Un país solidario

“Euskadi se prepara para recibir 3.000 ucranianos: vivienda, ayuda económica y sanidad”. Esta noticia en El Independiente reconforta: Euskadi sigue siendo ese país solidario cuya ciudadanía sabe, porque así se lo transmitieron quienes lo sufrieron, lo que es despedirse de tus seres queridos por una guerra. Por eso es importante saber de dónde venimos y qué nos pasó, porque ese sufrimiento que nos contaron nos impulsa hoy institucionalmente pero también lo hace a todas esas personas que han cargado una furgoneta y han ido a buscar a algún refugiado sin saber muy bien qué pasará ni que les importe.

Un partido filofascista

El partido político que abre las puertas de un gobierno a la extrema derecha es un partido filofascista por definición y sin perjuicio porque ya lo hubiera demostrado antes. Y es deber de todos los que lo contamos señalarlo, recordarlo y asegurarnos de que se fijará en su historia. Así lo quiere, por ejemplo, Donald Tusk, que “ha reprochado al PP haber pactado con Vox y ha tildado de ‘triste sorpresa’ el acuerdo” (El Nacional). El presidente del Partido Popular Europeo podía haberse callado, haber apelado a que eso son cosas de política interna, pero no lo ha hecho: se ha expresado como solo podía hacerlo, con desagrado.

Un ejército criminal

Domingo. Hace siete días, Irene Montero pronunció eso de “la diplomacia de precisión”, y seguimos esperando qué quiso decir y, sobre todo, cómo se implementa. Porque la necesitamos para que el ejército ruso deje de martillear a la población ucraniana y para que alguien ponga en marcha el sistema de refrigeración en Chernóbil que impide que la radiación se expanda por Europa. También ha fracasado esta semana la diplomacia de Macron y la reunión entre los ministros de Exteriores ucraniano y ruso en Turquía. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué claves ofrece esa diplomacia de precisión que al resto del mundo se nos escapan?

Una persona inmoral

No me cabe duda de que en la defensa de Ucrania están participando también esos “batallones” neonazis de los que hablábamos cuando no imaginábamos la invasión rusa. Es la guerra. De la misma manera, me importa poco (aunque me lo esperaba porque Salvini solo se acerca a los que son como él) que quien puso colorado al líder de la extrema derecha italiana sea miembro de un partido parecido. Me quedo con el mal momento del ultra populista que tuvo que ver cómo el alcalde de Przemyśl, del Kukiz’15, según Jon Baldwin, le recordaba su apoyo a Putin cuando Salvini fue a sacarse una puta foto en la frontera polaca.

Un gran dilema

Cuando no hay una guerra en medio, me gustan los grandes dilemas porque desnudan la realidad. Y el fútbol europeo ahora mismo tiene uno gordo: “La UEFA abre expediente disciplinario a Al-Khelaifi y Leonardo por su bronca en el Bernabéu” (El Confidencial). Vale, pero, ¿hasta dónde va a llegar? El catarí es dueño del PSG y de Bein Sports, y contrario (de momento y sobre todo por lo segundo) a la Superliga. ¿De verdad va a sancionarle? ¿De verdad va a dejarle salir impune (como suelen hacerlo los jeques y emires) después de su comportamiento violento y excesivo? Y Leonardo, haciendo de secuaz bien pagado, ¿qué?

“Hecho”

No tuve ni que buscar la reacción del PP vasco al acuerdo de su partido con Vox: llegó a mí con facilidad, solo unas horas después, nadie se escondía, por lo menos, Iñaki Oyarzabal, no. “Bien hecho” y tres emoticonos de aplausos, junto al tuit de su compañero, Fernández Mañueco, anunciando su pacto con la extrema derecha. Ese fue su mensaje. Claro. Diáfano. No hace falta añadir más. Al presidente del PP alavés le parece muy bien ese pacto con Vox. Y el tema territorial no es menor porque la única representante de Vox en la CAV, ese partido al que aplaude por pactar, es una parlamentaria por Araba.

