No vamos a ceder

No podemos ceder ni un milímetro ante los hijos de puta. Tenemos que ser claros y directos, tanto como firmes. Así que con esa premisa y llegados a este punto de la invasión rusa sobre Ucrania y de venganzas del Kremlin contra población civil, solo puedo estar de acuerdo con este tuit de Ángel Villarino: “Tratar de destruir un puente estratégico por el que entran las tropas que invaden tu país no es terrorismo. Lanzar bombas en edificios residenciales y parques públicos donde solo hay civiles sí es terrorismo. Y poner las dos cosas en un mismo plano es fanatismo”.

Y detrás de esto, Putin

Vladímir Putin no solo es un dictador sanguinario con su propio pueblo y aquellos a los que considera inferiores y por eso asimila o aniquila. También es un gran desestabilizador que ha mostrado repetidamente una importante relación con la extrema derecha occidental, de EE.UU. a Hungría, que ha hecho un camino muy unido. Así que cuando vemos a Trump en su avión privado animar a Santiago Abascal, rodeado de firikis, posiblemente estemos viendo parte de la obra del Kremlin. Una obra financiada con nuestro dinero a cambio de gas y otros combustibles. El mundo interconectado también era para esto.

Igual de injustificable

Soy periodista. Solo puedo estar a favor de la libertad de expresión. Pero, sí, me parecería bien que empurasen a quienes cantaron “vamos a volver al 36” en el acto de Vox y, a poder ser, también a quien les contrató, les dio un micro y les cedió un público para su propaganda. Por desgracia, sabemos el suelo que pisamos y que Arturo Puente tiene mucha razón con su tuit: “Hay que reconocer que, en un país donde hay músicos condenados a prisión por sus letras, salir en un escenario a cantar ‘vamos a volver al 36’ sin ningún miedo demuestra un conocimiento muy preciso sobre las instituciones judiciales”.

Sí, están para que nos riamos

Miguel Gila nos animaba a que combatiéramos al fascismo con la risa. Y no se me ocurre mejor momento para empezar a hacerlo que el desfile de disfraces ridículos que Vox montó en el mismo acto en el que avisaron unos cantantes desconocidos: “Vamos a volver al 36”. La foto es perfecta para los chistes, la actitud seria de quienes portan los trajes resulta tronchante, pensar en que se vieron de esa guisa y siguieron pensando que era buena idea salir al escenario a reivindicar cualquier cosa de fachas con el terciopelo barato y las barbas que se caen solas es hilarante. Ojalá insistan en ese error.

Y Junts está fuera

Junts, como la CUP, Ciudadanos y Vox, se ha quedado fuera del Govern de la Generalitat. Lo ha hecho por decisión propia. Y al hacerlo, además, ha dado alas al posibilismo y al autonomismo que ahora lidera ERC, significativamente, el partido aliado de Bildu (que busca la misma combinación para la CAV de izquierda abertzale, alguien de la vieja escuela de EA, socialistas y de Podemos). ¿Es bueno para Junts? ¿Es bueno para Catalunya? ¿Es bueno para el independentismo? Desde luego, este es otro error más de ese espacio nacionalista catalán (importante y necesario) que no se identifica con ERC y menos con la CUP, ni quiere hacerlo.

No, no es una perogrullada

El mensaje de la consejera Sagardui en Onda Vasca y que recogen en EITB parece sencillo porque lo es, tanto como cierto: “Las vacunas están sirviendo para que estemos mucho mejor de lo que hubiéramos estado sin las vacunas”. No se trata de una perogrullada sino de un recordatorio: las vacunas no nos hacen invulnerables, no son superescudos contra el virus. Pero la mayoría de la ciudadanía se las ha tomado así para olvidar que estamos sufriendo una pandemia mundial. Y las restricciones no son un capricho de políticos, de ninguno, sino el resultado de una relajación generalizada y equivocadamente justificada.

