Escapada portuguesa (y 3): CIUDAD RODRIGO

Concluyo el relato de la escapada realizada a tierras portuguesas del 21 al 25 de junio, que dejaba la pasada semana en el Parador Casa da Ínsua. El 24 de junio iniciamos el regreso a Leioa, haciendo un alto en el camino, tras recorrer 132 km, en una localidad salmantina que hace muchos años que no visitábamos, Ciudad Rodrigo, optando por su Parador para pasar la noche, resultándonos bastante flojo comparado con el portugués, pues la habitación era pequeña y de complicado acceso. Cuenta con escasos salones, un pequeño jardín y la posibilidad de recorrer por lo alto el recinto amurallado, desde donde contemplé la Catedral y el puente mayor, sobre el río Águeda.

El Parador de Ciudad Rodrigo ocupa desde 1931 el antiguo Alcázar Enrique II de Trastámara, construido a finales del siglo XIV en la parte más inaccesible de la ciudad. Destaca en él la Torre del Homenaje. Nada más salir del recinto hotelero se encuentra uno de los vestigios más antiguos de los pobladores de esta zona, el Verraco, de origen vetón, tallado en granito, Al lado, sobre un árbol, observamos la presencia de dos cigüeñas.

Tras instalarnos en el Parador salimos a comer y de paso adentrarnos por primera vez en el centro de la población, que cuenta con uno de los principales conjuntos histórico artístico del oeste castellano. A unos pasos tenemos el Palacio de los Águila o del Príncipe, construido entre los siglos XVI y XVII por Hernando de Güemes y su hijo para la familia de los Águila. Tuvimos la suerte de que estuviera abierto y así poder contemplar su imponente patio plateresco. Hacía calor, por lo que regresamos al refugio climático del Parador.

A media tarde volvimos a echarnos a la calle, dirigiéndonos en primer lugar a la hermosa Plaza Mayor, a la que se asoman tres notables edificios, siendo el primero de ellos el Ayuntamiento, de fachada renacentista en la que luce el escudo de Carlos V. Los otros dos edificios son la Antigua Audiencia Real y el Palacio del Primer Marqués de Cerralbo, edificio del siglo XVI, que cuenta con tres escudos, dos de ellos inclinados.

Abandonamos la Plaza Mayor y caminamos hacia la Catedral por la calle Julián Sánchez, Continuando por la Cardenal Pacheco hacia la plaza Mazarrasa. A ambas se asoma la iglesia del Sagrario o Capilla de Cerralbo, de estilo herreriano. Poco más adelante tenemos la plaza de San Salvador, que cuenta con notables edificios entre los que destaca el Palacio de la Marquesa de Cartago, capricho aristocrático del siglo XIX. Al otro lado de la calle vemos la Puerta de la Colada, abierta en la muralla de la ciudad.

Como cierra a las 19 h nos dirigimos en primer lugar a la gran curiosidad de Ciudad Rodrigo, el Museo del Orinal, que guarda 1.350 curiosas piezas, de 29 países diferentes, de ese utensilio higiénico de uso doméstico, siendo la más antigua del siglo XIII, todo ello gracias al coleccionista local José María del Arco Ortiz “Pesetos”. En la planta baja se encuentran también el Museo del Tamborilero y Laboratorio de Ciencias del Seminario. Abre a diario de 10:30 a 13:30 y 17 a 19 h, cerrando los domingos por la tarde. La entrada cuesta 5 € (2,50 € los jubilados).

Como no cerraba hasta las 20 h, dejamos para el final de la jornada la visita al monumento más importante de Ciudad Rodrigo, la Catedral, dedicada a Nuestra Señora Santa María y declarada Monumento Nacional en 1889, que además la teníamos justo enfrente. Su construcción se inició a finales del siglo XII en estilo románico de transición al gótico. Cuenta con tres portadas, siendo la más notable la del Perdón. En su interior destacan el claustro y el impresionante coro.