“De luto” y “miedo”

Sobre la misma noticia, Aitor Esteban se expresaba de un modo completamente contrario a Iñaki Oyarzabal: “El acuerdo PP-Vox en Castilla y León es un gravísimo error y una malísima noticia para la democracia”. La respuesta en la cuenta oficial del nuevo socio del PP, aplaudido por el líder alavés del partido de Núñez Feijóo, era esta: “Están de luto. Y comprendemos su sentimiento, y su miedo al más allá”. ¿Qué quiere decir la ultraderecha española? ¿Quién ha empoderado a quienes defienden abiertamente el franquismo si no ha sido el PP abriéndoles las puertas de un gobierno? ¿Luego, quién va a responsabilizarse? ¿Oyarzabal?

“Un asedio medieval”

En marzo de 2022 hemos visto a la extrema derecha española entrar en un gobierno de la mano del PP (y tenemos que asegurarnos de que esto quede grabado para siempre en su historia) y estamos viendo diecisiete días de invasión rusa sobre Ucrania, incluido “un asedio medieval” (EPE) sobre una de sus ciudades más importantes, Mariúpol, de 400.000 habitantes. Quienes resisten en sus calles y en sus casas no tienen agua, ni comida, ni modo de calentarse. Les están invadiendo, masacrando y debilitando mientras la comunidad internacional decide cómo parar a un ruso loco con un arsenal nuclear a su disposición.

“Un horror”

Un histórico del baloncesto catalán, Jordi Villacampa, dio a conocer en su Twitter que otro histórico del mismo deporte en Ucrania, Sasha Volkov, se había incorporado a las tropas de su país para detener la invasión rusa. “Un horror”, tuiteaba junto a dos fotos. En la primera, se ve a los dos en una cancha de baloncesto, ya como exjugadores. En la segunda, solo aparece el que fuera también ministro ucraniano de Deportes con uniforme militar, junto a un rifle, mirando su teléfono en el asiento de un coche. El cambio de vida del ex de la NBA es solo uno más, realmente, pero por su fama llama más la atención y por eso lo contamos.

“Intervengan”

Por supuesto que estoy dispuesto a solidarizarme con Ucrania, a bajar un grado la temperatura de mi calefacción y a consumir más productos de proximidad, pero nada de eso es incompatible con sumarme a la exigencia de Eduardo Bayón en Twitter: “¿Quieren que se consuma menos gas? Pues que lo regulen y dejen de apelar a los ciudadanos. Ya hemos vivido eso con los llamamientos a la responsabilidad individual durante la pandemia. Intervengan, que para eso tienen el poder de los Estados”. He sido un ciudadano responsable en las crisis, en la pandemia y lo seré en la guerra. Solo espero que quienes gestionan hagan su parte.

Su carta de presentación

La carta de presentación de Alberto Núñez Feijóo como líder del PP (que ya sé que no lo es oficialmente, pero, también hemos visto cómo funciona el partido) la ha resumido en un tuit Ícaro Moyano: “Feijóo venía a parar a la ultraderecha y reconstruir el centro conservador y por eso su primera decisión ha sido darle la presidencia de las Cortes, una vicepresidencia en la Junta y tres consejerías a Vox en su primer ejecutivo autonómico. Un poco más y los frena a besos”. Pero lo grave no es la posición del PP, sino que en España Vox ya está en un gobierno autonómico. Es una victoria de la extrema derecha y una derrota absoluta de la democracia.

“Fake news”

El gobierno ruso dice que el bombardeo sobre un hospital infantil y una maternidad es una noticia falsa. “Fake news”, al más puro estilo Trump que, ahora ya lo ve quien quiera, es uno de sus hijos políticos. Lo dice como si no estuvieran en Mariúpol fotógrafos como Evgeniy Maloletka, de AP, que ha sacado una de las imágenes que pueden quedar para la historia, la de una mujer al final de su embarazo siendo trasladada en una camilla por cuatro personas sobre el desastre. Todos esos bebés fallecidos, las mujeres al borde del parto y el personal sanitario estaban desarmados, como reclama una parte del arco político. Y ahora, ¿qué?