Más claro, imposible

Además de incentivar la vacunación, la incomodidad del Pasaporte Covid hace que recuperemos medidas que habíamos dejado de tomar. Solo por eso ya es un acierto. Pero tampoco es un escudo ni puede ser, como explica muy bien Dani Álvarez en Twitter, el método con el que conseguir la vacunación obligatoria: “¿Sí para comer en un restaurante y no para trabajar en el restaurante? La explicación es porque debe pedirse en actividades no esenciales. (…) Si se exige para trabajar en un restaurante, sería implantar de facto la vacunación obligatoria. Por eso no se exige ni para trabajar ni para el transporte público”.

Esto, también

Otro periodista que ha atinado con un sencillo tuit es Arturo Puente, a propósito del bilingüismo que ha sido atacado en el Congreso esta semana de una manera intolerable: “Donde se habla mucho piden bajarlo un poco, en defensa razonable del bilingüismo. Donde se habla medio-medio proponen hablarlo un poco menos, por educación con quien no lo sabe. Y donde no se habla casi nada dicen que hablarlo un poco es imponerlo porque ‘aquí nunca se habló’”. No se puede exponer de un modo más meridiano cómo se comporta la lengua hegemónica con la minorizada y quién es el hablante al que hay que proteger.

El chalé de Espinosa de los Monteros

Tiene razón Ian Curtis cuando pide en Menéame que, por lo menos, la prensa hable tanto del chalé de Espinosa de los Monteros como del de Pablo Iglesias. Con que dediquemos el mismo espacio y el mismo tiempo a ambos, teniendo en cuenta que el de Podemos está comprado con un crédito hipotecario como tenemos la mayoría, y que el de Vox le ha supuesto una condena por no querer pagar a quienes realizaron las obras, ya será suficiente, aunque también es cierto que “no podemos exigir ética, honestidad y coherencia a un partido votado por gente mayoritariamente amoral, ignorante y/o malvada”.

Un palacete en Portugal

No es el título de una novela pero podría: es lo que está buscando la Casa Real con la colaboración de los gobiernos español y portugués para Juan Carlos I, que se resiste: él quiere volver a donde ha vivido siempre, la Zarzuela. “El exmonarca, de hecho, habría transmitido su oposición firme a residir en un piso o chalet de jubilado”, leemos en Vozpópuli. El Emérito quiera abandonar los Emiratos Árabes pero, claro, como dice la ranchera, quiere hacer siempre lo que quiere porque sigue siendo el Rey y su palabra es la ley. Este despropósito carísimo solo es el anteúltimo episodio de quien ha contado con una sobreprotección injustificable.

Sí, tenemos memoria

Hace bien, muy bien, Iñaki García Arrizabalaga en cortar por lo sano el debate sobre quién hizo palanca, a tiros, para modificar el trazado de la autovía de Leitzaran, que ha celebrado su aniversario hace unos días: no, no fueron los manifestantes. Igual que no fueron quienes cerraron el proyecto de la central de Lemoiz. Y si no, que se lo pregunten a la familia de José María Ryan. ETA chantajeó, extorsionó y mató, amparada por quienes se manifestaban por los objetivos que iba marcando en su guerra contra todos, los mismo que hoy intentan echar serrín sobre la sangre para que no recordemos. Pero no lograrán que olvidemos.

Y no, no todos son antifascistas

Después de que Donald Trump declarase organización terrorista a los manifestantes antifascistas, Arturo Puente tuiteó: “Me cuento entre los que opinan que ser antifascista es la única manera de ser demócrata”. Pero, ojo. Hay muchos que se declaran antifascistas que no lo son: hablábamos antes de quienes hacían coincidir sus objetivos con los que iba marcando ETA. Esos nunca podrán declararse antifascistas. Porque antifascista se es en todo momento y lugar, y se demuestra, o no se es. Y la mayoría de los que lo han demostrado toda su vida no han salido nunca a quemar un contenedor, por cierto.

Pero, ¿qué dices, Cayetana?

