Una oportunidad perdida

Cuando Ricard Ustrell le preguntó a Arnaldo Otegi si echaba de menos figuras como la de Ernest Lluch y el líder de Bildu respondió que sí, Otegi perdió también una oportunidad para recordar que lo que hizo ETA estuvo peor que mal. Porque la apuesta por el diálogo de Lluch en la política española actual no falta por una decisión de un partido o un trágico accidente, sino por un asesinato horrible. Lluch no está porque lo mató ETA. Y ETA lo mató por sus ideas, esas que echa de menos ahora Otegi. Así que es normal que la jauría de las redes sociales se le echara ayer encima. No es para menos.

Al fascismo se le combate

No es posible dialogar con la extrema derecha, básicamente, porque quienes la forman son incapaces de hacerlo. Del mismo modo, no es posible informar sobre un acto político de los de la extrema derecha porque no hacen política. Así que el tuit de Hibai Arbide sobre el acto de Vox no solo es acertado, es también necesario: “Los medios que han cubierto el acto de Vox en una discoteca como si se tratara de un evento importante con trascendencia política son responsables del auge del neofascismo. Ya basta de dar bola a la extrema derecha. No tiene ningún valor informativo cubrir actos de propaganda”.

Por ejemplo, así

Siempre he defendido que en política no hay enemigos, hay adversarios, porque no puedo considerar enemigo a quien recibe la confianza de personas que son mis vecinos, compañeros o amigos. Claro que defendía eso antes de que la extrema derecha tuviera tan buenas perspectivas políticas. Ahora, sí, hay un enemigo. Lo han entendido muy bien los organizadores de la fiesta gay que cada domingo se celebraba en la Sala Barceló, la que usó Abascal para su acto con 700 jóvenes: han decidido cambiar de lugar. Porque al fascismo y quien le da cobijo se le combate. Y punto.

¿Actúan siempre así?

El juicio a los impulsores del Procés está sirviendo para que comprobemos que, salvo algunas excepciones especializadas, el poder judicial en su conjunto no tiene ni idea de tecnología, Internet y redes sociales. No hablamos de código y desarrollo, hablamos de compras de dominios y de tuitear. A propósito de esto en El Confidencial han recordado otros casos de sentencias basadas en negligencias por desconocimiento de la tecnología. Mientras lo leía me ha asaltado la duda: ¿actúan siempre así los jueces? Porque para explicar lo que no entienden estamos los consultores… Si nos llaman.

Fuerza y dedicación

Si la foto que ha elegido Miren Arzalluz para despedir en Twitter a su aita, Xabier, es bonita, la frase lo es más: “Herriari eman zion bizitza, guri, bihotza. Gugan, beti”. La imagen transmite fuerza y el texto, dedicación. Dos palabras que definen a Xabier Arzalluz junto a muchas otras. Algunas (de quienes le conocieron, significativamente), positivas. Otras, no tanto. Y ahí es donde salta la preocupación: cientos de personas han dejado en las redes sociales mensajes hirientes ante el fallecimiento del político. Personas que solo le conocen por medio de un discurso del odio, tergiversado, al que están sometidas.

¡Vaya con Assange!

Estoy deseando ver los argumentos de quienes siguen creyendo que se puede defender a Julian Assange, después de saber que, de algún modo, Wikileaks filtró primero a Donald Trump la información que perjudicaría a Hillary Clinton durante la campaña presidencial. No es una anécdota cuando parece acreditado que Trump, con su acción directa o con su aceptación manifiesta, apuntaló su campaña gracias a las noticias de medios digitales que mezclaban verdad y mentira mientras corrían por Internet para perjuicio de la demócrata. Ahora, que se explique Assange… Y quienes le defienden.

Sus enemigos le definen

Sobre el fallecimiento de Xabier Arzalluz que, sin duda, ha marcado el final de la semana en lo político y mediático, no nos extraña lo que hemos encontrado en El Plural: “Vox no lamenta la muerte del ‘malvado’ Arzalluz. Califican al exlíder del PNV como un ‘horror de la historia reciente’”. Creo que estas palabras podrían aparecer en el obituario del nacionalista vasco pero como reconocimiento: que en Vox estén radicalmente en contra de lo que dijo e hizo solo agranda la figura. Igual que, en vida, los que se midieron a Arzalluz y perdieron, sobre todo en la época de la escisión, dieron la talla del político.

La campaña del couché

Me cuesta creer que la vida sentimental de Albert Rivera no forme parte de su campaña. El modo en el que aprovechan los de Ciudadanos la relación de su líder con la cantante Malú es bastante llamativa. De hecho, de eso se trata: de llamar la atención y ser un habitual del papel couché y los programas de televisión amarillos, para que esa audiencia reconozca por fin a un político como uno de los suyos. No quiero decir con mi sospecha que cantante y político se hayan inventado que están juntos, pero sí tengo la impresión de que quieren usarlo como material electoral… Tomando por tonta a mucha gente.

