El pasado 1 de octubre iniciamos nuestro tercer viaje por Argentina y Chile. A lo largo de 21 días, recorrimos la región argentina de Cuyo, formada por las provincias de Mendoza, San Luis, San Juan y La Rioja, para luego desplazarnos a Rapa Nui, la isla de Pascua, concluyendo el viaje en Santiago de Chile y alrededores. 30 horas necesitamos para desplazarnos por vía aérea desde Bilbao a Mendoza, con una larga escala de 10 horas en la capital chilena, que las pasamos en un hotel cercano al aeropuerto, antes de cruzar la cordillera andina. Con ropa ligera tuvimos que soportar los 5 grados de temperatura de Santiago, hasta que llegó el minibús que nos trasladó al hotel. El día 3 aprovechamos para visitar la ciudad de San Luis, capital de la provincia del mismo nombre, cuyo interés se limita a la plaza Pringles, presidida por la estatua ecuestre del militar que participó en la guerra de la independencia. A la plaza se asoma el principal edificio de la ciudad, la Catedral. Otros edificios que llamaron nuestra atención son el Casino New York y las Terrazas de Portezuelo, el primer edificio ecológico del país.
Hemos decidido realizar el viaje por carretera, de unos 2.300 km, contratando los servicios de un coche con conductor, cosa que no ha resultado fácil, pero que al final conseguimos a través del hotel Amérian de Mendoza, con la agencia local Rutas del Malbec. Ha sido una decisión acertada, pues hay unos cuantos kilómetros de pistas (ripio), muchos controles de policía y ausencia de cobertura de telefonía móvil y de surtidores (hasta 600 km sin tener ninguno en la ruta). Además hemos pinchado la rueda una vez (menos mal que llevábamos dos de repuesto). Nuestro conductor, José, también vigilaba nuestras pertenencias cuando viajábamos con el equipaje. Nuestro primer contacto con la naturaleza fue en el Parque Nacional de las Quijadas, en la provincia de San Luis, en el que destacan sus acantilados rojizos y unos simpáticos pájaros amarillos que se nos acercaron nada más llegar, en busca de comida.
Concluimos la jornada del día 4 en la ciudad de San Juan, capital de la provincia del mismo nombre, una anodina población en la que nos limitamos a visitar la plaza de Mayo, situada junto a nuestro hotel y la moderna Catedral que a ella se asoma, en sustitución de la derruida por el terrible terremoto de 1944. Al día siguiente, dedicado a desplazarnos a El Chiflón, nos detuvimos en la pequeña población de Vallecito para visitar el santuario de la Difunta Correa, figura mítica pagana de la tradición argentina, que cuenta con minúsculos templos por todo el país. Cuenta la leyenda que en el año 1841, siguiendo a su marido movilizado para la guerra, falleció de sed y cansancio pero su bebé salvó la vida al poder seguir amamantándolo pese a haber fallecido. Hay muchos puestos de venta de recuerdos y sencillos restaurantes, en los que no puede faltar la tradicional parrilla.
Las siguientes tres noches las pasamos en El Chifón Posta Pueblo, un coqueto hotel ubicado en medio de la nada, en la provincia de La Rioja cerca del límite con la de San Juan. El wifi vía satélite funciona bastante bien y es la única forma de estar conectados con el mundo, pues no hay cobertura de telefonía móvil. El 6 de octubre lo dedicamos a recorrer el Parque Nacional Talampaya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, haciendo la primera incursión, en un minibús del parque, por el Cañón Arco Iris, por el que al final pudimos caminar a lo largo de una hora.
Tras comer en el acceso principal al parque, a bordo de un camión acondicionado como autobús, por la tarde recorrimos unos 40 km por el Cañón de Talampaya, con su arte rupestre, curiosas formaciones rocosas y verticales paredones que nos recordaron a Petra (Jordania). Fueron unas tres horas de un constante sube y baja al vehículo y poco tiempo para caminar. Al igual que sucedió por la mañana, pudimos que ver algún que otro guanaco, emparentados con las llamas. Hasta ahora ha sido lo mejor del viaje.