Las y los que no podrán declarase nunca antifascistas son las y los que colaboran con Vox para alcanzar y mantener gobiernos y, al mismo tiempo, le copian el argumentario para competir por los votos. Cayetana Álvarez de Toledo, por ejemplo, no es una antifascista. Será, en todo caso, una colaboracionista. Y si alguien tiene alguna duda que la escuche: “El padre de Iglesias formó parte del antifranquismo antidemocrático” (Huffington Post). ETA aparte, que luchó con más virulencia contra la democracia que contra el franquismo, la mayoría de los que lucharon contra la dictadura lo hicieron por la democracia.

El virus del príncipe

Lo mejor de las monarquías contemporáneas son el espectáculo que ofrecen, el de la lenta descomposición. Pero los shows son tan caros que no compensan la diversión: si se suprimen de golpe, literalmente, mejor para todos. Porque hoy los reyes y sus familias son anacrónicos, y sus privilegios, tan incomprensibles como censurables: el sobrino del rey de Bélgica, el Príncipe Joaquín, se saltó las cuarentenas belga y española, llegó a Córdoba, participó en una fiesta con 30 VIP (algo no permitido) y puede que les haya contagiado de coronavirus. Insisto: un espectáculo divertido pero a un precio carísimo. No compensa.

Nacionalizar en el siglo XXI

Soy de los que cree que, por desgracia, la nacionalización de la planta de Nissan no resuelve nada. Sí, el dinero público sostendría artificialmente el sueldo de muchos trabajadores (de un modo directo e indirecto), sus familias y toda una comarca. Y eso es bueno, evidentemente. Pero, ¿durante cuánto tiempo? ¿Cuánta inversión añadida haría falta para crear, producir y comercializar un producto atractivo y sostenible hoy? En un momento mucho más estable para el sector, Andalucía nacionalizó una planta de Suzuki, creo el Santana y la cerró 600 millones de euros gastados después, como recuerdan en El Confidencial.

Rafa Hernando pide más

Más de la mitad de esta columna va a ocuparla Rafael Hernando si alguien quiere dejar de leer o pasar directamente a los párrafos finales, lo entiendo porque el portavoz del PP es un sinvergüenza insoportable. Un tipo capaz de reclamar al gobierno español material de protección para los sanitarios dando la cifra de muertos… Como si su partido no gobernase en cinco comunidades autónomas, incluida la de Madrid, donde la gestión privada de la Sanidad ha podido llevar a la precarización cuyas consecuencias sufrimos hoy. Como si Díaz Ayuso no se sacara fotos junto a aviones que vienen cargados desde China.

Rafa Hernando dice “soplapolleces”

Rafael Hernando está confirmando durante esta crisis que es un político despreciable, de los que sobran, de los que no necesitamos. No solo porque se dedique a hacer populismo barato, dando la cifra de muertos mientras lanza la responsabilidad al aire, a ver quién la coge. También porque tuitea de esta manera: “Sánchez traslada el Aló Presidente del sábado al domingo. Y suelta las mismas soplapollaces y mentiras a las que nos tiene habituados. Churchill, Kennedy o Suarez no son nada comparados con él. Gran Timonel al que debemos nuestra subsistencia Nos trata como a idiotas. ¡Basta ya!”.

Rafa Hernando difunde bulos

Quien miente y quien escribe provocando, por supuesto, también difunde bulos. Por ejemplo, ese que tanto han movido en Vox sobre que el gobierno español ha limitado la comunicación en WhatsApp. La propia empresa lo ha desmentido, explicando lo que ya sabíamos: que ha sido una medida a nivel mundial para evitar la propagación de información falsa. Información como la que difunde Rafael Hernando en Twitter. ¿Qué no moverá en WhatsApp, donde solo le ve quien él quiere? Este es el nivel de algunos políticos actuales. Si desde la oposición no quieren colaborar, que no estorben, por lo menos.

Arturo Puente lo resume bien

¿Por qué políticos con experiencia hacen esto? Arturo Puente lo explica también en Twitter: “Todo el mundo con alguna responsabilidad de gobierno está nervioso, porque una crisis así tiene enorme potencial desestabilizador. Y por lo mismo, todo el que tiene intereses está activado, a ver qué cae. La guerra de propaganda es tan intensa que todo puede ser campo de batalla”. Y en medio está la ciudadanía y un Periodismo que no está a la altura, dejándose llevar por la propaganda y el populismo, sin aportar el contexto necesario ni recordar debidamente por qué estamos así.

