Escapada griega (1)

Del 10 al 20 de marzo de 2020 teníamos previsto viajar a Grecia, pero el COVID iba avanzando y algunos vuelos se estaban cancelando, así que, por si acaso, el día anterior decidí cancelar la reserva y preparar un nuevo viaje para las mismas fechas a Portugal, viajando con nuestro coche para así poder regresar cuando fuera necesario, cosa que hicimos el 14 de marzo, desde Lisboa, para confinarnos. En buena hora tomamos esa decisión, pues volver de Atenas el 20 de marzo habría resultado muy complicado. Como tenía todo preparado decidimos realizar el viaje en las mismas fechas en cuanto se puediera, así que el 10 de marzo de 2023 emprendimos el viaje a Atenas, aunque todo resultó más complicado de lo previsto, pues algunos de los hoteles, tras la crisis, no abrían hasta abril y otros estaban completos los fines de semana, así que decidimos realizar el viaje al revés de lo previsto, es decir en el sentido de las agujas del reloj. En resumen, han sido 5.756 km en avión, 2.046 km en coche y 78 km a pie.

Con los vuelos tuvimos más suerte, pues pese a los tres años transcurridos los precios seguían parecidos. En 2020 pagamos por los dos 517 €, que Lufthansa nos devolvió cuatro meses después. A finales de noviembre de 2022, con motivo del Black Friday, algo en lo que no creo, Lufthansa me pasó una oferta, así que ese mismo día realicé las dos reservas por 344 €, volando a la ida por Munich y regresando vía Frankfurt. Tras el consiguiente madrugón, llegamos al aeropuerto de Atenas coincidiendo con el atardecer, motivo por el cual nos alojamos a dos pasos, en el carísimo Sofitel*****, dejando para el día siguiente el recoger el coche de alquiler.

El 11 de marzo tuvimos la primera sorpresa agradable del viaje nada más recoger el Skoda Scala que nos entregaron en la empresa de alquiler. Pensábamos que, tras la profunda crisis padecida, las carreteras griegas serían penosas, pero nada de eso, pues todas las grandes distancias las recorrimos por autopistas de peaje que, cada pocos kilómetros, tienen aparcamientos con WC. Cuentan también con numerosos túneles y viaductos, estando muy bien mantenidas. En total pagamos 57,85 € de peajes, más otros 13,70 por cruzar el puente en el estrecho del golfo de Corinto. El resto de carreteras estaban muy bien, pese a que tuvimos que pasar varios puertos, incluso con nieve en las cunetas. Eso si, en un par de carreteras de montaña nos encontramos con sendos rebaños de ovejas.

La otra segunda sorpresa agradable ha sido gastronómica, colocando a Grecia en cabeza de los países en los que mejor he comido. De izquierda a derecha y de arriba abajo os presento algunos de los platos que he degustado, comenzando con el delicioso yogur griego con miel de la Taverna Efrosino. Siguen la Moussaka, especie de lasaña en la que se emplean berenjenas en lugar de pasta, Spanokopita, espinacas envueltas en pasta filo, el queso feta frito, el Bifteki, carne picada de ternera, los Gyros de cerdo, carne asada servida con pan de pita, el Kritharoto, pasta de cebada con forma de granos de arroz, ligeramente mayores, el Paidakia, chuletas de cordero a la parrilla y el Souvlaki, brocheta de pollo, todos ellos acompañado de vino rosado o tinto, en ocasiones  pagado a precio bastante caro.

Tras recorrer tan solo 112 km por autopista llegamos al alojamiento en el que pasamos las tres siguientes noches, el Club Hotel Casino Loutraki*****, al que creo que le sobra una estrella, como sucedió con el anterior. Esta localidad veraniega es sobre todo conocida por este casino, que dicen que es uno de los más grandes de Europa. El hotel cuenta con SPA, piscina cubierta y otras al aire libre que, al no estar en temporada, permanecían cerradas. No disfrutamos de nada de esto, pero fotografié la escultura de Poseidón.

Queríamos aprovechar la tarde, así que comimos unos perritos calientes en el hotel y salimos rápidamente hacia nuestro siguiente destino, situado a 16,4 km del hotel. Se trata de Acrocorinto, una de las más antiguas necrópolis griegas, transformada en imponente fortaleza medieval. Aquí tuvimos la sorpresa negativa del viaje, pues llegamos a las 15:10 y cerraban a las 15:30, algo habitual en otros lugares en el mes de marzo, lo que supone que por las tardes no haya nada que poder ver. Menos mal que nos dejaron pasar y poder picotear un poco en veinte minutos.

Tras el fracaso anterior nos dirigimos a nuestro siguiente objetivo, una de las cosas que más ganas tenía de ver, motivo por el que nos alojamos en Loutraki. Se trata del Canal de Corinto, que une el golfo de Corinto con el mar Egeo por el istmo de Corinto, separando el Peloponeso del resto de Grecia. Tiene 6,3 km de largo, 21 metros de ancho y tan solo 8 de profundidad. Se construyó entre 1881 y 1893, siguiendo el antiguo proyecto de Nerón. Lo vimos un par de veces desde el Isthmos Bridge, situado a tan solo 5,6 km del hotel, al que os recomiendo acudir por la mañana. Desde él hacen “bungy jumping”. Aprovechamos para tomar café con tranquilidad. En otra ocasión vimos uno de los puentes sumergibles con que cuenta el canal.

Como todavía era pronto, decidimos aprovechar el resto de la tarde visitando el Heraion de Perachora, santuario de la diosa Hera, notable sitio arqueológico ubicado en un cabo al final de la península de Perachora, que tuvo su mayor importancia hacia finales del siglo VI aC. En su hermoso emplazamiento se encuentra la capilla de Agios Nikolaos, algo bastante habitual en las ruinas griegas. En el cabo está  también el faro Maják Melagavi. Antes de llegar nos detuvimos en Vouliagmeni Lagoon, un hermoso lago interior conectado con el mar por un pequeño estrecho.

12 de marzo. La cita importante de la jornada se encontraba en Epidauro. Se trata del Asclepeion, un santuario dedicado a Asclepio que desde 1988 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Situado en el Peloponeso, cuenta con importantes restos del siglo IV aC, destacando el tholos y el teatro, considerado este último una obra maestra de la arquitectura griega. Construido hacia el año 330 aC, llego a tener capacidad para 12.000 espectadores. También visitamos el sencillo museo. La entrada, como en todo los lugares, tenía hasta el 31 de marzo un descuento del 50%, costando 6 euros.

A la hora de comer nos dirigimos a Nafplio, importante puerto del golfo Argólico al que se asoma la calle Boumpoulinas, repleta de restaurantes. En uno de ellos comimos unas raciones de calamares, pues el pescado fresco tenía unos precios desorbitados. Nafplio presume de ser la ciudad más bonita de Grecia, probablemente por su emplazamiento. Desde el puerto contemplamos el coqueto castillo Bourtzi, que ocupa un islote frente al puerto. Dominado la ciudad desde una colina tenemos el imponente castillo de Palamedes, supuesto inventor del ajedrez y del juego de dados, que debido a que empezó a llover renunciamos a visitar, aunque tampoco habríamos podido, pues cerró a las 15:30 h. Por la mañana hicimos un alto en la ruta para fotografiar una piscifactoría que ocupa un precioso lugar costero.

Dejo este relato en el Peloponeso, de donde regresamos al hotel en Loutraki, en el que todavía pasamos otras dos noches. El viaje por Grecia continúa. De ello os hablaré en la próxima entrega, tras una pausa en la Semana de Pascua.

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