Si algo nos llamó la atención al visitar la Catedral es que no cuenta con un retablo mayor. La respuesta la tuvimos al visitar el museo que existe dentro del templo, en el que destaca la reproducción del antiguo retablo mayor, que fue pintado por Fernando Gallego a finales del siglo XV. El original se guarda en el Museo de Arte Universidad de Tucson (USA). La Catedral abre a diario excepto los domingos por la tarde de 11 a 14 y de 17 a 20 h. La entrada cuesta 7,00 € (mayores de 65 años 6 €). Aquí concluyó nuestra jornada de visitas.

Como hasta las 12 h no teníamos que dejar la habitación, dejamos para el día siguiente, 25 de junio, lo que nos faltaba del centro histórico, comenzando en la calle San Juan, que estaba muy adornada con flores debido a la festividad del santo. Lo que más nos gustó de este recorrido fue la impresionante oficina de Correos, que ocupa Casa de los Vázquez del siglo XVI y estilo gótico, con entrada en esquina. Su interior está profusamente adornado con ricos azulejos sevillanos, un artesonado y numerosos elementos de estilos neomedieval, neorrenacentista y neoislámico.

Nos detenemos luego ante Iglesia de San Pedro y San Isidoro, que cuenta con diferentes estilos arquitectónicos, comenzando por el románico-mudéjar. En el campanario anidan las cigüeñas. Pasamos frente a la Torre de la Casa de los Chaves, edificada en la primera mitad del siglo XV y de allí nos dirigimos a recorrer un tramo de la muralla de la ciudad, comenzada a construir en la segunda mitad del siglo XII, a la que accedimos por la Puerta del Sol, dando aquí por finalizada la visita al centro histórico de Ciudad Rodrigo. La oficina de Turismo se encuentra en los soportales del Ayuntamiento, en la Plaza Mayor.

De esta forma concluyó esta escapada portuguesa, aunque todavía tuvimos que recorrer casi 500 km por autovías para llegar a Leioa.

Escapada portuguesa (2): Passadiços do Mondego

Continúo el relato de la escapada realizada a tierras portuguesas del 21 al 25 de junio. Menos mal que escogimos el 22 de junio para recorrer los Passadiços do Mondego, pues hizo una temperatura muy agradable justo antes de que comenzara a ponerse en treintaytantos grados. La citada ruta se encuentra a unos 9 km de la ciudad de Guarda y a 68 km de nuestro alojamiento en el Parador Casa da Ínsua. Tiene un recorrido lineal de 12 km y dos puntos de partida, el Barragem do Caldeirão y la aldea de Videmonte, la elegida por nosotros, pues el desnivel es inferior al realizarse río abajo, pero con la faena de la terrible subida final, cuando llegas cansado pues son de 4 a 5 horas de marcha.

Para recorrer los Passadiços do Mondego hay que pagar 1 €, teniendo que comprar la entrada en Internet en www.passadicosdomondego.pt o personalmente en el Centro de Bienvenida Guarda. Parte del recorrido se realiza por pasarelas de madera (7 km) y otra por pistas forestales (5 km). El primer tramo es de los más agradables pues se realiza cuesta abajo, por unas cómodas pasarelas en escaleras en zigzag, mientras contemplamos varias caídas de agua.

El segundo tramo lo realizamos también por pasarelas. Bajamos las últimas y en suave descenso efectuamos parte de los 500 metros de desnivel negativo que nos esperan. La ruta está magníficamente equipada y señalizada, así que sabemos que nos quedan 9.500 metros de marcha hasta el final. Pasamos por un estrecho barranco y vimos que hay un punto de conexión wifi, que puede resultar práctico en caso de tener algún problema, pues no hay cobertura de telefonía móvil.

Continúa el descenso por las pasarelas, que ahora en zigzag se dirigen al río Mondego, que cruzamos por uno de los tres puentes colgantes de la ruta, el más largo de todos. Salimos entonces a una pista, por la que caminamos en leve subida, en la que vemos la indicación de que nos faltan 8.500 metros por recorrer. Cuando llevamos algo más de 4 km, llegamos a los primeros baños instalados en la ruta, ubicados bajo el Engenho do Ribas, fábrica edificada en 1890 de la que vemos las ruinas y las de las viviendas de los maestros. Breve pausa e iniciamos una empinada aunque breve subida por una calzada empedrada.