Lo principal es la marca

“Unidas representa el alma feminista de ambas organizaciones (Podemos e IU) con el que nos sentimos más cómodas”, dicen en Podemos y recogen en Público. Curiosamente, en un medio tan amable con este partido (Juan Carlos Monedero tiene hasta su blog), para ilustrar la noticia de que la marca será feminista, han utilizado una foto en la que aparecen cuatro hombres y una mujer, Irene Montero, con la que el número uno de la formación tiene una relación, dos hijos y una hipoteca. Su novia, en una palabra. Vamos, que el feminismo se lo dejan a la marca porque en Unidas Podemos, ni se unen, ni pueden, ni son mujeres.

Hoy sabremos si gana Kepa

Hoy por la tarde sabremos si el castigo de Maurizio Sarri a Kepa Arrizabalaga es real o es solo para la galería, dejándole fuera del once titular solo una jornada. El desprecio fue máximo, y el entrenador italiano sabe que se marchará en verano (no así el portero, ya que el Chelsea no podrá fichar a ningún jugador por sanción), así que puede sentarle para lo que resta de temporada o mandarle ya bajo palos. En cualquier caso, Kepa no ha lesionado a nadie de gravedad, ni siquiera ha protagonizado un forcejeo, y solo es un chaval empoderado por el dinero y sus agentes. Además, este no ha sido su mayor error.

«Agur eta ohore, Xabier»

Ayer busqué en mi archivo fotográfico alguna imagen de Xabier Arzalluz. Parece que solo fui capaz de sacarle una foto buena: en ella se ve a Ortuzar y Urkullu, en 2017, escuchándole mientras les habla. Creo que esa es la definición del que sin duda fue el líder del nacionalismo vasco en el siglo XX desde la reinstauración de la democracia en España: cuando hablaba, todos le escuchaban. Todos escuchábamos a una persona que, como escribió Andoni Ortuzar en Instagram, lo dio todo por el País y lo fue todo en el Partido y la Euskadi política, y por eso acumuló también enemigos.

Muchos lo han reconocido

Pedro Sánchez, Idoia Mendia, Arnaldo Otegi, Pablo Iglesias, Carles Puigdemont, Quim Torra, David Bonvehí y muchos conocidos y no tan conocidos han usado las redes sociales digitales, sobre todo, Twitter, para recordar a Arzalluz y enviar a la familia jeltzale condolencias y mensajes de ánimo. Del PP, nada. De Ciudadanos y Vox, todo lo contrario: desprecio. Muchos anónimos celebraron el fallecimiento y lo mismo recordaban las nueces que la foto con Aznar. Arzalluz era un líder con mucha personalidad que manejó muy bien el poder, desatando odios hasta en quienes hoy reconocen su valor.

Es posible hacerlo bien

Hace tiempo que les recomiendo que, si van a leer prensa únicamente digital, empiecen por República.com. Lo hacen tan bien que, siendo españoles, no han caído en la tentación de describir a Xabier Arzalluz como el mismísimo demonio. Un relato sencillo en el que hablan del político, la persona, el líder carismático y controvertido, y sus polémicas. Por encima de este relato sin un gramo de exageración hacia un lado u otro, queda la relevancia de la figura que, aunque a muchos no les guste, ha marcado las políticas vasca y española en un período tan relevante como duro, dentro y fuera de EAJ-PNV.

También ha sido noticia Urkullu

El fallecimiento de Xabier Arzalluz nos sorprendió a todos mientras leíamos las crónicas de la intervención de Iñigo Urkullu en el Tribunal Supremo a petición de la defensa de uno de los imputados por el procés. Urkullu fue honesto, preciso e implacable en su relato, que no adornó en nada, como es habitual en él. Y por lo excepcional que resulta un político con estas cualidades, obtuvo alguna crítica insustancial y acumuló reconocimientos, como el de Arturo Puente en Twitter, entre otros: “Urkullu está respondiendo ante el Supremo como responde un político que no tiene nada que esconder sobre su actuación”.

Sin embargo…

En El Nacional escogen la información de El País porque para ellos es el ejemplo más representativo de que un relato meridiano como el de Urkullu ante el Tribunal Supremo también pueden someterse a interpretaciones interesadas. Urkullu dijo lo que todos vimos, pero algunos siguen utilizando la voluntad del pueblo catalán para vendernos su burra: ni dejó en evidencia a Puigdemont (el president ya se hizo el autorretrato en su momento) ni fue el garante de la unidad de esa España que blandía el 155 como amenaza a los catalanes… Pero no solo a ellos. Con Urkullu sobran los intérpretes.