalas, el youtuber que se defendió con una historia inverosímil cuando le denunció su propia ex novia (también youtuber) y otras chicas por acosar a menores de edad. Ambos aparecen sonrientes en una foto que está circulando como paradigma de quiénes son hoy los referentes de los más jóvenes. Un adolescente se equivoca por naturaleza, pero los que ya hemos pasado esa fase tenemos que saber reconocer el valor para explicarlo a quienes nos sucederán.