Escapada al Pirineo aragonés (1)

La cuarta escapada del año la hemos realizado del 14 al 24 de mayo, teniendo dos destinos diferentes, el Pirineo aragonés (3 noches) y el sur de la Costa Brava (7 noches). Cuatro días antes de la salida falló la caja de cambios automática de mi coche y, debido a la escasez de recambios, no me lo repararon hasta pasados 15 días, así que no me quedó más remedio que alquilar un coche en el propio concesionario, Renault Leioa Berri Auto, a un precio muy elevado, así que no empezamos con buen pie. Dicho esto, el día 14 de mayo comenzamos el viaje, accediendo a la provincia de Huesca bordeando el embalse de Yesa, que presentaba un penoso estado debido a la escasez de agua. El puerto de Cotefablo (1423 m) supuso la puerta de entrada al entorno del valle de Ordesa, que estaba mucho más verde pese a la sequía.

Para las tres primeras noches de esta escapada elegimos el Hotel Silken Ordesa ****, situado en un encantador emplazamiento, en la carretera de Ordesa, a 1 km del centro de Trola-Ordesa. Se encuentra, a 337 km de Leioa en un lugar muy tranquilo, por el que todas las tardes vimos pasar un rebaño de ovejas. Desde la terraza de la habitación podíamos contemplar las montañas del Parque Nacional. Fue un acierto el haber escogido este hotel, pues además recibimos un trato familiar por parte del personal, especialmente de la joven recepcionista donostiarra Maitane Irastorza. Muchas gracias a todas/os.

En esta primera entrega voy a hablar de los tres pueblos visitados en esta escapada, comenzando por el más próximo, Torla-Ordesa, puerta natural de acceso al valle de Ordesa y sede del Centro de Visitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La coqueta iglesia de San Salvador es el edificio más emblemático de la localidad pues se ve de lejos. Poco queda de su origen románico, ya que fue reconstruida en el siglo XVII.

Concluimos la tarde de la primera jornada de viaje dando un agradable paseo por las calles Francia y Fatás, que constituyen la arteria principal de Torla-Ordesa, pueblo con preciosas construcciones de piedra y tejados de pizarra, coronadas varias de ellas con las llamadas chimeneas espanta brujas, que le dan a esta localidad de 307 habitantes un toque muy personal y montañero, dando gusto contemplar cómo se ha conservado la arquitectura tradicional.

Después de comer y descansar un rato, nos desplazamos a la vecina localidad de Broto, distante tan sólo 5,5 km del hotel, que se realizan por una estrecha carretera, por la que pasamos otros dos días más. Situado también en la comarca de Sobrarbe, cuenta con una población de 577 y un pequeño casco antiguo, del que sobresale la iglesia de San Pedro, construida en el último tercio del siglo XVI, fundiendo la arquitectura gótica aragonesa con la renacentista. Llama la atención su campanario, de aspecto defensivo.

Como la tarde estaba espectacular, siguiendo los consejos de un amigo nos acercamos hasta la cascada de Sorrosal, de la que no había oído hablar hasta entonces. Está ubicada en el barranco del mismo nombre, por el que discurre un afluente del río Ara. Tiene unos 95 metros de caída y el acceso hasta su base se realiza por un camino muy bien acondicionado. Tan sólo hay que caminar unos 400 metros, partiendo del aparcamiento situado junto al puente medieval. A la parte superior se puede subir por una vía ferrata.

Las previsiones meteorológicas para el tercer día de nuestra estancia no eran buenas, así que optamos por desplazarnos a un pueblo que no conocía, Ainsa, pese a ser “uno de los pueblos más bonitos de España”, distante 46,5 km del hotel. Cuenta con dos partes muy diferenciadas, la zona moderna situada a orillas del río Ara y el amurallado centro histórico, ubicado en lo alto de una colina. Dejamos el coche en un amplio aparcamiento de pago, situado en la parte trasera del castillo, cuyas torres fue lo primero que vimos.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965, su centro histórico es una preciosidad. Accedemos a él por esa pequeña joya que es la Plaza Mayor, que parece datar de los siglos XII y XIII. De planta trapezoidal, cuenta con soportales en dos de sus lados, estando en el tercero el Ayuntamiento. Caminamos luego por las calles Mayor y Santa Cruz, contemplando su bien conservadas construcciones, con monumentales fachadas en la Casa Arnal (siglo XVI) y la Casa Bielsa (siglos XVI-XVII). También hay varias puertas de la antigua muralla y algunos museos ahora cerrados.

La siguiente cita la tuvimos en uno de los templos más notables de Sobrarbe, la iglesia de Santa María, construida entre finales del siglo XI y mediados del XII, declarada Monumento Nacional. Aunque ponía que estaba abierta de 10 a 18 horas, no fue así pero, gracias a la gestión con la oficina de turismo, conseguimos que la abrieran. Lo más llamativo es su torre, pues su interior es muy sobrio, así que ante todo os recomiendo visitar el claustro (siglo XIV) y la cripta, que conserva los capiteles originales.

Concluimos la visita a Ainsa en el castillo, construido en diferentes fases entre los siglos XI y XVII y declarado Monumento Histórico-Artístico. Ahora es un amplio espacio vacío en uno de cuyos lados se encuentra la oficina comarcal de turismo y el centro de interpretación del Geoparque de Pirineos, que sólo abría los fines de semana. Ocupando un torreón se encuentra el Eco Museo de la Fauna Pirenaica, lo único abierto, así que entramos a verlo previo pago de 5 €. Más información en https://quebrantahuesos.org/

La próxima semana, en la segunda entrega de esta escapada, espero hablar de nuestra experiencia en la naturaleza. Mientras tanto os invito visitar las fotografías realizadas por Maitante Irastorza, a la que cité al principio, en su web https://www.planovertical.es.

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