El pesimismo que comparto

Ando con cierto pesimismo, es cierto. Estos días, en los que he podido alzar la vista del ordenador, he visto en televisión y en los medios digitales la peor versión de lo que somos, como periodistas y como personas. Así que comparto irremediablemente lo que tuiteaba Lontzo Sáinz: “A veces creo que todos tenemos algo importante que aportar, somos personas inteligentes que conocemos nuestras limitaciones y somos capaces de pensar y escribir respetando todas las opiniones. Entro en Twitter y se me pasa”. Yo ni vi lo que venía, ni sé lo que hay que hacer, ni veo lo malvados que son todos los que mandan.

No, no es “parar quince días”

Durante esta crisis me está sorprendiendo mucho que políticos o periodistas que deberían de tener ciertos conocimientos están demostrando que carecen de ellos… O que no les importa mentir para defender sus intereses políticos, económicos o ambas cosas. Por eso sigo quedándome alucinado cuando leo que “hay que repensar un sistema económico que no aguanta quince días parado” como si no fuera un sistema que sale de una dura crisis, como si todas las empresas fueran Inditex, como si parase todo el planeta y como si nadie contara las semanas que ya lleva sufriendo parte de ese sistema.

Algunas medidas te las firman otros

Vox ha hecho una serie de propuestas para esta crisis (su mierda de siempre): que desaparezca el Ejecutivo y el ejército tome el control, que ese poder militar desmonte el estado del bienestar y, por supuesto, que eche a todos los inmigrantes. Pero lo cierto es que algunas de esas medidas de Vox te las firman otros, incluso algunos que se declaran de izquierdas y abertzales: exigencias irreales de medidas de protección sanitaria, supresión de impuestos de los suministros a los hogares o del pago de autónomos, centralización recaudatoria, rebaja de sueldos a políticos y que el Estado pague las nóminas de todos.

Fuera de tiempo y forma

Durante todo este sufrido proceso he defendido que hay que dejar trabajar al gobierno español… Pero es evidente que algunos errores han sido de bulto (como centralizar las comprar y retrasar con ello la distribución de material sanitario o uniformizar medidas económicas para tejidos tan dispares como el murciano y el vasco) y que la comunicación ha sido desastrosa (el decreto del domingo para parar la actividad el lunes pasará a la historia de los despropósitos). Y va el PSOE y suma otra equivocación en Twitter con su hilo lleno de emoticonos para justificar el 8-M, validando el argumentario a la derecha.

Cuerpo a tierra, que llega Podemos

En Podemos tienen que empezar a comportarse como un partido de gobierno si quieren ayudar a cerrar la crisis política del ejecutivo del que forman parte: pedir, como les hemos visto varias veces estas semanas, medidas a un gobierno en el que tienen un vicepresidente y cuatro ministros es una estupidez, así, sin paliativos. Como lo es montar una campaña en Twitter para hacer oposición a la oposición, a la que acusan de desleal. Otro error para la lista aunque, en efecto, la oposición española y la vasca (de la que forma parte Podemos) no esté ayudando: las energías tienen que usarse para construir, y más ahora.

Lo que tiene que doler…

Lo que tiene que doler que Daniel Innerrarity te dé un “zasca” como el que ha soltado a Toni Cantó. El de Ciudadanos (antes de UPyD) había intentado hacer un chiste ante un tuit reflexivo del filósofo (que un filósofo actúe como tal en Twitter a mí me gusta, pero seré raro…), al que Innerarity respondió: “Igual ponte a estudiar un poco y deja de hacer el gracioso”. Cualquiera con un mínimo de capacidad crítica se da cuenta de la metedura de pata y se sonroja, pero dudo de que sea el caso de Cantó, que mantiene el tuit con el chiste y seguro que piensa que molestar a Innerarity es un mérito, un tanto a su favor.