El día 7 por la mañana recorrimos el Parque Provincial El Chiflón, situado junto a nuestro hotel, con nuevos cañones y formaciones rocosas. Por la tarde pasamos a la provincia de San Juan para recorrer el Parque Provincial Ischigualasto, que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Dicen que es el único lugar del mundo en el que se puede ver al descubierto todo el período triásico. Conocido como el Valle de la Luna, el parque se visita con el coche privado, en una caravana de vehículos encabezada por un guía. Volvemos a contemplar acantilados y curiosas formaciones rocosas en forma de hongo. Aquí hay más suerte, pues pudimos ver más guanacos y de mucho más cerca. Por la tarde, un simpático zorrito se acercó a la terraza de nuestra habitación en busca de comida. Para la cena encargamos chivito (cabrito) a la parrilla y chorizo criollo en el único bar cercano.
El 8 de octubre fue el día más largo de viaje, algo más de 400 km para desplazarnos desde la provincia de La Rioja, hasta los confines de la de San Juan, en concreto la ciudad de Barreal. Poco antes de llegar, junto al pequeño pueblo de Hilario, nos detuvimos para contemplar la formación rocosa llamada El Alcázar. Nos alojamos en la Posada Paso de los Patos, situada junto a una gran laguna que casi no tiene agua, pese a que todavía no llevamos tres semanas de primavera austral. El invierno ha sido muy seco. Lo mismo sucede con la cordillera andina, pues a excepción de los glaciares casi no hay nieve, pese a que tenemos como telón de fondo el cerro Mercedario, que según algunas fuentes es la cuarta montaña más alta de América, con 6770 metros. Mejor lo observamos al día siguiente desde los miradores del Parque Nacional de El Leoncito, que cuenta también con una pequeña cascada y dos observatorios astronómicos. Aunque muy lejos, desde uno de ellos pudimos ver un grupo formado por una decena de ñandúes.
Tras recorrer el parque comimos carne a la parrilla en Uspallata y emprendimos la Ruta Sanmartiniana, que discurre paralela a la carretera que pasa a Chile. Tras instalarnos en un hotel de la estación invernal de Los Penitentes, nos acercamos al Parque Provincial Aconcagua. Desde casi 3000 metros, sin gota de nieve pero con mucho frío, pudimos contemplar la montaña más alta de América, el cerro Aconcagua, de 6960,80 metros. El cerro Tolosa, de 5297 metros, lo tuvimos siempre a la vista. La última visita fue a otro lugar emblemático, el Puente del Inca.
El 10 de octubre efectuamos el regreso al punto de partida, Mendoza, pero sin entrar en la ciudad nos dirigimos a la localidad de Maipú. Estamos en tierra de viñedos y hay que visitar una bodega. A las 13 horas teníamos cita en la Bodega Casa Vigil (El Enemigo), que es la que está más de moda y parece dedicada exclusivamente a la gastronomía, pues todos sus comedores están abarrotados de gente. La visita se reduce a un pequeño espacio convertido en una especie de museo. Al día siguiente visitamos los viñedos y realizamos una cata de vinos en la moderna Bodega Budeguer, para luego ir a visitar la sala de aromas y posteriormente el restaurante de la Bodega Belasco de Baquedano, ambas ubicadas en Lujan de Cuyo, en la que comimos y bebimos mejor y mucho más barato. Por cierto, esta bodega fue inaugurada el 21 de octubre de 2008, por Miguel Sanz, entonces presidente del Gobierno de Navarra.
Todavía no he comentado que los apellidos vascos son muy comunes en la zona de Mendoza, estando presentes en numerosas calles y bodegas. Como el vuelo para Santiago de Chile no sale hasta pasadas las 8 de la tarde, aprovechamos la mañana del 12 de octubre (aquí han trasladado la festividad al lunes), para “patear” Mendoza que, como todas las ciudades no tiene un gran interés, siendo el principal atractivo sus parques y plazas, de nombre, Chile, España, Italia e Independencia. En la peatonal Sarmiento nos detuvimos un buen rato observando la actuación de una escuela de baile. Previamente, el día anterior, cuando el River jugaba aquí la final de Copa, estuvimos en el Cerro de la Gloria y en el gran parque San Martín. El viaje continúa.
Es un viaje organizado? Parece precioso… Es duro?
El viaje lo organizo yo mismo: vuelos, hoteles, itinerarios…, aunque contratamos algunos servicios con agencias locales. No es duro, aunque si muy árido y por medio de «la nada».
Después de leer con detenimiento está primera parte del viaje,veo una gran cantidad de zona desértica, la cuál,me parece muy atrayente,en contraste con los sitios tan verdes,que solemos elegir a la hora de viajar.Me encanta ,y esos cambios de colores según la luz del día, como sí de un cuadro impresionista se tratase.Un abrazo.
Casi toda la región de Cuyo es así de árida y despoblada, pero tiene su encanto.