“Un problema existencial”

Nadie era capaz de prever la salvajada sobre la maternidad de Mariúpol, ni siquiera Pablo Iglesias, que siempre habla como si supiera exactamente qué hay que hacer ante cada problema que surge en el mundo (y cuando tuvo la oportunidad dejó sin resolver los de su propio ministerio por unas elecciones en la Comunidad de Madrid), y que antes del ataque invitaba a leer la entrevista de un militar que asegura que Vladímir Putin tenía “un problema existencial” que no fue resuelto y, prácticamente, por eso estamos como estamos. “Un problema existencial” es el que tienen precisamente quienes ya no existen por la invasión.

Siempre sale algún idiota

Da igual lo que pase que hay uno que nunca falla: el idiota de turno. A veces, además, salen en manada. Da igual que Rusia haya invadido un país en Europa y que, día a día, estemos viendo los horrores de sus consecuencias, que no pueden faltar los idiotas a sus citas con otros idiotas, como los que han quedado para lanzarse sillas de terraza, piedras, y soltar algún puñetazo y navajazo si pueden. Y lo peor: con la excusa del fútbol. Los aficionados del Sevilla y el West Ham que se han buscado para pegarse podrían ir mejor a Ucrania, a parar al ejército ruso, si les sobra la energía y las ganas de violencia, y dejar de hacer el tonto.

En el fondo, da igual

En el fondo, da igual todo: da igual que Vox haya entrado en un gobierno, da igual la tragedia fotografiada en Ucrania, da igual lo que tuiteé Pablo Iglesias, y da igual que hayamos abierto el cajón de los idiotas: vamos a morir casi todos. El ministro de Exteriores ruso ha dicho, tras su reunión en Turquía con la delegación ucraniana, que su país no ha atacado a Ucrania ni lo hará a ningún otro país. Visto lo visto hasta ahora podemos interpretar que, en cualquier momento, Putin va a lanzar varios misiles nucleares y provocará que todos nuestros problemas pasen a ser minucias, como ya sucede a millones de personas.

Fascismo

Al fascismo hay que pararlo en Kiev, en Madrid y en cualquier ciudad o pueblo de Euskadi en el que nos encontremos pintadas recientes que legitimen a ETA o a alguno de sus miembros. Y fascismo es lo que ejerció, con toda la intención, Iván Espinosa de los Monteros ayer en el Congreso cuando volvió a “’legitimar el franquismo” con esta frase, nada casual: “Sánchez es lo peor desde la Guerra Civil” (El Plural). Si el diputado de Vox considera que un gobierno de coalición elegido democráticamente es peor que la dictadura franquista que se impuso tras un golpe de Estado, demuestra una vez más lo que es. Y quien no lo vea es porque no quiere.

“Un demócrata”

Núñez Feijóo empieza su recorrido como líder del PP con estas afirmaciones “sobre la petición de explicaciones de Sánchez al emérito: ‘Un demócrata lo daría por zanjado’” (Nius Diario). No solo eso, el gallego considera que Juan Carlos I queda “sin tacha ni enmienda” después de que el propio fiscal haya reconocido que si no sigue adelante es porque los delitos pendientes de juicio han prescrito o los cometió siendo inviolable. Como en el caso de Espinosa de los Monteros, alguien puede no querer ver la gravedad de los hechos, pero eso no significa que dejen de ser graves ni que los demás tengamos que dejar de darnos cuenta.

Pero, ¿qué van a decir?

Me sorprende la candidez de algunos líderes políticos españoles después de la invasión de Rusia sobre Ucrania. Me sorprende aún más esa candidez en líderes que han utilizado expresiones bélicas alegremente. Y me sorprende todavía más porque algunos de ellos no solo tienen experiencia en varios parlamentos, sino que además han teorizado, escrito libros y sido profesores de Ciencias Políticas. Y aun así los generales de plató se la meten doblada: ¿qué van a decir los militares sobre enviar armas a Ucrania? ¡Pues que les dejen a ellos el monopolio de la guerra, como siempre! ¿De verdad no se han dado cuenta de lo que defienden?

La bolsa sube si suben los beneficios

No sé quién escribió que “la guerra es un negocio para militares y contrabandistas”, pero no se me ocurre mejor descripción para unir el párrafo anterior con este: los precios suben por una teórica escasez de fuentes energéticas y, al mismo tiempo, las bolsas se recuperan. Alguien está mintiendo vilmente y se merece una respuesta contundente de las instituciones: porque las bolsas solo suben cuando hay beneficios y, evidentemente, los hay. Algunos incrementos de precio no tienen justificación, se disfrazan de simple “precaución” y son, en realidad, jetadas a las que hay que hacer tanto boicot como al gas ruso.