Caminamos por una zona sombreada y pronto, junto a unas colmenas de abejas, nos sorprende la existencia de una caseta de madera que cuenta con un pequeño bar, algo que hubiéramos agradecido mar de nos haber bebido agua en la zona de servicios. Por delante tenemos 7.250 metros hasta la meta. Pronto volvemos a una zona de pasarelas bastante llana, teniendo que cruzar dos veces el río Mondego por sendos puentes colgantes. Ya hemos recorrido 7 km, pues nos quedan por delante 5.000 m.

Continuamos por un tramo de pista casi llano, aunque ligeramente cuesta abajo pues sigue el curso del río Mondego, cuando pasamos junto a la antigua Central Hidroeléctrica de Pateiro, que proporcionó la electricidad a Guarda, haciendo que el 1 de enero de 1899 se convirtiera en la tercera ciudad portuguesa en disponer de alumbrado público, Pronto llegamos a una amplia zona de pic-nic que cuenta con magníficos servicios sanitarios y una zona de control de acceso a las pasarelas. Pasamos junto a las ruinas de la Nova Fábrica y enseguida llegamos a una carretera por la que tenemos que caminar hasta que construyan la ampliación de las pasarelas que dan acceso a la aldea de Vila Soeiro, que cuenta con un bar con una pequeña terraza. Nos quedan unos 2 km para concluir el recorrido.

Pronto vemos el cartel que nos indica que nos quedan 1.450 metros para concluir la ruta, con una dificultad alta aunque yo diría dura. Una calzada empedrada nos conduce al poste que nos indica que nos queda 1 km, que tardaríamos en recorrer casi una hora, pues pronto vimos lo que nos esperaba para llegar a la presa, pues se trata de casi 700 empinadas escaleras para salvar un desnivel de unos 300 metros casi verticales. A mitad de subida un panel nos indica que a 100 metros tenemos la cascada Ribeira do Caldeirao, pero qué cien metros. Mis piernas no dan para más y le pido a mi mujer que se acerque a sacar la fotografía y regresa derrengada. Cuando por fin llegamos a lo alto, todavía nos queda una última subida por unas viejas escaleras para llegar a la meta. Prueba superada. El recorrido ha merecido la pena, pero el final nos ha resultado bastante duro.

Tenemos que caminar todavía casi un kilómetro por lo alto de la presa del Barragem do Caldeirão, para llegar al punto en el que dejamos el coche, situado en un amplio aparcamiento que cuenta con dos mesas, por lo que aprovechamos para comer el bocadillo. En lo alto existe una nueva zona de baños. La verdad es que toda la ruta está muy bien equipada. Esta presa fue construida en 1988 para abastecer de agua a la localidad de Guarda. Por la mañana dejamos aquí aparcado el coche y cogimos un taxi que nos llevara al punto de partida (unos 10 km), Videmonte. Suele haber taxis en la zona pero, por si acaso nosotros habíamos reservado uno en Guarda Gare Táxis: (+351) 271 239 163. Es más caro pero seguro.

Como estábamos a tan solo 9 km de Guarda, decidimos acercarnos a esta ciudad para tomar el café, dejando el coche aparcado a unos pasos de su centro histórico y, más en concreto, de la emblemática praça  Luis de Camoes, que cuenta con notables arcadas del siglo XVI en las que hay varios bares. Sin embargo encontramos una ciudad desértica, pues la gente estaba viendo el partido Portugal-Turquía de la Eurocopa. Tras el café recorrimos la Judería y nos acercamos hasta la iglesia de la Misericordia, la obra barroca más importante de la ciudad.

A la praça Luis de Camoes se asoma también el edificio más notable de la ciudad, la Sé Catedral, junto a la que se encuentra la gran estatua dedicada a D Sancho I, segundo rey de Portugal (1185-1211). Construcción gótica, cuenta en su interior con un magnífico retablo situado en su capilla mayor, obra maestra renacentista. Menos mal que accedimos al interior de la Catedral antes de tomar el café con un pastelito de nata, pues justo cerraban sus puertas, aunque amablemente nos permitieron tomar unas pocas fotos con el retablo iluminado. Muchas gracias.

Por delante nos quedaron 70,6 km para regresar al Parador Casa da Ínsua. Por cierto, ¡qué bien nos han tratado en Portugal! La escapada continúa.