La guerra en Tiktok

Llevo varios días esperando un tuit como los que ha colgado Niporwifi en los que se ven varios vídeos en Tiktok de jóvenes ucranianos que muestran a la juventud de todo el mundo qué está pasando. Hacen lo que han hecho hasta ahora en un país como el nuestro, pero lo hacen mostrando la devastación con la que conviven estos días. Y hacen bien, por supuesto. Las y los mayores seguimos en Twitter a los periodistas que preparan las crónicas que luego vemos o leemos. Las y los jóvenes se informan a su manera, pero también reciben el mensaje de que la guerra es un drama real (y este, además, cercano) que hay que afrontar.

La diplomacia sigue, la lucha vive

Puestos a decir chorradas como que hay que apostar únicamente por la “diplomacia de precisión” para terminar con la invasión de Putin sobre Ucrania, yo me anoto un juego de palabras simplón porque la diplomacia sigue (y la lucha, por desgracia y porque la ejerce Rusia, vive): Fernando Alarcón mencionaba al primer ministro israelí, el presidente francés y el dictador turco, que han intentado convencer al ruso para que deje de masacrar a la población ucraniana. Pero, por lanzar la precampaña para las Generales, Ione Belarra e Irene Montero omiten esto en sus mítines, que es lo que se cascaron con la excusa del “no a la guerra”.

Putin, el diplomático

Ante lo que vimos en Ucrania el pasado fin de semana solo puedo sumarme al calificativo que usó mi compañera Laura Buján en Twitter: “Terror”. Lo usaba para mostrar la portada de DEIA en la que se veía el cadáver de una persona junto a su maleta, que habría preparado con angustia y penas inmensas, dejando todo atrás. ¿Qué diplomacia podemos usar contra esta carnicería? ¿Cuánto tiempo podemos perder en llamadas de teléfono mientras el ejército ruso dispara contra población civil que huye? ¿De verdad es sostenible el buenismo, un buenismo expuesto en clave “local”, con un ojo puesto en las elecciones generales?

El peor argumentario del mundo

Podemos en España y Bildu en Euskadi van a tener muy difícil sostener su apuesta pacifista. Lo que oímos en Euskadi suena a sátira de quienes justificaron el asesinato selectivo. Lo que vemos en España nos lleva a una precampaña lanzada sobre el sufrimiento ajeno. A las evidencias se suman argumentarios pobrísimos, como el de Anita Botwin, influencer en la izquierda española: tuitear que el caso de la República Española es diferente porque podía haber ganado es una chorrada difícil de superar, pero lo logra: “Creo que son los ucranianos quienes deberían haber elegido en su conjunto si querían o no ser ayudados y cómo”.

Más cerca

La que vemos en Ucrania con pavor no es la única tragedia que nos rodea (pero sí la más importante por sus consecuencias): este fin de semana hemos asistido también al maltrato a personas en las fronteras españolas con Marruecos. Policías y Guardias Civiles se han empleado con saña ante inmigrantes ilegales indefensos y desarmados. Hemos visto con impotencia y cabreo cómo les esperaban, cómo les lanzaban contra el suelo y cómo les golpeaban. El ser humano a veces es desesperanzador: no aprendemos nada de lo que nos hace sufrir mucho. Ojalá los agresores aprendan con juicios y sentencias.

Trampas permitidas

Ya sé que resulta absolutamente extemporáneo hablar de fútbol con lo que estamos viviendo, pero si no comento esta noticia en 2Playbook no me quedo tranquilo: “El Barça negocia con La Liga y CVC para anotarse un ingreso de 270 millones y salvar 2021-2022. El club baraja distintas opciones jurídicas para que la inyección del fondo no compute como deuda”. Si se lo permiten (y lo harán) podremos seguir hablando de una Liga y una Copa adulteradas. Igual que podemos hacerlo ahora: la remontada del FC Barcelona solo tiene que ver con lo que ha podido fichar como si no tuviera la deuda que arrastra.